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Movimiento antiglobalización
G7 en Biarritz: una victoria macroniana totalitaria
Desde la aparición del movimiento antiglobalización, nunca ha habido una movilización tan débil contra una cumbre del G7 como en Biarritz. Aunque se apunte a las plataformas organizadoras de la contracumbre, parece que tanto la militarización del mantenimiento del orden como la “neutralización estratégica” por parte de las autoridades francesas están detrás de este fracaso.
Nada más finalizar la reunión del G7, el movimiento antiglobalización se vio sacudido por varias controversias sobre “la estrategia que tendría que haberse adoptado” para oponerse a la cumbre de los siete jefes de Estado celebrada en Biarritz, entre el 24 y el 26 de agosto. Las dos plataformas de la contracumbre, Alternativa G7 y G7 Ez!, son ahora acusadas de connivencia con las autoridades, en particular debido a su estrategia no-violenta innegociable y a la cancelación de la acción de desobediencia civil "arcoíris" del domingo 25. Sea como fuere, un hecho es seguro: la contracumbre frente al G7 ha sido un fracaso. Basta con comparar las 15.000 personas que recorrieron las calles de Hendaia el 24 de agosto con los 300.000 manifestantes que hubo en Hamburgo contra el G20 en julio de 2017, hace poco más de dos años. Todo ello en un territorio donde, cada mes de enero, en torno a 100.000 personas se reúnen en las calles de Bilbao para pedir el acercamiento de los presos vascos. O, de manera más reciente, las cifras de junio de 2018 y de marzo de 2019, cuando se juntaron en Iruñea 80.000 y 60.000 personas respectivamente a favor de los ocho jóvenes encarcelados por el caso de Altsasu.
"Las dos plataformas de la contracumbre, Alternatives G7 y G7 Ez!, son ahora acusadas de connivencia con las autoridades, en particular debido a su estrategia no-violenta innegociable y a la cancelación de la acción de desobediencia civil "arcoíris"
Además, con la excepción de la "marcha de retratos" y algunas iniciativas esporádicas destinadas a denunciar el requisito de las escuelas públicas para albergar a las fuerzas policiales en los pueblos de Ustaritz o Maule en Zuberoa, casi no hubo resistencia activa durante el G7. ¿Cómo puede explicarse una oposición tan débil, sabiendo que en Iparralde, en la década de 2000, el movimiento de desobediencia Demo o la organización juvenil Segi llevaron a cabo acciones muy efectivas, como el bloqueo de trenes en la estación de Baiona? En 2012, la visita de Sarkozy al pequeño pueblo de Itxasu provocó enfrentamientos sin precedentes en el ámbito rural.
Ahondando en la polémica, el 28 de agosto el semanario satírico Le Canard enchaîné azuzó el debate cuando publicó, sin pruebas ni argumentos serios, que “a cambio de cancelar las siete manifestaciones de desobediencia civil”, la llamada marcha de los “retratos” de Macron el domingo en Baiona dispuso de un permiso no oficial. A principios de septiembre, el Ministro de Justicia francés Nicole Belloubet aumentó también la confusión cuando, de visita por Iparralde, aseguró que el acercamiento de los presos vascos iba a continuar. Desde entonces, la sombra de la sospecha se ha extendido sobre los activistas abertzales de las plataformas antiglobalización, en particular sobre los de Sortu y LAB, quienes habrían ofertado una “contracumbre sin excesos” a las autoridades francesas “a fin de continuar el proceso de paz y negociar sentencias atenuadas para los presos, en detrimento de la dimensión global del G7”.
"La sombra de la sospecha se ha extendido sobre los activistas de Sortu y LAB, quienes habrían ofertado una “contracumbre sin excesos” a las autoridades francesas “a fin de continuar el proceso de paz y negociar sentencias atenuadas para los presos”
Prueba de ello es que, a lo largo del G7, el poderoso partido Sortu no transmitió la menor información en su sección Gora Herria, que sin embargo informa de las luchas en curso en el País Vasco. Y lo mismo ocurrió con el sindicato LAB que, ni siquiera abordó el tema en la página de su sección de Baiona. Según Hartzea López, organizador de las "reuniones intergalácticas" en Hendaia, la cumbre de Jefes de Estado se celebró en un momento "desfavorable" para una movilización a gran escala en el Euskal Herria: "Todavía hay un área que aún no ha completado su ciclo político: la izquierda abertzale. Lidera el proceso de paz pero no estaba lista para una confrontación”.
