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Galicia
Feijóo se enfrenta a un todo o nada en las elecciones gallegas tras el fiasco de las dos investiduras
Probablemente sea su bola de partido. Es difícil saber si tendrá alguna otra más. Los dos últimos fracasos de Alberto Núñez Feijóo han sido tan estruendosos que las expectativas que salen de Génova 13, desde que el expresidente gallego aterrizó allí, parecen más quimeras que metas reales. Hasta la noche del 23 de julio se engalanaron con las mejores encuestas que les decían lo que querían oír. “Es posible un Gobierno en solitario del Partido Popular”, llegaron a sostener. Los cánticos enalteciendo a Isabel Díaz Ayuso y la cara de indisposición de Feijóo aquella noche anunciaban una caída en picado.
El líder de la derecha consiguió salvarse de la interna de su partido con una insólita moción de censura a un presidente del Gobierno todavía en funciones disfrazada de investidura. Comenzó entonces la tesis del no soy presidente porque no quiero que Pedro Sánchez con su carcajada y un parlamento de mayoría plurinacional acabaron por sepultar con el segundo Gobierno de coalición de la democracia. A finales de febrero o comienzos de marzo, según el consenso entre la oposición, Feijóo tendrá su todo o nada: las elecciones a la Xunta de Galicia. Él mismo lo ha dicho: “Si no sacamos la quinta mayoría absoluta consecutiva en Galicia, yo no habré cumplido mis expectativas”.
La frase no ha pasado desapercibida. Fue una respuesta a la pregunta de un periodista en el diario El Mundo: “¿En las elecciones gallegas, el PP se la juega?”. Y añadía Núñez Feijóo: “Es una obligación política conseguirlo. Y fíjese si me estoy arriesgando, porque no soy el candidato”. Otra vez vuelven las expectativas. Tras cuatro legislaturas de mayorías absolutas con carteles con su cara cada vez más grande y el logo del Partido Popular cada vez más pequeño —los escándalos de corrupción lo iban reduciendo—, la izquierda gallega saldrá a la campaña con una oportunidad de oro. Es el denominador común en el relato de fuentes de los tres partidos que tienen previsión de sacar representación en el Parlamento de Galicia. Por orden de estimación, BNG, PSdeG y un recién conformado Sumar Galicia. Se enfrentan al que probablemente sea uno de los candidatos más anónimos del PP en Galicia, Alfonso Rueda, colocado a dedo por el propio Núñez Feijóo antes de su partida hacia Madrid. Aunque el aparato del Partido Popular de Galicia ya se ha puesto manos a la obra para paliar esa situación.
Medios de comunicación
Medios de comunicación La Xunta de Feijóo pagó siete millones por el programa de televisión por el que se pasean sus altos cargos
Con una televisión pública absolutamente controlada por el argumentario de la derecha, asfixiada por un juicio de acoso laboral que atañe a toda su cúpula y con una de las mayores huelgas de la historia de Galicia (todos los viernes de las últimas 288 semanas), el Partido Popular es indistinguible de la línea editorial de la Corporación Radio e Televisión de Galicia. Hasta pasean a sus altos cargos por los programas de máxima audiencia para conocer sus “caras más humanas”. Pero la estrategia mediática de encumbramiento de Feijóo excede a los medios de comunicación controlados por sus gobiernos. La prensa teóricamente privada, pero hegemónica en Galicia, a saber, La Voz de Galicia, Faro de Vigo y La Región, también se ha prodigado en halagos al líder del PP durante su investidura fallida y también durante la de Sánchez: “Baluarte de la Constitución”, “Persona de fiar” o “Garante constitucional” han sido solo algunos de los apelativos de las portadas de los medios gallegos más leídos. Todo parece que la tendencia de la derecha mediática de cara a los comicios será la misma.
