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Kurdistán
¿Hacia un nuevo proceso para la solución del conflicto kurdo en Turquía?
“Esta es una era de paz, democracia y fraternidad para Turquía y la región”. Así terminaba el comunicado publicado por el partido kurdo Partido Popular por la Igualdad y la Democracia (DEM) el pasado 29 de diciembre, después de una visita al histórico líder kurdo Abdullah Öcalan en la prisión.
Las conversaciones entre el DEM —partido sucesor del Partido Democrático del Pueblo, HDP— y el Gobierno turco han sido también noticia en la prensa local durante el último mes. “Por ahora, por nuestra parte, llamamos ‘conversaciones’ a lo que está ocurriendo. Por supuesto, nuestro principal deseo es que las discusiones en curso terminen en paz y se encuentre una solución permanente”, explica Ebru Günay, exdiputada y copresidenta adjunta del Partido DEM responsable de la Comisión de Asuntos Exteriores.
La cuestión kurda en Turquía lleva enquistada desde hace décadas. El partido kurdo DEM siempre ha tenido un rol de mediador entre el Estado y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)
La cuestión kurda en Turquía lleva enquistada desde hace décadas. El partido kurdo DEM siempre ha tenido un rol de mediador entre el Estado y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización considerada terrorista por Turquía, Estados Unidos y Europa. Este papel del DEM empezó después de la detención del líder kurdo y presidente del PKK Abdullah Öcalan en 1999 —que fue encarcelado en la isla prisión turca Imralı— y, con el cambio de estrategia regional hacia una lucha política por el reconocimiento.
Las conversaciones de Oslo en 2006 se consideran el primer intento fallido para el entendimiento de ambas partes. Este acercamiento, en forma de diálogo entre la Agencia de Inteligencia Nacional y el PKK, culminó en 2011, después de polémicas relacionadas con filtraciones de audios de conversaciones privadas. A estos hechos, le siguió otro intento de proceso de paz conocido como Dolmabahçe entre 2013 y 2015.
El 21 de marzo de 2013, durante la celebración del Newroz —el fin de año kurdo— en la ciudad de Diyarbakır, delante de casi un millón de personas y transmitido por distintos canales turcos, se leyó una carta de Abdullah Öcalan que anunciaba la apertura de una nueva página en las relaciones: “Hoy comienza una nueva era. El período de lucha armada está terminando y se está abriendo la puerta a la política democrática. Estamos iniciando un proceso basado en los derechos democráticos, las libertades y la igualdad”.
Libertades
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El nuevo intento se vio interrumpido el 2015, después de los atentados de Ceylanpınar, ciudad situada en el sudeste de Turquía, en la frontera con Siria. El PKK reivindicó el asesinato de dos policías turcos. Dos días antes, Estado Islámico había reivindicado otro atentado en Suruç, también en la frontera con Siria. En este caso, el blanco fue un grupo de jóvenes cercanos a la causa kurda que planeaban viajar a Kobane, ciudad kurda en la zona de Siria y escenario de enfrentamientos entre kurdos y Estado Islámico.
El pasado 1 de octubre, durante la apertura de la sesión parlamentaria de la Gran Asamblea Nacional de Turquía, el líder ultranacionalista del Partido de Acción Nacionalista (MHP), Devlet Bahçeli, se estrechó la mano con diputados del partido DEM. Posteriormente, los “invitó” a “convertirse en un partido de Turquía”, hechos que sorprendieron a la prensa y al público general. Bahçeli había acusado al partido de mantener lazos con el PKK y había pedido el cierre del grupo en distintas ocasiones. El 12 de octubre, el presidente Recep Tayyip Erdoğan se mostró favorable al acercamiento del líder ultranacionalista, apuntando que la nueva constitución —propuesta del AKP, partido de Erdoğan— puede ser una oportunidad para un posible nuevo proceso de paz con los kurdos.
El 29 de diciembre el partido kurdo DEM anunció la visita de parlamentarios a la prisión de Imralı: era la primera vez desde hace casi una década que se permitía que el partido visitase a Öcalan
Dos meses después, el 29 de diciembre, fue cuando el DEM publicó el comunicado anunciando la visita de parlamentarios a la prisión de Imralı: era la primera vez desde hace casi una década que se permitía que el partido visitase a Öcalan. La última fue en abril del 2015. Ebru Günay, miembro del DEM, defiende que el líder es la persona correcta para las negociaciones: “Él es el negociador principal, puesto que es el interlocutor directo de los últimos 40 años, como líder del PKK y como la persona que dirigió directamente las discusiones sobre la solución entre 2013 y 2015. Además, Öcalan es la persona que allana el camino, ve positivamente las discusiones, hace sugerencias importantes y tiene los argumentos más sólidos sobre cómo se desarrollarán las negociaciones”.
Además de anunciar la era de paz para Turquía y la región, el líder remarcó la urgencia de estrechar la fraternidad turco-kurda: “Los recientes incidentes en Gaza y Siria han demostrado que la resolución de esta cuestión, agravada por las intervenciones exteriores, no puede aplazarse más”. Ebru Günay también insiste en la importancia del contexto regional: “Los representantes de Bahçeli, Erdoğan y el gobierno no ocultan que estaban al corriente de la intervención contra el régimen de Assad con antelación. El Gobierno está profundamente preocupado de que los acontecimientos en Siria puedan reforzar la geopolítica kurda. Creemos que estas conversaciones se han iniciado para llevar este proceso de forma más controlada y mantener a los kurdos —la dinámica de oposición más organizada tanto en Siria como en Turquía— en un terreno seguro”.
Pasos hacia la paz
Cómo se va a desarrollar el proceso continúa siendo una incógnita. Sin ir más allá de la cuestión política, el encarcelamiento de Selahattin Demirtaş —líder del HDP durante los años del proceso de paz de Dolmabahçe— se enmarca también dentro del diálogo y las negociaciones del proceso. Este no es el único caso de macrojuicio donde personas vinculadas con el movimiento han sido condenadas, así que la llegada de un acuerdo va a estar condicionada por la revisión de estos casos.
La situación de Oriente Medio a nivel regional pone en duda de si se trata del momento idóneo para iniciar un proceso con tantas consecuencias para los actores de la zona y para la comunidad internacional. La reciente normalización de relaciones con el nuevo Gobierno sirio y la creciente hostilidad de Israel en la zona han sido claros detonantes para un cambio en la política interior y de las relaciones que mantiene Turquía con los distintos países de la región.
“Algo se está desarrollando”, declaraba el portavoz del DEM Cengiz Çandar al periódico turco Duvar. La copresidenta adjunta del DEM Ebru Günay también abunda en la misma línea: “Aunque hay algunas declaraciones positivas por parte del Gobierno, todavía no se ha compartido con el público un programa de solución”.
Sin embargo, en este contexto de reconstrucción regional y de reestructuración de poderes, lo más importante es llegar a unos acuerdos que fomenten la paz y la estabilidad de la región, concluye Ebru Günay: “Esta cuestión es gigantesca en todos los aspectos. Naturalmente, su solución traerá grandes oportunidades y cambios. Beneficiará a todos los pueblos que viven en el país, especialmente a los kurdos. Las discusiones sobre la paz son extremadamente importantes para turcos, árabes, armenios, circasianos, georgianos, lazes y todos los demás pueblos y creencias”.