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Hemeroteca Diagonal
Elecciones 20D: El último día del bipartidismo
La progresión del PP en los años 90 conformó el modelo en el que se ha desarrollado la democracia española de las últimas dos décadas: la alternancia entre los populares y el PSOE. Las últimas citas electorales han confirmado que ese modelo tenía fecha de caducidad: Europeas, locales y autonómicas han mostrado la emergencia de cuestiones que parecían cerradas por ese “milagro bipartidista” que dejaba pocos huecos a coaliciones y partidos que cuestionasen el eje principal socialdemocracia-conservadurismo.
El ciclo político que se abrió a partir de la crisis económica que comenzó en 2008 y tras la extensión de la protesta que supuso el 15M, llega hoy, 20 de diciembre, a una nueva fase del cambio profundo en que ha entrado la sociedad española. Tras la abdicación de Juan Carlos I, sólo era cuestión de tiempo que el Congreso diese paso al tablero del juego modificado –aunque con las mismas reglas– que ya se ha establecido en Ayuntamientos o Comunidades Autónomas.
Siete personas, del activismo y la investigación, responden a dos preguntas planteadas por Diagonal en un especial que incluye, asimismo, piezas separadas acerca del debate sobre el derecho a decidir, la cuestión generacional y los hitos que han marcado este ciclo aún abierto.
David Becerra Mayor.Es doctor en Literatura Española y autor de La guerra civil como moda literaria.
¿Pueden suponer las elecciones generales del domingo el final del bipartidismo que puso en marcha el régimen del 78?Desde el 15M en lo social y desde el 25M en lo institucional se ha constatado que estamos en un momento destituyente. Desde lo social, la ciudadanía salió a impugnar al régimen y evidenció que el relato que hasta ese momento había servido para cohesionar a la sociedad había dejado de funcionar. Las últimas elecciones europeas, cuando el bipartidismo por primera vez no alcanzó el 50% de los votos, pusieron en evidencia que España estaba atravesando una crisis de régimen. Los continuos casos de corrupción dejaron al descubierto cómo se había constituido el bloque histórico de este país, cómo se relacionaban y se retroalimentaban la clase política y la élite económica en su propio beneficio, y a espaldas de la ciudadanía.
¿Qué posibilidades de apertura o cierre de ciclo cabe imaginar según sean los resultados el domingo?
Desde mi punto de vista, parece evidente que estamos en un momento destituyente; ahora bien, creo que todavía es pronto para hablar de fin de régimen. Eso supondría que quienes han ostentado el poder hasta ahora –monarquía, élite empresarial y los partidos del bipartidismo– lo pierdan, y después de estas elecciones parece que no va a suceder. Y más si se cumple lo que todas las encuestas pronostican. Es cierto que el régimen del 78 está agotado, pero está tratando de recomponerse.
Independientemente de los resultados electorales el nuevo ciclo político seguirá abierto –aunque el viejo ciclo no se habrá cerrado del todo. Habrá que recuperar la lucha en las calles, la movilización, para ir, entre todos y todas, abriendo ese proceso constituyente, desde abajo, que le hace falta a este país. Nada empieza ni termina el domingo 20 de diciembre.
Lolo Rico. Es cineasta, creadora del programa de televisión ‘La bola de cristal'
¿Pueden suponer las elecciones generales del domingo el final del bipartidismo que puso en marcha el régimen del 78?Creo que al menos se ha cavado una zanja entre los partidos más pequeños y los grandes. El bipartidismo ya no nos gusta, no entendemos por qué está ahí, por qué se plantea la política de esa manera que no ha traído más que injusticias y actitudes antisociales. Parece que hay ciertas esperanzas de que se acabe, yo confío en ello.
¿Qué posibilidades de apertura o cierre de un nuevo ciclo cabe imaginar según sean los resultados el domingo?
Albergo mis miedos a que se unan los partidos de derechas, sobre todo PP y Ciudadanos. Cuesta tanto pensar en algo bueno, por la costumbre a lo malo, pero sí creo que se puede imaginar una política nueva, alegre. Y esto no quiere decir que bailen en la tele o hagan el idiota sino que podamos sonreír todos. A mí me gustó mucho el final de la intervención en el debate de Pablo Iglesias porque dijo eso, que tenemos que sonreír. La gente está profundamente irritada, ya no puede más y no sabe qué hacer, o dolida por lo que ha pasado en los últimos años. Y esto no debería ser así. La política debería estar enfocada a la felicidad de la ciudadanía pero nuestros políticos no tienen la capacidad de ponerse en el lugar del otro, son torpes, poco inteligentes y carecen de imaginación.
