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Hemeroteca Diagonal
El aprendiz de río que escondía un tesoro (y el váter de una ciudad)
Radiografía de 92 kilómetros del cauce que cruza, además de la ciudad de Madrid, un coto de caza reservado a la Corona, un parque nacional y dos regionales.

Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @pablorcebo.bsky.social, pablo.rivas@elsaltodiario.com
Francisco de Quevedo, en su poema “Manzanares, Manzanares”, se burlaba del curso que cruza Madrid, al que tildaba de “arroyo aprendiz de río”, a principios del XVII: “Más agua trae en un jarro / cualquier cuartillo de vino / de la taberna, que lleva / con todo su argamandijo”. No es el único que se ha mofado de este modesto pero histórico cauce. Al emperador del Sacro Imperio Germánico, Rodolfo II, se le atribuye una declaración formulada unos años años antes que la del señor de la Torre de Juan Abad y autor de La vida del Buscón, calificando al Manzanares como “el mejor río del mundo, pues es navegable a caballo”.
Otros literatos le han dedicado algunas líneas a este afluente del Tajo. Rafael Alberti escribía ya en el siglo XX: “¡Pobrecito río, / donde solamente botan / sus barquitas los chiquillos!”. Lope de Vega, Góngora, Luisa de la Cruz, Gabriel Téllez, Tirso de Molina o Ramón Gómez de la Serna engordan la lista de los que alabaron o se burlaron de estas aguas que cruzan la Comunidad de Madrid de norte a sur.
Hoy, el Manzanares está de actualidad debido al plan de renaturalización que el Ayuntamiento acometerá en 2017. Pero esta vez no nos atañe la parte urbana del río: sus 92 kilómetros tienen muchas más historias que contar.
El caudal que inspiró a pintores como Francisco de Goya o Aureliano de Beruete transcurren por espacios integrados en la Red Natura 2000, un parque nacional —el de la Sierra de Guadarrama— y dos regionales —los de la Cuenca Alta del Manzanares y del Sureste—, además de la Zonas de Especial Protección de Aves (ZEPA) de El Pardo y la Reserva de la Biosfera de su cuenca alta.
En sus aguas beben cabras montesas, ciervos, corzos o gamos, y viven peces y mamíferos como nutrias, truchas, lucios o barbos. Además, sirven de refugio invernal para garzas reales, martinetes o martines pescadores, entre otras aves, algunas de ellas en peligro de extinción.
Aguas residuales de cinco millones de personas
Pero no todo es naturaleza y biodiversidad. El ser humano tiene hoy en día varias asignaturas pendientes con el 'aprendiz de río' que podrían solucionarse con una mayor inversión, y algo de cariño.Santiago Martín Barajas, coordinador del área de Aguas de Ecologistas en Acción, precisamente uno de los artífices del plan de renaturalización del río a su paso por Madrid, lo deja claro: “La principal problemática del Manzanares a día de hoy es la contaminación por aguas residuales”.
El exceso de materia orgánica produce una sobreabundancia de población vegetal –algas– que deja sin oxígeno al curso. “A los peces les matan dos cosas: la falta de oxígeno en agua y la contaminación por amoniaco, que es tóxico para ellos”.
De hecho, de la quincena de estaciones de aguas residuales (EDAR) que alberga su cuenca (ocho de ellas sitas en sus márgenes), sólo cuatro realizan un tratamiento terciario, una tecnología que da mayor pureza al agua, mineralizándola y reduciendo su ionización.
Además de la mejora de las instalaciones para añadir este tratamiento a las EDAR, Martín aboga por incrementar su capacidad. “Cuando llueve, las aguas pluviales se juntan con las residuales y las depuradoras no tiene capacidad para depurar el agua. ¿Y qué hacen? Soltar sin depurar”.
Para paliar este problema, existe una treintena de estanques de tormentas –depósitos que recogen el caudal de la red de colectores de alcantarillado para almacenarlo y poder tratarlo posteriormente en caso de exceso de agua por lluvias– que dan servicio a las EDAR.
Río de montaña
El primer tramo del Manzanares, entre su nacimiento y el embalse de Santillana, junto a Manzanares el Real, es un pintoresco espacio con un ecosistema de río de montaña enmarcado en el Parque Nacional de las Cumbres de la Sierra de Guadarrama y el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.La fuente de este curso de agua surge de los neveros del Ventisquero de la Condesa – llamado así por Francisca de Silva y Mendoza, marquesa de Santillana y condesa del Real de Manzanares–, a más de 2.000 metros de altura, en la vertiente sur de la Cuerda Larga, uno de los principales ramales montañosos, y más altos, del Sistema Central. Estos neveros fueron muy utilizados entre los siglos XVII y XIX para la extracción de nieve con el fin de mantener fríos los alimentos de la zona, e incluso la ciudad de Madrid.
Hasta hace unos meses, la pintoresca zona era un espacio de baño utilizado históricamente por los lugareños y urbanitas.
