Opinión
El debate europeo… contaminado

Hoy más que nunca necesitamos abrir un debate europeo que supere los lugares comunes y el regate corto porque es mucho lo que nos jugamos.
Eurocámara vacía
Sesión plenaria en la Eurocámara durante la votación de la propuesta del visado humanitario María Alonso

@Fluengoe
Economista

2 may 2024 07:56

Entre el 6 y el 9 de junio tendrán lugar las elecciones al Parlamento Europeo (PE). Trascendentales, aunque esta institución, la única genuinamente democrática del entramado comunitario ya que sus miembros son elegidos por votación directa, tenga competencias limitadas.

Son decisivas sobre todo por la situación de emergencia que estamos viviendo (padeciendo, es un término más adecuado) en los ámbitos económico, social y político. La desigualdad y el cambio climático, disparados, y el militarismo abriéndose paso sin apenas resistencia. Por si eso fuera poco, si se cumplen los pronósticos de las encuestas, las derechas, cada vez más extremas, y los fascismos aumentarán de manera sustancial el número de escaños en el PE. Un paso más hacia el abismo que está en manos de la ciudadanía evitar.

Porque es mucho lo que nos jugamos en estas elecciones, es clave aprovecharlas para reflexionar sobre los desafíos que enfrenta Europa y los escenarios que se abren en los próximos meses, años y décadas. Pero no es tarea fácil. A continuación, algunas de las trampas que hay sortear si queremos entrar en ese debate.

La primera es abordarlo en clave básica o exclusivamente nacional y sólo de manera lateral incorporar “lo europeo”. La sucesión de elecciones este año, la dificultad de gestionar los acuerdos con otros partidos para hacer viable la legislatura y la reciente crisis presidencial indudablemente apuntan a primar lo específico de nuestro país, sin reparar en que la pertenencia a la zona euro determina en aspectos fundamentales -en mi opinión, en un sentido restrictivo- el margen de maniobra de nuestra economía.

La dinámica comunitaria ha preservado o incluso reforzado las divergencias estructurales entre las economías más y menos desarrolladas

La segunda de las trampas, estrechamente relacionada con la anterior, es dar por sentado que formar parte de la Unión Europea (la que realmente existe) es esencialmente positivo, donde ganan sobre todo las economías más rezagadas y los grupos de población más desfavorecidos. Razonando de esta manera, queda cerrado a cal y canto un debate que, sin embargo, es crucial. Conviene recordar, en este sentido, que la dinámica comunitaria ha preservado o incluso reforzado las divergencias estructurales (productivas, tecnológicas, comerciales) entre las economías más y menos desarrolladas, ha mantenido la desigualdad en niveles inaceptablemente elevados y ha sido incapaz de lanzar un plan coherente y ambicioso con el que enfrentar el calentamiento global.

La tercera de las trampas es entrar en el debate europeo como si el dilema a dilucidar pudiera expresarse en los términos “Europa sí, Europa no”. Porque lo cierto es que, si ponemos aquí el foco (un error, pues introduce un importante sesgo en la reflexión) sería necesario reivindicar, al mismo tiempo, más y menos Europa.

Más Europa, por ejemplo, a la hora de movilizar recursos suficientes para abordar la lucha contra el cambio climático y la degradación de los ecosistemas

Más Europa, por ejemplo, a la hora de movilizar recursos suficientes para abordar la lucha contra el cambio climático y la degradación de los ecosistemas (claramente infradotada), o también para gravar las grandes fortunas y patrimonios, así como los beneficios de las grandes corporaciones, aumentando de esta manera la capacidad de intervención de las instituciones comunitarias, actualmente muy limitada.

Pero al mismo tiempo, sería imprescindible reivindicar menos Europa, por ejemplo, reduciendo las atribuciones de la Comisión Europea y de esta manera aumentar el margen de actuación de las administraciones públicas y los parlamentos nacionales, y cambiando sustancialmente los parámetros que sostienen el nuevo Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento, que, en su diseño actual, similar al anterior, suponen una insoportable camisa de fuerza para los gobiernos.

