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Violencia machista
El caso de dos estudiantes violadas muestra la raíz profunda del machismo en Italia
El caso de las chicas estadounidenses violadas supuestamente por unos carabinieri en Florencia, y el posterior linchamiento mediático de las víctimas, pone el foco sobre el lado más oscuro de la sociedad italiana e impone una reflexión acerca de la alarmante lacra del machismo, en todas sus manifestaciones.
Florencia. Una noche de fiesta como otras. Fuera de una discoteca dos estudiantes de EE UU conocen a dos carabinieri en servicio que han acudido por una trifulca. Son las 4 de madrugada, las chicas están bebidas y no encuentran un taxi, los dos carabinieri las acompañan a casa en el coche patrulla y avisan a la central que pararán para un control. En la entrada del edificio de las chicas y en el ascensor, respectivamente y según las denuncias de las mismas, las violan, uniformados y armados. En su defensa los acusados declaran que las relaciones fueron consensuadas. Hecho discutible en todo caso, ya que, estando bajo los efectos del alcohol, y por consecuente en “estado de defensa disminuida”, ni se podría hablar de consenso.
Un caso de abuso sexual con estas características debería despertar la máxima indignación, o por lo menos una respetuosa cautela hasta que se concluya la investigación, pero no fue lo que pasó. Muchos medios italianos manifestaron desde el primer momento más preocupación por la reputación y el prestigio de la Benemérita que por las víctimas.
Sin motivo comprensible, y a pesar de las declaraciones de la policía, que interrogó a las chicas por separado “sin detectar incongruencias en sus declaraciones”, y a pesar de que la misma ministra de Defensa definiera las acusaciones como “razonablemente fundadas”, la prensa puso en duda la palabra de las víctimas. Mientras la policía hace su trabajo e investiga a los acusados, en los periódicos italianos no ha parado de producirse todo tipo de especulaciones, empezando por la difusión de rumores absolutamente falsos.
Las dos informaciones falsas han sugerido, ni siquiera veladamente, que las dos chicas se habrían inventado todo para cobrar el dinero del seguro. Y no pasa nada
El 9 de septiembre diarios de relieve, como La Stampa y el Secolo XIX, publicaban: “no hay que olvidar que todas las estudiantes estadounidenses en Italia están aseguradas por violación y en Florencia de 150-200 denuncias al año, el 90% resulta ser falso". Dato desmentido inmediatamente por el jefe de la policía de Florencia: “En 2016 en la provincia de Florencia hubo 51 denuncias por violencia sexual. Actualmente no hay una estadística de víctimas por nacionalidades, italiana o extranjera. Para nosotros no hay diferencia".
Desmentida también la información sobre el seguro, ya que "no tenían seguro personal de violencia sexual, sino sólo el genérico estipulado por la Universidad Americana", como precisa el abogado de una de las chicas. Otros diarios se hicieron eco del bulo, como Il Messaggero que directamente tituló: “Turistas de EEUU en Italia con seguro para casos de violación: 200 denuncias al año, el 90% son inventadas”.
Desatada la polémica, Il Messaggero retiró el artículo de la web, pero el daño ya estaba hecho. Las dos informaciones falsas han sugerido, ni siquiera veladamente, que las dos chicas se habrían inventado todo para cobrar el dinero del seguro. Y no pasa nada. La lapidación sigue. La manipulación continúa en sus múltiples facetas, desde el uso continuo de verbos en condicional, que ni la presunción de inocencia justifica, e incautas reflexiones sobre el concepto de consenso, hasta la publicación de ulteriores detalles falsos, como que la violación habría sido en el apartamento de las chicas, o la existencia de un vídeo hecho por una de ellas. La policía y la fiscalía desmienten, pero la duda ya está sembrada y en las redes sociales se desata un auténtico linchamiento. ¿De los acusados? No, de las víctimas.
La difusión en las redes sociales de una foto de dos chicas borrachas, que además luego se descubrió ser falsa, fue motivo suficiente para decretar que la culpa era de las dos americanas, como si estar bebida fuera merecedor de violación. No importa lo que diga la fiscalía, el jurado popular de la red ya ha decidido: la culpa es de ellas.
Máxima solidaridad de muchos usuarios, incluyendo muchas mujeres, hacia los carabinieri investigados y ninguna empatía hacia las chicas, en su lugar burlas e indignas especulaciones, una verdadera ola de odio, difícil de entender. Tildadas de mentirosas y provocadoras, en el mejor de los casos, víctimas de insultos, además que de la violación.
Según el informe de la comisión parlamentaria Jo Cox, sobre intolerancia, xenofobia y racismo en Italia, en la "pirámide del odio", las mujeres están en la cúspide
Cabe observar que la reacción en las redes fue diametralmente opuesta en el caso de las violaciones cometidas en Rimini, pocos días antes, por cuatro chicos de origen extranjero, inmediatamente culpados por los mismos que ahora claman en nombre del garantismo y ponen en duda las declaraciones de unas jóvenes que denuncian haber sido violadas por quienes deberían velar por la seguridad de la ciudadanía.
