Aborto
“La única manera de que acaben las protestas es lograr que en Polonia una mujer pueda decidir sobre su cuerpo”

El pulso entre la ciudadanía y el partido ultraderechista PiS continúa en todas las ciudades polacas y abre la puerta a otros reclamos sociales como acabar con la vinculación del Ejecutivo y la Iglesia o el respeto por los derechos LGTB.

Manifestacion aborto Poznan - 2
movilización contra la sentencia del Tribunal Constitucional Emilia Bromber

El fallo del Tribunal Constitucional del pasado 22 de octubre ha generado las mayores protestas en Polonia desde la era postsoviética. Y es que las multitudinarias manifestaciones diarias en todo el país no solo buscan que la malformación del feto vuelva a ser reconocida como un supuesto para proceder al aborto legal —prácticamente la única razón permitida hasta ahora, al ser la causa del 98% de los 1100 abortos anuales—, si no que exigen que los Derechos Humanos de las mujeres se respeten, incluido el derecho a decidir sobre su cuerpo, que se persiga la violencia y la desigualdad por género y que puedan estar seguras otras minorías perseguidas por el actual gobierno ultraderechista como el colectivo LGTB. También evidencia la exigencia de separar la Iglesia del poder Ejecutivo y de hacer efectiva la independencia judicial.

“Siento un gran orgullo. No es la primera vez que nos manifestamos pero esta vez es increíble como se ha extendido y las miles de mujeres que se han sumado. Sobre todo mujeres muy jóvenes, que se han visto muy afectadas por esta medida. Y no solo mujeres, muchos hombres también están manifestándose. Incluso las personas que votaron al PiS —partido Ley y Justicia, que gobierna actualmente— se están planteando su decisión”, comenta desde Madrid Zofia Galas, una mujer polaca que observa con admiración y a la vez tristeza, por no poder participar, el movimiento ‘Strajk Kobiet’, en polaco ‘huelga de mujeres’.

La activista y periodista Maja Staśko, una de las feministas más reconocidas en el país, reconoce que estas más de dos semanas de protestas están siendo realmente “agotadoras”. “La peor parte para mi es trabajar 24 horas siete días a la semana sobre este tema, con informaciones devastadoras sobre los efectos que tendrá esta decisión judicial”, aunque “podemos decir que lo hemos conseguido”, continúa Staśko en referencia a que el Ejecutivo no ha publicado la resolución antes del 2 de noviembre como debería por ley, lo que hace que no entre en vigor aún. “Significa que los médicos en los hospitales aún pueden realizar abortos si un feto está severamente dañado, como lo hicieron antes de la sentencia”, comenta la también periodista y artista Pia. Ella explica que este retraso en la aplicación de la sentencia se debe a dos motivos: la división interna dentro del Gobierno, ya que no todos están de acuerdo en negar el aborto en caso de grave malfromación; y en el efecto que generaría su publicación, ya que podría hacer que grupos descontentos por otras medidas del Gobierno se unieran a las protestas.

Muchas de las activistas feministas movilizadas temen que el Gobierno quiera desmovilizar a las mujeres con anuncios como el de la semana pasada en el que comunicaron que estudian una alternativa al controvertido fallo constitucional

“El Gobierno demuestra tener miedo de la sociedad, porque no queremos ser torturadas y ellos temen el poder que tenemos al unirnos”, reflexiona Maja Staśko. Pero no todo son buenas noticias porque muchas de las activistas feministas que han creado el movimiento temen que el Gobierno quiera desmovilizar a las mujeres con anuncios como el de la semana pasada en el que comunicaron que estudian una alternativa al fallo constitucional. Alternativa que consistiría básicamente en permitir abortos donde sea muy clara la falta de viabilidad del feto pero prohibiendo todos aquellos donde el bebé nazca vivo independientemente de las malformaciones, enfermedades o necesidades especiales que necesite durante toda su vida.

¿Qué pasará ahora? “No sabemos si se acabará publicando el fallo (lo que haría que entrara en vigor la nueva forma de interpretar la ley de 1993), se generará una declaración presidencial, se tendrán en cuenta nuestros reclamos o se abrirá la puerta a establecer una nueva ley sobre el aborto”, comenta Maja, que se muestra realmente preocupada por que no hay un consenso general en el país entre el derecho de las mujeres a decididir libremente sobre el propio cuerpo las mujeres y la posibilidad de restringir la interrupción voluntaria del embarazo solo a los casos de peligro para la salud del feto o la embarazada. “La única manera de que acaben las protestas es lograr que en Polonia una mujer pueda decidir sobre su cuerpo y pueda abortar de forma segura”, afirma rotunda.

