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La intervención de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante la fiesta anual del Partido Comunista de España el pasado domingo fue un avance, hasta ahora el más relevante, en lo que la política coruñesa ha dibujado como su proyecto de cara al año electoral de 2023. La vicepresidenta segunda del Gobierno se comprometió a levantar un proyecto basado en el “diálogo con todos”, para el que se requerirán “todas las manos, todos los corazones, todas las mentes” y que tendrá el amor como centro de actuación frente a los discursos de odio, omnipresentes en la oferta electoral.
El discurso dejó poco más que echarse a la boca. Muchas especulaciones y unas pocas certezas que ya vienen de lejos: Díaz se reunió con Mónica Oltra el 14 de septiembre y del encuentro salió la misma idea de “levantar el proyecto de país de la próxima década”. Además, una serie de reuniones con Ada Colau han evidenciado que la política coruñesa quiere consolidar las relaciones con dos políticas de referencia en territorios clave.
Desde Podemos, al menos, no se considera que Yolanda Díaz se haya adelantado a Unidas Podemos a la hora de anunciar su proyecto
No se trata de relaciones que sean ajenas al día a día de Podemos y sus socios antes de la llegada de Díaz a la proa de Unidas Podemos pero sí son hitos importantes para dibujar la etapa que quiere abrir: representantes de organizaciones ajenas al núcleo central de Unidas Podemos, con experiencia institucional de alto nivel, no quemadas en la política nacional y sin un historial de enfrentamientos graves con otros actores de lo que se llamaron las políticas del cambio entre 2014 y 2019.
El principal aval que quiere presentar Díaz es, no obstante, su propia acción de Gobierno. Durante la misma fiesta del PCE, la ministra lanzó el mensaje de que derogará la reforma laboral de 2012. Un objetivo que marca la ambición con la que Yolanda Díaz afronta los próximos años antes de su reválida en las urnas. Si la acción clave hacia el “afuera” será la derogación de la reforma de Rajoy, en el “adentro”, hay una serie de escollos que Díaz debe superar para concitar el acuerdo de las partes que conforman el espacio político que lidera y aspira a representar después de 2023, cuando está previsto que Pedro Sánchez convoque las elecciones generales.
Una dirigente sin organización
De momento, tanto Díaz como su equipo se resguardan en la prudencia antes de dar a conocer más hitos en la hoja de ruta de ese “proyecto”, al que nadie, salvo determinados periodistas se atreve a llamar partido, y las organizaciones que conforman Unidas Podemos recuerdan que apoyan a Yolanda Díaz como la apoyaron para que se convirtiera en ministra.
Las informaciones periodísticas oscilan entre un avance, gota a gota, de lo que está previsto que pase —que Díaz se reafirme en su liderazgo político para llegar ratificada a ser candidata en las elecciones generales de 2023— y la crónica en formato “mitos y leyendas”, ironiza una de las fuentes consultadas para el artículo, de unos enfrentamientos que terminarán, según esa corriente periodística, como el rosario de la aurora y, de nuevo, con la moral de cientos de miles de votantes por los suelos.
Desde Podemos, al menos, no se considera que Yolanda Díaz se haya adelantado a Unidas Podemos a la hora de anunciar su proyecto. Se recalca que, desde el inicio de su liderazgo, la vicepresidenta ha informado a sus compañeros de viaje —especialmente a Ione Belarra, secretaria general de Podemos, Enrique Santiago, del PCE, y Alberto Garzón, coordinador federal de Izquierda Unida— de que quiere llevar a cabo ese proceso de apertura, para el que todos están dispuestos a priori.
El objetivo de las direcciones federales de IU y Podemos es evitar que en las elecciones autonómicas y locales de mayo de 2023 se presenten una miríada de listas distintas y terminar así con el efecto “sopa de siglas”
Fuentes del partido morado explican que, en ese proceso, las organizaciones “quieren jugar un papel, como es lógico” pero piden que eso no se interprete como una batalla sino que se enmarque en el proceso de ajuste que los espacios a la izquierda del PSOE llevan intentando hacer desde la implosión de 2019 e incluso antes. Así, no se establece una dicotomía entre el empuje personal de Díaz y la estrategia general de los espacios políticos consolidados, aunque se recuerda que ahora mismo es un hecho objetivo que Díaz es una “dirigente sin organización”.
