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Ante la imagen de las masacres de civiles en Gaza y sabiendo de la muerte, abandono y desnutrición de miles de niños, lo último que se me iba a ocurrir era ir a votar y respaldar con ello a los amigos de Israel, entre los que destaca la Unión Europea (UE) junto a esa otra potencia criminal y genocida, los Estados Unidos de América. Una UE que no solamente no ha condenado todavía la matanza de inocentes, sino que sigue distinguiendo a Israel con armas (Alemania es su segundo suministrador, tras Estados Unidos), tecnologías, subvenciones y numerosos acuerdos en los que resplandece la más sincera amistad y admiración, con perfecto conocimiento de que buena parte de esa generosidad se convierte, una vez en la Tierra Prometida, en armas de aniquilación por el Pueblo Elegido. En un texto de advertencia, “¿Europa judaizable?” (cuartopoder.es, 21 de mayo de 2013), llamé la atención sobre un manifiesto de intelectuales europeos que quiso “colar” de forma oportunista, pero artera y cuando menos desproporcionada, el papel de lo judío (ignorando lo musulmán) en la formación de esta Europa que, en su alarmada opinión, parecía estar en las últimas, víctima de una incomprensión generalizada...
Elecciones
Elecciones Europeas En las elecciones europeas gana la abstención
Entre la frialdad (de mente) y la adhesión (de corazón), las instituciones europeas dejan que Israel se ensañe con los palestinos, como hace desde decenios, sabiendo perfectamente que la opinión pública europea se siente mucho más próxima a los humillados palestinos que a los arrogantes israelíes: curiosidades de la democracia. Alardea esa UE, mientras, de valores que dice ser “occidentales”, pero que son judeocristianos más propiamente: las instituciones europeas forman con Israel ese frente supremacista y neoliberal al que mueve el racismo y los negocios, con líderes conscientes y entregados a la causa criminal de Israel, insensibles a todo sentimiento personal o político hacia los palestinos... y que bloquean toda proximidad hacia el dolor y la compasión. No se puede dudar que sean valores occidentales y judeocristianos los que están en el trasfondo de prácticas tan nobles, derivadas de finas políticas migratorias, como esas que subvencionan el abandono en el desierto marroquí de los inmigrantes subsaharianos. Esos politicastros de la Comisión, que redactan las normas y los acuerdos, y esos comisarios y (altos) miembros del Consejo de Europa son unos miserables; y no seré yo quien condescienda, siquiera indirectamente, con sus infamias.
Todo lo más que produce esta UE son algunas críticas ―nunca condenas― que no llegan ni a tímidas, ya que quedan en una “petición de un alto el fuego”, sin más. Sin embargo, no duda en calificar a Hamás de grupo terrorista y se calla ante los crímenes mantenidos del Tsahal y del Gabinete israelí, lanzando sus sanciones sobre los escasos, y meritorios, apoyos del pueblo palestino asediado: Hamás, Hezbolá, Irán. Sin querer reconocer que terrorismo y violencia son cosas distintas, y que Hamás es un movimiento de liberación de los de toda la vida, que se enfrenta a una potencia colonial, que es Israel, cuya violencia es inconmensurable ya desde antes de su (auto) creación; y que practica el terrorismo de Estado como esencia de su política interior y exterior. Si hemos de interesarnos por el mundo y su evolución no podemos dedicarle mucho aprecio a esta Europa colonial, neocolonial y poscolonial que siempre, también ahora, lanza el anatema de terroristas a quienes se han alzado contra sus presencia, opresión y saqueo. Atendiendo a la suerte de los movimientos de liberación no es posible prestar crédito a la justificación de la violencia, a las teorías antiterroristas o a la “misión civilizatoria” de las potencias coloniales (europeas); sino a las razones de los que las combaten. En consecuencia, la UE es, sin que quepan grandes dudas, cómplice de las masacres en Gaza, así como de todo el proceso criminal y escandaloso de limpieza étnica y genocidios de palestinos desde 1948, todo ello condenado por la comunidad internacional, sin el menor efecto. No me he sentido con el ánimo de apoyar con mi voto esta situación ni a estos comunitarios pro sionistas.