César Rendueles. Es profesor de Teoría Sociológica y autor de Sociofobia y Capitalismo canalla
¿Pueden suponer las elecciones generales del domingo el final del bipartidismo que puso en marcha el régimen del 78?Más bien diría que estas elecciones son una etapa importante de un proceso de cambio más amplio y que no tenemos ni idea de hasta dónde nos puede llevar. Para mí, la herencia más duradera del bipartidismo es una sociedad civil anémica y unas instituciones públicas muy frágiles. Revertir ese legado es difícil, lento y es un camino lleno de peligros. No es imposible que resurja el bipartidismo en un nuevo clima de resignación y desmovilización, con tasas muy bajas de participación electoral. O puede que estemos avanzando hacia una italianización de la política española. Además, el debilitamiento y envejecimiento del PP abre una gran oportunidad para la extrema derecha en cuanto sean capaces de encontrar un candidato que no parezca un sargento ciclado de la Wehrmacht.
¿Qué posibilidades de apertura o cierre de un nuevo ciclo cabe imaginar según sean los resultados el domingo?
No se trata de una inaugurar un nuevo ciclo sino de conseguir que no se pare el que estamos viviendo. Me gustaría pensar que vamos a ser capaces de formar un movimiento popular en el que pierdan protagonismo los activistas y lo ganen los perdedores de la crisis. Pero las dificultades son inmensas porque partimos prácticamente de cero: en España hablar de movimientos sociales, sociedad civil y tejido asociativo es puro pensamiento desiderativo. Buena parte del discurso movimentista sobre el “desbordamiento” me parece muy narcisista porque sobreestima dramáticamente la capacidad de pequeños grupos ideologizados que, además, son sociológicamente muy homogéneos. La gran virtud de Podemos es precisamente que ha conseguido construir una herramienta electoral eficaz a partir de ese erial, pero ésa es también su principal limitación.
Nuria Alabao. Es periodista y antropóloga. Miembro de La Hidra Cooperativa.
¿Pueden suponer las elecciones generales del domingo el final del bipartidismo que puso en marcha el régimen del 78?El sistema electoral está pensado para dar estabilidad a los partidos grandes y facilitar la gobernabilidad, entre otras cosas. Por ejemplo, dar más peso al voto de las poblaciones pequeñas que se consideran más conservadoras por encima de las ciudades. Eso no va a cambiar con la emergencia de nuevas formaciones, es posible que si se confirma el hundimiento del PSOE veamos en algún momento renacer algún tipo de bipartidismo con nuevos actores. Lo que sí se da es una puesta en cuestión de los consensos que permitieron la consolidación de la llamada “democracia” y eso produce una apertura en la que los partidos nuevos tienen un espacio que hasta hace poco parecía imposible. Tener en las las instituciones parte de la crítica que elaboró el 15M, o de las propuestas que vienen de movimientos sociales es sin duda, una oportunidad única para replanteamientos más profundos.
¿Qué posibilidades de apertura o cierre de un nuevo ciclo cabe imaginar según sean los resultados el domingo?
En realidad según los resultados el escenario que se abre puede ser de ingobernabilidad, sobre todo si PP y Ciudadanos no suman mayoría absoluta. Es probable que el ciclo electoral no se termine este 20D y al menos eso puede mantener la famosa ventana de oportunidad abierta un tiempo más.
Jaime Pastor. Es profesor de ciencia política.
¿Pueden suponer las elecciones generales del domingo el final del bipartidismo que puso en marcha el régimen del 78?Sí, lo que parece más probable es que los dos grandes partidos hasta ahora –PP y PSOE– no sumen en total más del 50% de los votos y que otros dos partidos, Podemos y Ciudadanos, obtengan cada uno más del 15 % de votos. Aunque luego esas proporciones se vean distorsionadas por el sistema electoral y el peso de las circunscripciones provinciales con poca población en beneficio de los “viejos” partidos, es evidente que vamos a encontrarnos con un parlamento que reflejará un pluripartidismo competitivo, en el que además formaciones y nuevas coaliciones periféricas (como En Comù Podem y las Mareas) también tengan un peso específico superior al que han tenido hasta ahora. Esto supone un cambio radical en el “modelo” de gobernabilidad que ha presidido al régimen desde la “Transición” (el “turnismo”, basado en que forma gobierno el partido más votado de los dos principales) y abre una fase de inestabilidad política teniendo en cuenta las mayores dificultades para formar gobiernos con mayorías parlamentarias suficientes.
¿Qué posibilidades de apertura o cierre de un nuevo ciclo cabe imaginar según sean los resultados el domingo?
Es difícil predecir las características del nuevo ciclo político sin conocer los resultados de este domingo. En todo caso, parece que va a ser un ciclo muy inestable en un contexto de continuidad de la “diktatocracia” de la Troika –que ya ha exigido nuevos recortes sociales– y con el desafío independentista catalán por delante.
