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LGTBIAQ+
No binaries, espacio público y derechos humanos
Hoy las personas no binarias damos un pequeño paso en nuestra lucha, hoy por primera vez en la Comunidad de Madrid, una institución —o más bien parte de ella— reconoce nuestra existencia más allá de nombrarlos en un acto celebrado en conmemoración del Mes del Orgullo o del Mes de la Memoria Trans. Entramos un poco más en el espacio político, tomamos otro huequito del espacio público que como personas nos pertenece.
Hoy en la Asamblea de Madrid se votarán derechos humanos. Más Madrid lleva al pleno la Proposición de Ley de Igualdad efectiva entre hombres y mujeres, que entre un amplio marco de acciones para la igualdad efectiva entre géneros, reconoce el derecho que debemos tener las personas no binarias a nuestra identidad. Un derecho fundamental cuya proclamación se solicita desde Naciones Unidas y el Consejo de Europa e intrínsecamente unido a la dignidad y al desarrollo personal consagrados por la Constitución, pero cuyo ulterior reconocimiento hasta ahora nos ha negado el ordenamiento jurídico del Estado español —a diferencia de otros países donde se ha reconocido como Canadá, Islandia, Argentina, Dinamarca o Australia, por ejemplo—.
El reconocimiento de las personas no binarias en Madrid no entró en su día expresamente en la Ley 2/2016, que hace unos meses los movimientos ultraderechistas que han tomado parte de las instituciones de la Comunidad intentaron derogar. Canarias, sin embargo, sí que ha reconocido expresamente nuestros derechos fundamentales, y lo han hecho de manera unánime en un parlamento autonómico no enfangado por la extrema derecha que aprovecha cualquier pequeña intervención para atacar a colectivos disidentes y oprimidos.
Para que salga adelante el avance de derechos de parte del colectivo hemos sido moneda de cambio, al igual que lo han sido les disidentes de género migrades y les menores
Nuestro reconocimiento no ha sido de momento posible a nivel estatal, por una ley trans que terminó desapareciendo y fundida con una ley LGBTI atascada como si nos pudiéramos permitir esperar a que la foto de su aprobación definitiva sea más conveniente. Para que salga adelante el avance de derechos de parte del colectivo hemos sido moneda de cambio, al igual que lo han sido les disidentes de género migrades y les menores, quedando finalmente fuera de toda ley a la espera de que una enmienda haga un reconocimiento de derechos humanos.
Si miramos a los datos, no puede sino concluirse la necesidad de esta ley para nosotres. Las personas no binarias tenemos importantes barreras en acceso a empleo, a asistencia sanitaria por el estigma, o a riqueza en general. Somos víctimas de una importante violencia física, psicológica y estructural, en las calles, en los centros educativos, en los trabajos, en muchos núcleos familiares y en las instituciones. Esto repercute desde esa discriminación estructural en salud en una peor calidad de vida, sufrimos un mayor número de eventos cardiovasculares, tenemos unas tasas de consumo de tabaco superior al de la población cis, más infecciones por VIH, más cáncer y peor salud mental, con tasas de suicidio hasta seis veces superiores a las del resto de la población.
Esta ley supone, en caso de ser aprobada, el establecimiento de mecanismos y recursos que aseguren nuestra igualdad real y efectiva, con normas específicas contra toda forma de discriminación. Se reconoce el derecho de representación en los ámbitos de decisión públicos y privados así como en los órganos directivos de las Administraciones madrileñas, la igualdad en el empleo, en educación, investigación y salud, ser tenides en cuenta en las evaluaciones de impacto de género y en las estadísticas (lo que abre muchas puertas a su vez a la investigación y la lucha por derechos), el derecho a la visibilización y campañas de sensibilización y formación inclusiva de empleades públiques. Y esto es algo que como sociedad debería enorgullecernos, pues cualquier ley que avance en la igualdad es algo que una sociedad democrática no puede sino celebrar.
