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En las elecciones municipales celebradas el pasado 31 de marzo, el Partido Popular Republicano (CHP) obtuvo su mejor resultado en cincuenta años, cosechando el 38 por 100 de los votos. Además de su aplastante victoria en las principales ciudades del país –Estambul, Ankara, Esmirna, Bursa, Antalya–, el CHP también se hizo con varios bastiones conservadores en Anatolia, donde tradicionalmente es débil y no gobernaba desde hace décadas. Por su parte, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) ahora en el poder obtuvo el 35 por 100 de los votos, registrando sus peores resultados hasta la fecha. El cambio ha sido notable. Hace menos de un año, Erdoğan y la alianza gobernante liderada por el AKP triunfaron en las elecciones presidenciales y parlamentarias con relativa facilidad, deshaciéndose de la oposición a pesar de una economía tambaleante y de que el país hubiera sufrido el peor terremoto de su historia moderna. ¿Cómo se explica este descalabro?
En primer lugar, la economía. Las promesas de la coalición nacionalista-islamista efectuadas durante la campaña electoral de mayo de 2023 no se cumplieron. El AKP optó por reeditar la implementación de un paquete de políticas neoliberales de austeridad y deflación no del todo coherente, un régimen económico denominado «híbrido», que provocado resultados contradictorios, como el resurgimiento de la inflación no acompañado del incremento paralelo de la demanda interna, lo cual agravó el creciente descontento con el partido, tangible desde 2018, que propició un gran número de abstenciones y votos nulos.
Aunque la participación electoral fue del 84 por 100 en las elecciones locales de 2019 y del 88 por 100 en las elecciones generales del año pasado, este año cayó a poco menos del 79 por 100, siendo el AKP y el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), quienes más votos perdieron proporcionalmente. Hasta ahora, los votantes descontentos se han decantado sobre todo por otros partidos del bloque gobernante; el Nuevo Partido del Bienestar (YRP), partido islamista conservador fundado en 2018 tras una escisión del Partido de la Felicidad (SP), pasó de alrededor del 2 por 100 a obtener más del 6 por 100 de los votos; en Anatolia y el Kurdistán en particular disputó el liderazgo al AKP en algunos de sus bastiones tradicionales e incluso ganó dos provincias.
Los kurdos apoyaron al CHP en el oeste y a su propio partido en el este. En el Kurdistán, el DEM obtuvo buenos resultados y recuperó muchas provincias
Esto explica la erosión del voto del AKP. ¿Y el éxito del CHP? La fuerte presencia del partido en la política local fue el factor clave. Su administración de Ankara y Estambul ha demostrado que no todo se va al garete cuando el AKP no ocupa el poder. Por el contrario, los servicios públicos han mejorado y se han aprobado políticas redistributivas de corte populista al disponerse de más recursos una vez eliminado el favoritismo concedido a las organizaciones y empresarios islamistas afiliados al AKP, lo cual se ha visto con buenos ojos en el contexto más amplio de la mala gestión económica protagonizada por este.
La renovación interna del partido tras la sustitución de su antiguo líder Kemal Kilicdaroglu por Ozgur Ozel, figura próxima al eminente alcalde de Estambul, Ekrem Imamoğlu, también parece haber tenido un efecto positivo. En las principales ciudades, las victorias del CHP fueron enormes: no sólo ganaron las alcaldías, sino que también arrasaron en los consejos municipales y en la mayoría de los barrios. De este modo, y ello resulta crucial, pudieron ganar votos del bloque gubernamental y así, al menos a escala local, invertir parcialmente el proceso de polarización electoral.
Los resultados sugieren que, en principio, puede surgir una alternativa convincente al erdoğanismo, si se presenta la coyuntura favorable
Otra explicación es que, aunque la principal alianza de la oposición se derrumbó tras una serie de luchas de poder internas provocadas por la derrota del año pasado, el electorado siguió contemplando a sus candidatos como una lista unificada de facto y votó en consecuencia, siguiendo líneas tácticas. Esta alianza informal obtuvo cierto apoyo de la izquierda, aunque el prokurdo Partido de la Igualdad y de la Democracia de los Pueblos (DEM), heredero del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), decidió presentar sus propios candidatos en todo el país. Esta decisión se basó en quejas legítimas sobre cómo se dio por sentado el apoyo kurdo en las últimas elecciones. Aun así, los partidarios de la antigua alianza de la oposición votaron casi universalmente al CHP y castigaron el oportunismo de otros partidos. Los kurdos apoyaron al CHP en el oeste y a su propio partido en el este. En el Kurdistán, el DEM obtuvo buenos resultados y recuperó muchas provincias, resultados que el politizado poder judicial ya está intentando reprimir.
¿Qué lecciones podemos extraer de todo esto? La desaparición electoral de los partidos más pequeños de extrema derecha y de adscripción islamista integrados en el bloque de oposición demuestra que es posible organizar esta sin ellos, refutando las tesis liberales de que hay que contentar a todos, si se quiere derrotar al AKP. Por el contrario, los resultados sugieren que, en principio, puede surgir una alternativa convincente al erdoğanismo, si se presenta la coyuntura favorable. Los votantes al bloque de la oposición han manifestado un fuerte deseo de cambio. En los lugares donde los izquierdistas han trabajado juntos para atender esta demanda, se han logrado algunos éxitos notables.
También es importante señalar, sin embargo, que el CHP sigue contribuyendo a la deriva derechista de la política turca iniciada en 1980, aunque actualmente se oponga a los excesos autoritarios del AKP. Su programa económico aboga simplemente por una vuelta definitiva a la política fiscal y monetaria ortodoxa, lo cual significa que el partido podría dilapidar su apoyo, si el AKP y el MHP son capaces de mejorar la situación material de la masa de la población. En la actualidad, el CHP también puede oscilar entre prometer la democratización a los kurdos y hacer insinuaciones nacionalistas-conservadoras a los tradicionalistas. Sin embargo, a medida que vaya ganando terreno a escala nacional, tendrá que respaldar sus palabras con hechos y este equilibrio será mucho más difícil de mantener. Corresponderá entonces a la izquierda articular una visión contrahegemónica para el país.
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Parece ser que Erdogan y su proyecto autoritario han recibido un duro golpe. Eso sí, quienes están sufriendo sus golpes son las clases trabajadoras turcas y kurdas, que elaboran su proyecto anticapitalista o no van s recibir más que un país del FMI y las corporaciones.