Literatura
Elena Lebrato Bustos: “La literatura no te salva del duelo perinatal pero sí te acompaña”

Es madre de tres criaturas, una de ellas muerta antes de nacer. Lo suelta así, de golpe, de la misma forma en la que a ella le dijeron que la criatura que gestaba no tenía latido. De esto va ‘Postales a Inés’, del duelo tras una muerte perinatal. Y de no dejar que este sea un tema rodeado de silencios.
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Elena Lebrato, autora de ‘Postales a Inés’ David F. Sabadell

Elena Lebrato Bustos (Madrid, 1982) es madre de tres criaturas, una de ellas muerta antes de nacer. Así lo expresa ella. Parió una niña sin vida en 2012, aunque fue diez años después cuando logró explicarlo con estas palabras. Lectora obsesiva —el día de la entrevista viene leyendo Luna llena, de la japonesa Aki Shimazaki—, impulsora de de varios clubs de lectura feminista en Coslada, donde también es concejala, técnica de laboratorio, Lebrato es además autora de Postales a Inés (Libros del Nido, 2023), una colección de breves textos sin destinatario pese a su forma epistolar: son las palabras que dirige a la hija que no vivió. Cuando Lebrato pasó por este proceso, no hubo acompañamiento psicológico y ni siquiera información. Ese duelo lleno de silencios es lo que la impulsó a escribir la obra que le hubiera gustado encontrar cuando necesitó agarrarse a los libros.

La pérdida perinatal o neonatal es la muerte de un bebé durante el embarazo, el periodo neonatal o el primer año de vida. Se calcula que en España hay seis muertes perinatales cada día. Es uno de los datos que es posible que encuentres hoy, Día Internacional de la Muerte Perinatal. En Postales a Inés no hay datos, sino las palabras de una madre que siempre llevará consigo el duelo pero quiso buscar en él también belleza.

¿Qué es Postales a Inés?
Es una colección epistolar de cartas que le escribo a mi hija que está muerta. 

Así, de golpe… 
Sí. Así me enteré yo, de golpe y porrazo. Tenía picos de fiebre y fui al hospital, y ahí me dijeron que no había latido. Estaba en la semana 22 de gestación y tuvieron que provocarme el parto. Ahí empieza un proceso de duelo.

Esto te ocurre en 2012, pero no te pones a escribir hasta 2020…
Sí, porque estaba en el taller de escritura de Silvia Nanclares, donde hicimos un ejercicio que consistía en escribir postales. Yo le escribía a ella la postal de “feliz no cumpleaños” que es la primera del libro. Me pareció un recurso muy sencillo para, con poquitas líneas, dejar todo plasmado. Es un tema muy duro y muy triste. Vi una forma de encontrar belleza.

Dices que empiezas a escribir esto porque tú no tenías referencias como lectora de lo que te estaba pasando.
Yo no encontré nada y lo comenté con una amiga que está especializada en psicología para la mujer, y entonces ella me dijo: “Ten cuidado con lo que lees, porque mucho de lo que vas a leer es en torno a la culpa”. Encontré libros de señores que escribían sobre el duelo de sus hijos cuando eran más mayores. Sentí que me faltaba ese recurso. Hoy, por suerte hay muchísimos más libros a raíz de hablar más de ello.

¿Si hoy le pasara algo a alguien sí que se te ocurrirían algunos libros que recomendar?
Sí, y además recientemente he tenido dos llamadas de personas que me preguntan. Con que haya personas que me llamen o me manden un mensaje para preguntar dónde acudir o qué hacer, pues yo creo que el libro ha cumplido el objetivo. A mí me gusta mucho El nadador en el mar secreto, de William Kotzwinkle, que está escrito por un hombre, o Madre en duelo, de Auri Lizundia.

Y yo, al no tener textos sobre la pérdida gestacional, lo que sí busqué fue mucho sobre el duelo. Entre los libros que más me han gustado sobre el duelo están El año del pensamiento mágico, de Joan Didion y La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero, que son dos libros diferentes, escritos a partir del duelo de la pérdida de sus parejas. En ambos casos se trata el tema de los silencios. Y puedes encontrar cosas en común con el duelo perinatal, por ejemplo en el proceso de enfrentarte a esa habitación o a su ropa, a sus cosas que tenías preparadas para ella, porque puede ocurrir que tú tengas la habitación para esa personita preparada.

