Derecho a la vivienda
Housing First en Granada: un paso en firme frente a la indigencia

En Granada, cerca de 150 personas se han visto obligadas a vivir en la calle. Son historias de abandono, pero también de lucha por mejorar sus condiciones de vida.

Patio central del cortijo, Camen Marchena
Patio central del cortijo Carmen Marchena

“Varias personas han muerto en la calle sobre un montón de cartones y teniendo como compañía el silencio de la noche, como reflejo del silencio de la mayoría de la sociedad”. Con estas palabras ponía fin Isa al comunicado pronunciado el pasado 4 de abril a las puertas del Ayuntamiento de Granada en honor a Chema Aroa, muerto prematuramente en la calle. Durante los últimos años, la crisis ha dado lugar a un aumento en el número de personas que, como Isa, se encuentran sin casa, realidad que se traduce en depender sin descanso de las asociaciones que puedan ofrecerles hacer cola cada día para ducharse, una cama en un albergue, acudir a este o aquel comedor social.

Félix A. Gallego, encargado, entre otras cosas, de la administración y de la salud mental en la Asociación Derechos Personas Sin Hogar (Adespesh) en Granada, estima que hoy en la ciudad son alrededor de entre 130 y 150 las personas a las que la intimidad les ha sido arrebatada a cambio del abandono. La joven iniciativa andaluza cuenta con su vicepresidente, José Francisco Gallardo Borja, que era hombre sin hogar y ahora se encarga de recoger todos los contactos de la calle, recogiendo una a una, siempre con el consentimiento de cada persona, la información que formará parte de un fichero, sujeto a la Ley de Protección de Datos. Este ejercicio significa la labor diferenciadora de la asociación, como forma de abordar las necesidades primarias de cada persona, de manera individualizada.

La labor continúa en el colectivo de asociaciones que forman Red Vivienda Granada y en cuyo espacio técnico de coordinación Adespesh queda integrada junto con el Ayuntamiento de Granada y la Junta de Andalucía. En este espacio se vuelca toda la información detectada a lo largo de las reuniones de Red Vivienda y se hace entrega a las instituciones públicas de los datos recogidos en la calle: un informe que demanda soluciones concretas. La asociación tiene muy clara su vía de acción principal: “Las asociaciones podemos colaborar, pero lo que queremos es que las instituciones asuman su responsabilidad”, señala Félix.

en singular

A menudo se piensa en el colectivo que forman las personas sin hogar como una masa, un número, un fenómeno social estructural, una tendencia natural en el paisaje urbano. Las personas sin hogar no deben ser, sin embargo, un plural que carece de rostro. “Esto es un poco el desastre de la sociedad en la que vivimos y cómo hemos fallado”, acierta a decir Mabel García, presidenta de la asociación. Aun siendo una solución temporal, no todas las personas tienen plaza en los albergues. A veces, la brevedad de los periodos de estancia no merecen la pena ante la posibilidad de perder el sitio en la calle. Otras personas eligen las peores condiciones de vida por no abandonar a los que son su única familia, sus animales, como en el caso de Isa y Carmen. Las razones, diversas, evidencian una situación de dependencia insostenible.

Ante el fracaso de un hábito que apenas alivia la problemática, desde el espacio Red Vivienda Granada el primer objetivo es conseguir que las instituciones incorporen un modelo que, si bien ya fue aceptado en el Pleno Municipal del pasado año por todos los grupos —con la excepción del Partido Popular—, aún no se está desarrollando. Este programa contaría con tres vías de acción: alquileres sociales para personas con algún ingreso, cesión de viviendas por parte de las entidades bancarias a asociaciones y cesión de viviendas al Ayuntamiento. Un porcentaje iría destinado al programa Housing First.

Carmen sostiene a uno de sus seis gatos
Carmen sostiene a uno de sus seis gatos Carmen Marchena

Housing First nace en Estados Unidos frente al problema de la adicción en las personas sin hogar. Basándose en que la vivienda es un derecho humano básico, este modelo, ya implantado en numerosos países occidentales, supone un cambio sustancial en la manera de abordar la problemática de las personas sin hogar. Los estudios realizados confirman su eficacia, pues no solo supone importantes avances en las personas, sino que los costes de atención se ven considerablemente reducidos a partir del momento en el que aquellas comienzan a ser independientes, disponiendo de un lugar donde vivir. Housing First fue recomendado por el Parlamento Europeo a sus Estados miembros y hoy se desarrolla en países vecinos como Francia, Italia o Portugal. Y está siendo implantado, a través del programa Habitat de Rais Fundación, en otras ciudades de España, como Córdoba o Sevilla.