Así, a finales de septiembre, en un artículo publicado en el diario Berria por varios actores de la contracumbre, incluido Egoitz Urrutikoetxea, hijo del ex líder de ETA Josu Urrutikoetxea, se reconocía el peso inevitable del proceso de resolución del conflicto vasco, así como los ciclos electorales en ambos lados de la frontera, como respuesta a la débil movilización durante el G7. "¿Podría haber sido diferente? Sí. Pero ya sabemos quién habría pagado las consecuencias", argumenta Eñaut Aramendi, líder de G7-EZ y miembro del sindicato LAB.
NEUTRALIZACIÓN ESTRATÉGICA
Por su parte, en el periódico digital Lundi matin, la izquierda radical francesa, en particular grupos antifascistas, chalecos amarillos y autónomos, no pararon de anunciar convocatorias basadas en la violencia política y/o en la confrontación. Sin embargo, ¿se cumplían las condiciones materiales para ello en Biarritz? Durante cinco días, la costa vasca se sumergió en una extraña mezcla de farsa y régimen totalitario. Se movilizaron no menos de 13.200 policías y gendarmes, se colocaron kilómetros de barreras junto a todo un arsenal tecnológico de vigilancia, el ejército francés desplegó sus efectivos en las cumbres de las montañas colindantes y los buques de guerra patrullaron en alta mar. Por unos días, se desdibujó la frontera que separa el mantenimiento del orden interno del conflicto armado entre países.
"¿Se cumplían las condiciones materiales para la confrontación en Biarritz? Durante cinco días, la costa vasca se sumergió en una extraña mezcla de farsa y régimen totalitario"
Por otra parte, la publicación online Mediapart ha revelado que varios colectivos de la izquierda radical sufrieron una caída repentina en el número de visitas de sus publicaciones en la red —Twitter, Facebook...—. ¿Censura política a través de los algoritmos? Una cosa es cierta, como ya señaló hace mucho Montesquieu: “Por regla general, cuando todo el mundo está tranquilo en un Estado que se da el nombre de república, es porque la libertad no existe”.
Al analizar las cumbres internacionales, los investigadores John Noakes y Patrick Guillham han teorizado sobre la noción de “neutralización estratégica”, es decir, el establecimiento de un dispositivo de inteligencia híbrido, con prohibiciones previas, negociaciones inconsistentes, arrestos preventivos... Es en este contexto donde se comprenden las dificultades encontradas por las plataformas G7 Ez! y Alternatives G7 para definir un lugar concreto donde celebrar la contracumbre en las inmediaciones de Biarritz. En un principio, la ciudad de Baiona parecía el espacio idóneo.
Sin embargo, desde febrero, el Estado francés ha maniobrado para eliminar geográficamente a la oposición, fragmentando los lugares de protesta y concediendo los permisos con cuentagotas. Al final, los antiglobalización, anticapitalistas, ecologistas, feministas y abertzales tuvieron muchas dificultades para reunirse a 20 kilómetros de Biarritz, entre el pueblo de Urruña (el campamento), Hendaia (las “reuniones intergalácticas”) e Irún (las conferencias en el espacio Ficoba). Y aunque la emoción fue palpable el primer día, se evaporó rápidamente debido a la distancia geográfica entre los tres sitios, a la falta de transporte público y a los numerosos controles policiales en el camino. De hecho, las estaciones de ferrocarril de Biarritz, Baiona y Getaria estuvieron cerradas al público y los campings fueron requisados para albergar a las fuerzas policiales.
También hay que añadir un evidente obstáculo para el éxito de la contestación social: las prohibiciones administrativas territoriales (IAT) ordenadas por el Ministerio del Interior francés, que afectaron a más de 500 personas. Otra paradoja es la necesidad de proyectar una imagen pacificada de Euskal Herria por parte de la izquierda abertzale, o la voluntad de demostrarlo a las autoridades. Ello reforzó la línea de los componentes "franceses" más tibios de la plataforma Alternatives G7, particularmente ATTAC France y CRID (Centre de Recherche et d’Information pour le Développement). Otros, como CCFD Terre Solidaire y Oxfam, que teóricamente aspiran a otro modelo económico y ecológico, directamente participaron en los grupos de consulta con los Jefes de Estado para el G7 en Biarritz. Según su lógica lobista y de comunicación institucional, podría considerarse que la “contracumbre ha sido un éxito”.