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La autora en un momento de la entrevista. David F. Sabadell

Es curioso cómo el duelo es un tema universal, pero el duelo por la pérdida perinatal parece que es un tema de mujeres, y ni siquiera de todas.
Porque las cosas que nos pasan a las mujeres no se consideran universales. Pero depende: el libro que Lewis Carroll sobre la muerte de su hijo es muy conocido. Pero el de Piedad Bonnett sobre el mismo tema no lo es tanto. Cuando una mujer habla de la muerte de su hijo, de la maternidad, no se le da relevancia, esto no ocurre hasta que un hombre habla de ello. Pero algo está cambiando. Yo siempre digo que nunca va a haber los suficientes libros sobre los procesos de duelo, porque cada persona tiene una vivencia diferente, cada muerte y cada duelo es distinto, entonces toda la narrativa que venga pues bienvenida sea, porque siempre va a haber alguien que que le va a poder acompañar. Hay gente que piensa que la literatura te salva; yo creo que no te salva, pero sí te acompaña. 

En mi caso, una doctora —que nunca supe qué era— me pasó el ecógrafo por la tripa, me dijo “no hay latido” y punto pelota, me mandó fuera con unos papeles, a los paritorios

¿Hay recursos sanitarios? ¿Qué pasó cuando a ti, en un hospital público, te dicen que tu hija no tiene latido?
Yo creo que a día de hoy ha cambiado bastante, es más visible, existen organismos como el Instituto de Salud Mental Perinatal, espacios donde se hacen formaciones específicas. Y depende de en qué hospital estés o de qué personas te toque. En mi caso, una doctora —que nunca supe qué era— me pasó el ecógrafo por la tripa, me dijo “no hay latido” y punto pelota, me mandó fuera con unos papeles, a los paritorios, para iniciar el proceso. Iba con mi pareja, no tuvimos apoyo de ningún tipo. Estábamos en el Hospital del Henares, en el lateral de la derecha, que es donde están las consultas y la parte de paritorios está en la izquierda. Cruzamos ese pasillo y nos metimos en otro circuito diferente. Entonces entré a la zona de paritorios, había dos ginecólogos y es verdad que ellos ya tenían otras formas. Me explicaron las opciones: o una césarea o dar a luz, y opté por que me provocaran el parto. Agradecí que me explicaran las implicaciones de la cesárea. Fue muy triste porque luego me metieron en la parte de maternidad y podía escuchar a otros bebés desde mi habitación. Me permitieron que además de mi pareja me acompañara mi madre. Me suministraron oxitocina, nació la niña, y a mí después me tuvieron que hacer un legrado porque no había expulsado la placenta. Sé que ahora esto no es así, que hay otros espacios donde no tienes que escuchar llorar a los bebés, y eso es gracias a los testimonios de las familias que hemos contado nuestras vivencias. Yo le dije a una de las matronas que por qué no hablaban de esto en las preparación al parto y la respuesta fue que no se hablaba porque es un tema muy triste.

Te preguntaba por recursos dentro de la sanidad pública, de la institución sanitaria, pero ¿qué recursos hay fuera?
Existen grupos de duelo perinatal, grupos de apoyo. Yo contacté con Umamanita. Me sirvió para llorar. Llegué en tren, me puse a llorar sin parar, cogí clínex y yo no podía ni hablar. Porque además había relatos tan duros que yo pensaba: “¿Qué hago aquí, si a mí no me ha pasado nada?”. Había parejas que habían tenido pérdidas después de procesos de fertilidad, yo sentía que eran procesos más duros, escuché relatos devastadores. Había una frase que me decían mucho en mi entorno que es: “No llores, que ya tienes uno”, como si fueran cromos. Con el tiempo, esos comentarios los puedes enfrentar, pero en el momento te sientes muy vulnerable. Y es verdad que yo tenía a mi hijo pequeño, de dos años, y tienes que estar súperatenta con él, con lo cual tu vida pues sigue caminando. Total que yo lloraba por los relatos que contaban, por mí, por mi duelo y porque yo me sentía mal porque me parecía que lo mío no era tan doloroso.