La bienvenida oficiosa al proyecto de Díaz, así como los primeros avisos del papel que debe jugar Podemos en el mismo, los dio Juan Carlos Monedero en su blog en Público: “Le corresponde a Podemos, por su presencia en el conjunto del Estado y la experiencia acumulada, ser, de manera muy generosa, el eje que ayude a vertebrar ese espacio político”. Sea una invitación o una advertencia, el marco que define el único fundador de Podemos que escribe en estos momentos sobre la vida interna del partido es claro: Podemos no va a disolverse en candidaturas etéreas y personalistas, Díaz sigue siendo la candidata de la organización y, si no hay movimiento en las calles, unos y otros lo tienen crudo para volver a pensar en constituirse como un “nuevo bloque de poder en España”.
La guía que se sigue en este momento tiene un objetivo en primer lugar que trasciende, o es complementario, con el plan de Díaz como es evitar que en las elecciones autonómicas y locales de mayo de 2023 se presenten una miríada de listas distintas y terminar de ese modo con el efecto “sopa de siglas” que distorsiona la percepción del espacio político que ocupa Unidas Podemos. Un empeño difícil de llevar a cabo en muchos territorios y centenares de municipios, donde el encuentro de las bases no será fácil.
En 2019, Izquierda Unida y Podemos solo llegaron a un acuerdo para presentar listas conjuntas en cinco de las doce comunidades autónomas en las que se celebraban elecciones. En Madrid, la historia fue distinta, ya que se presentaron juntas pero “compitieron” en una pugna poco virtuosa con Más Madrid.
Un adelanto electoral por parte de Sánchez, que se celebren antes las generales que autonómicas y locales, sería una buena noticia para la candidata virtual de la izquierda, puesto que estaría en mejor disposición para diseñar proceso y listas. Pero los materiales ahora son otros: hasta llegar a la reválida de Yolanda Díaz tienen que pasar elecciones en las que la implantación territorial y las organizaciones, por débiles o confrontadas que estén, cuentan mucho.
Madrid, Andalucía y lo imposible
Aunque han pasado dos años y medio y se ha suavizado el clima de confrontación, está descartado —a septiembre de 2021— que la Comunidad de Madrid sea el espacio de un reencuentro en clave de frente amplio como pretendería Díaz. También es descartable —en otoño de 2021— que se produzca una fusión con la Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez.
Al margen de la especulación sobre el peso de las cuentas pendientes o el deterioro de las relaciones personales o entre organizaciones, los motivos en ambos casos no dejan de estar derivados de los análisis contrapuestos de la realidad política.
Menos antinatura desde el punto de vista ideológico pero igualmente improbable parece el acuerdo con Más País o con su máximo exponente, Más Madrid
Rodríguez, y el espacio político en el que se integra, Anticapitalistas, rechaza la cogobernanza con el PSOE. Ese espacio, además, es crítico con las direcciones de los sindicatos CC OO y UGT, y también con el llamado “diálogo social”, precisamente uno de los puntos en los que Díaz se ha destacado como ministra de Trabajo.
Un diálogo permanente con Unai Sordo y Pepe Álvarez que es una base de actuación para Díaz —y le ha permitido reivindicarse con hechos como la subida del salario mínimo— pero que también genera resquemores en sectores de la izquierda alejados de la estrategia de concertación seguida en las últimas décadas por ambas centrales.
Precariedad laboral
Precariedad laboral La subida del salario mínimo queda enterrada por el aumento de los precios
Menos antinatura desde el punto de vista ideológico pero igualmente improbable parece el acuerdo con Más País o con su máximo exponente, Más Madrid. Desde este último espacio se incide en que se ha de recuperar el diálogo roto en 2019, pero también que el proyecto que a nivel federal encabeza Íñigo Errejón tiene el objetivo de crear a largo plazo una fuerza verde autónoma, formando una organización real con su propia militancia y entablando diálogos con la sociedad civil. Resumen: no está previsto diluirse en una fórmula de frente amplio.
El País Valenciano es uno de los territorios donde puede verse sometida a prueba esa aparente voluntad de vivir y dejar vivir con la que se pretende terminar de superar los traumas de 2019. En las generales de noviembre de ese año —primeras y hasta ahora únicas a las que se ha presentado Más País— el partido de Oltra, Compromís, decidió concurrir con el proyecto de Errejón pese a que la propia vicepresidenta de la Generalitat abogaba por presentar lista con Unidas Podemos.
El encuentro de Díaz y Oltra parece una reapertura del “caso Compromís”, y para el proyecto de la ministra de Trabajo sería un buen comienzo amarrar una alianza que dé sentido a su enunciación preliminar de que se debe ampliar el espacio político que ahora mismo ocupa Unidas Podemos. No lo tendrá fácil.