Impulso insuficiente
Así mismo, los desacuerdos dentro de las plataformas en la gestión de campamentos de Urruña revelaron lógicas antagónicas: si bien algunos organizadores querían hacer de este lugar el epicentro de las movilizaciones, era obvio que otros lo habían reducido —de manera claramente voluntaria— a un sitio de alojamiento en sentido estricto, limitando notablemente sus capacidades. Y, lejos de una voluntad de hacer converger las luchas, los movimientos juveniles independientes, Ernai por Hegoalde y Aintzina por Iparralde, optaron por su propio espacio de contramovilización en Hendaia.
De esta forma, el domingo, mientras el G7 estaba en pleno apogeo en Biarritz, el campamento de la contracumbre estaba casi vacío. “En este panorama, el impulso y la determinación necesarias para la realización de esta movilización estaban lejos de cumplirse [...] La dinámica activista podría haber cambiado la situación, pero los acontecimientos se resolvieron de otra manera: presión policial sobre el terreno, amenazas permanentes de las autoridades y altercados con la policía por todo el camping”, dice Jakes Bortayrou, uno de los líderes de la plataforma G7 Ez! y favorable a una mayor acción durante la contracumbre. Sabemos el resto: el sábado se canceló el acto del “arco iris”, inicialmente programado para el domingo en siete lugares diferentes alrededor de las áreas ultra-vigiladas de Biarritz. "Lejos de ser anecdóticos, los eventos ocurridos plantean preguntas fundamentales a todos los sectores, ya estén o no en un proyecto de cambio radical y emancipación de nuestras estrategias, nuestras alianzas y nuestros modos de organización". continúa Jakes Bortayrou.
"Al final de la manifestación en Hendaia, a las dos del mediodía, todos estaban de vuelta en su autobús, sin contraseña, sin instrucciones para los próximos días", recuerda Maika, una activista de Garazi. "Con mis amigas, de repente nos miramos, dudosas: ¿Qué es esto? ¿Qué esta pasando?”. Una vez más, las fuerzas independentistas, que en su historia reciente han demostrado capacidades excepcionales de movilización, han renunciado a convocar a sus militantes en torno a la acción "arcoíris": ni una pancarta, y ni una declaración pública o comunicado en esa dirección...". La izquierda abertzale ha jugado sus cartas. "Y, contrariamente a sus valores históricos, no tuvo en cuenta el hecho de que este es un evento global cuyo tema principal es la denuncia de los acuerdos de libre comercio y el neoliberalismo, o incluso el capitalismo y el imperialismo", cuenta Kati, una activista autónoma local.
Por lo tanto, la contracumbre no fue más que un simple evento, aunque en Iparralde haya revelado los límites del proceso de paz: el acercamiento de los presos se retrasa, y las alianzas locales con políticos conservadores e históricamente opuestos a la causa vasca, como el senador de “Les républicains” Max Brisson o el diputado macronista Vincent Bru, cada vez son menos aceptadas. Más todavía después de que, recientemente, la Sala de Apelación del Tribunal de Aplicación de Penas (TAP) de París ha rechazado la petición de libertad condicional presentada por los presos labortanos Lorentxa Beyrie y Xistor Haranburu.
"Un activista de EH Bai afirmó que "solíamos presentar con orgullo Euskal Herria como una tierra de resistencia, pero esta vez hemos demostrado lo contrario, aceptando, en nombre del proceso de paz, una ocupación militar que nos ha recordado las horas negras del franquismo"
Un proceso de pacificación conlleva el riesgo de una normalización, o incluso la negación de los conflictos preexistentes, como analizó recientemente el filósofo frances François Cusset en el libro "Le déchainement du monde”. En los últimos años, se ha acumulado mucha frustración en algunos sectores de la izquierda abertzale de Iparralde. Existe una nueva generación de militantes que no ha conocido la lucha armada, que no se reconoce en el status quo actual, y que aspira a lógicas menos partidistas y más transversales a la hora de hacer política. Sin lugar a dudas, las relaciones están tocadas: durante la valoración, un activista de la coalición de partidos políticos EH Bai, —equivalente a EH Bildu en Iparralde—, afirmó que "solíamos presentar con orgullo Euskal Herria como una tierra de resistencia, pero esta vez hemos demostrado lo contrario. Al final, aceptamos, en nombre del proceso de paz, una ocupación militar que, en muchos aspectos, nos ha recordado las horas negras del franquismo".
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