Infancia
Infancias, violencias machistas y el sentido de un feminismo niñista

Varias formas de violencias machistas tienen entre sus víctimas a niños, niñas y adolescentes. Aunque son violencias diferentes, la violencia contra las mujeres y la violencia contra la infancia comparten un mismo origen. Algunas autoras plantean un desbordamiento infantil del sujeto del feminismo.

La palabra no está en el diccionario”. Es el resultado de la Real Academia de la Lengua Española a la búsqueda del término “niñismo”, una posible traducción del concepto childism, que ­sería algo así como la idea radical que sostiene que niños y niñas son personas, por usar la referencia de Angela Davis. Childism sería a las infancias lo que feminismo a las mujeres. Pero la idea de un “movimiento niñista” suena lejana, como es lejana –o anecdótica– la alianza entre un movimiento de las infancias y los movimiento de las mujeres, a pesar de que muchas de las violencias que sufren tienen un mismo origen y de que muchas violencias machistas tienen entre sus víctimas a niños, niñas y adolescentes.

En 1989, la Ponencia de Investigación de Malos Tratos a Mujeres de la comisión de derechos humanos del Senado recogía ya el impacto de la violencia de género en pareja sobre los hijos e hijas de las víctimas. Pero la visibilización fue fugaz y no derivó en medidas, como recoge Paula Reyes Cano en su tesis Menores y violencia de género: nuevos paradigmas, publicada en 2019. La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral Contra la Violencia de Género, aprobada por unanimidad en el Congreso y que se convertiría en una ley de referencia en los siguientes años, supuso un cambio de paradigma al reconocer que las situaciones de violencia sobre la mujer “afectan también a los menores que se encuentran en su entorno familiar” y crear algunas medidas de protección, recogidas en los artículos 64 (“de las medidas de salida del domicilio, alejamiento o suspensión de las comunicaciones”), 65 (“de las medidas de suspensión de la patria potestad o la custodia de menores”) y 66 (“de la medida de suspensión del régimen de visitas, estancia, relación o comunicación con los menores”). Pero el texto era heredero de un contexto que aún consideraba que niños y niñas eran una extensión de las madres. Como explica Reyes Cano en su tesis, la terminología que se usaba entonces era reflejo de esta idea. Para referirse a esta realidad, se utilizaba el término “hijos e hijas de mujeres maltratadas”, “niños y niñas testigos” o “niños y niñas expuestos y expuestas a violencia de género”, explicitando su consideración de apéndices o víctimas secundarias. Sin embargo, la exposición a la violencia, como demuestran muchos estudios, tiene consecuencias directas para niños y niñas. 

2015: infancias como víctimas directas

En julio de 2008, el Ministerio de Igualdad lanzó la campaña “Ante el maltratador, tolerancia cero”. Acababa de arrancar la IX Legislatura en abril, con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente y el primer Ministerio de Igualdad como marca de la casa –una marca barrida por la crisis dos años después, en 2010–. “Ante el maltratador, tolerancia cero” proponía un giro en la sensibilización sobre la violencia de género en el ámbito de la pareja: su objetivo era promover el rechazo y el aislamiento social del maltratador. Se presentó al público con tres lemas: “Cuando maltratas a una mujer, dejas de ser un hombre”, “No se te ocurra ponerme una mano encima jamás” y “Mamá, hazlo por nosotros, actúa”. Con este último, la campaña introducía en la escena pública a los niños y niñas que sufren violencia de género en pareja o expareja, un detalle significativo y que acompaña la ­reflexión que se estaba produciendo en ese momento, algo que recoge bien el trabajo de Save The Children de 2006 Atención a los niños y niñas víctimas de violencia de género. En 2011, Save The Children publicaba el estudio En la violencia de género no hay una sola víctima y ahondaba en esa línea, tal y como recoge la tesis de Reyes Cano. 