Del mismo modo que la crisis ha afectado a las cifras, el perfil de las personas sin hogar ha variado; por ejemplo, familias enteras que han perdido todos sus recursos. “Y cada vez hay más mujeres en la calle y sus problemas suelen ser el doble o el triple, a causa de las características que les son propias, tanto fisiológicas, como sociales y consecuentemente emocionales”, explica Mabel García. Desde 1999 Granada cuenta con la Casa de Acogida de mujeres Ocrem, a través de un Convenio de Colaboración con el Ayuntamiento para la Atención de las Personas Sin Hogar, al que en 2002 se añade un piso de normalización de mujeres enfocado a la rehabilitación. El programa en Ocrem cuenta con un servicio diferenciado para el cuidado inmediato de mujeres refugiadas y con una casa familiar. Por su parte, el Centro de Orientación y Atención Social a Personas Sin Hogar (Coast) ofrece desde el Ayuntamiento un servicio de atención a mujeres sin hogar. Mabel ha creado recientemente un grupo desde el que, entre todas, trabajan el empoderamiento mientras se continúa en la llamada a las instituciones.

Cortijo de los Cipreses

Una torre mirador sobresale entre las flores silvestres que conducen al carril del Cortijo de los Cipreses. Un edificio en ruinas a las afueras de Granada declarado Patrimonio Histórico en el que actualmente viven siete personas: cinco mujeres y dos hombres. Ellas son Mari Carmen, Ana, Isa, Carmen, Antonio, Zaida y Hamsa. Todas con un denominador común: la falta de un techo digno donde vivir. “Muchos pensarán que somos afortunados por vivir en un cortijo, yo les invitaría a que conociesen nuestras condiciones”, comenta Carmen. Adespesh tiene reuniones desde hace un año con algunas habitantes del Cortijo, cumpliendo así con la hoja de ruta que tienen programada con el colectivo de personas sin hogar en Granada.

Cortijo de los Cipreses, entrada
La entrada del Cortijo de los Cipreses Carmen Marchena

Según Milagros Soler Cervantes, conocedora de la historia del lugar, se tiene constancia de que el primer pago de la parcela data de la Edad Media. Rodeado de tierra fértil y próximo a las cuencas del Darro y el Beiro, su suelo —urbanizable— supone un fuerte filón agrícola. Unas condiciones idóneas para la recuperación y explotación del lugar por personas sin recursos, que podrían así autoabastecerse de los productos cultivados. El caserío también dispone de cuadra y secadero, por lo que el abanico de posibilidades seguiría abriéndose.

Una utopía que se estampa contra el suelo cuando los habitantes del Cortijo muestran el boquete de la fachada que utilizan como puerta, pues todos los accesos principales están cuidadosamente tapiados. La planta del edificio consta de dos áreas con un patio central en el que puede entreverse cuál era la zona del señorito y cuál la del servicio. Una disposición que hoy no entiende de jerarquías sociales, sino del techo que más tarde en derrumbarse.

Vivir en familia

Ana Cañadas, granadina de nacimiento, pasó muchos años fuera de su ciudad natal y hoy es una de las vecinas de esta particular comunidad. Comparte habitación con Mari Carmen en el ala izquierda del edificio. Ambas cobran una pequeña pensión que no les da para vivir de manera digna y, tras hacer de la calle su hogar, desde septiembre del año pasado se refugian en este ruinoso edificio. Ana recuerda su primer contacto con la calle tras “un desahucio indebido”, pero que no le arrebató su espíritu de lucha. “Comencé a colaborar con varias ONG para ocupar mi tiempo y, aunque cada día tenga menos ánimos para luchar, mi solidaridad me acompaña siempre”. El tiempo vivido en la calle ha tallado en su piel los surcos del sufrimiento. Charla con sus compañeras en clave de humor, pero su mirada no cuenta lo mismo. “Si nos ven en la calle con la cara triste, nos pisotean; salimos con la mejor cara que podemos tener para no ser el reflejo de nuestra propia inmundicia”, comenta Ana a sus compañeras.

