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Policía
Post Apocalipsis Nau #52 Hack the police, desmontando las IA de la policía
Año 2037
Te plantas delante de tu pared espejo y te quitas la ropa de trabajo. Recuerdas lejanamente cuando podías teletrabajar en pijama porque no había un maldito algoritmo que te asigna una nota de presencia que bloquea el acceso a la sala virtual si no llegas al mínimo estético.
Pones música, un poquito de darkflamentek, que te gusta a ti para arreglarte. Te vistes, hoy te apetece todo negro. Desde la ropa interior hasta tus uñas pintadas. El maquillaje hoy azul. Poco a poco vas llenando tu rostro de símbolos y rayas hasta que te gusta lo que ves. A la calle.
En cuanto pones un pie fuera del edificio te asalta un oso panda vestido de policía que se mueve, translúcido, de un lado a otro de tu campo visual. “Creo que deberías plantearte lo que vas a hacer, ¿por qué no buscas otro plan?” Pero qué mierdas dice este, piensas. Y aprietas el paso calculando el tiempo exacto que te va a llevar alcanzar el anden, lo ha calculado la aplicación del transporte público para que tengas que esperar tan solo unos segundos al metro, y el osito madero puede retrasarte.
“Ese metro que quieres coger te va a levar al centro. No deberías pasar hoy por la Gran Vía”. Pues claro que vas a la Gran Vía, has quedado en el Primark con colegas y solo quieres tomarte unos cubatas y probarte ropa con la música a toda ostia hasta desfallecer. No tienes mucha pasta para comprar, pero al menos puedes emborracharte gratis, igual alguien hasta lleva pastillas.
El osito frunce el ceño y su tono se oscurece, la cara se le afila y la voz se torna grave. “Si accedes a la Gran Vía entre las 19:00 y las 20:00 la ley nos permitirá ejecutar un arresto”. Pero qué ostias pasa hoy en Gran Vía, preguntas a Google. Mientras bajas las escaleras del metro a toda velocidad, ante tus ojos aparecen titulares alertando sobre una posible protesta que tendrá lugar hoy en la vía principal de la capital. Se prevén asaltos a comercios y disturbios. Se prevén. Hace años que no ocurren.
Hablas por el chat de voz a tus colegas mientras sigues leyendo tuits sobre lo de hoy. ¿Estáis allí ya? ¿Hay movida? Mucha poli. Todo tranqui. Te ves en el reflejo del cristal. Toda la ropa negra. Las pinturas en tu cara, agresivas porque así estabas al salir del curro. No vas a hacer nada malo, pero seguro que te ponen problemas. Puede que hasta no te dejen entrar alegando cualquier cosa. “Llego más tarde. Vuelvo a casa a cambiarme”, le dices al grupo.
Año 2021
Es sábado 20 de marzo. Centenares de personas marchan clamando contra un sistema que se ha pasado mucho de la raya haciendo de matón. En Atocha, hasta mil policías con sus correspondientes lecheras se despliegan. Un dron y un helicóptero sobrevuelan la zona.
La policía rodea a las manifestantes y las obliga a salir una a una, fotografiando sus documentos de identidad. No solo se trata de una humillación. Una de las personas que estaba allí, Yovng Luc Godard, lo explica perfectamente: la manifestación pacífica como crimen sofocado. Una victoria sobre una guerra que no ha ocurrido. El precrimen evitado.
Tras un mes de parón por la mudanza de estudios soltamos lastre en el Feeds N Chips hablando de tecnologías para acceder a sueños lúcidos, comidas hechas de aire, denuncias a Tesla y hacemos reglas de tres entre mujeres meses y bebés con Gómez-Obregón.
“La policía no es imparcial, defiende un orden que beneficia a un grupo y oprime al otro. Precisamente porque el objetivo fundamental de la policía es defender un sistema injusto, es imposible que la policía proteja y sirva a todas las personas por igual”. Asumiendo la postura que plantean estas lineas escritas por Pastori Filigrana en un artículo para Píkara Magazine nos planteamos la pregunta de cómo operan los sistemas de tomas de decisiones automatizados en la policía del Estado español.
Comenzamos hablando de Veripol, un algoritmo diseñado para supuestamente detectar denuncias falsas que lleva operando dos años en las comisarías. Para desgranar este sistema Ana Valdivia entrevista a Lorena Jaume-Paulasí, es fundadora de la iniciativa “The Ethical Tech Society”. Su investigacion se centra en la etica de la digitalizacion y la automatizacion.
Seguimos con Eurocop, una empresa patria que, en palabras del colaborador del Salto Ekaitz Cancela, constituye una serie de sistemas de predicción que “tratan de erigir el Palantir español a costa del erario público, sin un solo mecanismo que controle el resultado de las predicción de cajas negras que todas financiamos, pero a cuyo código no podemos acceder”. Varios softwares en los que las arcas públicas se han gastado 5,4 millones de euros repartidos en más de 100 contratos repartidos por diputaciones regionales y locales en Madrid, Valencia, Euskal Herria o Galicia.
Entrevistamos también a Michele Catanzaro, doctor en física y periodista freelance especializado en ciencia que ha investigado la aplicación VioGen, que opera desde 2007 dentro de nuestras comisarías. En este caso se trata de un sistema de puntuación que asigna distintos niveles de peligrosidad a las víctimas de violencia de género.
Por último, ponemos el foco en los tásers que, si bien no se trata de sistemas de tecnología punta, sí se revisten de una narrativa de solucionismo tecnológico no letal que es falsa.