¿Se culpa una en una situación así?
Yo me culpaba, pensaba si habría hecho algo mal. No me enteré de la causa de la muerte hasta después del nacimiento. Pero hasta que llega la autopsia tú coges el látigo y te vas fustigando, y te pones unos clavos en los pies. Piensas en todo lo que he hecho mal para llegar a que se haya muerto. Yo había tenido picos de estrés en el trabajo, o pensaba que había tenido una mala alimentación. Pero cuando llega la autopsia y te dicen que es por un nudo en el cordón umbilical, te das cuenta que no tienes ningún tipo de culpa. Y da igual lo que hubiera puesto en la autopsia, porque son procesos en los que tú no tienes la responsabilidad de lo que ha pasado. 

Yo no supe que me podría haber quedado con mi bebé y que lo podría haber enterrado. No lo registré porque no sabía que podía hacerlo. Tampoco sabía que puedes pedirte baja de maternidad

¿Qué pasa después de esta autopsia?
Yo no supe que me podría haber quedado con mi bebé y que lo podría haber enterrado. No lo registré porque no sabía que podía hacerlo. Tampoco sabía que puedes pedirte baja de maternidad. Yo estaba haciendo el curso de técnico de laboratorio, el grado superior, y me incorporé a clases después de una semana. Me levantaba, me iba a clase a estudiar hematología y microbiología y ya está, y como si no hubiera pasado nada. En ningún momento pensé que podía haber cogido bebé o que podía haber pedido verlo. Yo he trabajado en un laboratorio y sé cómo son los recipientes. Cogieron a Inés y la metieron en un bote estanco [un recipiente de boca ancha], y me lo dejaron a los pies de la cama cuando yo iba al quirófano. Recuerdo esa sensación, tocar el bote con el pie. El único contacto con ella.

A raíz de ir hablando de esto con otras mujeres y otros espacios, pues sé que hay mujeres que incluso siendo de menos semanas han visto al bebé o incluso que, si son más mayores, los lavan y te puedes hacer una foto para despedirte. Hay ya un acompañamiento mayor. Pero hay que decir que, hagas lo que hagas, no te tienes que culpar de las decisiones porque tú vas decidiendo sin un acompañamiento de nadie especializado en salud mental y al final estás tú con tus instintos.

Entre las postales hay una que firma su hermano. ¿Se puede hablar con los niños de muerte perinatal?
Se puede hablar de todo con los niños. Mis hijos son conscientes. Ellos cuentan que dicen que tienen otra hermana, pero que nació muerta y que no está. Alejandra, que nació después de Inés, llora, lo expresa, y pregunta que si ella existiría de no haber nacido su hermana muerta. Es su mochila. Sí, se puede hablar de esto con los niños, yo soy una fiel defensora de que con los niños se puede hablar de todo.

La psiquiatra perinatal Ibone Olza dice en la contraportada que no solo hay tristeza en la muerte perinatal. ¿Lo compartes?
Nadie está preparado para esto, sabemos que se nos van a morir nuestros padres, pero nunca contemplas la posibilidad de que se te vaya a morir un hijo. Si además le añades que es un hijo recién nacido o un hijo que todavía no ha llegado a nacer, pues creo aun menos cabe en nuestro imaginario. Son procesos muy tristes. Para mí es un agujero que no desaparece, sino que crecen otras cosas alrededor del agujero y aprendes a vivir con ese agujerito que tienes ahí para siempre. Este libro no es un libro triste, no entro en cosas como el momento en el que meten a Inés en la estanca, como te contaba. Hace falta buscar la belleza, porque al final hay que reconciliarnos un poco con nosotras mismas. Hay cicatrices que también son bonitas.

Cuando te dicen que no cuentes que estás embarazada hasta que tengas por lo menos tres o cuatro meses, no vaya a ser que pase algo, lo que te están diciendo es que no lo cuentes porque si lo pierdes vas a venir con tu pena a mí a deprimirme. ¿Y por qué no lo puedo contar?