La izquierda también se juega un cambio de ciclo
Sin embargo, la izquierda gallega no tendrá fácil romper la hegemonía de quince años de gobiernos del Partido Popular. La líder de la oposición y portavoz nacional del Bloque Nacionalista Galego, Ana Pontón, es la favorita según la última encuesta de Sondaxe para liderar un potencial gobierno tripartito. Es consciente de ello. Hace poco más de dos semanas, arropada de mujeres militantes y con cargos políticos en las instituciones, Pontón formalizó la presentación de su candidatura a la presidencia de la Xunta dentro del proceso abierto por el BNG que previsiblemente ganará y será anunciado este sábado 25 de noviembre. “El cambio gallego está en marcha, imparable, y aspiro a ser la presidenta que lidere ese cambio, desde la esperanza, desde la confianza, junto a todos aquellos ciudadanos que quieren abrir una nueva era”, proclamó Ana Pontón ante un público ante el que dijo presentarse “con toda la humildad pero con toda la ambición de querer empezar una Galicia mejor para todos y hacer historia como la primera presidenta del país”.
Pontón y Besteiro escenificaron una sintonía simbólica necesaria para encarar las elecciones. Un cambio de Gobierno en la Xunta pasa necesariamente por un resultado óptimo para los dos partidos
El PSdeG, por su parte, juega con desventaja. Su candidato, José Ramón Gómez Besteiro, a pesar de haber sido el secretario xeral de los socialistas gallegos entre 2013 y 2016, goza de menos conocimiento por parte del electorado gallego en comparación con Ana Pontón, que cumplirá en febrero veinte años en las filas de diputadas del Bloque. Besteiro tuvo que apartarse de su cargo tras su imputación en un supuesto caso de corrupción que acabo sobreseído y las investigaciones archivadas. Desde esa decisión de la Audiencia Provincial de Lugo, Besteiro ha resurgido como uno de los hombre fuertes de Sánchez en Galicia. No en vano, ha cobrado protagonismo en algunas de las intervenciones parlamentarias de esta todavía joven legislatura y en el pacto firmado entre su partido y el de Pontón para la investidura. Allí, Pontón y Besteiro no solo sellaron un pacto. Escenificaron una sintonía simbólica necesaria para encarar las elecciones. Los antecedentes son claros: un cambio de Gobierno en la Xunta pasa necesariamente por un resultado óptimo para las dos formaciones políticas.
A pesar de que Sumar Galicia se ha registrado como partido para concurrir a las gallegas el pasado miércoles, aún no ha anunciado su cabeza de lista. Parece un secreto a voces en el entorno de la formación de Yolanda Díaz que la candidata elegida será Marta Lois, actual portavoz de Sumar en el Congreso, mano derecha de Díaz y con una trayectoria académica y política en el entorno de las mareas gallegas. Pero por ahora solo se conoce la identidad de su portavoz: Paulo Carlos López. La formación heredará el legado de En Marea, que quedó excluida del Parlamento gallego en 2020 después de haber sido la segunda fuerza. Sin embargo, en las elecciones generales, volvieron a sacar dos diputadas. Una de ellas, Lois.
Elecciones
Elecciones gallegas Sumar Galicia confirma que se presentará a las elecciones gallegas con el registro de un partido propio
La ultraderecha intentará fragmentar al Partido Popular
Por su parte, la agrupación de extrema derecha liderada por Santiago Abascal ha optado de nuevo por participar en las elecciones autonómicas en las cuatro provincias gallegas. Conscientes de que esta decisión representa un desafío definitivo para Alberto Núñez Feijóo, han querido volver a concurrir para tensar todavía más el discurso contra la amnistía en el electorado conservador y tratar de condicionar un potencial Gobierno del PP. En los anteriores comicios el ridículo fue mayúsculo. Javier Ortega-Smith fue recibido a gritos en casi cualquier encuentro público que Vox organizaba en tierra gallega tras haber llamado “xenófobo, antiespañol y racista” a Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, el principal referente histórico del galeguismo.
