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Euskal Herria
Euskal Herria y el cubo de Rubik
Escritor, periodista y miembro de la plataforma Guggenheim Urdaibai STOP.
Si algo nos enseña la naturaleza, el sistema que teje la vida, es la interdependencia mutua, la conexión profunda que muestran todas las manifestaciones de una compleja realidad que se expresa como un gran rompecabezas en el que cada una de sus piezas, más allá de tener entidad propia, es inseparable de todas las demás. Vivimos en un planeta convertido en un inmenso puzle de situaciones convulsas. En cualquiera de sus puntos cardinales hay guerras, conflictos sociales, hambrunas, migraciones, destrucción de hábitats, violencias contra las mujeres, desastres medioambientales, resurgimiento de nuevas formas de fascismo, discriminaciones, desigualdades… En definitiva, la vida cotidiana se revela como un enjambre de problemáticas, penurias y malestares.
Da igual dónde fijemos la mirada. Pongámosla, por ejemplo, en el aquí y ahora, en Euskal Herria. Un pueblo con algunas problemáticas específicas y otras muchas, la gran mayoría, a compartir con el resto de pueblos del planeta porque surgen de la matriz de un mismo sistema que a todos nos condiciona, oprime y explota.
“Hasta hace poco, nuestro cubo de Rubik nos mostraba unas pocas piezas: la contestación al régimen antifranquista, las diferencias de clase expresadas en las luchas obreras y las reivindicaciones de nuestra propia identidad como pueblo”.
Hasta hace no muchas décadas nuestro cubo de Rubik nos mostraba tan solo unas pocas piezas a modo de problemas acuciantes, que resultaban ser tres, fundamentalmente: la contestación al régimen antifranquista, las diferencias de clase expresadas en las luchas obreras y las reivindicaciones vinculadas a nuestra propia identidad como pueblo. Sí, había otras cuestiones incipientes, pero, en aquella época, no se les daba el valor que ahora tienen y el grado de conciencia de la sociedad de entonces no las había elevado a la categoría de importantes.
Ahora, y esto es lo relevante de las últimas décadas, hay un hecho incontestable: el surgimiento imparable de otras dos luchas que, junto a la histórica de clase, ocupan las primeras posiciones. La primera es esa gran revolución cotidiana de las mujeres por la igualdad y contra el patriarcado en un mundo que las sigue discriminando en innumerables frentes. Y junto a ella, la otra gran cuestión que va a marcar el rumbo de la humanidad en las décadas futuras: la emergencia de la lucha contra el cambio climático. Una y otra confluyendo y retroalimentándose en ese nuevo concepto que es el eco-feminismo, la bandera emancipadora actual más inclusiva y potente que engloba la lucha por la vida y los cuidados en el marco de un sistema inhumano que condena y somete.
8 de marzo
El 8M en Euskal Herria, en imágenes
El transcurso de la jornada de huelga feminista en Bilbao e Iruñea nos ha dejado algunas imágenes emocionantes
Pero más allá de todo esto, ahora también sabemos que la economía, la política, la sociedad, el trabajo, la cultura, el medio ambiente, las relaciones, el ocio… todo está profundamente imbricado en el marco de este gigantesco cubo de Rubik. Y las preguntas son: ¿conocemos lo que tenemos entre manos?, ¿cualquier movimiento es válido?, ¿por dónde comenzamos a ordenarlo?, ¿cuáles son las prioridades?
“Mientras el abanico de luchas se amplía y extiende, los resortes del poder real se concentran en unas pocas manos”
Es en este contexto en el que, además, ocurre algo, de signo inverso, pero muy evidente: mientras el abanico de luchas se amplía y extiende, los resortes del poder real se concentran en unas pocas manos. Es decir, mientras los explotados y explotadas de la Tierra afrontan una gran diversidad de problemáticas crecientes, el poder se globaliza y pasa de los Estados a las Transnacionales.
No es cierto que EE. UU., China, Rusia o la Unión Europea detenten las palancas de todo este gran tinglado. No, son compañías como Apple, Saudi Aramco, Microsoft, Google, Amazon, Tesla, JP Morgan, Alibaba, Lockheed Martin, Boeing, General Dynamic, y algunas más cercanas, como Inditex, BBVA, Banco Santander, Telefónica, Iberdrola… solo por citar unas pocas, las que controlan las decisiones más relevantes que toman los gobiernos de turno sometidos a sus designios y a sus intereses estratégicos. Ellas son, además, las grandes depredadoras de los escasos recursos del planeta.
Y como decíamos, todo esto ocurre en un contexto desfavorable para las ideas emancipadoras y la lucha por un mundo mejor. La utopía se ha diluido en el confort del consumo para millones de personas mientras otra buena parte de la humanidad sobrevive a duras penas o es aniquilada por hambrunas, enfermedades o, simplemente, abandonada a su suerte.
Esta diversificación del paisaje en las luchas ha producido una desarticulación en la respuesta social y política enorme. Hay muchos más frentes abiertos pero, al mismo tiempo, una disgregación desmedida. Es cierto que son necesarias las pequeñas batallas, pero, la pregunta clave, relevante, es si no estaremos perdiendo la guerra. Y, en nuestra humilde opinión, sí, la estamos perdiendo inexorablemente.
