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Partidos políticos
Almeida y Colau, los apellidos del día de la investidura municipal
Hoy, 15 de junio, se forman los Ayuntamientos salidos de las urnas el pasado 26 de mayo. Hasta última hora se han mantenido las negociaciones en un buen puñado de ellos. El PSOE sale reforzado, el PP recupera Madrid y el “cambio” solo resiste en Barcelona, Cádiz y València.
La cara de Wenceslao López era un poema aquel 13 de junio de 2015. Poco antes de la investidura municipal supo, de boca de Ana Taboada, número uno de Somos Oviedo, que iba a ser elegido alcalde de la capital del Principado. Con cara de entierro se quedó Agustín Díaz Caunedo, el alcalde hasta ese día. El PP perdía Oviedo. El municipalismo imponía cambio —aunque fuese dando entrada al PSOE— y daba una patada al tablero en una capital, digamos, tradicional. Sucedió lo mismo en un puñado de ciudades. Pamplona, Coruña, Santiago, Ferrol, Madrid, Barcelona, Zaragoza, València. Nuevos actores y actrices, que no habían pisado la moqueta ni tocado la vara de mando hasta entonces, se rebelaban contra la vieja política. Sólo había que fijarse en la ropa, en el lenguaje usado, o apenas bastaba con ver las sonrisas, triunfales, pero también terriblemente ingenuas.
Pero la vieja política siempre vuelve y el cambio ya no es lo que era. El 27 de mayo de este año, tras las elecciones, Vox lanzó un provocador “ya hemos pasado” en las redes sociales. La canción para después de una guerra de Celia Gámez. Una rememoración previa al 78, el punto de partida del “constitucionalismo”, aunque esa marca se acuñara muchos años después. Como en Oviedo, en Madrid y Pamplona, el cambio se revierte hoy sin concesiones. Si hay sonrisas triunfales son de todo menos ingenuas.
El camino hacia los pactos
El “juego de la gallina” que popularizó la película Rebelde sin causa y que consiste en que dos automovilistas se dirigen hacia un precipicio —y el que antes frene, pierde— se repitió ayer, con menos riesgos personales, en negociaciones entre partidos para rascar la mayor cuota de poder para los próximos cuatro años. El episodio de Oviedo en 2015 es una muestra de lo que podría dar de sí la jornada de hoy en la constitución de los 8.000 municipios del Estado español.
Hasta última hora de la tarde del 14 de junio quedaban varias incógnitas. Uno de esos ayuntamientos en liza es precisamente Oviedo, donde Ciudadanos tenía la llave de mantener a López en la alcaldía o devolvérsela, cuatro años después, al Partido Popular, lo que anunció que hará. En Madrid, el acuerdo de PP y Ciudadanos fue hecho público poco antes de la madrugada.
José Luis Martínez Almeida y Ada Colau, si no se dan más sorpresas, serán hoy alcalde y alcaldesa de las dos ciudades más pobladas del Estado. Son dos trayectorias sin ningún punto en común. Colau, muy conocida, hasta el punto de basar parte de su campaña en el apoyo de referencias de los movimientos sociales y de transformación internacionales; Martínez Almeida casi desconocido, un abogado del Estado criado en el laboratorio de Esperanza Aguirre. Antes de 2015, el papel más relevante en política del futuro alcalde es haber recibido a los hombres de Sheldon Adelson en los terrenos donde el millonario un día quiso construir Eurovegas.
Los dos nombres simbolizan la nueva etapa tras el naufragio de los Ayuntamientos del cambio en las pasadas elecciones locales. También, la distancia creciente entre Madrid, recuperada por la derecha en una exhibición del “espíritu del 155”, y Barcelona, marcada por el Procés y el 1 de octubre, vacunada contra el nacionalismo español, pero con enormes tensiones entre la realidad de la metrópolis global y la capitalidad de una Catalunya en permanente construcción de su historia.
Madrid, adiós al cambio
Los intentos de Íñigo Errejón, como jefe de Más Madrid, para introducir a su partido en el cambio de cromos de las más altas esferas han sido infructuosos. Manuela Carmena dejará la alcaldía a favor de José Luis Martínez Almeida, un perfil nuevo dentro de la vieja política de la diagonal Castellana-Salamanca.
Asamblea de Madrid
Sucedió en Madrid
El acuerdo para la formación de la mesa de la Asamblea de Madrid, hecho para anular a la izquierda autonómica, clarifica el futuro de los pactos y dibuja un panorama para los próximos cuatro años de confrontación de las tres derechas con el Gobierno central.