En el PP gallego tienen miedo de cómo les pueda afectar la decisión de Vox de volver a presentarse a las elecciones: “Estamos ante una situación grave, no hagamos el idiota”
Esta vez se creen capaces de llegar más lejos, a pesar de que la historia de la formación ultraderechista en Galicia quepa en el anverso de una octavilla: en toda su trayectoria, solamente han conseguido una concejala en Avión, un pequeño municipio ourensano de menos de 2.000 habitantes, pero donde hay una gran concentración de multimillonarios retornados de origen gallego que se fueron a hacer “las américas”. Salvo esa persona, lo demás es un campo yermo. Sin embargo, esta vez el Partido Popular no está cómodo con la decisión de la formación de Santiago Abascal. Cada voto cuenta. “En Galicia que nos jugamos una mayoría absoluta que no es fácil, hay que hilar fino para sostener esa mayoría”, explicaba este jueves el vicesecretario de Organización Territorial del PP, Miguel Tellado. Y añadía: “Pido a Vox que gobernemos de forma seria y responsable, para todos (...) Estamos ante una situación grave, no hagamos el idiota”, ha explicado Tellado demostrando una señal de debilidad, pero una llamada al voto útil: “Vox no tiene posibilidades en ninguna de las cuatro provincias. Si hay votantes de derecha que cogen la papeleta de Vox se lo quitan al PP para consolidar el último escaño en las provincias”.
Por último, todavía es difícil medir el impacto que tendrá la nueva candidatura del partido populista de derechas del alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, Democracia Ourensana, que ya ha anunciado hasta el nombre que va a abrir su lista para las elecciones autonómicas de 2024 en Galicia. A través de Twitter, Jácome anunció que el elegido será Armando Ojea, su actual teniente de alcalde. Esta candidatura tiene más papeletas para desbarajustar los planes del Partido Popular y si logra los “más de dos escaños” a los que aspira, podría ser la llave de Gobierno para que los herederos de Feijóo en Galicia lograsen su quinta investidura consecutiva.
Política
Feijóo afronta su investidura fallida como una moción de censura contra Sánchez
Alberto Núñez Feijóo ya no aspira a gobernar. Al menos en esta legislatura. No tiene los números y parece que tampoco a esos potenciales tránsfugas que ha intentado invocar en las últimas semanas. Lo dejó claro el domingo en un inédito acto de partido para proclamarse líder de la oposición y exhibir un “apoyo social” que no coincide con el cosechado en las urnas el 23 de julio. A la mañana siguiente, la secretaria general del Partido Popular, Cuca Gamarra, lo ratificó en una rueda de prensa: “Feijóo va a ser el primer candidato que pudiendo obtener los votos para ser presidente renuncia a tenerlos. Prefiere la dignidad que un gobierno de indignidad”. El marco es difícilmente verosímil. Se resume en la idea de que Feijóo no es presidente porque no quiere. Adelanta Gamarra que su líder hará este martes guiños a la conciencia de los nacionalistas de PNV y Junts per Catalunya: “Deben hacer la reflexión de si creen que Sánchez es más de fiar con ellos que con los suyos”.
Política
XV Legislatura La derecha lo apuesta todo al temblor de piernas del PSOE
Teniendo en cuenta las pocas posibilidades que tiene de convertirse en presidente durante la última votación que tendrá lugar el viernes, las prioridades para Feijóo, ahora, se han ido reordenando. Desgastar a Sánchez con la vista puesta en una repetición electoral y, casi más importante, salvarse de la interna de su partido para llegar vivo a esos potenciales comicios. Por eso, más que una investidura que se sabe fallida, lo de este martes en el Congreso está más cerca de una moción de censura velada al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. Es la primera que lleva a cabo Feijóo tras los intentos erráticos de Vox, Ramón Tamames mediante. Y si se atiende a las rimas de la historia de su partido al respecto, puede convertirse en un nuevo paso en falso del expresidente de la Xunta. Quién sabe si el último.