Pero no fue hasta 2015 cuando se produjo un cambio legislativo de ­calado: la Ley 26/2015, de 28 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y la adolescencia, introduce “como principio rector de la actuación administrativa la protección de los menores contra cualquier forma de violencia, incluida la producida en el entorno familiar, de género”. Ese mismo año se aprobó la Ley 4/2015, de 27 de abril, del Estatuto de la Víctima del Delito, que en su exposición de motivos “visibiliza a los menores que se encuentren en un entorno de violencia de género y de violencia doméstica, para garantizarles el acceso a los servicios de asistencia y apoyo, así como la adopción de medidas de protección, con el objetivo de facilitar su recuperación integral”.

Estos dos cambios legislativos supusieron la consideración de los niños, niñas y adolescentes como víctimas directas de la violencia de género en el ámbito de la pareja o expareja. Sin embargo, como subraya Reyes Cano en su tesis, este giro solo se complementó con un intento de refuerzo de las medidas que ya existían y que los jueces, en la práctica, no estaban aplicando. Las estadísticas mostraban ya entonces la resistencia de los juzgados a aplicar medidas de alejamiento de los padres maltratadores, tal y como sigue ocurriendo a día de hoy.

Un mismo origen

Entre la ponencia que en 1989 reflejaba cómo los niños y niñas eran víctimas directas de una de las formas de violencia machista más extendidas y más abordadas legislativamente, y su reconocimiento en 2015 como víctimas directas hay 26 años de reflexión, estadísticas y toques de atención de los movimientos feministas y las supervivientes. Hoy es una obviedad que niños, niñas y adolescentes sufren de manera directa esta forma de violencia machista. Y algunas académicas proponen no detener ahí el recorrido. 

Patricia González Prado es doctora en Derecho Público y Filosofía Jurídico-Política por la Universidad Autónoma de Barcelona e integrante del Grupo de Investigación Antígona, y plantea que niñas, niños y adolescentes, junto con las mujeres, deben ser considerados como sujetos receptores de violencias machistas en la articulación de políticas públicas. González Prado toma como referencia las violencias sexuales contra la infancia que, mantiene, deben pensarse en clave de violencias machistas. Porque, argumenta, lo que califica una forma de violencia como una violencia machista no tiene que ser solo el género de las personas que la sufran con mayor incidencia ni de quienes las ejercen con preeminencia, sino también los mecanismos que se ponen en marcha y el impacto que tienen.

En ese sentido, la violencia sexual funciona como herramienta de afirmación del poder y del control patriarcal. “El pater familias del que se hablaba antes en el derecho puede disponer de todos los cuerpos que tiene de alguna manera controlados o sometidos”, ahonda, haciendo referencia al concepto con el que en la Roma clásica se denominaba al hombre con poder sobre propiedades y personas bajo su dominio, incluidos los hijos, un concepto que el derecho ­moderno ha heredado. Así, las violencias sexuales contra la infancia pueden darse porque “hemos construido a la niñez como sujetos y sujetas degradados en nuestras sociedades, y eso es así porque tenemos una organización machista y patriarcal de esa sociedad”, mantiene. Esto explica la violencia sexual contra niños y niñas no solo en el ámbito familiar, sino también en otros, donde de igual manera los niños y niñas son sujetos jerárquicamente inferiores. “La masculinidad hegemónica es aquel orden que requiere de reafirmar subordinaciones permanentes de otro; esto vale con las mujeres, pero también con las infancias, y vale tanto dentro de casa como en la escuela, en la comunidad y en el resto de instituciones”, dice esta investigadora.

Pero, ¿son las violencias contra la infancia siempre violencias machistas? “En términos genéricos, se podría decir que la violencia contra la infancia es una violencia patriarcal”, reflexiona Paco Herrero Azorín, educador social y coordinador de La Dinamo Acció Social, que ha reflexionado largo y tendido sobre las violencias hacia la infancia desde un enfoque no adultocéntrico. “El orden social que no valora lo reproductivo, que devalúa lo doméstico, que infravalora la participación de los niños y niñas en sus contextos vitales e impide una ­sociabilidad básica es patriarcal”, explica. Las violencias contra la infancia y las violencias machistas tienen otro punto tangente, como ­señala Herrero: son posibles gracias a una jerarquía en la que niños y mujeres ocupan lugares subalternos. Sin embargo, Herrero advierte: “La violencia contra la infancia la sufren indistintamente niños y niñas, la ejercen hombres y mujeres, y es consecuencia de una adultocracia que está consensuada socialmente”.

