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Fiscalidad
Uno de cada cuatro euros para impuestos
Es necesario hablar de impuestos. Que mucha gente se eche para atrás cuando se plantea un debate sobre la fiscalidad es un éxito de quienes defienden el status quo, de quienes se benefician de un sistema fiscal elaborado a la medida, y al dictado, literalmente, del poder económico y financiero.
Lejos de lo que se nos quiere hacer creer, no hay que tener una cátedra en Hacienda Pública para poder opinar sobre lo que pasa en los impuestos. Que la renta media declarada en el IRPF en la Comunidad Autónoma del País Vasco sea de 25.000 euros anuales, mientras que la media declarada por quienes tienen actividades económicas es de 15.500 es un escándalo mayúsculo. Está en nuestra mano denunciarlo y exigir a las haciendas que eliminen radicalmente el fraude fiscal.
Los impuestos determinan qué modelo de sociedad podemos tener. Los servicios públicos, las prestaciones sociales y las pensiones dependen de cuánto dinero recaudan las instituciones. En Euskal Herria estamos a la cola europea en presión fiscal, lo que explica también que estemos a la cola en el nivel de gasto público en Salud o Educación. A pesar de la propaganda, es imposible tener el mejor sistema de protección social del mundo con la menor presión fiscal.
A pesar de la propaganda, es imposible tener el mejor sistema de protección social del mundo con la menor presión fiscal
El debate fiscal siempre es necesario. Y más cuando llevamos ya casi un año sufriendo las consecuencias sanitarias, sociales y económicas del covid-19. Antes del pasado verano, ELA elaboró un documento para articular una salida justa a esta crisis. Entre las propuestas había un apartado sobre fiscalidad, con medidas estructurales y coyunturales (entre estas últimas recargos específicos en el Impuesto sobre Sociedades o en Impuesto sobre Patrimonio o Grandes Fortunas).
El momento y los beneficios
La negativa rotunda de los gobernantes de la CAPV y de Navarra a abordar la cuestión de la fiscalidad se basó en dos argumentos. El primero, que no era el momento de subir los impuestos a las rentas altas, al capital y a los beneficios de las empresas. Sabemos que no es un problema de elegir el momento. En las últimas décadas en Euskal Herria, siguiendo la ola llevada a cabo en la Europa neoliberal y antisocial, se han reducido de manera notable los impuestos a pagar por las rentas altas, las rentas de capital o los beneficios empresariales.
Para los autores de estas reformas nunca va a ser el momento de revertir esos recortes de impuestos. Argumentar que no es el momento se convierte en una excusa para evitar el fondo del debate. Y se plantea además en un momento en el que la pandemia está cambiando algunas cosas, entre ellas que a nivel discursivo hasta el FMI o la OCDE están diciendo que es necesario aumentar los impuestos al capital y a las empresas.
El segundo argumento fue que las empresas no podrían soportar un aumento de los impuestos que pagan. Ello parece dar a entender que el pago de impuestos está a punto de llegar a ser algo parecido a una expropiación ejecutada por los poderes públicos ante un capital indefenso.
La imagen de que las empresas pagan demasiados impuestos es tan falsa como que a los toros les gusta el rojo. ELA ha presentado un informe que detalla los beneficios obtenidos en 2019 por 22 de las principales empresas de la CAPV, así como el Impuesto sobre Sociedades de las mismas. La conclusión es clara. El Impuesto no llega a uno de cada 10 euros de sus beneficios. En concreto, esas 22 empresas solo destinan a ese impuesto el 7,6% de sus beneficios.
Entre esas empresas se encuentra Petronor, que se suele presentar como la “principal contribuyente de la hacienda vasca”. Su informe publicitario de 2019 dice que aportó a la hacienda de Bizkaia “771 millones de euros = 10% de la recaudación de la hacienda foral”. Ese informe no desglosa esa cantidad. Lógico. La supuesta aportación de Petronor a la hacienda foral corresponde al pago del IVA y del Impuesto sobre Hidrocarburos. Estos impuestos no los paga la empresa, sino que los pagamos cada vez que echamos gasolina o gasoil en nuestros vehículos.
La realidad de Petronor es mucho más grave. Según sus cuentas anuales, recogidas en la auditoría de la empresa, en 2019 obtuvo unos beneficios de 135 millones de euros y registró un pago del Impuesto sobre Sociedades de cero euros. O sea, que la empresa que va de gran contribuyente a las arcas públicas no pagó impuesto sobre Sociedades por sus beneficios de 2019.
Petronor no es la única empresa en esta situación. Otras, como Tubacex, Bridgestone, Pepsico o GKN tampoco aportaron ni un euro en el Impuesto sobre Sociedades a pesar de sus millonarios beneficios en 2019.
Muchas otras tampoco pagan mucho, que se diga. Entre ellas, empresas emblemáticas como Euskaltel (que pagó en el Impuesto el 11,1% de sus beneficios), Kutxabank o ITP (ambas con un tipo efectivo del impuesto del 4,6%), CIE Automotive (5,4%), Aernnova (7,6%) o Mercedes (10,4%). En este bloque también hay que incluir a las cooperativas, que, como Ampo, Danobat o Irizar, pagan entre nada y el 4,9%.
Hay mucho margen para que las empresas paguen más impuestos por sus beneficios y necesidad de incrementar los ingresos públicos
Hay margen
Estos datos demuestran que la realidad está muy lejos de esa supuesta imposibilidad de las empresas para pagar más impuestos por sus beneficios. Margen hay mucho, y necesidad de incrementar los ingresos públicos también.
Esta situación nos concierne a todas y a todos. No es difícil ver que la situación de la fiscalidad es muy injusta, y que debemos exigir un cambio radical de la misma. Es una situación que tiene responsables, que son los políticos que permiten, favorecen y legislan para que las empresas paguen poco o nada en el Impuesto sobre Sociedades. Lo que pasa en la fiscalidad es parte de la explicación de las puertas giratorias, de la connivencia entre el poder político y el poder económico que está detrás del diseño del actual modelo económico y social, de la primacía de los intereses particulares de las empresas sobre los de las mayorías sociales.
El cambio fiscal es urgente. Instamos a poner en marcha en el Parlamento Vasco, en las Juntas Generales y en el Parlamento de Navarra una Comisión específica para debatir esa reforma, con la participación de organizaciones sindicales y sociales.
Hemos planteado que antes del verano se apruebe en la CAPV y en Navarra una reforma fiscal que, entre otras medidas, incorpore que todas las empresas tengan que pagar en el Impuesto sobre Sociedades al menos el 25% de sus beneficios, sin ninguna excepción. Es una medida fácil de aplicar y de defender. ¿O es que a alguien le parece demasiado que las empresas que tengan beneficios paguen al menos uno de cada cuatro euros en el Impuesto sobre Sociedades?.
Para conseguir que esto sea así va a ser muy importante que las fuerzas sociales y políticas progresistas hagamos pedagogía sobre lo que está pasando. Tenemos que mostrar con claridad que tenemos una alternativa real al sistema, que rechazamos el actual modelo. Muchas veces, como por ejemplo con los presupuestos del Gobierno vasco o del Gobierno de Navarra, la izquierda política renuncia a rechazar las propuestas concretas (o incluso permite que se aprueben) y a mostrar sus alternativas, aceptando el marco del debate que nos quieren imponer los gobiernos o el poder económico. Esto es incompatible con el cambio radical que necesitamos, también en la fiscalidad.