Otras formas de parar las protestas: el Covid-19

Otro de los puntos que ha preocupado al movimiento feminista es la pandemia. Desde finales de septiembre los casos confirmados no paran de aumentar, dibujando una gráfica peor que en primavera y con récord de fallecimiento diarios esta semana (con 373 muertes en un solo día el 4 de noviembre). Las activistas consideran que el Gobierno quiso aprovechar la situación de restricciones por contagios del Covid-19 para dar a conocer el recorte de derechos el pasado 22 de octubre, consiguiendo así que las personas no se manifestaran en contra del fallo. No fue así. No lograron que no colapsaran las calles de las principales ciudades, que se manifestaran en el interior de iglesias o que incluso se personaran en la vivienda del líder del PiS y viceprimer ministro, Jaroslaw Kaczynski. “Ahora el gobierno nos amenaza con un bloqueo completo, encerrarnos en casa”, comenta Ewelina Suchocka, de 36 años y peluquera en Varsovia. “Imponen restricciones como cerrar centros comerciales, pero las Iglesias siguen abiertas —indica Suchocka— ¿Acaso allí no se contagia la gente? Una vez más, la iglesia es favorecida por el gobierno”.
“Un equipo de abogados de la ONG Federa ha creado un kit que explica cómo las mujeres embarazadas pueden reclamar sus derechos a pesar de la sentencia sobre el aborto. Las donaciones a ONG que ayudan a las mujeres a abortar, como Aborcyjny Dream Team, se han multiplicado.”

Conscientes de esto, el movimiento ha evolucionado dejando las protestas para solo los lunes (en lugar de diarias) y haciendo un trabajo más estructural. Se ha creado un Consejo de Consulta, donde ciudadanos y expertos trabajarán juntos para encontrar formas de sanear la situación en Polonia en las 13 áreas más urgentes: educación, independencia de la Justicia, empleo, medios de comunicación, lucha contra el fascismo, derechos de las mujeres, derechos LGBT, lucha contra la crisis climática, apoyo a personas discapacitadas, laicidad, salud mental, salud pública, derechos animales.

“En cuanto a los derechos al aborto en sí, un equipo de abogados de la ONG Federa ha creado un kit que explica cómo las mujeres embarazadas pueden reclamar sus derechos a pesar de la sentencia sobre el aborto”, explica Pia, ya que se apoyan en el articulo 47 de la Constitución polaca en la defensa de que cualquier persona debe tener derecho a decidir sobre sí misma. También señala que las donaciones a ONG que ayudan a las mujeres a abortar, como Aborcyjny Dream Team, se han multiplicado.

Con o sin el fallo del Constitucional, las mujeres polacas solo tenían dos formas de abortar si no entraban en la causa legal: o ir al extranjero o una intervención clandestina. El movimiento feminista considera que han sido más de 20.000 abortos lo que se han llevado frente a los 1100 registrados de forma oficial. Eslovaquia es uno de los países a los que recurren las polacas, especialmente las que viven en el sur y las que no pueden pagar, tienen que conseguir medicamentos abortivos que toman sin supervisión médica en muchos casos. Preguntada sobre por qué apenas se realizan abortos en el caso de violación, la activista Maja Staśko consisdera que la raiz está en que no se denuncian. “El 94% de las mujeres violadas no lo cuenta a las autoridades”, asegura, dejando a Polonia en uno de los cinco países de la UE donde menos se denuncian las agresiones sexuales junto con Montenegro, Hungría, Rumanía y Grecia.

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“La historia y la experiencia de varios países dejan clarísimo que la cantidad de abortos hechos no baja cuando la ley lo prohíbe, pero simplemente aumentan el turismo de aborto y la cantidad de abortos ilegales hechos en condiciones medicas inadecuadas”, explica la profesora universitaria polaca Magda, que prefiere identificarse solo con su nombre. Ella lleva tres años residiendo en Madrid pero no está desvinculada con la realidad de su polonia natal. “Esta situación perjudica sobre todo a las chicas jóvenes y con menos poder económico” y recuerda que la imagen de la percha de alambre ha vuelto a muchos medios polacos como un símbolo del panorama que arrojan políticas como la de PiS. “Queda claro que limitar los derechos de las mujeres es un punto muy importante en la agenda del gobierno actual”, sentencia.