Esas políticas han estado y permanecen instaladas en la defensa de los privilegios de las elites empresariales

La cuarta trampa es centrar el debate en la esfera institucional, en el funcionamiento del Parlamento Europeo, de la Comisión Europea, del Consejo de Europa, del Banco Europeo de Inversiones o del Banco Central Europeo. Por supuesto, lo que hagan (o no hagan) estas instituciones es realmente decisivo. Pero lo verdaderamente relevante, lo que precisamente da sentido a ese entramado institucional, son las políticas aplicadas por las mismas. Y esas políticas han estado y permanecen instaladas en la defensa de los privilegios de las elites empresariales, de los grandes operadores financieros y de los países con mayor potencial competitivo.

La quinta y última trampa que quiero poner sobre el tapete, a la que deberíamos prestar especial atención, es presuponer que la defensa de posiciones críticas con esta Europa, en la línea de lo que he planteado antes, nos convierte en compañeros de viaje de los que no tienen otro objetivo que perturbar y condicionar las elecciones al parlamento europeo; algo así como “tontos útiles” que objetivamente se ponen al servicio de Putin y de todos aquellos que desearían que el proyecto europeo descarrilara. Se previene con esta argumentación de las noticias falsas, los rumores, los titulares tendenciosos y la información manipulada lanzados por los “enemigos de Europa”, que contarían con el altavoz de las potentes redes sociales. Se llama a un cierre de filas para defenderla de los que, en definitiva, quieren destruirla. Una posición cínica y peligrosa. Cínica, porque la manipulación y la intoxicación informativa, en todas sus variantes, es el pan nuestro de cada día en los medios de comunicación occidentales; y peligrosa, porque conduce al hermetismo y a la trinchera.

No caigamos en esas y otras trampas. Hoy más que nunca necesitamos abrir un debate europeo que supere los lugares comunes y el regate corto. Porque es mucho lo que nos jugamos y es mucho lo que podemos perder si se mantienen las inercias y prevalecen los intereses de los poderosos.

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A una prudente distancia en el tiempo de los comicios de junio, una crítica al Parlamento Europeo, su déficit democrático y sus políticas al servicio del capital y el mercado.
fllorentearrebola
2/5/2024 8:49

Cómo euroescéptico de izquierdas (de izquierda antiautoritaria, hay que aclararlo en este tiempo de autoritarismos, roji-pardismos y retornos a la ortodoxia pseudo leninista o/y la heterodoxia populista) me alegra leer un texto que se sale del lugar común del europeísmo ingenuo que vestido de internacionalismo progre o neoprogre esconde dosis nada desdeñables de colonialismo, racismo y ensimismamiento antropocéntrico. Estaba en los 80 en los muy minoritarios grupos que se opusieron al ingreso en la CEE, estuve en las protestas contra la Europa del Capital que se articularon con el impulso de gentes como Ramón Fernández Durán, y siento que la historia no ha dejado de darnos la razón, máxime en estos momentos en que la deriva belicista, neoliberal, lacaya del imperio declinante gringo, y genocida de la UE es ya tan evidente como peligrosa. Las élites nihilistas y psicópatas de la UE conducen a los pueblos europeos al matadero y/o al infierno climático y todavía iremos a votar el 9 de junio como borregos el color de la soga que nos ponen al cuello... Escribo esto el día después de que Polonia haya formalizado la petición a la potencia genocida mundial el despliegue de misiles con ojivas nucleares en su territorio, una decisión que en cualquier club decente implicaría su inmediata expulsión, pero la UE no es un club decente, no lo fue, y no hay posibilidad de que lo sea, es un instrumento de dominio patriarcal y capitalista al servicio del imperio, es enemiga de los pueblos europeos, de los pueblos del Sur, y de las naturalezas de aquí y allá, es enemiga del clima (no hay más que ver cómo han desmontado las tímidas medidas de apaciguamiento verde de la agricultura industrial y de la ganadería nazi, a nada que unas movilizaciones consentidas, orquestadas y manipuladas por la derecha extrema han cortado cuatro días, cuatro autopistas), enemiga de Gaia y por tanto enemiga de la humanidad. Y ya pueden nuestros compañeros de viaje euroingenuos articular sofisticados discursos sobre la necesidad de cambiar desde dentro este club de ladrones y genocidas, pero la realidad es la que es.

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Sirianta
Sirianta
2/5/2024 17:08

"Club de ladrones y genocidas".
No creo que pueda describirse mejor.

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