Tú dices que tienes tres hijos, uno muerto. Es una forma de cambiar el lenguaje.
Porque yo creo que al final la maternidad es una cuestión política. Yo soy feminista y con el proceso de la maternidad me sentí bastante excluida dentro del feminismo. Para mí la maternidad se volvió una cuestión política, y cuando hablo de la maternidad me refiero también a la no maternidad. Con las muertes perinatales pasa lo mismo, porque si no hablamos de ellas es como si no existieran. Cuando te dicen que no cuentes que estás embarazada hasta que tengas por lo menos tres o cuatro meses, no vaya a ser que pase algo, lo que te están diciendo es que no lo cuentes porque si lo pierdes vas a venir con tu pena a mí a deprimirme. ¿Y por qué no lo puedo contar? ¿Por qué no lo puedo contar si estoy jodida? Al final las cosas que les pasan a las mujeres parece que tienen que pasar siempre en un plano más privado. Y creo que tenemos que ocupar también la esfera pública con el tema de la muerte perinatal. 

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Elena Lebrato Bustos aborda el duelo perinatal en su libro. David F. Sabadell

Te nombras feminista, ¿crees que el feminismo tiene un problema con sus discursos sobre la maternidad?
Ahora lo que yo veo es que está muy centrado en la imposibilidad de tener hijos, o de criarlos en condiciones, por culpa del sistema en el que vivimos. Lo cual me parece muy bien. Pero al final ha habido un momento en el que las políticas relacionadas con la maternidad se han enfocado exclusivamente al tema de la conciliación solo. Y no es eso. Para empezar, la conciliación no es solo para atender a tus hijos o hijas, son muchas más cosas.

Al final el feminismo para mí es el movimiento más integrador, porque es antirracista, ecologista, antifascista… Y creo que la parte de la infancia y la parte de la maternidad la tiene un poco descolgada. Cuando iba con Carlos siendo bebé a asambleas en Coslada, de donde yo soy, recibía críticas, incluso me llegaron a decir que el bebé molestaba. 

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¿Qué papel han tenido en tu escritura los talleres no mixtos y feministas?
Mi primer taller fue el de Silvia Nanclares. La seguía por redes y su libro lo compré en la feria del libro su libro Quién quiere ser madre. Ahí le dije: “Yo un día escribiré un libro sobre otras movidas de la maternidad”. Lo había ido rumiando ya, y cuando pude me apunté a sus talleres. Y para mí ese taller fue como un refugio. Se hablaba de inquietudes que yo tenía, me sirvió para construir también otros espacios. 

¿Qué tal ha sido publicar como Libros del Nido?
La verdad es que buscaba alguien que me quitara los dolores de cabeza de la maquetación, la corrección y demás. Pero además con Sara Garnica me siento atendida y como ella tiene peques también, creo que nos entendemos muy bien cuando surgen complicaciones, todas entendemos el momento y el proceso en el que estamos viviendo y al final se trata de acompañarnos.

He aprendido que no hace falta un ventanal mirando al mar y un café, sino que estar en un banco esperando a que salgan tus hijos de extraescolares es un sitio totalmente válido para escribir

Y ahora, ¿tienes tiempo para escribir?
Tengo un problema porque necesito escribir, pero no escribo. Hay muchas cosas que voy poniendo en notas en un documento que tengo de Drive, y tengo muchas cosas abiertas. En este momento soy concejala y eso no deja mucho tiempo. Además, cuando salió el libro pensé si me iba a recriminar algo, como no estar dedicándome en exclusiva a Coslada, hasta hice un vídeo explicando que lo había escrito antes. Ser concejala es una ocupación 24/7.

El otro día escuché a Lucía Lijtmaer, de Deforme Semanal, decir: “¡Tenéis que escribir!”. Así que me senté un rato a escribir y me puse el vídeo. Para escribir hay que sentarse aunque no tengas ganas, la rutina es muy importante. La verdad es que escuchar a Lucía me ha dado un empujón, porque al final es eso: siempre hay cosas más importantes que sentarte a escribir. He aprendido que no hace falta un ventanal mirando al mar con la máquina de escribir y un café, sino que estar en un banco esperando a que salgan tus hijos de extraescolares es un sitio totalmente válido para escribir. Y la rutina, eso es muy importante.

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