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Coordinadora general de Ezker Anitza-IU
Responsable de Medioambiente de Ezker Anitza-IU
Durante la COP 26, que ha reunido a políticos y técnicos de todo el mundo en Glasgow en la cumbre contra el cambio climático, el Gobierno vasco, como nos tiene acostumbrados, ha desplegado todo su aparato de propaganda, no solo hablando de planes de estrategia de cambio climático o de gestión de residuos, si no encabezando todo tipo de reuniones de una multitud de “clubs de amigos”. En principio, esto debería de ser una buena noticia, pero lo cierto es que nos encamina hacia un desastre climático, ya que, si bien alguna de las propuestas pueden ser efectivas, lo cierto es que son mero marketing con el que nuestro Gobierno pretende, cual Pilatos, lavarse las manos. Son muchos los aspectos que alejan las políticas de este Gobierno de los objetivos reales para paliar, el cambio climático, y decimos paliar porque parar, ya resulta imposible.
En primer lugar, todas las medidas se basan en parámetros de capitalismo, y en muchos casos se puede entrever que se busca más el beneficio de las empresas y su “competitividad”, que la preservación del entorno natural. Para poder paliar los desastres naturales producidos por el cambio climático, los objetivos tienen que estar basados en el respeto al entorno en el que vivimos, y eso no es posible desde la óptica del capitalismo, ya que es éste el responsable de la situación en la que se encuentra el planeta.
La filosofía de producir de más para consumir de más, la competitividad y el crecimiento continuo, ni eran, ni son sostenibles, y no lo decimos nosotros, rojos ecologistas, lo han evidenciado los propios técnicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, más conocido como IPCC. Dichos expertos en su sexto informe aseveran: “Algunos científicos subrayan que el cambio climático está causado por el desarrollo industrial, y más concretamente, por el carácter del desarrollo social y económico producido por la naturaleza de la sociedad capitalista, que, por tanto, consideran insostenible en última instancia”, es por tanto fundamental un nuevo modelo en que el ser humano deje de devastar el entorno en el que vive para vivir de una forma sostenible.
Porque cuando el Gobierno vasco basa una parte de sus políticas en los avances que traerá el futuro, basa el futuro en quimeras y no en realidades, condenando a las próximas generaciones a una más que probable extinción.
Cuando el Gobierno vasco hace una “apuesta” por lo que denomina hidrógeno verde, en realidad está haciendo una apuesta por un lavado de cara de la industria de los hidrocarburos, y lejos de ser verde, es gris y de un gris muy oscuro
Porque cuando el Gobierno vasco hace una “apuesta” por lo que denomina hidrógeno verde, en realidad está haciendo una apuesta por un lavado de cara de la industria de los hidrocarburos, y lejos de ser verde, es gris y de un gris muy oscuro.
Porque cuando el Gobierno vasco habla de energías renovables, las deja en manos de empresas privadas que únicamente buscan lucrarse con las necesidades básicas de la ciudadanía, y no mira ni las necesidades reales de los territorios, ni los emplazamientos de las infraestructuras. Pero sí protege claramente los intereses económicos de las empresas energéticas. Sin planificación, sin decidir cuánto tenemos que reducir de consumo eléctrico, es imposible hacer una energía limpia y sostenible.
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Cuando se fía el futuro de la movilidad en la quimera de un vehículo eléctrico y no se tiene en cuenta la carencia de materias primas esenciales, se está condenando a la mayoría social a una precariedad en la movilidad, cuando la solución debe de venir de la mano de un transporte público que cubra todos nuestros territorios y necesidades reales. Habrá coches, sí, pero éstos deben de cubrir las necesidades básicas esenciales de las personas: ambulancias, emergencias, transporte público, y no solo los caprichos de unas élites.
Porque cuando la salida a la “banda marrón” ha sido la fumigación o la apuesta por el eucaliptus, frente a una gestión sostenible de unos bosques con una diversidad de árboles autóctonos, se condena al entorno a una pérdida de biodiversidad y a una deforestación.
Cuando se apuesta por poner grandes infraestructuras como un segundo Guggenheim en Urdaibai, una zona protegida a la que se expone al crecimiento desmedido del turismo, se está condenando a esa zona de riqueza natural a la desaparición de la misma.
Las políticas disfrazadas de verde son aún más peligrosas, porque hacen que la población se considere segura frente a este cambio climático y hacen que las personas se sientan más responsables que el propio sistema
Se puede seguir analizando una tras otra las decisiones del Gobierno Vasco y veremos como detrás del marketing esconden decisiones contrarias a lo que como sociedad necesitamos para “paliar” el cambio climático.
Las políticas disfrazadas de verde son aún más peligrosas, porque hacen que la población se considere segura frente a este cambio climático y hacen que las personas se sientan más responsables que el propio sistema. El sentimiento de culpa que se traslada a la sociedad solo pretende esconder que la gran responsabilidad se encuentra en las empresas y en las decisiones políticas que defienden a estas por encima del entorno natural. Todos y todas tendremos que cambiar radicalmente nuestros hábitos, pero este cambio que ya se está produciendo, se puede decidir entre toda la ciudadanía de forma democrática, o dejar que quienes nos han llevado a esta situación decidan por toda la ciudadanía.
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Sin mencionar las nuevas infraestucturas para la "gestión" de residuos que como en Bergara es una nueva incineradora encubierta, o como en Zumarraga pretende eternizar la dependencia del plástico. Mientras, Zabalgarbi, Zubieta y Zaldibar son la triple Z que entierra la triple R. Sobre todo la R de Reducción.