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Movimiento vecinal
Conchi Barrios: “Las mujeres conocemos mejor los problemas del barrio”
1977. Pese a que las asociaciones de vecinos se encuentran en un limbo legal, la de Orcasitas consiguió que se reconozca el derecho a la vivienda de 30.000 personas.
Hoy se gana la vida haciendo arreglos de ropa y participa activamente en la asociación de vecinos, la “aso”. El Salto viaja a 1974 para hablar con ella tras la detención de dos vecinos acusados de “subversivos”. “Nadie habla, pero todo el mundo apoya a las familias”, asegura.
Llegaste hace unos meses a Madrid, ¿qué te motivó a ti y tu familia a hacer la maleta?
En el pueblo apenas hay trabajo. La situación allí es muy difícil, por eso poco a poco se está vaciando. La gente se marcha en busca de un futuro mejor, y eso es lo que nosotros hemos hecho, pensando, sobre todo, en nuestros pequeños.
¿Qué te has encontrado al llegar a Madrid?
Nos hemos encontrado una ciudad inmensa, dura, pero también muy dinámica, abierta y acogedora. Y mucha necesidad y miseria en barrios como el que nos ha acogido, algo que se combate a golpe de solidaridad entre la gente. Eso es lo más hermoso, la solidaridad que se da entre los vecinos.
Como cuentas en Twitter, recientemente en tu barrio han entrados los guardias para detener a dos 'subversivos'. ¿Quiénes son y por qué se los han llevado?
No son más que dos vecinos, dos trabajadores que llevaban un pasquín de un sindicato. En su fábrica están peleando por mejorar sus condiciones, que son pésimas. Ese ha sido su único delito, y su implicación en la asociación de vecinos del barrio, pero es que el régimen sigue empeñado en apagar todas las voces críticas.
Entonces están relacionados con la asociación de vecinos...Los guardias han entrado en el barrio y se han llevado a 2 vecinos por “subversivos”. Nadie habla, pero todo el mundo apoya a las familias. pic.twitter.com/r0exwOfAox
— Conchi Barrios (@ConchiBarrios40) 14 de octubre de 2017
Sí, claro que lo están, pero es que casi todo el barrio lo está. Es un lugar de encuentro –y libertad– muy importante para los vecinos.
Usted misma participa activamente en la asociación, ¿cómo la conoció?
Fue la mujer de mi primo la que nos llevó al local y presentó a personas que están muy activas en ella, dedicando horas y horas de su tiempo libre para conseguir mejoras para el barrio y su gente. Y es que aquí hace falta de todo.
Por lo que cuentas, muchas mujeres participan en la asociación de vecinos. ¿Cuál es el papel de las mujeres en el movimiento vecinal?
Su papel es imprescindible, aunque en las direcciones de las asociaciones, por lo que he visto hasta ahora, sobre todo hay hombres. Como la mayoría de los compañeros trabajan fuera del barrio y muchos están implicados en el sindicato –y en algunos partidos–, las mujeres somos las que sacamos adelante el día a día de la asociación de vecinos y tenemos un conocimiento mayor de los problemas del barrio.
¿Cuáles son los problemas del barrio? ¿Cuáles son, en su opinión, las prioridades?
En el barrio nos falta de todo, empezando con su asfaltado, ya que cuando llueve se convierte en un auténtico barrizal. Pero también agua corriente y luz para todas las casas, un transporte un poco mejor porque solo tenemos un autobús, que pasa cada dos o tres horas, y se coge en un extremo de la barriada; un colegio y un ambulatorio o algo así, algún centro sanitario. Los más cercanos están a unos 10 kilómetros del barrio. No sé, tal vez la prioridad sean las propias viviendas: convertir los chabolos en los que residimos muchas familias en casas de verdad, donde vivir con dignidad.
¿Por qué cree que siguen las asociaciones de vecinos en ese limbo legal pese a su utilidad? ¿Qué implicaría reconocerlas?
Supongo que es porque, además de mejoras materiales para nuestros barrios, las asociaciones vecinales demandan la participación de la gente en los asuntos que les incumben y, desde luego, más democracia, y eso choca con este régimen.
¿Animaría a más gente a participar en las asociaciones de sus barrios? ¿Por qué?
Ya se sabe que la unión hace la fuerza y que nadie va a resolver nuestros problemas si no somos nosotras mismas, con nuestra movilización. Nadie regala nada. Invito a los vecinos que aún no lo han hecho a pasarse por las asambleas de la asociación: no vale de nada lamentarse de lo mal que va todo en el barrio pero luego quedarse en casa sin hacer nada. Hay que perder el miedo a juntarse con otros, a que se nos vea, pues siendo muchos no podrán pararnos. Desde las asociaciones la gente tiene la oportunidad de soñar el barrio que desea, luchando para que se haga realidad, de compartir problemas y anhelos. Y también de arrimar el hombro para cambiar las cosas en un país que hoy mira definitivamente al futuro.