Tras fiascos de 2015 como la muerte de éxito de Ahora Madrid en el Ayuntamiento de la capital o de las Mareas en Galicia, la idea parece ser integrar al menos a las dos organizaciones fundamentales de Unidas Podemos y esperar a que Yolanda Díaz se convierta en un referente social capaz de ampliar un espacio demoscópico que ahora se sitúa por debajo del 15% del voto.
Los restos y Madrid para los restos
Simultáneamente, las direcciones federales de Izquierda Unida y de Podemos tienen el trabajo de llevar a cabo esa fusión fría entre agrupaciones locales, provinciales y regionales. Desde el partido morado se insiste en que hay que anticiparse, trabajar ahora para evitar llegar a principios del año electoral con las cosas claras y una sola lista o, en todo caso, una lista y “nuevos amigos” que quieran participar en candidaturas conjuntas. La hipótesis es que solo generando una corriente que funcione en mayo de 2023 en el calle a calle, Yolanda Díaz tendrá opciones de llegar a las generales con posibilidades de conseguir mejorar los resultados —en decrecimiento desde 2016— de Unidas Podemos.
La experiencia de 2019, cuando Más País decidió presentarse únicamente en 18 circunscripciones pero solo obtuvo diputados en tres —uno de ellos de Compromís— es un ejemplo de la dificultad para conjugar la ambición y la perspectiva. Una oleada de apoyos a Yolanda Díaz y la constatación de que su proyecto tiene fuste quizá podría alterar los planes de Más País, pero en esta fase esa posibilidad no se plantea.
En cualquier caso, el liderazgo de Íñigo Errejón en Más País y los vetos cruzados a un hipotético reencuentro tras su adiós a Podemos en 2019, es un factor de peso para que las conversaciones para esa posible reagrupación ni siquiera lleguen a producirse.
El factor “España vaciada” y el éxito de Teruel Existe en las elecciones de 2019 introducirá un nuevo elemento en forma de nuevos partidos y agrupaciones electorales.
La reflexión desde el entorno de Más Madrid es que se abrirán escenarios muy distintos, en los que probablemente se produzcan asimetrías. Traducido, significa que las circunstancias de cada municipio serán las que resuelvan si se presenta una lista o si no se participa en los comicios en esa localidad.
En el territorio Madrid, parece que el momento de la organización en torno a Mónica García es muy diferente al que se vive en Unidas Podemos, desde donde se quiere abrochar lo antes posible el proyecto autonómico y municipal a nivel federal. Algo que, valoran desde Podemos, también facilitará que se salga de la desmoralización que se da en Madrid tras la victoria de Isabel Díaz Ayuso de mayo.
Con un sistema electoral que penaliza el pluripartidismo, el escollo más importante de cara a las Elecciones Generales, aparte de la falta de ilusión y otras vainas intangibles, es el de los “restos”, es decir, el umbral por el que la división de opciones ideológicamente parecidas comienza a penalizarse en forma de pérdida de escaños. Desde Unidas Podemos lo explican con crudeza: “Errejón no puede conseguir un diputado en Murcia pero sí puede conseguir quitarnos un diputado en Murcia”.
Últimos factores
Con todo, el factor “España vaciada” y el éxito de Teruel Existe en las elecciones de 2019 introducirá un nuevo elemento en forma de nuevos partidos y agrupaciones electorales. Aun es difícil aventurar si esto afectará más a los dos grandes partidos de implantación estatal —PP y PSOE— o a las formaciones que quieren abrir el cerrojo de las circunscripciones más pequeñas, aquellas en las que se han frustrado los intentos de Podemos o Ciudadanos de sobrepasar electoralmente a los dos leviatanes del sistema de partidos.
En cualquier caso, si en la etapa de Pablo Iglesias se impulsó la audacia como el concepto clave para actuar, en el campo semántico de Yolanda Díaz sobresale la palabra perseverancia. Aunque no se conozcan los detalles de cómo va a llevar a cabo Díaz su plan para moldear su proyecto político, la fórmula con la que lo quiere conseguir parece la misma con la que trabaja desde su Ministerio: buscará convencer a “todas las manos, todos los corazones, todas las mentes” de que hay un espacio para construir ese proyecto que quiere liderar. Hasta ahora, las encuestas que miden su valoración la avalan al menos para intentarlo.
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Me da la sensación de que en 2023, con los nazis llamando a la puerta de Moncloa, muchos partidos se irán del Congreso.