Las receptoras del odio
Ese linchamiento, del que algunos periodistas deberían empezar a asumir su parte de responsabilidad, es preocupante, sobre todo porque no es un caso aislado y requiere una reflexión profunda por parte de la sociedad italiana. Según el informe de la comisión parlamentaria Jo Cox, sobre intolerancia, xenofobia y racismo en Italia, en la "pirámide del odio", las mujeres están en la cúspide. Son "las principales receptoras del odio online", como explicó la presidenta de la Cámara Laura Boldrini. Dato inquietante porque las redes sociales, bajo el filtro del anonimato, no dejan de ser un reflejo de la sociedad.
Hombres con un estatus de cierto poder y victimas vejadas. Merece la pena recordar el caso del año pasado de “Maddalena”, la menor de Melito Porto Salvo, un pueblo de Calabria, que fue violada durante tres años por ocho jóvenes, entre ellos el hijo de un boss mafioso, el hijo de un alto cargo militar y el hermano de un agente de policía (que aconsejó negar los hechos).“Maddalena” abusada mil veces, por sus violadores, y por la connivencia y el silencio de su entorno. Subida a un coche día sí día no durante años, a la salida del instituto, a dos pasos del cuartel de los Carabinieri.
Dejada sola hasta por su madre que, conociendo los hechos, no denunció porque "habría causado el descrédito de la familia en el pueblo”, y por sus vecinos –en la manifestación de solidaridad organizada en su pueblo participaron solo un centenar de los 12.000 habitantes– que no tardaron en susurrar el desgarrador “se lo ha buscado”.
Insultada por un párroco del pueblo que, solidarizándose con los violadores, dijo que todos eran víctimas, también los chicos. Ultrajada por otro párroco, que en un conmovedor discurso, homologó prácticamente violación y prostitución, e invitó al silencio. Y por último por la prensa que le dio el tan desacertado nombre ficticio de “Maddalena”.
Sólo el 7% de las violaciones son denunciadas, mientras que la mayoría de ellas se mantienen en silencio. Y en Italia hablamos de 11 violaciones al día
La culpabilización de las víctimas es algo habitual. Baste recordar el juicio, todavía famoso, del caso de una joven, secuestrada y violada en Latina por cuatro hombres, que en el tribunal se tuvo que defender de las objeciones sobre por qué no interrumpió la violencia, ya que "una violencia sexual con fellatio se puede detener con un mordisquito". Pero entonces eran los años 70 y lo que asombra es encontrarse con la misma mentalidad 35 años después.
No sorprende, pues, que sólo el 7% de las violaciones –según datos del Istat– sean denunciadas, mientras que la mayoría de ellas se mantienen en silencio. Y en Italia se producen 11 violaciones al día, más de 4.000 cada año. Según informa el Gobierno en el primer semestre de 2017,hubo 2.333 agresiones sexuales, poco menos que en el mismo período de 2016, que fueron 2.345.
No es casualidad tampoco que, que la ministra Boschi, el año pasado, refiriéndose al caso de Milito, declarara “Todavía una mujer violada puede ser tildada de deshonrada. Pero es quien viola que no tiene honor y tiene que sentir vergüenza”. Parecería un anacronismo y una afirmación superflua, pero evidentemente no lo es. Lo que sorprende más bien es que en Italia raramente se hable de machismo, que se hable de “violencia contra las mujeres” y no de “violencia machista”, que, aunque se haya introducido el término “feminicidio”, aún se utilice el de “delito pasional”. Quizás llamarlo machismo hasta se quede corto. Quizás sea pronto para un país en el que aún se hace referencia a la honra.
Delitos de honor
Una de las grandes contradicciones de la historia del derecho italiano es que hasta finales de 1981 aún existían el delito de honor y el matrimonio reparador, tipificados así en el Código Penal y abrogados por el Parlamento bastante tiempo después de que se aprobara el divorcio (1974) y el derecho al aborto (1981). El concepto de delito de honor permitía bajar considerablemente la pena si se mataba a un familiar o a un cónyuge (sobra decir que solía tratarse de esposas e hijas) si la causa había sido “salvaguardar el honor de la familia”, vulnerado por “una relación carnal ilegítima”.
En el caso del matrimonio reparador, la ley preveía la extinción del delito de violación en el caso en que el culpable aceptase casarse con la víctima, si la familia de ella lo pedía. Cuesta creerlo, pero en 1981, en Italia, las víctimas de violación aún podían ser legalmente entregadas a sus violadores por parte de unas familias “deshonradas”. El principio subyacente a esa legislación aberrante es la violación considerada un delito contra la moral, no contra la persona, y esto no se cambiará en el Código Penal italiano hasta 1996.
En los últimos años el Gobierno ha por fin tomado medidas para contrarrestar la violencia machista, reconociendo la violencia contra las mujeres como forma de violación de los derechos humanos y de discriminación. En 2013 el Senado aprobó un plan antiviolencia y una ley contra el feminicidio que se basa principalmente en el aumento de las penas y de las medidas cautelares.