El pasado 1 de junio aquello se acabó. La Comunidad de Madrid prohibía el uso recreativo de las aguas del entorno de la Charca Verde, el único en el que se permitía el baño, limitando además los horarios para el acceso mediante vehículo a la zona, que cuenta con un camino rural asfaltado y varios aparcamientos.
La medida era una histórica reivindicación de algunos grupos ecologistas, que veían en los 'domingueros' una fuente de degradación del espacio natural. Hasta entonces constituía uno de los dos únicos parques nacionales del Estado que permitía el baño en alguno de sus torrentes, junto al de la Caldera de Taburiente (La Palma, Canarias).
Cabras madrileñas rumbo a Francia
No es difícil divisar en la zona, especialmente en sus cotas más altas, ejemplares de cabra montés entre escaladores y excursionistas. Esta especie fue reintroducida en la Sierra de Guadarrama a principios de los 90. El éxito fue tal que de los 67 ejemplares de 1992 la población creció hasta los 4.500 individuos a principios de 2015, lo que obligó a adoptar estrategias para reducir la población. Más de 170 ejemplares madrileños han sido trasladados a los Pirineos franceses para que la especie vuelva al país galo,donde había sido extinguido.
Estos raudales también acogen lamprehuelas (en peligro de extinción en el ámbito regional en la Comunidad de Madrid) o bermejuelas, peces de aguas más frías. También se han introducido aquí especies como el perca sol, el gobio o la carpa.
El límite del Manzanares incluido en el parque nacional y su zona periférica de protección es el pantano de Santillana, en el que desemboca inicialmente, a orillas de la localidad de Manzanares el Real. Es el primer gran punto negro del cauce. “Aquí llega el vertido de Manzanares el Real y Soto del Real, además de los de El Boalo y Becerril de la Sierra, a través del río Samburiel, que llega también al pantano”, expone Martín.
El embalse de Santillana es uno de los más antiguos de Madrid. Construido en 1907 —“aquello en tiempos era una dehesa preciosa”, remarca Martín—, duplicó su capacidad aumentando la presa cinco metros en 1970. Su uso, además de regular el caudal del Manzanares, tiene como fin el consumo humano: de él se sacan 70 hm3 al año para saciar la sed de los madrileños. “Hasta este punto no hay contaminación química, sino que el problema es fundamentalmente de materia orgánica”, resalta el responsable de aguas, que hace hincapié en la necesidad de mejorar las depuradoras de la zona.
La depuradora de Navarrosillos, al sur del Colmenar, es la primera estación con tratamiento terciario que encuentra el río. El área es hábitat de varias parejas de una de las rapaces más amenazadas del mundo, el águila imperial ibérica, entre otras aves.
Jabalíes de sangre azul
Uno de los lugares más cercanos pero más desconocidos para las gentes de Madrid es el Monte de El Pardo, que cruza el Manzanares, integrado en el término municipal de la mayor ciudad del Estado, del que ocupa un 26,4% junto con su apéndice, el Monte de Viñuelas. Se trata de uno de los bosques mediterráneos mejor conservados de Europa, debido en gran parte a la política altamente proteccionista y restrictiva que aplica Patrimonio Nacional, organismo que lo regula las posesiones que estuvieron en manos de la Corona, a pesar de que la zona está dentro del parque regional, además de ser Zona ZEPA. El 94,4% de su área está cercada y su visita está prohibida.
El embalse de El Pardo, la segunda gran presa del Manzanares cuya única función es la regulación del cauce, era planteado por el Ayuntamiento de Madrid como una de las posibles reubicaciones de la escuela de remo que hasta hace un año, y desde 2012, practicaba el deporte en una de las piscinas en las que se convertía el cauce a su paso por Madrid antes del plan de renaturalización. Patrimonio Nacional ha dicho ‘no’, aludiendo que en la lámina de agua habitan hasta 24 especies de aves acuáticas incluidas en el Libro Rojo de las Aves.
El pabellón de caza de los 3,4 millones
Debido a su condición histórica de coto de caza real, especies cinegéticas como el ciervo, el gamo, el jabalí, el conejo o la perdiz roja habitan el recinto, algunas de ellas superpobladas ante la falta de depredadores. Aunque sí hay alguno que otro.Tal como revelaba Espía en el Congreso, Patrimonio del Estado vendió 1.800 gamos, 800 ciervos y 900 jabalís abatidos en el coto de caza de El Pardo, donde una treintena de guardas cuidan por que nadie se cuele. Está por ver si el rifle que abatió algunos de ellos viajó a Botswana. No es ningún secreto la afición que Juan Carlos de Borbón posee por la caza. De hecho, en El Pardo la Corona construyó en 2007 un pabellón de caza privado. Costó 3,4 millones de euros, que pagó religiosamente Patrimonio Nacional.
Tras cruzar las posesiones reales, el río que nos ocupa llega a la zona urbana de la capital, encontrándose justo antes un importante aporte de agua: el que vierte la depuradora de Viveros de la Villa, que da servicio a cuatro distritos, además de a pueblos del noroeste como Pozuelo de Alarcón, Majadahonda o Las Rozas. Posee tratamiento terciario, una instalación complementaria para regeneración de agua para abastecimiento de la red noroeste de riego de parques y jardines y cuenta con el estanque de tormentas de Arroyofresno.
