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El 9 de octubre de 1936 un par de soldados alemanes, entusiastas nazis a quienes no se les había perdido nada en Extremadura, conducían una tanqueta en dirección a Cáceres, provenientes del Castillo de las Arguijuelas, donde estaba su destacamento. Cercano al paseo de Cánovas chocaron contra un muro y a resultas del accidente murió el conductor. El otro quedó para el arrastre, falleciendo también un par de meses después en un hospital en su tierra teutona, de donde nunca debía haber salido. Dos nazis menos.
En agradecimiento a su disposición para ayudar a los golpistas españoles, el Ayuntamiento de Cáceres bautizó en 1939 el camino donde se accidentaron con el nombre de Avenida de Alemania, por aquello del reconocimiento al Führer. Como no iban a ser menos en el monstruario fascista, también le dieron al Duce una Plaza de Italia y a Salazar una Avenida de Portugal. De las tres solo se cambió, con el tiempo, la de Italia por Plaza de Antonio Canales, alcalde asesinado por los amigos de los nazis.
La supervivencia del nomenclátor filofascista refleja el rendido culto a la guerra por quienes gobiernan y tienen potestad para nombrar el callejero. El más patente ejemplo está en la implantación en tierras extremeñas de sendas fábricas de armamento y otras cosas de matar, en las poblaciones de El Gordo y Navalmoral.
Rheinmetall SA [...] ya fabricó cañones y ametralladoras para el régimen nazi entre 1936 y 1945, incluyendo el trabajo de esclavos en sus fábricas europeas durante los últimos años de guerra
Rheinmetall SA, explotadora de ambas factorías, ya fabricó cañones y ametralladoras para el régimen nazi entre 1936 y 1945, incluyendo el trabajo de esclavos en sus fábricas europeas durante los últimos años de guerra. Ahora, con el beneplácito de políticos y el beneficio de plutócratas, fabrica armas para Israel en sus fábricas de Extremadura.
Las autoridades extremeñas y españolas están encantadas con esta industria de la muerte. Como Jano bifronte miran hacia ambos lados de la muerte y de la vida. Alimentan el negocio de matar con el discurso orwelliano de que la guerra es la paz, la libertad la esclavitud, la ignorancia la fuerza.
Frente a su insania y demencia, rasgos propios de los y las psicópatas que nos gobiernan, se alza el grito anónimo de la ciudadanía, que ahora se manifiesta, un 6 de octubre de 2024, frente a las fábricas de la muerte de Rheinmetall, en Navalmoral, un signo de salud mental de parte de la sociedad que aún muestra signos de cordura frente a los nuevos genocidios.
Amech Zeravla.