Parlamento Europeo, que no reúne las condiciones democráticas del más imperfecto de los parlamentos de los países miembros y que, dada la intención liberal-autoritaria de la UE, nunca las conseguirá
La sonriente, aunque perversa, Úrsula von der Leyen, el figurón Charles Michel, plenamente consciente de su inutilidad, o el patético Borrell, suerte de mamporreros que de forma tan convencida desempeñan su rol de lacayos del Imperio y del sionismo, me merecen el mayor desprecio. Y de la nueva tríada resultado del reparto de altos cargos comunitarios que ha hecho el alto mando europeo, la designación como sucesora de Borrell de la primera ministra estonia, Kaja Kallas, directa y furiosamente enfrentada a Rusia, muestra bien a las claras el camino beligerante por el que se ha decidido esta UE, nido de irresponsables. Un camino de hostilidad, sanciones y amenazas iniciado por expresa imposición norteamericana cuando más pacífico, productivo y prometedor era el marco de relaciones de la UE con Rusia.
Me quedé corto, en efecto (me suele pasar), cuando lancé mis “Diez tesis contra la UE” (La Opinión, 10 de enero de 2014), pese a recibir numerosas críticas, dolidas en realidad, más que razonadas En aquel texto, en el que criticaba a las instituciones europeas, calificaba de especialmente desolador al “Parlamento Europeo, que no reúne las condiciones democráticas del más imperfecto de los parlamentos de los países miembros y que, dada la intención liberal-autoritaria de la UE, nunca las conseguirá”. Porque, ¿cuál es el papel de los representantes en el Parlamento Europeo (PE) en esta connivencia con Israel o en este enfrentamiento con Rusia? Pues el más perfecto sometimiento a las directrices de Estados Unidos, es decir, el alineamiento con una historia interminable de crímenes y desastres.
Un PE que es la emanación de lo que hay: una gran coalición conservadora (populares, centristas, socialdemócratas...) que simplemente se dedica a gestionar los intereses del capitalismo dominante
De las instituciones europeas, el Parlamento es la más grotesca. Porque las otras ―Consejo, Comisión― ejercen el dominio y el poder sin pudor ni disimulos, pero esta asamblea, democráticamente elegida por el voto universal, mantiene las alas cortadas, aunque parece que llega a creerse que dispone de dominio y poder, lo que nada tiene que ver con la realidad, más allá de ciertas intervenciones formales que nunca pueden indisponer y desafiar a los otros dos órganos: es mera fachada, farsa y trampa. Un PE que es la emanación de lo que hay: una gran coalición conservadora (populares, centristas, socialdemócratas...) que simplemente se dedica a gestionar los intereses del capitalismo dominante, incluidos muy especialmente, y sobre todo en los últimos años, su militarismo productivo (y desafiante); es decir, los negocios de los que, en realidad ―bancos, grandes corporaciones...― mandan. Un PE de privilegiados y agasajados que venden su alma al diablo de un conformismo político y una ineptitud social que debieran llevar al sonrojo ético. Un PE acorazado en un 80 por 100 de su confortable pesebre por esa amplia derecha que va desde los ultras y fascistoides hasta los socialdemócratas degradados, todos liberales, es decir, enemigos del pueblo (y de Europa). Y que nunca ―así está previsto― llegará a estar dominado por una izquierda transformadora.