Hasta 2013, la ribera del río sita junto a la depuradora acogía el poblado de Puerta de Hierro, del que el Ayuntamiento derribó la última casa en 2013 entre las protestas de vecinos y activistas solidarios con su población residente.
Donde antes había varios metros de agua casi estancada hoy hay un caudal mucho menor —en torno a 3 m3 por segundo—, lo que ha provocado la aparición de islas y orillas que han sido rápidamente pobladas por vegetación.
También han aparecido aves como garcetas y garzas reales, atraídas por la llegada de peces debido a la oxigenación del agua que ha provocado el hecho de que el río ya no sea estancado artificialmente. “Al correr el agua, el río se oxigena”, destaca Martín.
Uno de los 'regalos' inesperados que ha desvelado la apertura de las compuertas de las nueve presillas del río urbano ha sido la aparición de escombros en tiempos de las obras de soterramiento de la M-30 y el parque Madrid Río. “Es alucinante que haya escombros en el después del pastón que costó Madrid Río”, denuncia Martín, ¿tú haces una obra en tu casa y el currante te deja todo ahí?”.
Madrid sur: seis depuradoras
Caminando por la ribera del Manzanares a su salida de la ciudad por su parte meridional se pueden encontrar hasta seis estaciones depuradoras. Las EDAR de La China, La Gavia, Butarque, Sur, Cuenca Bajo del Arroyo Culebro y Sur Oriental multiplican el caudal del río, que a menudo triplica el que tiene antes de llegar a la urbe.Martín apunta que “a partir de aquí ya viene contaminación química de la ciudad de Madrid”.
En su opinión, ésta no proviene de la depuradora de Viveros, ya que ésta acoge sobre todo aportes de zonas residenciales, sino de las zonas industriales, mucho más numerosas en el sur de la región. “El 25% de las aguas residuales de Madrid vienen de polígonos industriales, y ahí sí hay químicos. Ha aparecido mercurio, cromo…”.
Este tipo de contaminación es, a menudo, difícil de detectar: “La orgánica es más evidente y la química es más silenciosa. No mata directamente, salvo vertidos importantes, pero se acumula y se acumula, y no se quita”.
Además, las depuradoras no actúan en caso de contaminación química, ya que sus tratamientos van enfocados a la materia orgánica.
De todas las EDAR aledañas al Manzanares del sur de Madrid, sólo dos realizan un tratamiento terciario: la de La China, cuyo cierre definitivo está previsto para finales de 2016 (construida en 1932, es la más antigua de la ciudad) y la del Arroyo Culebro Cuenca Baja.
Restos de guerra y degradación
Los escasos kilómetros de vega entre la gran ciudad y la pedanía getafense de Perales del Río han sufrido una importante degradación ambiental y paisajística, producto de la expansión de la urbe y sus infraestructuras de transporte. Innumerables son los puentes y viaductos bajo los que transcurre el curso del Manzanares en su camino hacia Rivas-Vaciamadrid, donde vierte su caudal en el Jarama para más tarde acabar en su curso padre, el Tajo, a la altura de Aranjuez.
Sin embargo, cuando el transeúnte se aleja algo más de la ciudad es espectacular, y muy habitual, la presencia de decenas de rapaces –cernícalo primilla, aguilucho cenizo, halcón peregrino o milano negro, entre otras, junto al nocturno búho real– sobrevolando los cortados de un valle con sobreabundancia de conejos, que sirven de alimento también a zorros.
Esos mismo cortados contienen aún numerosos restos de la Guerra Civil, ya que sirvieron de defensa republicana ante el ataque de las fuerzas nacionales en la Batalla del Jarama.
Los restos de fortines y trincheras, abandonadas y en precario estado de conservación por regla general, son abundantes en esta zona, aunque lo son más a medida que uno se acerca al Jarama, más al este.
Extracción de áridos
La parte final del curso del Manzanares es una historia de degradación con final feliz. El Soto de la Juntas, un espacio natural con las figuras de protección Humedal Catalogado y Red Natura 2000, además de formar parte del parque regional, fue durante años una zona de extracción de áridos para su uso en la construcción.
Ecologistas en Acción tiene catalogados media docena de puntos negros donde, incluso a día de hoy, se siguen haciendo este tipo de actividades, aunque en el margen del río Jarama, no del Manzanares, que en esta zona se encuentra mucho más cercano al río de Madrid.
A finales de 2006, una gravera era multada con 800.000 euros de sanción, además de la obligación de regenerar el área afectada, por extracción ilegal de este tipo de materiales en la zona. Obtuvo 232.000 metros cúbicos de materiales y afectó a cinco hectáreas de parque regional. El historial de sanciones por motivos similares en la zona es, sin embargo, extenso.
Sea un “aprendiz de río” o “navegable a caballo”, lo cierto es que, a día de hoy, el Manzanares es mucho más que el río de Madrid.
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