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Memoria histórica
Historias familiares recuperadas en las trincheras de la Batalla del Ebro
Descendientes de desaparecidos y fallecidos en este episodio de la Guerra Civil descubren qué les pasó a través de visitas guiadas.
A pocos kilómetros de Gandesa (Tarragona), se encuentran las trincheras de Mas d’en Grau, uno de los muchos parajes que aún hoy quedan visibles de la Batalla del Ebro y la Guerra Civil. En estas trincheras luchó la 27 división del ejército republicano. Muchos de sus miembros murieron allí. La familia de uno de ellos contactó con Terra Enllà, empresa que organiza visitas guiadas por los lugares de la Batalla del Ebro. Querían conocer qué le había pasado a su antepasado, del que no sabían dónde había fallecido ni en qué circunstancias. Ante situaciones como esta, Maite Hernández y Andreu Caralt, los impulsores de Terra Enllà, piden que se les haga llegar toda la información que puedan tener sobre sus familiares y poder así acercarse al máximo a lo que les sucedió, con una ruta que recorre los sitios en los pudieron estar y descubriendo qué le ocurrió a su batallón.
En el caso de la familia de este integrante de la 27 división, Hernández y Caralt pudieron localizar dónde había muerto gracias a las memorias de Juan Modesto Guilloto, dirigente comunista al mando de la Batalla del Ebro. A la visita, vino el hijo del soldado muerto, de unos 70 años, acompañado de nietos y bisnietos. Caralt y Hernández los llevaron a las trincheras de Mas d’en Grau, donde les contaron cómo fue la vida en el verano de 1938 para su padre, abuelo y bisabuelo, y cómo se desarrolló la batalla, con fragmentos de las memorias de Guilloto. “Estábamos prácticamente en el mismo punto donde había muerto”, expone Caralt. Hernández recuerda que el hijo “se desmontó” al conocer que le había pasado a su padre. “Era el cierre de la historia”, sostiene ella.
Estas rutas de memoria histórica contribuyen al luto de aquellas familias que perdieron a miembros en la guerra, aproximándose a las circunstancias y los motivos por los que murieron. “Explicar la Guerra Civil y la Batalla del Ebro ayuda a cerrar heridas”, defiende Hernández, que indica que ese dolor “se traspasa de generación a generación”, aunque ni tan siquiera hayan llegado a conocer a estos familiares. “La guerra no acabó en 1939”, avisa, por lo que remarca la necesidad de abrir fosas comunes, recuperar restos y que las familias puedan dar sepultura a sus muertos.
A Terra Enllà no solo se dirigen allegados de fallecidos y desaparecidos durante la Batalla del Ebro, sino también de aquellos que la sobrevivieron pero nunca quisieron hablar de ella
A Terra Enllà no solo se dirigen allegados de fallecidos y desaparecidos durante la Batalla del Ebro, sino también de aquellos que la sobrevivieron pero nunca quisieron hablar de ella. Caralt y Hernández ponen como ejemplo la visita de un padre y sus hijos que solicitaron su ayuda para conocer la historia de su abuelo, que nunca les había explicado la experiencia que había tenido en la contienda. Hernández y Caralt les contaron cómo era la vida en las trincheras y sus descendientes quedaron “completamente aterrorizados” al saber por lo que que su familiar había pasado. La ruta les sirvió para entender su comportamiento después de la guerra, muy marcado por aquel episodio.
POCO CONOCIMIENTO DE LA GUERRA CIVIL
En sus visitas, los integrantes de Terra Enllà detectan que “hay una carencia importante de conocimiento” sobre la Guerra Civil. Lo único que saben los que van a las guías muchas veces es lo que han escuchado en casa. “Lógicamente es muy poco o es una perspectiva concreta de lo que su familiar vivió. Es una visión parcial de los hechos”, apunta Hernández.
A eso se suma que se acompaña de connotaciones políticas, lo que distorsiona su comprensión. “Existe una tendencia a exponer la guerra desde un conocimiento muy simplista, de blanco o negro, sin todos los matices que hay. Y, además, no se puede interpretar desde un punto de vista actual”, recalca.
También acuden a ellos personas que buscan entender por qué su familiar se posicionó en un bando que no encaja con su ideología presente y no comparten, a veces avergonzados y poniendo énfasis en que ellos no piensan para nada así. “Cuando les explicas el conjunto, ven que es demasiado complejo para reducirlo”, subraya.
