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Agroecología
El euskera es agroecológico
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Así hemos concluido el grupo de trabajo sobre Descolonización en el marco del encuentro “Euskal Herrian ekofeminismoak gorpuzten”, que tuvo lugar en Maeztu el pasado mes de noviembre. Un refugio de diferentes expresiones de la defensa del territorio, un semillero criollo de ideas fértiles y una abundante cosecha entre mujeres del campo y de la ciudad con el vivo deseo de encontrarse. Pero, ¿por qué hay que descolonizar el medio rural vasco?
En primer lugar, para recordar que la colonización no es el inicio de la historia. Antes de este saqueo que inaugura la acumulación primitiva del capital, ha habido diferentes conocimientos vinculados al cultivo de la tierra y a la organización social y relacional entre los seres vivos que la colonización, en cuanto expansión mundializadora del capitalismo, ha enterrado. Sin embargo, la rotación de cultivos, las huertas mandalas, la permacultura y la agroecología son algunos de estos saberes, epistemologias, g(i)nealogías que siguen pulsando debajo de la tierra aquí y en diferentes rincones del planeta. Descolonizar, por tanto, para recuperar sabidurías ancestrales de relación con la naturaleza.
Hay que descolonizar para recuperar sabidurías ancestrales de relación con la naturaleza
En segundo lugar, para asumir que la colonización sigue en marcha y supone implicaciones diferenciadas a los territorios. La desposesión, la esclavización de personas y la mercantilización de la tierra son parte integrante del proyecto fundacional de los estados-nación creados en los pueblos invadidos. Un proyecto de exterminio en el que el medio rural ha tenido una posición central en la economía de dependencia y subalternidad que se impone desde hace cinco siglos a los países del sur global. Euskal Herria, al haber sido anexada al modelo depredador europeo, inevitablemente, ocupa una posición geopolítica de la que su oligarquía se ha beneficiado y sigue enriqueciéndose. Descolonizar, por tanto, para reconocer privilegios y socializar derechos.
En tercer lugar, para entender que Euskal Herria va más allá de su burguesía entreguista y que esta tierra también sigue resistiendo a la ocupación criminal de los imperios, siendo el medio rural vasco el principal punto de ataque. Robos de tierras comunales, estigmatización de la (agri)cultura baserritarra, imposición de los dogmas serviles de la mayor latifundista de la historia: la iglesia católica, violaciones y persecución a las mujeres campesinas, prohibición de la lengua originaria que emana de estos bosques... Descolonizar, por tanto, para honrar las brujas que por defender la tierra aquí también nos las han quemado.
Agroecología
Día de la Persona Agricultora Milikua: “Las tareas del campo cobran valor cuando las hacen los hombres"
Euskal Herria, al haber sido anexada al modelo depredador europeo, inevitablemente, ocupa una posición geopolítica de la que su oligarquía se ha beneficiado y sigue enriqueciéndose
Una historia de pequeñas y grandes revoluciones silenciadas que aún persiste en el ámbito rural de nuestro territorio. La desposesión territorial de las mujeres en nombre de la sostenibilidad del baserri, la falta de infraestructuras y servicios públicos de calidad y proximidad, el acoso del capital transnacional hacia los bienes naturales y la explotación laboral son el día a día del campo. Las tierras que ayer veían arder a nuestras bisabuelas herejes, son las que hoy acogen a miles de trabajadoras migradas que asumen, sin contrato ni derechos, la precariedad más perversa que se alarga en el ámbito rural. Queremos soberanía alimentaria para todas, pero la Ley de Extranjería solo se nos aplica a algunas.
La violación de los derechos de la naturaleza y de las personas que viven y trabajan en la tierra es un proyecto político secular de expulsión y control territorial. Frente a ello, cada vez son más diversos los recorridos vitales, las etnias, los tonos de piel y los acentos que conviven, no sin conflictos, en los invernaderos de nuestro país. Nunca ha sido tan evidente que recuperar la tierra robada es la lengua común entre los pueblos. No es casual, por tanto, que en las huertas de Euskal Herria el euskera, con sus diferentes acentos y procedencias, sea el puente común que conecta cosmovisiones sedientas de justicia para el campo y emancipación para las personas.
Cada vez son más diversos los recorridos vitales, las etnias, los tonos de piel y los acentos que conviven, no sin conflictos, en los invernaderos de nuestro país
La lengua es lo que traduce lo simbólico al real. La lengua es raíz que nos arraiga, es rama que nos nutre los sentidos y es espora que planta el futuro. La lengua es el florecer más autóctono de la idiosincracia de un pueblo. Y en Euskal Herria el euskera es la lengua común de un pueblo cada vez más diverso y que insiste en germinar contra toda opresión, exclusión y (mono)cultura. La cabeza piensa donde los pies pisan. Por ello, si el derecho a la tierra es la lengua común entre los pueblos, el euskera es pura agroecología.