Opinión
Malo, malo, malo eres

Hubo un tiempo en que, en España, todo el mundo era feminista y el Presidente del Gobierno daba discursos con el lema “España Feminista” impreso sobre su atril.
Pedro Sánchez feminismo
Sánchez preside la presentación de la Guía de la Política Exterior Feminista. Foto: Pool Moncloa / Borja Puig de la Bellacasa

Vosotras sois muy jóvenes y no lo recordaréis, pero hubo un tiempo en que, en España, todo el mundo era feminista. Un tiempo en el que el Presidente del Gobierno daba discursos con el lema “España Feminista” impreso sobre su atril. Un tiempo en el que se firmaban Pactos de Estado contra la violencia machista y todo el mundo celebraba con alharacas los grandes consensos. Un tiempo en el que se llevaban lemas y frases de las grandes teóricas bordadas en las camisetas y en el que en todo acto institucional se reivindicaba la igualdad en el centro para cualquier recuperación resiliente, sostenible, inclusiva y toda esa retahíla de palabras que ya tampoco están de moda y me pregunto yo si alguna vez significaron algo para quienes las decían.

Para llegar hasta ahí hicieron falta siglos pero, por ser concisas, podemos irnos a finales de los años 90, con las feministas peleando muy duro para que la violencia machista fuera ley y sobre todo, fuera justicia, una vindicación medular porque para ser iguales primero teníamos que estar vivas. Os contarán que los logros de entonces fueron fruto de grandes acuerdos, que hubo una Ley Orgánica para gobernarlos a todos, pero la realidad es que siempre hubo quien la vio con reticencias, con los ojos entornados, y quien quiso dinamitarla judicialmente o a través de un entramado de asociaciones de agraviados. Algunos hombres malos, supongo.

Pero también hubo millones de personas —muchas mujeres y hombres buenos, muchas buenas personas— que la acogieron con los brazos tendidos, que la cuidaron, que la respetaron y la hicieron crecer. Y aquellos hombres malos tuvieron que permanecer calladitos y manteniendo el tipo en un rincón durante mucho tiempo. 

Eran otros tiempos: Andy y Lucas le cantaban a la mujer que lloraba tan prisionera de su casa en la cocina y Bebe decía aquello de malo, malo, malo eres, aunque ni ella misma se lo creía mucho

Eran otros tiempos: Andy y Lucas le cantaban a la mujer que lloraba tan prisionera de su casa en la cocina y Bebe decía aquello de malo, malo, malo eres, aunque ni ella misma se lo creía mucho, pero sirvió para que muchas personas pusieran nombre al maltrato, y después, a la violencia de género. También, todo sea dicho, para que otros hicieran caja y méritos a su costa, luciendo su lacito violeta en la solapa cuando tocaba. Mientras, las feministas seguían empujando para explicar que ese señor malo que aparecía en casa con olor a tabaco sucio y a ginebra no era un loco ni un borracho, era un maltratador y un machista.

Aparecieron como setas las fundaciones, asociaciones y entidades sin ánimo de lucro que abanderaban iniciativas contra la violencia, algunas muy nobles, otras no tanto. Presididas por señoras que con gusto volverían a Pilar Primo de Rivera y a tiempos de Sor Citröen, amigas de la caridad y de pasear a víctimas de ojo morado. Mientras, las feministas seguían empujando: trabajaban para convertir la caridad en políticas públicas, la beneficencia en sororidad y solidaridad, la condición de víctima en un proceso de reparación y no de estigma. Muchas, trabajando en la precariedad más absoluta. Otras, militando sin más chiringuito que los que ellas montaban con sus propios recursos, con su tiempo y sus manos. Algunas —pocas— desde las instituciones, allí donde podían hacer una suerte de entrismo violeta.

Aguantamos tropecientas cantinelas sobre que no había que maltratar a las mujeres porque podían ser tu madre, tu hija o tu abuela, y resoplando, con paciencia, volvíamos a explicar que no iba de eso, que iba de patriarcado, que iba de ser mujeres. Soportamos el mantra de la “lacra” de la violencia en un sinnúmero de discursos escritos con el piloto automático, pero ahí estaban las feministas explicando que no, que la violencia machista no es una lacra, no es una enfermedad, ni un vicio físico o moral, como dicen los de RAE, que es un problema estructural, pero escuchar eso, ¡ay!, eso ya les gustaba menos. 

Las feministas continuaron empujando: se peleó cada recurso, cada centro de atención, cada profesional, cada comida familiar, cada amiga con un novio de mierda

Y sin embargo, las feministas continuaron empujando: pasamos del ojo morado a campañas que señalaban a los agresores y sus causas; se peleó cada recurso, cada centro de atención, cada profesional; cada comida familiar, cada amiga con un novio de mierda, cada “ni machista ni feminista” que podía desmontarse con hechos. Crecieron y brillaron profesionales maravillosas —y maravillosos también— que, como musguito en la piedra, iban brotando allá donde podían, incluso donde nunca nos esperaban: educación, sanidad, sindicalismo, función pública, medios de comunicación, hasta en la judicatura. Venían con fuerza y con ganas, igual demasiadas: dejad a las chavalas que camelen, pensarían.