“La correlación de fuerzas marca en buena medida el destino final de “una lucha”. Y no menos importante es la disposición de los frentes, la acumulación de los efectivos con que se cuenta y la elección de las prioridades”
La correlación de fuerzas marca en buena medida el destino final de “Una Lucha”. Y no menos importante es la disposición de los frentes, la acumulación de los efectivos con que se cuenta y la elección de las prioridades. Esto lo sabe el sistema que intenta por todos los medios, y lo consigue, generalmente: dividir las líneas enemigas, disgregar, desarticular, disolver, separar y obstaculizar cualquier estrategia que de forma decidida y contundente le haga frente. Ellos se juntan y nosotros nos separamos. ¿Aprenderemos de ellos alguna vez?
“¿O las luchas de las mujeres en tantos frentes no tienen que ver con las de clase, con las de los cuidados de la vida, con la educación, con la segregación racial, etc.?”
Hemos escrito antes “Una Lucha” y hemos querido remarcarlo con mayúsculas. Por una sencilla razón: todas las luchas forman parte de la misma, de una única que engloba a todas, a pesar de que estas puedan plantearse bajo la forma de una diversidad infinita, interminable. ¿O las luchas de las mujeres en tantos frentes no tienen que ver con las de clase, con las de los cuidados de la vida, con la educación, con la segregación racial, etc.? ¿Y las de clase acaso no se imbrican también con un modelo de decrecimiento irracional e insostenible, con la sobreexplotación de la Naturaleza, con el disfrute del ocio o con el derecho a una vivienda digna?
De lo local a lo global, decíamos. Euskal Herria, principios de 2024. La lista de preguntas es interminable. ¿Qué diagnóstico hacemos de todo esto? ¿Cómo nos organizamos para enfocar todo este maremágnum? ¿Cómo atajar la disgregación de esfuerzos galopante? ¿En qué habría que poner el énfasis y, por tanto, mayores recursos? ¿Cómo manejamos, en definitiva, este sistema en forma de gran cubo de Rubik?
Explotación laboral
SINDICALISMO La precariedad mató a 58 trabajadores en Euskal Herria en 2023
Lo que parece claro es que la lucha política actual necesita de una conducción clara en torno al cuestionamiento del modelo de desarrollo capitalista imperante que nos lleva directos al desastre. Y, tan importante como lo anterior, de una coordinación de todos los frentes de lucha y, por tanto, de todas las organizaciones, colectivos, asociaciones militantes… que se sitúan en el mismo lado de la barricada. Lo que parece evidente es que la disgregación debilita y que la conjunción de luchas es más urgente que nunca y que dado que las fuerzas son escasas, habrá que elegir prioridades.
Quizá estos tres ejemplos, hay otros, nos pueden dar algunas ideas de cómo manejar mejor este gran puzzle en Eukal Herria. El primero, la reciente huelga general feminista del pasado 30 de noviembre. Un “hito histórico” no tanto por su alcance cuantitativo, que también lo fue en algunos sectores y lugares (poblaciones como Lekeitio registraron un paro casi total), sino por la amplitud de las organizaciones convocantes (más allá de las organizaciones feministas) y por la diversidad de reivindicaciones yuxtapuestas que integraba la convocatoria y que iban desde las más tradicionales de lucha contra la división sexual del trabajo y contra la violencia machista, hasta otras como la reclamación del trabajo no remunerado e invisible, contra la precariedad en los empleos, a favor de que desde lo público se atiendan con recursos suficientes todo lo relacionado con “los cuidados” y la reproducción de la vida, o poniendo altavoz para las personas migrantes. Todo ello sin olvidar que también fueron muchos los hombres que se incorporaron a esta jornada de lucha que rebasó los marcos hasta ahora tradicionales.
Huelga feminista
Huelga general feminista Jornada de lucha contra la mercantilización de los cuidados
El segundo es el que está aconteciendo en los últimos meses en Busturialdea principalmente, por ahora, con el creciente movimiento de oposición al proyecto de instalación de otro Museo Guggenheim, tanto en Gernika como en Murueta, en plena Reserva de la Biosfera. Una lucha que, para ganarla, requerirá no solo del apoyo sin fisuras del conjunto del movimiento ecologistao de Euskal Herria a la gran labor que ya viene haciendo la plataforma unitaria Guggenheim Urdaibai Stop, sino de todo el activismo en general porque esta lucha engloba otras muchas, como son las de combatir el modelo turístico invasivo que todo lo destruye, la del abandono por parte de las administraciones de las comarcas y los núcleos rurales (y su consiguiente despoblamiento) frente a las grandes ciudades, la defensa del medio ambiente, etc.
Ecologismo
Reserva natural El Guggenheim Urdaibai avanza a pesar de la lucha vecinal y la disputa local por el poder
De lo local a lo global, un tercer ejemplo. El mosaico humano gigante que se realizó en Gernika el pasado día 8 para explicitar su apoyo a Gaza y a todo el pueblo palestino debe ser una prioridad absoluta desde Euskal Herria para con las luchas de los pueblos, no solo por su emancipación, sino, más urgente aún, por su supervivencia ante el genocidio que está cometiendo Israel en este caso, sin olvidarnos de las luchas de otros pueblos como el kurdo, el saharaui y los de tantas comunidades indígenas a lo largo y ancho del planeta.
Hagamos de Euskal Herria un pétreo cubo de Rubik que defienda todas las causas de forma más coordinada, con prioridades, porque el capitalismo nos plantea numerosos frentes para que nos distraigamos de lo verdaderamente importante: un cambio de modelo radical que elimine buena parte de las actuales penurias y desigualdades.