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Infancia
La Pirata: más allá de la domesticación infantil y las distopías de infantes tiranos
Queremos hablar de infancias y sociedad desde una mirada crítica, escribir de maternidades y paternidades desde una realidad polifónica, debatir de educación y futuro, desde un prisma arraigado en las condiciones materiales de las familias.
La conocida multinacional de recursos humanos Hunting Number Ones ltd ha introducido recientemente entre sus técnicas de selección de personal una prueba revolucionaria. Consiste en hacer que los y las candidatas gestionen una aguda rabieta de un niño de dos años en un supermercado. “Este test nos permite evaluar habilidades fundamentales en profesionales que estarán expuestos a situaciones de estrés, veremos cómo resuelven problemáticas como el cambio continúo en los parámetros de sentido, los entornos hostiles a la negociación racional, o el inmisericorde escrutinio público”, ha explicado Katherin MacQueen, CEO de la consultora Fireman’s Ideas, impulsora de esta innovación llamada a dar un vuelco al sector.
Todo lo anterior es coña. O más bien casi todo, cualquiera que haya tenido que lidiar con niñas y niños de cero a unos cuantos años, especialmente con infantes en estado rabietudo, cabezota, caprichoso, intenso, pesao, estará familiarizado con lo del estrés, los dramas sin sentido, la no posibilidad de razonar, y esas miraditas fulminantes del prójimo. Sí, los pequeños, dada su corta edad, su intenso proceso de formación de personalidad, su escasa interiorización de normas sociales, y su novatismo en el ámbito de lo razonable, pueden emperrarse en ocurrencias poco lógicas. Niñean, vaya. Así, a veces de manera imprevisible.
Parece que las técnicas infalibles de educación y domesticación de niñas y niños son de común conocimiento para las personas que no tienen hijos y para algunas que tuvieron hijos que nacieron ya tranquilos y civilizados
El escrutinio público es mucho más previsible: suele considerar que cualquier cosa que hagas para encauzar niñeamientos molestos está mal. Ignorar al niño hasta que se le pase la rabieta, MAL. Explicarle: “Juanito yo sé que tienes muchas ganas de hacer acopio de lacasitos nivel guerra mundial, pero no puede ser”, mientras le abrazas comprensivamente, lo cual no evita que cesen sus berreos: MAL, hippy pusilánime. Acabar humillada plegándote a sus deseos porque no puedes más del niño tocapelotas y la cero empatía de la gente, MAL. Pegar un par de gritos —estilo La Martirio- porque eres un ser humano mal dormido y esta es tu quinta rabieta del dia. MAL, MAL y más MAL
Parece que las técnicas infalibles de educación y domesticación de niñas y niños son de común conocimiento para las personas que no tienen hijos y para algunas que tuvieron hijos que nacieron ya tranquilos y civilizados (disfrutad de vuestra suerte o memoria selectiva, queridos). Por algún extraño motivo, quienes criamos actualmente pequeñas y pequeños somos una panda de incompetentes que, por falta de autoridad u omisión de obligación, estamos creando una generación de vástagos tarados que acabarán con la humanidad.
A las madres y padres de hoy nos dio por reproducirnos y se fue todo al carajo. En realidad solo queríamos realizarnos, lucirlos en los grupos de wassap y tener un argumento de peso para salir antes de la oficina
Con las generaciones anteriores, como todo el mundo sabe, la cosa iba muy bien y el planeta nos deparaba un prometedor futuro. Pero a las madres y padres de hoy nos dio por reproducirnos y se fue todo al carajo. En realidad solo queríamos realizarnos a través de ellos, lucirlos en los grupos de wassap y tener un argumento de peso para salir antes de la oficina y reservarnos un turno preferencial a la hora de decidir las vacaciones. O al menos este diagnóstico se deduce tras una revisión de tweets sobre infantes haciendo estragos en restaurantes y transportes públicos, comentarios de artículos sobre conciliación: esa búsqueda del privilegio materno, y conversaciones de bar en torno al tema: “La Crianza: ayer y hoy”.
¿Hola qué tal? Esto es La pirata, El blog de crianza, educación, y mundos niños de las gentes de El Salto. Este proyecto empieza porque queremos hablar de infancias y sociedad desde una mirada crítica, escribir de maternidades y paternidades desde una realidad polifónica, debatir de educación y futuro, desde un prisma arraigado en las condiciones materiales de las familias, acercarnos al mundo de las familias como espacios plurales y en transformación.
Porque queremos que las niñas, los niños, la escuela, las maternidades, las paternidades sean algo más que carne de tweets y conversaciones cuñadas —lugares donde hay mucho más juicio e individualismo que empatía y voluntad de comprensión— y reciban el abordaje que se merecen: un enfoque estructural, pero también emocional, un mirada lejos del cinismo y la ñoñería, cerca del juego y la utopía, allí donde nos gustaría dirigirnos.
Música
“El público infantil es el más sincero que hay; si no les gustas, se van”
Con letras que mezclan pedagogías libertarias, demandas y enseñanzas infantiles, la Banda del Cante Pirata demuestra que hay otras formas de hacer música para peques.