La institución en su conjunto no nos reconocerá salvo sorpresa o que el espíritu de Alberto Casero invada masivamente el pleno
Sin embargo, pese a la buena noticia que es para el colectivo que esto llegue a la Asamblea de Madrid para su admisión a trámite, la institución en su conjunto no nos reconocerá salvo sorpresa o que el espíritu de Alberto Casero invada masivamente el pleno. Y no lo hará situada entre el odio por el odio y el odio desde el academicismo. Sobre el odio por el odio poco hay que decir, las instituciones están totalmente ensuciadas por el discurso de odio contra los colectivos oprimidos disidentes —en los dos últimos plenos de la Asamblea de Madrid Vox ha realizado la misma pregunta LGBTIQAfoba al gobierno autonómico— hasta tal punto que corremos el riesgo de normalizar intervenciones vejatorias que no hacen sino aumentar la violencia que sufrimos en la calle.
Respecto al odio desde el academicismo, hablo de ese academicismo de torre de Babel que desde lo alto, desde su privilegio, o no puede o simplemente no quiere ver las consecuencias de su marco teórico, las consecuencias en las vidas, en las muertes. Un academicismo que desde la prensa describe nuestros derechos como banales, que se olvida de la interseccionalidad en su lucha, se olvida de les pobres, les racializades, les migrantes, les queer —en el sentido más amplio y reapropiado del término—.
Finalmente ese odio en lo que se materializa es en una lucha contra los derechos humanos. La semana pasada veíamos de nuevo una de las pocas manifestaciones que se han producido en el Estado español en contra de los derechos LGBTIQA+, y una de las primeras que lo hacen sin portar grandes banderas de España entre las que alguna casualmente aparece un pollo negro pintado, sin símbolos neonazis o sin grupos ultracatólicos. Dos odios, que incluso en esa manifestación, han resuelto sus diferencias —por llamar de alguna manera la persecución constante de la derecha a todo lo que le suene a feminismo— y se han convertido en aliados en la lucha contra los derechos humanos de algunes.
Cabe preguntarse, dado que no es comprensible que el academicismo niegue la evidencia científica reiterada y de más alto nivel, si lo que molesta no es lo de siempre, que las voces excluidas del debate público empiecen a tomar su espacio legítimo
La evidencia muestra que el reconocimiento de las personas no binarias no pone en peligro ninguna lucha ni a ninguna persona. Cabe preguntarse, dado que no es comprensible que el academicismo niegue la evidencia científica reiterada y de más alto nivel, si lo que molesta no es lo de siempre, que las voces excluidas del debate público empiecen a tomar su espacio legítimo, que aunque sea de manera muy marginal los espacios de disidencia comiencen a solaparse con los espacios oficiales de poder.
Pese a que hoy celebremos un paso en las instituciones, no debemos olvidar que estar en el debate público supone colocarse en el centro de la diana del odio, un odio que está suponiendo el primer retroceso en derechos en décadas para el colectivo LGBTIQA+. Pero no entramos hoy al espacio político, ser una persona no binaria —al igual que formar parte de otros grupos disidentes— y seguir con vida es un acto político, ser no binarie y vivir a la par que sobrevivir es un acto de poder. Defender algo tan sencillo como nuestra existencia ocupando nuestro legítimo lugar en los espacios que tradicionalmente se nos han negado, desde las calles y los colectivos hasta las instituciones, supone un fuerte activismo. Llevamos en esa diana del odio todas nuestras vidas, cada vez que hemos reclamado nuestro reconocimiento en nuestro día a día, que hemos sufrido violencia por ellos en nuestros centros educativos, muchas familias, centros laborales... Porque como bien sabemos todos los colectivos disidentes, ser sujeto político no es únicamente serlo en el debate hegemónico, sino que reafirmamos nuestra voces políticas a diario.
Lo que se vota hoy en la Asamblea de Madrid son simple y llanamente derechos humanos, los de las mujeres y los de las personas no binarias. El derecho a estar en el espacio público, el derecho a ser también para las instituciones, el derecho a la protección frente al odio. El reconocimiento de derechos es una de las principales limitaciones a otro tipo de poderes, y el momento histórico actual requiere de tales limitaciones. Hoy damos otro paso en la conquista de nuestros derechos, y eso es una buena noticia. Somos muches y cada vez más visibles, y hemos llegado al espacio público para quedarnos, es algo que desde el activismo siempre hemos tenido claro, ni un paso atrás.
Proposición de Ley de Igualdad Efectiva Entre Hombres y Mujeres, presentada por Más Madrid by El Salto periódico on Scribd