Genocidio
Aumenta la presión sobre Netanyahu para que acepte el plan de Biden

El primer ministro israelí enfrenta las críticas tanto de la plataforma de familiares de rehenes, que le exigen que acepte el plan de alto el fuego propuesto por EE UU, como de sus socios de Gobierno, que amenazan con romper la coalición si lo adopta.
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Protesta en la Universidad Politécnica de Madrid contra la colaboración de las universidades españolas con Israel. Álvaro Minguito
4 jun 2024 06:00

Tras 241 días de asedio israelí a Gaza, una hambruna creciente amplificada por el bloqueo de la ayuda humanitaria —que está dejando imágenes dignas de las peores catastrofes humanitarias globales— y un nivel de críticas contra el Estado sionista no visto desde hace décadas, la presión sobre el primer ministro hebreo, Benjamin Netanyahu, para que ponga fin a la masacre en el enclave palestino aumenta tanto internacionalmente como en el interior de Israel.

A la interna, la plataforma cívica que integra a las familias de los rehenes israelíes secuestrados por Hamás el 7 de octubre ha exigido al primer ministro que acepte el plan para un alto el fuego permanente y acabar con la guerra en Gaza en tres fases. Muy críticos con la política de Netanyahu respecto a Gaza, los familiares —que llevan meses organizando protestas contra Netanyahu, al que le exigen su dimisión— han pedido “la aprobación inmediata del plan” y han anunciado que van a ponerse en contacto tanto con cada uno de los miembros del Gabinete de Guerra como del Gobierno y del Parlamento.

Según el Centro de Satélites de las Naciones Unidas, de las 137.287 estructuras de Gaza, el 55% habrían sido destruidas o estarían dañadas por la ofensiva israelí

Por otro lado, los socios de Gobierno del ya conocido como “el carnicero de Rafah” se han posicionado en el lado contrario y amenazan con romper el Ejecutivo de coalición si Netanyahu acepta la propuesta de Biden. Ultraderechistas, supremacistas y ultraortodoxos parecen decididos a continuar con su plan de aniquilar a Hamás cueste lo que cueste, a pesar de las acusaciones de genocidio a las que se enfrentan y un recuento de víctimas que asciende ya a 36.400 personas, un 60% de ellas mujeres y niños.

Reacción ultra

Los movimientos no se han hecho esperar y este lunes Sionismo Religioso, el partido de ultraderecha del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ha organizado un encuentro con autoridades políticas y religiosas para valorar el posible abandono del Gobierno de coalición.

Por su parte, Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional y una de las voces más polémicas del supremacismo judío, partidario de la expansión de los colonos israelíes en Cisjordania, ya ha avanzado que se plantea un movimiento similar si el primer ministro sionista acepta el plan. Para el ultra, la aceptación de este sería “abandonar el plan de destruir Hamás”, así como “una victoria para el terrorismo y un peligro para la seguridad del Estado de Israel”.

El presidente chileno, Gabriel Boric, anunció este sábado que “Chile se hará parte y respaldará el caso que presentó Sudáfrica contra Israel”

Lejos de hacer caso omiso a las críticas de sus socios de Gobierno, Netanyahu ha extendido las dudas sobre la aceptación del plan en la tarde del lunes. “La guerra se detendrá con el fin de devolver a los rehenes y luego procederemos con otras discusiones”, decía el primer ministro, en lo que parece un nuevo movimiento para eludir la presión y seguir con la invasión de Gaza.

Las declaraciones hechas por Netanyahu este lunes prosiguen la línea que el acusado de genocidio marcó el sábado, cuando aseguró que “las condiciones de Israel para poner fin a la guerra no han cambiado: la destrucción de las capacidades militares y de gobierno de Hamás, la liberación de todos los rehenes y garantizar que Gaza ya no represente una amenaza para Israel”. De hecho, el dirigente  ampliaba las dudas sobre el plan asegurando que Biden solo había hecho pública una parte de la propuesta y que aún quedaban muchos detalles de esta por esclarecer.

Presión internacional

A nivel internacional, el creciente aislamiento del régimen sionista y las continuas movilizaciones sociales que la ciudadanía está ejerciendo en decenas de países —incluido EE UU— para que se tomen medidas efectivas para frenar el genocidio palestino en Gaza aumenta la presión no solo sobre Netanyahu acepte el plan de Biden, sino también sobre sus socios, principalmente EE UU, para que pongan toda la carne en el asador de cara a conseguir aprobar el plan y no aparecer como socios colaboradores de las atrocidades israelíes.

Desde el lado árabe, los ministros de Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Egipto, Arabia Saudí y Qatar han dado su visto bueno al plan de Biden, que comenzaría con una tregua de seis semanas para seguir con negociaciones que conlleven a la vuelta de los cientos de miles de palestinos desplazados a sus hogares, a pesar de que se estima que el 55% de las estructuras de la Franja de Gaza han sido destruidas o dañadas.

Según el Centro de Satélites de las Naciones Unidas (Unostat), de las 137.287 estructuras de Gaza, 36.591 han desaparecido, 16.513 han sido fuertemente dañadas, 47.513 se encuentran moderadamente dañadas y otras 36.825 están, probablemente, afectadas.

Por otro lado, en lo referente al juicio por el que se juzga al Estado israelí y su actual Gobierno por crímenes de genocidio, un nuevo Estado se ha sumado a la causa. El presidente chileno, Gabriel Boric, anunció este sábado que “Chile se hará parte y respaldará el caso que presentó Sudáfrica contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya, en el marco de la Convención de Genocidio de la ONU”.


La última hora de este proceso es que el Estado palestino ha pedido formalmente este lunes a la Corte Internacional de Justicia intervenir en el juicio para poder hacer una declaración, en virtud de los artículos 62 y 63 del Estatuto de la CIJ.

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