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Pista de aterrizaje
Maite Mentxaka: “Hay que borrar esa imagen de pueblo dormitorio”
Maite Mentxaka se resiste a aceptar la función residencial que los planes urbanísticos han asignado a su pueblo.
Maite Mentxaka (Berango, 1992) es licenciada en Bellas Artes y ha trabajado en los últimos años para dinamizar la vida social de las personas jóvenes de Berango. Ha participado en el proyecto Gazte Mahaia junto al Ayuntamiento y en una vivienda colectiva juvenil con la asociación Gizarteka. En ese tiempo, ha realizado un mapeo de asociaciones locales y está empeñada en visibilizar la vida que transcurre bajo la etiqueta de ‘pueblo dormitorio’. Se resiste a aceptar la función residencial que los planes urbanísticos han asignado a su pueblo.
¿Recuerdas algún lugar en Berango con cariño especial?
Sí, recuerdo un camino que está en Santa Ana, al lado de la casa de los Lipperheide. Lo recuerdo con cariño porque se han quedado en mi memoria los olores y el recorrido que sigue intacto por donde me llevaban a pasear desde muy pequeña, en una de esas rutinas que a veces tienen las familias.
¿Cómo ha cambiado Berango en los últimos años?
Recuerdo mucho el choque en Santa Ana. El cambio urbanístico. Todas las huertas que había y toda esa calma visual. Lo sentía más en calma por tener toda esa fauna y flora. Era bárbaro volver a casa y cruzarte con luciérnagas, erizos e incluso zorros. Recuerdo, cuando iba a casa de mi ama, encontrarme esa tranquilidad y ver de día a los chiquillos jugando entre las hierbas. Eso se ha convertido ahora en parques de plástico y todo está más reglado.
¿Cómo afectan esos cambios a la vida en el pueblo?
La dinámica con el territorio antes era más abierta; la forma de interactuar, más saludable. La estructuración urbanística influye mucho en la forma de relacionarnos, de hacer vida en el pueblo, de activarlo. Estas formas de urbanismo que van hacia modelos de vivienda unifamiliares influyen en lo que antes eran más barrios. Cuando se han hecho los planes urbanísticos de Berango no se ha tenido en cuenta un análisis de cómo había sido hasta ahora. No creo que sean conscientes de lo que repercute hacer planes por áreas, que no sean coherentes entre sí ni con las necesidades del pueblo. Cuando hablamos de qué supone el cambio en un pueblo ves en todo lo que interactúas o no con tu entorno. Esto es lo que genera esa denominación de ‘pueblos dormitorio’ o ‘residenciales’. Se ve muy fácil con el tema de los comercios: cómo esos bajos que supuestamente iban a ser comercios siguen cerrados porque los precios son muy altos.
¿Por qué dices que Berango es un pueblo dormitorio?
Ya no lo digo tanto a raíz de estar en grupos que ponen en cuestión estas
etiquetas. Yo realmente lo veo despierto. Esa idea de pueblo dormitorio tiene que ver con pueblos realmente pequeños de menos de 7.000 habitantes, sin mucha actividad local o comercial, la falta de una centralidad en el pueblo, que tienen otros pueblos vecinos con más actividad y densidad de población. Eso provoca que la población se desplace a esos sitios por ocio, porque tienen más servicios municipales. Allí tienen el núcleo de encuentro con la cuadrilla, que tiene mucho que ver con los estudios. De paso aprovechas y haces allí los recados. Supone que un pueblo se quede como una anécdota para dormir si no efectúas una serie de hábitos en tu día a día.
¿Cómo se vive el contraste entre un pueblo residencial y tanta gente con ganas y proyectos en marcha?
Hice un trabajo sobre Berango en el que hablaba de una construcción que destruye y una mirada que reconstruye. Fue una forma de mirar el pueblo, hacer un diagnóstico un poco artístico, plástico y unas intervenciones para intentar entenderlo, con mucha humildad. Los planes urbanísticos estaban muy activos y personalmente me tocaban mucho todos esos cambios. Ese trabajo crítico me coincidió con irme a vivir a un espacio de vivienda colectiva juvenil en el que se fomentaron mucho las redes entre jóvenes en Uribe Kosta. Me ayudó a activar otra mirada. Al final, haciendo tanto asociacionismo en el pueblo se ve que hay mucha gente con ganas de hacer cosas, de cambiarlas, se ve dónde están las trabas. Viéndolo todo, entiendo que hay que borrar esa imagen de pueblo dormitorio porque hace alusión a que todo el mundo esta durmiendo ahí, pero la gente tiene el corazón activo y crítico, con la impotencia a veces de no poder cambiar las cosas. Todo ese mapa de colectivos y asociaciones a mí me ha hecho ver que no hay que hacer uso de esa etiqueta.
¿Se hace más vida en el pueblo?
Diría que sí han surgido actividades de asociaciones o de gente que se junta por su cuenta como puede ser Berango Kantari, que se juntan cada mes para cantar por los barrios. Se han hecho un cancionero ellos y ellas por su cuenta, hasta te lo puedes descargar en tu móvil, es una maravilla y un amor. Y seguramente haya muchas más cosas.