En ese marco van a surgir las dificultades para formar un gobierno “fuerte”, dado que será difícil conciliar al menos tres ejes: el convencional “izquierda-derecha”, el de “vieja política-nueva política” y el de “centro-periferia”. Con cada uno de ellos se pueden proponer coaliciones pero en cada caso distintas. En particular, Ciudadanos no puede renunciar a su imagen “regeneradora” pactando con PP y tampoco Podemos puede hacerlo con PSOE sin grandes concesiones en ese terreno o en el del compromiso, asumido ya por Pablo Iglesias, de la convocatoria de un referéndum sobre la independencia en Catalunya.
Por supuesto, caben pactos solo de investidura o de abstención o de “geometría variable”, según la correlación de fuerzas en escaños, en aras de la gobernabilidad, de la “responsabilidad de Estado” y de la nueva “cultura del pacto” (a la que parece incluso estar dispuesta la dirección de Podemos), pero no va a ser fácil. Probablemente la nueva legislatura sea corta y entremos en una nueva campaña preelectoral, con crisis internas, especialmente dentro del PSOE si su resultado es muy ajustado en comparación con Podemos y a mayor distancia del PP.
Además, no cabe olvidar que detrás de esas negociaciones seguirá estando la conciencia de que el problema es más de fondo. Se trata de la persistencia de la crisis de régimen y de la necesidad de asumir el debate ya abierto sobre la “nueva Transición”: o sea, reforma constitucional versus procesos constituyentes democratizadores en el plano económico, social y político. En resumen, se abre un nuevo ciclo que va a ser difícil que se cierre en falso mediante una mera “regeneración” del régimen a través de una simple renovación de elites y de unas reformas que no cuestionen las políticas austeritarias de la Troika y el neocentralismo dominante frente a la amenaza de “desconexión” de al menos una parte significativa de la sociedad catalana.
Emmanuel Rodríguez. Es sociólogo, autor del ensayo Por qué fracasó la democracia en España
¿Pueden suponer las elecciones generales del domingo el final del bipartidismo que puso en marcha el régimen del 78?El bipartidismo murió antes de 2015. Murió en las europeas de 2014, se confirmó en la municipales y autonómicas de mayo. Diciembre es sólo la última constatación de algo que ya ha ocurrido.
¿Qué posibilidades de apertura o cierre de un nuevo ciclo cabe imaginar según sean los resultados el domingo?
Ninguna, las líneas profundas de la crisis económica y social van a seguir actuando durante largo tiempo. La ya mencionada crisis de las clase medias ligada a la rarificación de la renta y el empleo, el sobreendeudameniento y el colapso de las rentas financieras, la devaluación de los títulos universitarios, etc. De otra parte, la crisis económica parece que nos va a ofrecer nuevos capítulos parecidos a los de 2007-2008 en el contexto de un capitalismo europeo que no encuentra salidas viables. Por último, la crisis institucional tanto escala europeo como española va a seguir actuando en los próximos años, las “reformas” previstas son meros parches temporales.
Pastora Filigrana. Es abogada de la Asociación de Juristas Grupo 17 de marzo
¿Pueden suponer las elecciones generales del domingo el final del bipartidismo que puso en marcha el régimen del 78?¿El bipartidismo va a cambiar de nombre? Desde luego, el reparto de votos según las encuestas supone el fin del bipartidismo como lo conocíamos hasta ahora, es decir entre PSOE y PP. Esto es algo positivo desde un punto de vista democrático. Pero desde una visión crítica, la ruptura del bipartidismo ha de celebrarse si verdaderamente supone que en el Parlamento estén representadas una pluralidad de inquietudes e intereses de la ciudadanía.
Sin embargo, si esta ruptura del bipartidismo no se va a traducir en pluralidad de discursos y formas de hacer no es algo que pueda celebrarse. Si la ruptura del bipartidismo se queda en dos tendencias liberales con discurso progresista y otro conservador, el bipartidismo únicamente habrá cambiado de nombre y rostro.
La ruptura del bipartidismo pasa por una ruptura discursiva que se traduzca en acciones prácticas, y esto será positivo siempre que estas nuevas prácticas se encaminen a un nuevo modelo de justicia social.
¿Qué posibilidades de apertura o cierre de un nuevo ciclo cabe imaginar según sean los resultados el domingo?
Las elecciones ponen fin a un momento de “stand by” de los movimientos sociales y políticos no institucionales. Durante el último año y medio muchas energías activistas se han volcado en la apuesta electoral. El día 20 termina el ciclo electoral y veremos qué resultados se obtienen y qué nivel de incidencia institucional es posible tener.
No obstante, sea cual fuere se abre un momento donde ha de aprovecharse el momento de inestabilidad institucional para reforzar las calles y la protesta encaminada a un cambio social profundo de carácter social y democrático.
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