Es una constante que campesinos se encuentren huesos mientras trabajan la tierra en la zona donde se desarrolló la Batalla del Ebro
En contraste con el desconocimiento un tanto generalizado y de parte que observan Hernández y Queralt, para los vecinos que viven donde se desarrolló la Batalla del Ebro es otra cosa. Aún a día de hoy aparecen restos humanos de víctimas, además de metralla en el fondo del río. Es una constante que campesinos se encuentren huesos mientras trabajan la tierra. Hasta unos operarios toparon con ellos cuando instalaban molinos de viento en la misma sierra que fue escenario de una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil. Estos hallazgos se guardan primeramente en el Memorial de Les Camposines, en La Fatarella, desde donde se divisan unos tranquilos campos y una carretera comarcal sin apenas circulación. Los huesos se depositan en cajas, indicando dónde estaban, y se guardan en la osera que hay en el interior del memorial, para después llevárselos y hacerles pruebas de ADN.
“Aún quedan muchos restos por estos campos”, sostiene Montserrat Bofarull, representante del Consorci Memorial dels Espais de la Batalla de l’Ebre (COMEBE), ente público que construyó este memorial. El COMEBE, con participación de la Generalitat de Catalunya, se dedica a la recuperación de la memoria histórica de este episodio de la contienda. Para ello, dinamiza 23 activos culturales, entre trincheras, búnqueres y refugios, y cinco centros de interpretación, repartidos por una quincena de municipios de las comarcas tarraconenses de la Ribera d’Ebre y la Terra Alta.
El Memorial de Les Camposines es también un lugar de duelo y dignificación de los soldados de ambos bandos desaparecidos en la Batalla del Ebro. “Que el sacrificio de toda aquella generación no quede en el olvido y que la democracia honore su legado”, se puede leer en una de sus placas. Erigido sobre una antigua trinchera, este memorial sirve para poner nombre a algunos de ellos, rendirles homenaje y recordarlos. Unos 1.400 nombres de combatientes desaparecidos visten sus paredes, con la esperanza de que algún día puedan llegar a estar todos. Frente a las montañas y campos que sufrieron la guerra, el memorial está lleno de flores, fotografías e historias de los desaparecidos. “Es un sitio para poder dejar un ramo de flores, rendir homenaje y, sobre todo, dignificar aquellos muertos que desaparecieron y que nadie sabe donde están. Poder poner un nombre y decir adiós. Curar el duelo”, enfatiza Bofarull.
EN FASE DE RECUPERACIÓN
Si bien espacios de la Batalla del Ebro como el Memorial de Les Camposines se han rehabilitado, hay muchos puntos que continúan abandonados, perdidos entre la maleza y el olvido. Es el caso de las trincheras de Mas d’en Grau, en las que batallaron y murieron miembros de la 27 división del ejército republicano. Las zanjas excavadas por soldados republicanos llamados a filas se encuentran en fase de recuperación: se han hecho algunas excavaciones y se pueden ver pequeños muros que sirvieron de parapetos durante la batalla.
Las trincheras de Mas d’en Grau se construyeron pocos días después del fracaso de la ofensiva republicana para hacerse con el control del centro de comunicaciones de Gandesa, a finales de julio de 1938
Las trincheras de Mas d’en Grau se construyeron pocos días después del fracaso de la ofensiva republicana para hacerse con el control del centro de comunicaciones de Gandesa, a finales de julio de 1938. “Lo que era una batalla de ataque se convierte en una batalla de defensa y se fortifican los montes alrededor de Gandesa”, explica Albert Julià, miembro del Centre d’Estudis de la Batalla de l’Ebre (CEBE), que las gestiona.
Aún no hay un panel informativo que contextualice las trincheras de Mas d’en Grau, pero el CEBE espera acabar de restaurarlas en los próximos años, al igual que el resto de rincones que dejó este episodio de la Guerra Civil. En estas trincheras, Julià indica que “solo hay una pequeñísima parte recuperada”. La primera intervención se hizo hace 15 años, con un desbroce de la vegetación de la zona, y no fue hasta hace tres años cuando se retomaron las actuaciones. Un grupo de voluntarios ayudó a excavar los muros de protección y volvieron a limpiar las plantas y arbustos que habían crecido desde la primera intervención.
Crisis como la del coronavirus suponen la paralización completa de los trabajos de recuperación de la memoria histórica al depender en su gran mayoría del voluntariado
Para este verano no hay ninguna previsión de intervención, ni por parte del COMEBE ni del CEBE. Crisis como la del coronavirus suponen la paralización completa de los trabajos de recuperación de la memoria histórica al depender en su gran mayoría del voluntariado. Los museos de los municipios del entorno han reabierto pero la maleza vuelve a crecer en las trincheras.
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No eran dos bandos, no valen en este caso las equidistancias. Eran demócratas contra golpistas. La democracia frente al fascismo. El ejército republicano era legal, el ejército nacional no. Otra cosa bien distinta es la muerte de personas, en este caso soldados, que por geografía y obligados combatieron en el ejército franquista; merecen respeto como cualquier persona. Los que no tienen perdón, por fascistas y golpistas, son aquellos que voluntariamente se enrolaron en el ejército rebelde. Para estos, ni olvido ni perdón, máxime cuando los tenemos otra vez de vuelta. ¡NO PASARÁN!