Las ventanas de su habitación están tapiadas, dos colchones en el suelo y un popurrí de bolsas son su mobiliario, por no hablar del cable que usan como cerradura. Las condiciones de higiene son ínfimas. La granadina está pendiente de operarse una fractura en la pierna, que le provoca serios problemas circulatorios. “Podría operarme, pero prefiero aguantar el dolor a venir con una herida abierta a este lugar, que a pesar de ser mi casa, no es el más adecuado para venir con la pierna en esas condiciones”.

Ana es usuaria del comedor social del barrio de la Almanjayar y de la asociación Calor y Café, un desplazamiento diario y obligado que le resulta cada vez más dificultoso. A pesar de todo, asegura que “estar en el cortijo es lo más parecido a vivir en familia”. Suena paradójico, pues todavía viven en un espacio que carece de puerta, pero que, en su criterio, humaniza más que un simple banco en la calle y les hace sentir más seguras.

La comunidad se completa con Carmen e Isa, con Antonio, un conocido de ambas, que también malvivía en las calles hasta que la pareja lo acogió debido a su delicado estado de salud, y con Zaida y Hamsa, una joven pareja amparada en el cortijo a la espera de que finalicen unos trámites administrativos. Un edificio que se viene abajo, que carece de agua y de luz, pero que constituye para sus siete habitantes un espacio de convivencia, refugio y seguridad.

Las historias de estas mujeres no son hechos aislados. Ellas y muchas de sus compañeras que sufren la indigencia padecen doblemente por el mero hecho de ser mujeres. Este colectivo precisa de unas necesidades diferentes a las del hombre, como son la higiene íntima o la asistencia psicológica en el caso de maltrato o abuso sexual, de ahí que se haga imprescindible una atención específica. Ellas representan a la mujer con la mochila a cuestas, un sector de la población femenina que necesita empoderarse y volver a tomar, con dignidad, las riendas de su vida.

“Vivir entre ruinas no es vida”
Esta catalana también vive, desde hace un año, en el asolado inmueble junto a Isa, su pareja. “Vinimos a probar suerte, a buscar una vida mejor”, recuerda Carmen. Su historia recorre parte de la geografía andaluza, desde Jerez de la Frontera hasta Prado del Rey, pueblo natal de Isa ubicado en la provincia gaditana, donde les acogió una amiga de esta. Hace tres años llegaron a Granada con la ilusión de labrar una nueva vida. Si echamos la vista atrás, la situación de las dos mujeres se presentaba harto distinta. Tenían una casa en Churriana de la Vega (Granada), por aquel entonces Isa trabajaba y Carmen era ama de casa. Debido a su 36% de minusvalía, Isa ha ido enlazando varios trabajos gracias a las plazas reservadas para personas con estas características. Los problemas se agudizaron cuando perdió su último trabajo, les engañaron con el alquiler de un piso y tuvieron que volver al Cortijo de los Cipreses. Una de las mayores preocupaciones que tienen son sus animales, que además de ser “lo más importante” para ellas, les supone un hándicap para encontrar un espacio donde hospedarse. La pareja —también usuaria de la asociación Calor y Café— está a la espera de empadronarse en el Cortijo para solicitar ayuda económica y contar con un lugar al que lleguen las notificaciones. Isa se encuentra en proceso de actualizar su certificado de minusvalía, aunque lo que más le urge a esta pareja es “una casa con una puerta para que nadie entre y que nos dejen vivir tranquilas”, explica entre lágrimas Carmen, quien advierte que “vivir entre ruinas no es vida”.
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Personas sin hogar
Personas sin hogar Organizaciones ciudadanas granadinas se oponen al traslado de la atención a personas sin hogar
La confirmación del cierre del centro de alta tolerancia para personas sin hogar de la céntrica calle Aranda ha caído como un jarro de agua fría entre la plataforma ‘La Calle Mata’ y la asociación de vecinos de Cartuja
Personas sin hogar
Personas sin hogar El Ayuntamiento de Granada, APDHA y ‘La Calle Mata’ acuerdan un Plan de urgencia para las personas sin hogar
Después del encierro de decenas de activistas en el consistorio y la muerte de dos personas sin hogar en la calle en menos de 24 horas, el Ayuntamiento y las organizaciones civiles acuerdan un Plan de Urgencia para el frío de aplicación inmediata
Personas sin hogar
Personas sin hogar Encierro en el Ayuntamiento de Granada para reclamar albergues para las personas sin hogar
Decenas de activistas exigen tratar, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, con la alcaldesa de la ciudad sobre la necesidad de medidas urgentes ante la gravísima situación de las personas sin hogar en plena ola de frío.
Cine
Kamal Aljafari “Palestina está en la raíz de la situación actual del mundo”
Kamal Aljafari lleva toda su carrera trabajando con materiales de archivo, indagando en las imágenes e interviniendo en ellas para preservar memorias en desaparición y para oponerse al proyecto colonial sionista y su falseamiento del pasado.
Paterna
Paterna Vandalizan el muro de Paterna donde el franquismo fusiló a 2.238 personas
El paredón amaneció este viernes con grandes letras pintadas con spray negro donde se podía leer “Sagredo eres maricón y tarado”, en referencia al alcalde del municipio.
Opinión
Derecho a la vivienda Flex Living: el caballo de Troya de la precarización del alquiler
No es una respuesta moderna a las nuevas formas de habitar la ciudad. El ‘flex living’ no es más que la última jugada del sector inmobiliario y los grandes fondos de inversión para maximizar beneficios a costa del derecho a la vivienda.
Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.