Violeta Assiego, abogada y activista de derechos humanos, que fue directora general de derechos de la infancia y de la adolescencia entre mayo de 2021 y enero de 2022, coincide en este planteamiento: aunque comparten origen, estas violencias son diferentes y es peligroso confundirlas. “Las violencias machistas no dejan de ser la materialización de un orden muy concreto, patriarcal, pero son violencias diferentes; si no tenemos esto en cuenta, podemos caer en la trampa de la ultraderecha y olvidarnos de cómo impactan de forma específica y, por tanto, de cómo establecer líneas específicas para prevenirlas”, advierte. 

Formas de violencias machistas contra la infancia. La palabra “bebés” no aparece en la ley de infancia, a pesar del esfuerzo que algunas organizaciones hicieron para que fuera incluida, con varias propuestas presentadas por el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, la asociación El Parto es Nuestro, la Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia de Unicef y la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNYA) y la asociación La Dinamo Acció Social. Aunque eso no llama la atención a nadie. Pese a quedar fuera de la ley de salud sexual y de la ley de ­infancia, el trabajo por la visibilización de la violencia obstétrica ha sido enorme en los últimos años. Pero se ha hecho casi en exclusiva subrayando cómo esta afecta a las mujeres y olvidando a las otras víctimas: los bebés. “Parece que se puede hablar de violencia obstétrica al margen de la violencia contra la infancia, cuando directamente atenta a sus derechos más básicos y a sus posibilidades vitales, tanto en términos de salud física como psicosocial”, señala Herrero, que además de coordinador de La Dinamo es integrante y formador del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal.

Desde un enfoque perinatal, no es la única forma en la que las violencias ­machistas impactan en niñas y niños, explica. En su enfoque, “todo lo que erosione el ecosistema de cuidados es un ejercicio directo de violencia contra la infancia”, dice antes de describir un panorama donde la precariedad y la dejadez de los servicios asistenciales se alían para ser cómplices de una violencia estructural. “La violencia machista, cuando se expresa directamente contra la infancia, en las familias, en los parques o en las escuelas, encuentra muy pocas barreras de protección social debido al desamparo generalizado e impacta con fuerza, dañando y normalizando la herida”, asegura.

Violeta Assiego amplía un poco más el mapa de cómo las violencias machistas alcanzan a las infancias y cita, más allá de la violencia de género en pareja, todas las violencias LGTBfóbicas. “El hecho de que haya una violencia que trata de preservar la cisheterosexualidad, a mi juicio es una violencia precisamente conectada con el machismo; es un tipo de violencia en el que se está imponiendo y alentando a la persona para terminar siendo un tipo determinado de hombre o de mujer”, justifica.

Y, al tratar de enumerar qué tipos de violencias machistas afectan a niños, niñas y adolescentes, hay que mencionar la “violencia vicaria”. La ley catalana de violencias machistas fue modificada en el año 2020. La reforma amplía de manera significativa las formas de violencia machista e incluye la “violencia vicaria”, que define así: “Consiste en cualquier tipo de violencia ejercida contra los hijos e hijas con el fin de provocar daño psicológico a la madre”. También la ley de protección integral a la ­infancia y la adolescencia frente a la violencia reconoce este tipo de violencia mediante una modificación de la ley integral de 2004. El concepto de “violencia vicaria” ha sido asumido además en la estadística de feminicidios que el Ministerio de Igualdad puso en marcha de 2022, aunque de otra forma: esta estadística contabiliza entre otros los “feminicidios vicarios”, que son los asesinatos de mujeres adultas por parte de un hombre como instrumento para causar perjuicio o daño a otra mujer por razón de género.