Todo lo contrario, desde el PE, como desde Europa entera, se está asistiendo a una incontenible marea ultra de grupos que ya están activamente presentes en toda la geografía europea, comunitaria o no. Y que demuestran encaminarse fácilmente por una internacional fascista declaradamente pro sionista que, recordándonos parecido fenómeno de la década de 1930, acabará siendo asumido por el capitalismo en sus formas liberal, conservadora o socialdemócrata, desembocando inevitablemente en la guerra: cuanto antes tengamos esto en cuenta, tanto mejor será para los intereses de la verdadera Europa (que, como nadie debe ignorar, es y significa más, mucho más que la UE). Que no es el “cordón sanitario” lo que va a frenar esta peste parda. Hay que ser ingenuos para esperar que los cambios en Europa se hayan de hacer “desde dentro”, participando en sus instituciones, porque ese tipo de “acción política responsable” carece de realismo y prueba.
Pensando en la izquierda a la que me anclo, dejé estas confesiones para después del 9 de junio, aunque la primera intención fue hacerlas antes: no me he considerado con legitimidad suficiente ―aunque sí con ganas― como para poder influir, aunque fuera mínimamente, en tanto creyente europeísta. Pero me alarma esta falta de ideas diferenciadas y explicadas, ese seguidismo tan cómodo y estéril ante las instituciones europeas. Si tenemos en cuenta esto, nadie desde la izquierda deberá extrañarse de la defección hacia su voto, del desinterés de los jóvenes y del avance general de la incultura política (tengo por catastróficos, políticamente hablando, los últimos años de IU, con su “inmersión” en Podemos.)
Esta izquierda a la que me refiero y dirijo, ha de verse afectada por las causas del ascenso general de la ultraderecha, aunque solo sea por inacción, relajo o desinterés, es decir, por su separación progresiva de la sociedad; lo que influye en que tantos ciudadanos se dirijan a la ultraderecha y sus ficciones, a falta de referencias de calidad y atractivo ético. Y esto cuando, al mismo tiempo, debiera sentirse como la única fuerza capaz de frenar ese ascenso ultra recurriendo al trabajo y el ejemplo: a la pedagogía política en su más noble acepción, explicando qué es izquierda y qué es derecha/ultraderecha, cuál es el itinerario habitual del fascismo hacia el poder, y por qué siempre acaba en la guerra; en definitiva, aclarar, enseñar y demostrar. Porque lo más cómodo es dejarse llevar por la inercia y la estupidez de que vivimos en el mejor de los mundos posibles; y dimitir del sentido crítico aun sabiendo que esto, en política, es siempre suicida.
La izquierda verdadera es, o debiera ser pedagógica, ya digo, por sobre cualquier otra misión, incluyendo la partidista-electoral. De ahí que esa izquierda “resida” en realidad desde hace mucho tiempo en los movimientos sociales
Yo pediría a esta izquierda ―la homologable, por ejemplo, con la France Insumise, maldita precisamente por su euroescepticismo y su negativa a tachar de terrorista a Hamás― que piense en el martirio de Gaza, en la historia humillante de Palestina y en el sionismo criminal, y que actúe con la mejor de las reacciones políticas: la protesta activa, la reivindicación de la dignidad y la solidaridad a toda prueba; para señalar, como cómplice de los criminales, a esa UE manchada de sangre. Porque si miramos a Gaza y sentimos lo que nos llega y, sobre todo, lo que no dejan ver los criminales del Gobierno israelí, y si nos solidarizamos ―sin muchas más consideraciones― por nuestra condición de padres y abuelos, a más de ciudadanos universales de corazón sensible y mente justiciera, tendremos necesariamente que dejarnos llevar por una indignación suprema, que devendrá en infamia si no se expresa en consecuencia, actuando bajo el impulso de escrúpulos tan apremiantes.
La izquierda verdadera es, o debiera ser pedagógica, ya digo, por sobre cualquier otra misión, incluyendo la partidista-electoral. De ahí que esa izquierda “resida” en realidad desde hace mucho tiempo en los movimientos sociales, autónomos de los procesos electorales, de las remuneraciones (suculentas en el caso del PE) y de los cargos de poder. Y por eso, por haber dado paso a una izquierda electoralista y no ejemplar, todas las derechas avanzan y la derechización ciudadana nos abruma y desespera, empeorando cada vez un poco más ―pero como consecuencia lógica― los resultados electorales de quienes no cumplen con su verdadera misión. Mi texto original, el que iba a preceder a las elecciones europeas, proponía que esta izquierda emprendiera una “legislatura sabática” en la que, liberada del banal escenario europarlamentario, se dedicara a trabajar con fundamento y entrega, fundiéndose con los movimientos sociales y demostrando, de paso, que posee un patrimonio ético y político por transmitir. Que esperan y necesitan las fuerzas más dignas de esta Europa indeseable.