El Convenio de Estambul, la esperanza de los y las polacas

El fallo del Tribunal Constitucional sobre la ley del aborto de 1993 también deja en evidencia la dificil situación de la Justicia en Polonia y la estrecha vinculación entre Estado e Iglesia. Por un lado, Polonia ha sido duramente advertida por la Unión Europea al considerar que las modificaciones de la ley para que el ejecutivo nombre a dedo a los jueces no respeta la independencia judicial. De hecho la llamada como ‘ley mordaza’ judicial está detrás del fallo constitucional sobre el aborto, ya que la presidenta del tribunal, Julia Przylebska, fue nombrada por el PiS. Por otro lado, el papel de la Iglesia en este y otros asuntos del país, supuestamente laico, se denuncia más que nunca.
“Consciente del apoyo ciego que recibía, la Iglesia usó su poder para dominar a los históricamente sin voz y sometidos: las mujeres. Pero la nueva generación de mujeres polacas ya no se quedan sin voz ni sometidas y luchan por sus derechos”

“El llamado ‘compromiso de 1993’ es una ley obsoleta que representaba los intereses de la Iglesia católica a expensas de las mujeres”, comenta Pía desde Varsovia, que explica que en el momento de la caída de la influencia comunista se identificaba la religión como libertad. “Consciente de este apoyo ciego, la Iglesia usó su poder para dominar a los históricamente sin voz y sometidos: las mujeres. Pero la nueva generación de mujeres polacas ya no se quedan sin voz ni sometidas y luchan por sus derechos”, que no es otro que reclamar un “aborto gratuito, seguro y legal sin salir del país”. Pia continúa. “Organizaciones católicas fundamentalistas como Ordo Luris quieren que Polonia se retire del Acuerdo de Estambul alegando que constituye una amenaza para los valores familiares tradicionales polacos”, indica, en referencia a acusaciones de que una educación sexual puede generar que los menores quieran cambiarse de sexo o que se imponga la llamada ‘ideología LGTB’.

El problema es que aunque Polonia siga de facto en el acuerdo —aunque ya pidió el año pasado iniciar los trámites para desvincularse—, muchos jueces no lo aplican. Ewelina Suchocka tuvo que ver ante un tribunal que pese a que tenía grabaciones donde su marido le agredía, el juez no lo condenó por ello. “Hace menos de un mes me divorcié, pero las agresiones no están reflejadas como motivo del divorcio. El juez dijo que yo también fui culpable de la ruptura ya que, por ejemplo, alegó que la casa no estaba en orden. ¿Desde cuándo una mujer es la única responsable de la limpieza?”.

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“La Convención de Estambul nos ofrece algo muy importante: la definición de violación como la falta de consentimiento para tener relaciones sexuales”, comenta Staśko. “En Polonia, para considerar que has sido violada debes demostrar que no te podías mover, que has manifestado insistentemente que no querías y que has tratado de luchar para que no pasara, probándolo con heridas y marcas”. Algo que no ocurre en numerosas ocasiones al estar la víctima paralizada por el miedo o en estado de shock. “Que el país aplicara esta convención sería el inicio de la persecución de oficio de las violaciones y traería muchos otros cambios en el país, como el reconocimiento por fin los derechos de las personas LGTB o las personas trans”, indica.

Mientras las protestas evolucionan y se convierten en un movimiento fuerte y organizado, en el exterior polacos, polacas y personas solidarizadas con la situación siguen convocando eventos en apoyo del movimiento #StrajkKobiet. “Creo que las mujeres deberían ser capaz de decidir sobre sí mismas y sus embarazos, y el papel de Estado debería ser el de proveer apoyo médico, psicológico y económico a las mujeres que se enfrentan a la difícil decisión sobre el aborto”, comenta desde Madrid Magda. Su compañera de diáspora Zofia Galas, cree que esto afecta a la imagen del país en el exterior. “Polonia se ha modernizado mucho en otros aspecto, donde se puede hacer negocios, es muy dinámico a nivel económico, pero en Derechos Humanos es muy preocupante”. Galas asegura que son las protestas las que están creando una imagen positiva precisamente. “Espero que sí”, responde cuando se le pregunta si realmente el Gobierno cambiará de parecer con las movilizaciones. “Si esto no ocurre, lo que espero es que haya un cambio de Gobierno directamente”. Al menos para 2023, que los polacos “piensen dos veces antes de votar”.

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