“Violencia vicaria” es un concepto que ha desarrollado la psicóloga Sonia Vaccaro para referirse a lo que entiende como un tipo de violencia “desplazada”: se comete contra una persona para ir en contra de otra. En Violencia vicaria, golpear donde más duele (2023), explica cómo empezó a dibujar el concepto en el año 2012, cuando conoció a una madre cuyo hijo había sido asesinado por su padre biológico. La definió entonces como “aquella forma de violencia contra la mujer que se apropiaba de los hijos e hijas como objetos para continuar dañándola, sacando ventaja del derecho que le otorgaban las leyes y que respetaban a rajatabla la justicia y las instituciones, aprovechando la supremacía de mantener siempre contacto con ellos”. Se trataría, para la autora, de una violencia secundaria, donde la víctima principal es la mujer y que puede adoptar varias formas: impago de cuotas, falta de cuidados, actitudes temerarias, perturbar la relación de los hijos con la madre o degradar el rol de la madre. La vía más extrema es el asesinato o desaparición de los hijos con la intención de dañar a la madre y tiene nombres propios: Olivia, Anna o Abril son solo algunos de ellos. Se trata, además, de un concepto relacionado con el Síndrome de Alienación Parental, una corriente que se basa en prejuicios sexistas sobre las mujeres, a quienes acusa de instrumentalizar a niños y niñas, especialmente en ámbitos jurídicos, de extendida aplicación pese a los intentos para atajarla. Pese a la aceptación que el término ha conseguido en el ámbito institucional, el término de “violencia vicaria” ha sido criticado como adultocéntrico, al considerar a niños y niñas víctimas secundarias, algo contra lo que Vaccaro se defiende: “Quienes piensan así, no han entendido el concepto”.

La infancia en disputa

En marzo de 2023, Vox promovió en el Congreso, el Senado y varios parlamentos autonómicos proposiciones no de ley y mociones “en defensa de la figura del padre”. En el texto, argumentaba que “ciertas teorías” radicales y extremistas han contribuido a la “demonización de la paternidad y, con ella, de la familia”. Una propuesta que refleja bien –como lo hace la imposición del pin parental– lo que dice Violeta Assiego: “Cuando hablas de infancias, en la ultraderecha se empiezan a poner nerviosos” porque “perciben que hay un riesgo para su retórica”. Por eso Assiego ve en las infancias un tema estratégico para los feminismos.

“Actualmente parece que hay dos dos perspectivas, esto nunca debería haber sido así”. Quien habla es Noemí Pereda, profesora titular en la Universidad de Barcelona e integrante del grupo de investigación Victimització Infantil i Adolescent (GReVIA). Y lo hace para poner un poco de contexto histórico: el feminismo es el movimiento que inicia el estudio de la investigación sobre abuso sexual infantil a finales de los años 80, a raíz de detectar cómo la violencia hacia las mujeres se producía también sobre niños y niñas. “La alianza era total”, subraya, si bien reconoce el enfoque adultocéntrico de esa primera aproximación que iba dirigida a proteger a los hijos de las mujeres que denunciaban violencia. 

Olvidada o anecdótica, esa alianza también se mantiene a día de hoy. Un ejemplo son los recientes estudios sobre violencia de género donde se da voz a niñas y niños de Enclave de Evaluación para Cruz Roja, bajo la dirección de la experta en infancias Marta Martínez, una referencia en el tratamiento de las políticas de infancia desde un punto de vista de su protagonismo. Para Martínez, hay un diálogo por hacer donde es necesario abandonar ­algunos prejuicios: “Necesitamos muchas más feministas en el ámbito de las infancias y más niñólogas críticas en el feminismo, aunque esto corre el riesgo de que las unas sean tratadas de forma indulgente y las otras seamos vistas como un riesgo de infantilizar el movimiento”. Lo que plantea no es un escollo menor, ya que apunta al corazón de uno de los debates feministas más recurrentes e irresolubles. 