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El voto es secreto señor Morata, pero estamos hablando de la participación en unas instituciones que se rigen por tal mecanismo; como política es todo, si NO la haces tú ¡Te la hacen los mismos de siempre, los franquistas!
La UE, Naciones Unidas, alguna vez harán algo en "social positivo", pero partimos de la premisa de que estos "aparatos" fueron creados con sus "fobias" y la "filias" se juntan los cinco fundadores y su VETO. . . ¡Anula el voto!
Sus razones las hago mías, y pienso que se queda corto; pero el que ha participado, (creo) que tiene más derecho a protestar, que aquel que se quedó en casa ladrando, u incendiando contenedores públicos (como los "chalecos amarillos", que. . . ¡Hacen mucho humo, pero ninguna legislación!
IU tiene un "violín" con los bancos y están bailando al son que "dictan" unos "egódedolatras", que se han "auto elegido" ellos solitos, y cuando se les pide la participación-. . .¡Menor que en una rifa de caja de escalera! Pero "avalada" por los mismos medios que antes les desprestigiaran. Como cada persona "tiene un precio" vaya usted a saber X cuanto han montado el "desmonte" de Podemos. Señor Morata, siempre a habido clases y lo más jodido de todo esto, y (con esta tribu). . . ¡Seguirán existiendo! Sin votar mucho peor.
Buscar el ecologismo político "verde", es una quimera, ya que ciertos "verdes" se apuntan a lo nuclear; total en 300 años nadie se acuerda. . . O NO condenan los "genocidios" por que tengo un puesto en el gobierno.
He leído el escrito, hecho desde su militancia (muy respetable), ahora, lea otras opiniones y a lo mejor "participar" en el voto. . . ¡Un grano NO hace granero, pero ayuda al compañero! En este granero falta el suyo. . . ¡Sin acritud gracias!
No votar no es sinónimo de quedarse en casa ladrando o lanzarse a quemar contenedores, conoce usted poco o nada a quienes se abstienen y mantienen un activismo social y político para quitarse el sombrero, y son much@s!
Para no tener "acritud"
Dice usted "sin acritud" pero ningunea y estigmatiza a quien no comparte su opinión...
Un respeto a las posturas ajenas ya le iría bien a su "ser demócrata" , al tono y contenido de estos Comentarios y a su hígado. En serio.
En vez de preocuparse por mi hígado,lea bien antes. El señor Morata siempre ha merecido los respetos, pero de ahí . . . ¡Hacerle la ola! Va un trecho bien grande. El ser crítico, tiene estas cosas, pero se aprende bastante.
¿Por que me critica, si dice que NO se debe de hacer por el hígado? Las puñetas en la otra ventanilla. . . ¡Sin acritud!
Tan lícito y tan influyente es votar como abstenerse, eso ya depende de qué lectura se haga: el mundo no es mejor ni peor por hacer una cosa u otra.
Y si no somos tan puristas como se nos reclama es porque no tenemos opción: no puedes no tener DNI, no puedes no tener cuenta bancaria....
Yo voté pero sintonizo totalmente con los argumentos del autor, me parece una opción válida y valiosa.
Ea! ✊
¿Es mejor el mundo por no haber votado en las Europeas?
"La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo".
Quiera el autor o no, el Parlamento Europeo nos marca la agenda en muchas cosas, para bien o para mal. Debiera también seguir ese ímpetu ideológico purista, rechazando en su país el trabajo asalariado, el ejercicio del voto, relaciones con la banca y la obtención del DNI.
Saludos