La llegada de Martínez Almeida al Ayuntamiento tiene dos efectos inmediatos. La reversión de Madrid Central —la baja zona de emisiones del centro de la capital, principal hito de Ahora Madrid— es una promesa de los tres representantes de la derecha, aunque acarreará multas y admoniciones por parte de la Unión Europea. Menos disruptiva será la aprobación de la operación Chamartín, un proyecto compartido en lo esencial con la alcaldesa anterior.
El segundo efecto es de orden simbólico: aun con sombras desde su inicio, Ahora Madrid portó en 2015 el estandarte de los Ayuntamientos del cambio. Pese a su frontal distanciamiento, el Ayuntamiento de Madrid fue identificado con Podemos o al menos con la etiqueta “populismos”, contenedor de males para el sentido común de la derecha. Cuatro años después de la llegada de Carmena y cuatro meses después de la foto de Colón, ese sentido común conquista una plaza de enorme proyección pública para derrotar el proyecto de Pedro Sánchez o, al menos, para seguir forzando la creación de un cordón sanitario que mantenga alejado a Podemos —principal encarnación del “populismo”— de los resortes del poder.
Alta política y malos precedentes
En Barcelona, Ada Colau se apoyará en los votos de Manuel Valls y el PSC para repetir en la alcaldía. El intento de última hora de Ernest Maragall por “poner el contador a cero” y dividir la legislatura en alcaldías de dos años chocó con la consulta a los inscritos en Barcelona en Comú, que decidió el signo del Gobierno. El 71% de las más de 4.000 personas que votaron lo hicieron por el único modo de que Colau repitiera en la alcaldía.
Tras la irrupción de “los comunes” en 2015, el pacto sitúa al partido ante las contradicciones de la vieja política. El apoyo de Barcelona pel Canvi-Ciudadanos, un partido hecho a medida de Manuel Valls que ha contado con el beneplácito del Ibex 35, como demostró ayer Ara.Cat con una pieza de investigación sobre la financiación al exprimer ministro francés. Entre los más activos donantes de Valls está Claudio Boada, senior advisor del fondo de inversiones y tiburón del mayor comprador de vivienda en España, Blackstone. Viscosidades de la política: para consolidar el proyecto de Barcelona en Comú, Ada Colau acaba debiendo sus votos a un partido financiado por el principal tiburón de la vivienda.
Pero no ha sido el factor fundamental. El debate entre los comunes respecto al derecho de autodeterminación y la independencia ha estado rodeado de la presión por parte de los partidos independentistas desde un inicio. La pasada legislatura, salvo en aspectos concretos, los choques entre BeC y Esquerra fueron estridentes.
La campaña se planteó como un enfrentamiento entre Colau y Maragall, de forma que el pacto —que con los resultados en la mano hubiera sido posible— pareció imposible por abarcar estados de ánimo muy distintos respecto a la situación del “país Catalunya”. El empeño por empezar de cero de Maragall ha llegado tarde después de un mes largo de ataques en el que Colau se ha dejado bastantes pelos en la gatera, pero tras el que consigue su objetivo de mantener el proyecto de cambio que dio comienzo en 2015. En Lleida, Girona y Tarragona gobernarán los partidos independentistas. La partida del independentismo, no obstante, se juega en octubre en la sentencia del Supremo, en Bruselas y, sobre todo, en el largo plazo.
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Elourdy, el Évole de el Salto. Salvar al PSOE su Operación Palace.
Widukind
@heimdallbcn
"Podemos, en vez de rechazar cualquier pacto con el PSOE denunciando ante los españoles que son la falsa izquierda del régimen y así legitimarse y crecer como verdadera izquierda, lo que hace es blanquearlos ideologicamente para justificar pactos con ellos y asegurarse poltronas."
https://twitter.com/heimdallbcn/status/1134312873398657025
Fernando Carrera
@FerCLopez
"¡Conseguido! Gracias a @manuelvalls no habrá gobierno independentista en Barcelona.
Primer golpe parado , ahora a trabajar para que nunca más volvamos a tener que elegir entre lo malo y lo peor"
Hay gobiernos a la izquierda del Psoe en otros ayuntamientos de ciudades, como el de Pontevedra.Por otra parte, la ficción de que e PNV y JxC son de derechas y el Psoe no ya duró demasiado. Y para finalizar, es de agradecer que se pusieran las comillas a la palabra "cambio", para hablar de los ayuntamientos que "resisten".