En octubre de 2018, una intervención de la investigadora Sam Fernández desataba una reacción en cadena entre feministas. Aún no había empezado la legislatura del primer gobierno de coalición, en la que se debatiría la ley trans y se activaría la maquinaria del feminismo transexcluyente y de la transfobia. Pero entonces ya sus palabras –“tenemos que arriesgar el sujeto del feminismo”– suscitaban el debate. Por eso, pensar en una ampliación a las infancias puede sonar temerario. “Este es un miedo que nos está frenando de hacer reflexiones que hace rato que vemos que son necesarias; las infancias deben integrarse al sujeto político de los feminismos”, dice Patricia González Prado. “Obviamente tiene sentido que se haya centrado en las mujeres , pero el feminismo tiene que luchar contra la sociedad patriarcal, sea cual sea la víctima”, dice Noemí Pereda, que prefiere hablar de “violencias patriarcales”, como han hecho también otras personas entrevistadas para este artículo. Pensar en nuevas alianzas y entender la infancia como un espacio político es urgente, dice Marta Martínez, y sin duda revitalizaría el feminismo. Todas ellas coinciden en la necesidad de un intercambio entre feminismo y “niñología”, una palabra que usa Martínez. Ella hace otro apunte importante que obliga a cambiar el último párrafo de este texto, donde se planteaba la conveniencia de ir hacia un feminismo childista: existe ya un concepto, que viene fundamentalmente de experiencias del sur global y sobre todo de países de América Latina. Y “lo que tiene origen en el sur latino debe tener una denominación latina”. Esta experta prefiere hablar de “movimiento de protagonismo de las infancias”. Aunque, añade, de manera reciente se ha empezado a hablar también de “perspectiva niña” en el contexto de este proceso, que está en marcha. Se toma nota. Se apunta a la utilidad de tener un término más corto. Uno que quepa en un titular y que defina la RAE en una línea. Porque, quién sabe, tal vez sí pueda brotar esa alianza y hasta tal vez se pueda hacer un periodismo menos adultocéntrico. Más niñista.

III Encuentro Estatal 
Las víctimas de violencia sexual intrafamiliar serán las protagonistas del III Encuentro Estatal sobre Violencia Vicaria y Violencia de Género Institucional que se celebrará los próximos días 22 y 23 de marzo en Barcelona. En él, las voces y los testimonios de los niños, niñas y adolescentes afectados por estas violencias estarán en el centro para que sean escuchadas por representantes institucionales, políticos y profesionales que tienen competencias directas en el abordaje estas violencias. El encuentro, impulsado por organizaciones de la sociedad civil y de madres protectoras llamará la atención sobre las terribles consecuencias que estas violencias y la falta de acción de las instituciones dejan en la infancia y busca impulsar la puesta en marcha de una hoja de ruta con 43 medidas concretas encaminadas a erradicar la violencia vicaria y de género en las instituciones.
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Memoria histórica
Memoria Olvidadas por la historia: Las mujeres del Patronato
Durante más de cuarenta años, la libertad de miles de mujeres fue arrebatada por el Patronato de Protección a la Mujer. Siguen invisibilizadas por una Ley de Memoria Democrática
Cuidados
Cuidados Lavar el cuerpo de una anciana
Ir contra el pudor impuesto es sin duda una acción feminista, como también lo es defender el derecho al mismo en distintos contextos o situaciones.
Sexualidad
Sexualidad El sexo, el deseo y el consentimiento.
En un momento de hipersexualización de todo lo que nos rodea y multiplicación de las relaciones sexuales a través de aplicaciones, el sexo sigue lleno de tabús y lugares incómodos.
Catalunya
Catalunya Pere Aragonès, de presidente a segundo plato de Illa o Puigdemont
Las encuestas y el tirón de Pedro Sánchez acompañan a Salvador Illa, quien probablemente volverá a ganar las elecciones catalanas, como ya ocurrió en 2021. Esta vez, tiene más probabilidades de gobernar.
Pueblo gitano
Pueblo gitano Silvia Agüero y Nicolás Jiménez: “Hay que gitanizar a los anarquistas que se han burocratizado”
Son pareja en la vida, en la divulgación y en la tarea de gitanizar el mundo. Silvia Agüero y Nicolás Jiménez acaban de publicar '¿Anarquismo gitano?' para romper estereotipos y profundizar en la realidad de su pueblo.
Migración
Migración Maternidades migrantes: criar entre la precariedad laboral y la ley de extranjería
Sin redes familiares en las que sostenerse y en un contexto laboral enfrentado con la conciliación, las madres migrantes se ven especialmente expuestas a la precariedad.
Memoria histórica
Memoria Olvidadas por la historia: Las mujeres del Patronato
Durante más de cuarenta años, la libertad de miles de mujeres fue arrebatada por el Patronato de Protección a la Mujer. Siguen invisibilizadas por una Ley de Memoria Democrática
República Democrática del Congo
República Democrática del Congo Chikuru quiere para la República Democrática del Congo esa paz que nunca ha conocido
La vida de Chikuru ha transcurrido en una República Democrática del Congo siempre en guerra, desde su organización FoBeWorld, aspira a ayudar a la infancia y juventud a construir un futuro mejor, frente al expolio que devora su presente.
Literatura
Literatura Mallorca, el refugi de Vicent Andrés Estellés
El poeta trobà a l’illa la serenitat necessària per enfrontar-se a l’entorn sempre tens de València, a la vegada que publicà diversos volums i travà sòlides amistats.
La vida y ya
La vida y ya Futuros laborales
Lo que está claro es que para mí pensar en mi futuro laboral tiene que ir acompañado de pensar qué puedo hacer para que el mundo sea un poco diferente.