El PP, entonces AP, solo llevó a cabo una moción de censura que acabó con la inmolación política de su candidato, Hernández Mancha
La otra moción de censura del PP
Fue en marzo de 1987. Núñez Feijóo tenía apenas 25 años cuando el entonces presidente de Alianza Popular, Antonio Hernández Mancha, trató de embestir en el Parlamento a la mayoría absoluta que sostenía a Felipe González en su segunda legislatura al frente del Gobierno del Estado. Era imposible que aquel proyecto prosperase y fuese un medio para derrocar al ahora autoerigido como portavoz del régimen del 78. No era lo que buscaba. Manuel Fraga había dimitido como presidente de AP y, ávido, Hernández Mancha quería saltar en el trampolín que lo llevase a ser el candidato de su partido a la presidencia. No era diputado —algo que también rima con el Feijóo senador— y creyó que era la mejor estrategia para hacerse notar.
Salir en las televisiones y los periódicos enfrentándose cara a cara con González parecía un buen plan a pesar de haber reconocido públicamente que era una moción sin futuro. Pero se fueron sucediendo las sesiones y los días y, con ellas, los patinazos de datos y las incoherencias con las que sus adversarios, dentro y fuera de su partido, lo acribillaron. Hasta tal punto que el sector donde se encontraba un joven José María Aznar lo empujó hacia fuera para que Fraga volviese a tomar las riendas y salvase a AP de aquella deriva.
El PP todavía no ve apropiado externalizar una interna, pero el cierre de filas de los barones con Feijóo del domingo puede que sea uno de los últimos que pueda aprovechar
En el Partido Popular conocen mejor que nadie aquel suicidio político y las analogías, salvando las distancias, no son difíciles de hilar. Pero no parece el momento adecuado de externalizar una batalla interna. De hecho, el mensaje que ha querido mandar el aparato del partido es de unidad. Los doce barones territoriales del PP cerraron filas con Feijóo en la manifestación estática del domingo en la plaza Felipe II del barrio madrileño de Salamanca. Eso sí, el ala dura de Aznar y Ayuso se cobró sus minutos de relevancia a cambio.
Parece que este martes, Feijóo seguirá esa línea: aprovechar los focos y el protagonismo para erigirse como único líder posible para el bloque de las derechas, esperando que los intelectuales orgánicos de ese espectro y la derecha mediática así lo confirmen. No ha conseguido aumentar su apoyo más allá de los 172 votos que ya tenía garantizados antes de que el jefe del Estado, escogiendo el camino más improbable a la formación de Gobierno, le propusiese como candidato a una investidura fracasada. Ha pasado algo más de un mes y parece que a Feijóo no le quedan más opciones. Salvarse dentro del PP y tensar al máximo el debate público para una repetición electoral que, a día de hoy, no ganaría.
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La investidura: un micro abierto para Feijóo
En principio, la gran baza con la que cuenta el expresidente gallego es el tiempo ilimitado de palabra para defender sus tesis de Gobierno, los motivos que lo empujan a acudir a una derrota anunciada y para responder a las preguntas y críticas de los diputados y diputadas. Aunque si se atiende a sus trece años como presidente de la Xunta, es difícil encontrar un solo discurso en el que Feijóo haya improvisado y no leído, algo que podrían aprovechar sus adversarios si son capaces de sacarlo de sus marcos. Por su parte, el presidente del Gobierno en funciones podrá intervenir cuando lo considere y los grupos parlamentarios tendrán cada uno media hora de intervención desde el púlpito.
Pero habrá que esperar a la tarde del miércoles, una vez todos los grupos hayan intervenido, para que se pueda llevar a cabo la primera votación que el líder del Partido Popular debería ganar con una mayoría absoluta con la que es probable que no cuente. Por ahora solo tiene el favor de 172 diputadas y diputados, los de suyos y los de Vox, Coalición Canaria y UPN. Entonces y tras 48 horas, es decir, el viernes, se convocará la segunda votación en la que a Feijóo le llegaría con conseguir más votos a favor que en contra. Algo que es improbable que suceda.