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8 de marzo
Ana Orantes por bulerías: así ha sido la primera acción del 8M malagueño
Entre estructuras en construcción y mareas de turistas de aquí para allá, ayer la Plaza de la Constitución paró en seco su rápido y superficial ritmo para honrar la memoria de las asesinadas por la violencia machista. Una acción tramada por la Asamblea Feminista Autónoma de Málaga que da el pistoletazo de salida a una ruta feminista del 8M autónomo, que arranca desde esta mañana con el encuentro de las feministas autónomas en La Casa Invisible, el punto de partida de los piquetes informativos y donde tendrá lugar talleres, ensayos y acompañaeras. El patio de esta casa histórica será también el punto de encuentro del bloque crítico y no mixto hacia la manifestación que partirá a las 19hrs desde Plaza de la Marina.
En total, 1412 nombres escritos a mano. Tantos, que las escribanas se hubieron de relevar las unas a las otras para poder continuar. Entre silencios, conversaciones cruzadas y la mirada curiosa de los transeúntes. “Ana Orantes, ¡yo me acuerdo de ella! La vi por la tele en su momento. Tengo los pelos de punta”, comentó una señora que pasaba por allí. “Ya he terminado, 2005”, “dame, que sigo yo con 2006”, se decían entre las participantes. “Me siento contigo para que no estés sola”. “No estaba sola estaba con todas ellas”, respondió señalando la tela una de las integrantes del colectivo nicaragüense lesbofeminista Artemisa.
“No estaba sola estaba con todas ellas”
Continuaron escribiendo nombres hasta que a la luz de la luna llena teñida de rojo por los focos le tocó iluminar la plaza, sabiendo que ni siquiera en ese listado estaban todas, pues hasta 2018 los únicos datos disponibles son los oficiales, que solo contabilizan feminicidios íntimos. Es a partir de este año que el observatorio Feminicidio.net comenzó una contabilización más completa, incluyendo también aquellos feminicidios perpetrados fuera del ámbito de la pareja.
Una vez terminada la tela, las palabras de Ana Orantes en aquel programa de televisión relatando su maltrato empieza a sonar por toda la plaza. “Yo sÍ me he acercao a una ventana pa echar la persiana, y por casualidad, ha pasao un hombre, ¡un hombre! Ahora es cuando estoy fea, enferma, y no valgo un duro, como él dice”.
Unas bulerías lentas comienzan a acompañar sus palabras, y con ellas una bailaora vestida de rojo irrumpe en escena moviéndose al compás de su dolor. Avanza lentamente hacia la tela con la mirada perdida y las manos acompañando el ritmo. Se trata de la reconocida bailaora malagueña María del Mar Suarez, conocida como “La Chachi”. Y alrededor de ella, cuatro mujeres de negro sujetan entre sus manos los claveles, mientras otra compañera interpreta en lengua de signos el relato de Orantes.
Gloria y memoria pa las nuestras
“Yo no supe por dónde me vino aquello. Yo di un chillío porque yo creí que me había roto la cara de la que me dio”, y la bailaora gira la cara sintiendo el bofetón. Se la agarra y se la vuelve hacia el frente para continuar con su relato. “Porque yo no sabía hablar, porque yo era una analfabeta, porque yo era un bulto, porque yo no valía un duro. Yo no podía ver a ninguno de mi familia, a ninguno” se escucha. Y la bailaora comienza a bailar y a taconear con rabia y pena alrededor de la tela hasta llegar a posarse en el tablón de madera situado en el centro de la tela. “De tantas veces que han visto a su madre, con los ojos moraos, tiraíta en el suelo pegándome patás”, y en ese momento, se extiende otra tela en la que se puede leer: “Gloria y memoria pa’ nuestras muertas”.
“Me dio una paliza. Me dio una paliza pa’ matarme”. Y la bailaora agarra con fuerza la tela recién extendida y comienza a enredársela en el cuello mientras taconea. “Yo le tenía miedo. Yo le tenía horror”. Y los claveles que sostenían las compañeras comienzan a volar alrededor de la bailaora para cae sobre los nombres recién escritos.
Las bulerías siguen sonando a punto de llegar a su fin. La Chachi termina por quitarse la tela del cuello, hacerla pequeñita y abrazarla como a muchas nos hubiese gustado abrazar la voz que sonaba. Tras el último compás, un largo aplauso puso fin a la performance mientras la bailaora depositaba la tela arrugada junto al resto de nombres.
“Es lo único que me pesa Inma, no haberlo hecho antes. Que tengo esa pena” se termina de sentir el relato de Ana Orantes.