Últimas

Genocidio
Genocidio La ONU advierte de que un ataque sobre Rafah colapsaría la distribución de ayuda en Gaza
Turquía suspende todo el comercio con Israel. El fiscal del Tribunal Penal Internacional advierte de que no admitirá “amenazas” después de que trascendiera que imputará a Netanyahu y los suyos.
El Salto n.74
Revista 74 Cuando los algoritmos te explotan: no te pierdas el número de primavera de la revista de El Salto
De cómo los algoritmos y la IA gestionan el trabajo de cientos de millones de personas con ritmos y condiciones del siglo XIX, y de mucho más, hablamos en nuestro número de primavera. Ya disponible para socias y en los puntos de venta habituales.
Religión
Opinión Semana Santa y Ramadán
En el Sindicato de Vivienda de la Red de Apoyo Mutuo se celebró un desayuno con motivo del Ramadán, lo cual generó un debate interno interesante por ser una organización laica
Palestina
Palestina Bicicletada contra el genocidio palestino en Alicante
El núcleo local del BDS País Valencià ha realizado un recorrido reivindicativo para exigir el fin del genocidio contra Palestina por las principales calles de las tres capitales valencianas.
Que no te lo cuenten
Que no te lo cuenten De estrategias y misiones incumplidas
VV.AA.
La no dimisión de Pedro Sánchez y la imposibilidad de la Flotilla de la Libertad de llevar ayuda a Gaza marcan unas semanas intensas.
Más noticias
Fútbol
Fútbol Vicente del Bosque como respuesta a las presiones de FIFA y UEFA
El nombramiento del exseleccionador como presidente de la Comisión de Normalización, Representación y Supervisión busca alejar los fantasmas de una intervención política de la RFEF.
Cine
Cine 'Civil War', estética geopolítica en tierra de nadie
La sensación es que Civil War se queda en algunas ocasiones en una peligrosa tierra de nadie, tanto en sus cambios de estilo como en su contenido.
Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: Una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
Eventos
Evento Un Salto al periodismo del futuro: súmate a nuestro primer evento para estudiantes y jóvenes profesionales
El viernes 10 de mayo, El Salto organiza una jornada de periodismo joven para profundizar en temas clave, nuevos lenguajes y formatos, desde un enfoque eminentemente práctico.
Comunidad El Salto
Palestina La campaña de apoyo a Gaza de El Salto recauda más de diez mil euros para la UNRWA
El pasado 26 de febrero, tras más de cuatro meses de ofensiva militar de castigo por parte Israel sobre la Franja de Gaza, desde El Salto decidimos ir más allá del periodismo ante la gravedad de los hechos.

Recomendadas

Colombia
Colombia Sostener la vida en un ETCR
En la vereda colombiana La Plancha, la convivencia entre excombatientes y población civil es una realidad marcada por necesidades comunes.
Rap
Rap Viaje a los orígenes del hip hop en España: “Nadie esperaba ganar dinero con el rap”
El historiador Nicolás Buckley y el periodista Jaime Valero, exredactor jefe de HipHop Life, publican Maestro de ceremonias, un libro sobre la historia de la cultura hip hop en España.