Y tanto que camelaron, tanto tanto que muchos no habían dimensionado el poder y el peligro que ello implicaba: porque era un feminismo que impugnaba todo, que sabía perfectamente distinguir entre táctica y estratégica (mucho mejor que mucho viejo revolucionario), que sabía desnudar las vergüenzas del neoliberalismo hasta dejar al conservadurismo sin calzoncillos; que sabía que los parabienes y el purplewashing se acabarían pero quedaría todo lo construido por el camino, y lo que viene andando. 

Opinión
Irene Montero Defender y acuerpar los logros feministas
En plena resaca por el veto a Irene Montero en el proyecto Sumar, ampliamos el debate con este planteamiento desde el feminismo autónomo, sabiendo que es un movimiento diverso y con diferentes miradas sobre la deriva sociopolítica.

Por eso los arrinconados del feminismo se han tomado la vendetta. Demasiado tiempo en silencio, esperando su momento, teniendo que ponerse incómodas caretas, bajando a tercera fila, mascullando entre dientes que por qué tenían ellos que aguantar a tanta insolente y tanta mediocre, tanta tonta con ínfulas quitándoles columnas y puestos y palabra y poder y dinerito, estando ellos. A algunos se les veía venir, entre el paternalismo y el recelo, pasando de puntillas por el tema. Otros han llevado siempre ese antifeminismo metido en el tuétano, al fin y al cabo su poder y su prestigio, y el de sus padres, y el de sus abuelos, que ganaron la guerra, se sostiene sobre eso. Y luego hay otros que echan leña al fuego a ver si a río revuelto hay ganancia de pescadores. Decían que eran de izquierdas, claro que eso no es garantía de mucho en este campo; también dicen hablar por la clase trabajadora y yo no les he visto pegar un palo al agua en su vida.

Si hay algo global y transversal, de derecha a izquierda, eso es el discurso machista, reaccionario y simplón que jalean entre copas o que legitiman con sutileza

Ya se sabe, se empieza desacreditando los datos de denuncias falsas de Fiscalía, o poniendo en duda los testimonios de las víctimas de la violencia, o cuestionando el talento y la capacidad de las mujeres, rivales o compañeras, y se termina, no sé, culpando a las feministas de la reacción ultraconservadora, o hasta tomando cañas con la reacción ultraconservadora. Ellos, que tanto han criticado el globalismo y las conspiraciones, añorando pasados que no van a volver —antagónicos, incluso— no se dan cuenta de que si hay algo global y transversal, de derecha a izquierda, populista en el peor sentido del término, y financiado y teledirigido por los malos malísimos, eso es el discurso machista, reaccionario y simplón que jalean entre copas o que legitiman con sutileza. Tanto reprobar las cuotas, y ahora entre tanta tertulia, tuit, horizonte y hormiguero, las están cumpliendo todas. ¿O de verdad pensábais que era vuestro talento, y no el algoritmo, lo que os ha dado voz?

Y en esas estamos, en la encrucijada entre proteger lo conseguido, incluso desde las discrepancias y las diferencias que podemos y debemos tener, o volver a los tiempos en los que se debatía hasta la lacra y el ojo morado. Algunos tienen mucho que ganar con este retroceso, pero la gran mayoría, no os engañéis, seáis hombres de Estado o simples mortales, vais a perder con el cambio. 

Nosotras a lo nuestro. Ya sabéis dónde estamos.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Sumar
Sumar Yolanda Díaz, entre el ‘pacta sunt servanda’ y el juego de Junts
Sumar ha tenido su premio tras pasar del tono bajo al ‘ruido’ que antes rechazaba y consigue torcer el brazo del PSOE en la tramitación de la reducción de la jornada.
Reducción de jornada
Conflicto en la coalición El PSOE maniobra en el Gobierno para retrasar la tramitación de la reducción de jornada laboral
Economía retrasa el debate de la contracción de las horas de trabajo en la CDGAE, el organismo por el que las posibles futuras leyes deben pasar antes de ir a la mesa del Consejo de Ministros; Díaz señala al PSOE y Pedro Sánchez.
Luisko
21/6/2023 0:33

Así de real ha sido la evolución histórica de esta admirada lucha feminista,... algunos con más de 6 décadas de vida seguimos aprendiendo de vosotras para que no nos quede ni una pizca del lastre de la (in)cultura machista en la que nos desarrollamos desde nuestra primera infancia. Adelante con coraje, feministas!!!

3
0
Paco Caro
20/6/2023 16:56

El feminismo es el único movimiento capaz de salvar a la Humanidad. El Patriarcado lo sabe desde hace mucho. Por ello le viene muy bien la actual división del feminismo. Así lo desactivan. Por eso, es primordial recuperar su unión. Ya habrá tiempo de debatir, de manera civilizada, sin aspavientos, sin descalificaciones, sin hipérboles, sin emular las formas de los conservadores, de aquello que divide al feminismo.