Si, desde el punto de vista jurídico, las cosas han mejorado, la contraparte es que los centros antiviolencia se están cerrando paulatinamente por falta de fondos y, a causa de los recortes sociales, decenas de asociaciones tienen graves dificultades para ejercer su labor. Una labor muy necesaria, si tenemos en cuenta el análisis del Istat y del Ministerio de Justicia que muestra los datos de una masacre que no se detiene a pesar de la ley de 2013.
Los números hablan claro: en Italia cada dos días una mujer es asesinada. Ha habido 774 casos de feminicidio en los últimos cinco años, un promedio de más de 150 por año. El año pasado 120 mujeres fueron asesinadas. El 75,9% de los feminicidios son cometidos en el ámbito familiar, por italianos en el 74,5% de los casos. Casi siete millones de mujeres han sufrido algún tipo de abuso a lo largo de sus vidas: violencia doméstica, stalking, agresión verbal, violación.
La vida de las mujeres está llena de agresiones machistas, desde los insultos en las redes hasta el trágico extremo del feminicidio. Está claro que el fenómeno del machismo en Italia sigue siendo enorme y demuestra ser un problema que necesita una respuesta no sólo judicial sino cultural y educativa. Como denuncia Gabriella Moscatelli, presidenta de Telefono Rosa, “estamos volviendo atrás. La situación de las mujeres de hoy en Italia es alarmante y estamos perdiendo derechos en todos los campos”.
¿Cómo es posible que una sociedad civil, que unas mujeres jóvenes, se ensañen contra unas chicas que denuncian una violación? Decía Voltaire que los peores misóginos son mujeres, afirmación en si misma misógina y simplista. Pero habrá que preguntarse al menos en qué se ha fallado, dónde ha quedado la lucha feminista que en Italia tuvo una presencia considerable, por qué la conciencia feminista no ha echado raíces en la sociedad y sobre todo en las mujeres jóvenes.
Entre indignación y tristeza, volviendo a leer algunos de los tweets en contra de las chicas americanas de Florencia, vuelve a la mente una vieja consigna: Per ogni donna offesa siamo tutte parte lesa.
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"Hecho discutible en todo caso, ya que, estando bajo los efectos del alcohol, y por consecuente en “estado de defensa disminuida”, ni se podría hablar de consenso."
Este es el párrafo que me chirría, aunque ya se que estoy mirando el árbol y no el bosque. Pero demuestra que quien habla no tiene ni puta idea.
Una persona borracha puede perfectamente decidir cosas. Más lentamente quizás, pero con perfecto criterio.
No se trata aquí del caso de que alguien esté inconsciente.
El problema es que ha llegado la moda del "como que he bebido un poco, no soy responsable de mis actos y puedo acusar de violación a quién me dé la gana y la única prueba que necesito es demostrar que bebí".
Yo también he estado borracho alguna vez y esto no es así.
En este caso concreto yo no puedo saber si hubo o no violación, necesitaría verlo en video. Pero si se trata de una acusación de violación porque "consentí estando bebida", la prensa italiana está haciendo lo correcto llamándolas de todo y más.
"Un caso de abuso sexual con estas características debería despertar la máxima indignación, o por lo menos una respetuosa cautela hasta que se concluya la investigación"
Yo creo que antes estos hechos lo mejor es siempre "una respetuosa cautela hasta que se concluya la investigacion".
Creo que es basico primero saber lo que ha pasado y luego sabiendo lo que ha pasado indignarse o lo que corresponda.
Por desgracia esto no suele ocurrir nunca. la mayor parte de la gente toma partido, y se indigna nada mas leer el titular de la noticia, sin tener la mas remota idea de lo que ha ocurrido.
Como no puede ser de otra forma, juzgar sin tener informacion solo se puede hacer a base de prejuicios.
En mi opinión despertar la maxima indignacion antes de saber lo que ha ocurrido es equivocado siempre, independientemente de cual sea la postura que tomes o cual sean los prejuicios que utilices.
Hay quien defiende sus prejuicios alegando. " hay que posicionarse siempre a faver de las victimas." Cierto... pero primero hay que saber quien es la victima y para eso hay que saber que ha ocurrido.
Conviene tener un poco de paciencia y no adelantarse a los acontecimientos.
Y sobretodo, mientras no se haya concluido la investigacion y no se sepa lo ocurrido. Hay que tratar a la supuesta victima como si lo fuera y al supuesto agresor como si NO lo fuera.
Obviamente en alguno de los dos casos nos estaremos equivocando, pero el error es menos grave que si lo hicieramos al reves.
Muchas veces me pregunto si estos “señores” se detienen a preguntarse de donde vienen o por qué son hombres y no mujeres. Y es ahí cuando entiendo lo poca cosa que son, que tienen que recurrir a la violencia física y post-emocional para sentirse Machos y Alfas.
Una verdadera pena y muy lamentable que a estas alturas donde se supone somos “Sapiens” seguimos siendo Trogloditas. Los cambios empiezan por la educación, la tierra no solo es de una especie la habitamos muchos y muchas.