Últimas

Madrid
La burbuja del alquiler Sumar, Podemos y sindicatos de inquilinos presionan para convertir en indefinidos los contratos de alquiler
Sumar lanza una propuesta legislativa para transformar en indefinidos los contratos de alquiler, una de las principales demandas de la manifestación por la vivienda del 5 de abril. Una moción de Podemos, rechazada en el Congreso, pedía lo mismo.
Comunidad de Madrid
Movilización por la educación 23F: el día que una veintena de colectivos llenarán de verde Madrid para defender la educación pública
La comunidad educativa de todos los niveles en la enseñanza se prepara para una movilización que arrancará a las 12:00 horas desde Atocha hasta Sol, en la región que menos invierte en educación por estudiante.
Política
El Salto Radio Podcast | ¿Cancelar la cancelación?
Hablamos con Antonio Gómez Villar, a partir de su libro “Cancelar no es transformar” sobre malos entendidos y límites de esta acción política
Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.
Galicia
Memoria histórica Cultura, exilio y lucha de las bibliotecarias gallegas durante la Segunda República
Durante los primeros años treinta, las bibliotecas se convirtieron en espacios de trabajo ideales para un modelo de mujer que aspiraba ser independiente y que había manifestado un claro compromiso político. La Guerra acabó con todas sus aspiraciones.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Sindicatos piden el cese de la dirección del Hospital 12 de Octubre tras las obras de remodelación
Los problemas con las nuevas instalaciones han cristalizado en una unión sindical que ha reclamado formalmente el fin de la cúpula de dirección tras ser “ignorados” de manera “sistemática”.
Opinión
Opinión La unidad del anarcosindicalismo es la acción conjunta
Al hilo de supuestos movimientos desde la CGT hacia la unificación con CNT es necesario diferenciar entre lo que es una relación en clara mejora y lo que sería un proyecto real en marcha.

Recomendadas

Líbano
Ocupación israelí Israel incumple el acuerdo de paz y mantiene tropas en el sur de Líbano para “vigilar” a Hezbollah
El Ejército sostiene la ocupación de cinco colinas a lo largo de la frontera tras evacuar sus soldados de decenas de municipios. Miles de civiles regresan a sus casas para descubrir que lo han perdido todo.
Feminismos
Ana Bueriberi “El activismo tiene que ser colectivo: para contribuir al cambio es imprescindible despersonalizar la causa”
La periodista madrileña Ana Bueriberi reconoce que no sintió la discriminación hasta que llegó a la Universidad. Hoy, desde el proyecto Afrocolectiva reivindica una comunicación antirracista, afrofeminista y panafricanista.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.