2
0
Sirianta
Sirianta
20/6/2023 15:34

Mi marido y yo somos feministas convencid@s, sin medias tintas. Y aquí estamos, criando a otro feminista para darle algo de luz a este incierto futuro.

2
0
esthercastano67
24/6/2023 5:20

Pues aquí estoy yo, con dos chavales y cada día luchando contra las redes que no paran de infiltrar su pensmiento de ideas reaccionarias. Una lucha titánica

1
0
Sirianta
Sirianta
24/6/2023 11:17

Mi hijo tiene solo 5 años. Me aterra pensar en el momento en que comience a ver porno, participar en redes sociales y demás. Espero ser capaz de enfrentarme a lo que venga con valentía y responsabilidad.
¡Suerte y salud para usted y su familia!

0
0
Asanuma
20/6/2023 15:02

Excelente.

4
0
Gobierno de coalición
PSOE-Sumar El Gobierno toma nota de la presión social y cambia su discurso sobre vivienda
En la semana en que los sindicatos anunciaron la histórica manifestación estatal del próximo 5A, la ministra Isabel Rodríguez sube el tono.
Madrid
La burbuja del alquiler Sumar, Podemos y sindicatos de inquilinos presionan para convertir en indefinidos los contratos de alquiler
Sumar lanza una propuesta legislativa para transformar en indefinidos los contratos de alquiler, una de las principales demandas de la manifestación por la vivienda del 5 de abril. Una moción de Podemos, rechazada en el Congreso, pedía lo mismo.
Cine
Kamal Aljafari “Palestina está en la raíz de la situación actual del mundo”
Kamal Aljafari lleva toda su carrera trabajando con materiales de archivo, indagando en las imágenes e interviniendo en ellas para preservar memorias en desaparición y para oponerse al proyecto colonial sionista y su falseamiento del pasado.
Líbano
Ocupación israelí Israel incumple el acuerdo de paz y mantiene tropas en el sur de Líbano para “vigilar” a Hezbollah
El Ejército sostiene la ocupación de cinco colinas a lo largo de la frontera tras evacuar sus soldados de decenas de municipios. Miles de civiles regresan a sus casas para descubrir que lo han perdido todo.
Opinión
Derecho a la vivienda Flex Living: el caballo de Troya de la precarización del alquiler
No es una respuesta moderna a las nuevas formas de habitar la ciudad. El ‘flex living’ no es más que la última jugada del sector inmobiliario y los grandes fondos de inversión para maximizar beneficios a costa del derecho a la vivienda.
Opinión
Opinión La unidad del anarcosindicalismo es la acción conjunta
Al hilo de supuestos movimientos desde la CGT hacia la unificación con CNT es necesario diferenciar entre lo que es una relación en clara mejora y lo que sería un proyecto real en marcha.
Galicia
Memoria histórica Cultura, exilio y lucha de las bibliotecarias gallegas durante la Segunda República
Durante los primeros años treinta, las bibliotecas se convirtieron en espacios de trabajo ideales para un modelo de mujer que aspiraba ser independiente y que había manifestado un claro compromiso político. La Guerra acabó con todas sus aspiraciones.

Últimas

Galicia
Galicia La Xunta de Feijóo, condenada por negar visitas a una mujer que murió de cáncer por tener covid-19
La jueza dice que la situación exigía “flexibilizar” las medidas de prevención. Falleció a inicios de 2022 en el Hospital Álvaro Cunqueiro durante los últimos meses de la administración del jefe del PP con Julio García Comesaña de conselleiro.
Egipto
Egipto Ashraf Omar continúa en prisión provisional por dibujar
Ashraf Omar, caricaturista político del medio digital AlManassa, sigue en prisión preventiva indefinida tras ser arrestado violentamente en su domicilio el 22 de julio de 2024.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Sindicatos piden el cese de la dirección del Hospital 12 de Octubre tras las obras de remodelación
Los problemas con las nuevas instalaciones han cristalizado en una unión sindical que ha reclamado formalmente el fin de la cúpula de dirección tras ser “ignorados” de manera “sistemática”.
Justicia
Justicia Rubiales, condenado por agresión sexual y absuelto del delito de coacciones
18 meses de multa con cuota de 20 euros al día por un delito de agresión sexual. Es la condena al expresidente de la RFEF Luis Rubiales por los hechos ocurrido en la ceremonia de entrega e medallas del pasado mundial celebrado en agosto en Sidney.
Tribuna
Tribuna Verde de ecosocial, verde de educación pública
En nuestras aulas se ha colado una prisa ansiosa, que juzga al alumnado como un gasto, que lo dirige, poco a poco, a un mundo laboral tecnoptimista y completamente atomizador.

Recomendadas

Feminismos
Ana Bueriberi “El activismo tiene que ser colectivo: para contribuir al cambio es imprescindible despersonalizar la causa”
La periodista madrileña Ana Bueriberi reconoce que no sintió la discriminación hasta que llegó a la Universidad. Hoy, desde el proyecto Afrocolectiva reivindica una comunicación antirracista, afrofeminista y panafricanista.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.