Huelga feminista
Jornada de lucha contra la mercantilización de los cuidados

Un mercado en expansión, una aguda jerarquización laboral y la condición de aislamiento de las trabajadoras caracterizan un sector de cuidados cada vez más precario. Durante el mes de noviembre se han avivado las reivindicaciones y exigencias por un cambio de modelo.
Residencias de mayores Francia
Residencia de mayores en Francia. Foto de Julie Sebadelha publicada en Bastamag!

Sindicatos, colectivos autónomos y organizaciones políticas han llamado a tomar mañana las calles de Euskal Herria para denunciar los múltiples mecanismos de explotación y opresión sobre los que se sostiene la reproducción de la vida bajo el régimen capitalista. La creciente privatización y mercantilización del sector ocupará el centro de las protestas, puesto que lejos de garantizar el derecho colectivo a cuidar y ser cuidadas, se articula en función de los intereses de sus agentes económicos.

La financiarización de las residencias y el conflicto laboral que han sostenido las trabajadoras, son los elementos más visibles de un complejo sistema de fragmentación, jerarquización e invisibilización de las tareas de cuidados que esta huelga persigue señalar y superar. Mientras, las instituciones lejos de garantizar este derecho colectivo, producen continuamente nuevos nichos de enriquecimiento y formas de explotación. 

Lanaren Ekonomia
Lanaren Ekonomia Greba Feminista orokorraren prestaketak
VV.AA.
Bilbo Hiria irratia, El Salto Radio, Hordago eta Argia elkarlanean, lanaren munduko analisia egiten

La plataforma Denon Bizitzak Erdigunean hace especial énfasis en el notable empeoramiento de las condiciones de las trabajadoras, que consecuentemente repercute en una mala calidad de la atención. Es por todo ello que el Mugimendu Feminista de Euskal Herria convoca la huelga a favor de “un sistema de cuidados público-comunitario” junto con ELA, LAB, STEILAS, ESK, EHNE, Etxalde y CGT. Por su parte, la organización socialista de mujeres, Itaia, también hace un llamamiento a la huelga bajo el lema “Mismas condiciones de vida y de trabajo de calidad para todas”, basado en la necesidad de “unir fuerzas para trabajar por superar una sociedad capitalista que nos condena a la pobreza estructural”.

La correlación de fuerzas 

El modelo de residencias masificadas, los cuidados a domicilio y el trabajo doméstico estuvieron en el ojo del huracán durante la crisis sanitaria y las medidas de carácter autoritario que la acompañaron. A los elementos estructurales ya denunciados en las pasadas huelgas internacionales feministas del 8M (2017, 2018 y 2019), como la feminización de los cuidados y el trabajo del hogar, o la exclusión de los derechos y coberturas sociales del trabajo formal que supone la Ley de Extranjería, se les suman ahora la presión asistencial y el empeoramiento de las condiciones generales de vida de los años post-pandémicos. 

Bajo el lema, “el derecho a ser cuidadas a lo largo de la vida como a cuidar con derechos”, el movimiento feminista se pone el inmenso reto de movilizar a toda la sociedad en un acto, que segun muchos medios anuncian, será “histórico”. Una huelga como colofón a los conflictos laborales de las residencias vascas, los paros feministas pre-pandémicos y la campaña Regularización Ya!.

“El derecho a ser cuidadas a lo largo de la vida como a cuidar con derechos” será el lema con el que el movimiento feminista pretende movilizar a toda la sociedad en una jornada de huelga general"

La crisis de reproducción social provocada por la pandemia de la covid-19, evidenció la importancia de las cuidadoras asalariadas y no asalariadas y hasta qué punto dependemos de ellas para sobrevivir. “Estamos prestando un servicio tanto a bebés, ancianos, como a todos los demás, que es muy importante y especial”, explica la trabajadora socio-sanitaria Sandra Ochoa. En aquellos meses, lo más grave de la pandemia se concentró en los ámbitos del trabajo de cuidados, que invisibilizados, están sometidos a regímenes de explotación brutales: las residencias privadas con ratios de atención inasumibles; las trabajadoras internas que fueron expulsadas de las casas en las que vivían, o los hogares de millones de familias que bajo el confinamiento vieron como las situaciones violencia patriarcal se agudizaba.

Así, como insisten desde la organización, las razones para movilizarse son infinitas, pero la capacidad de escalar el conflicto al conjunto de la clase trabajadora será la cuestión clave en esta jornada de lucha. El deseo de organizarse para mejorar las condiciones de vida de las trabajadoras y garantizar un servicio de cuidados de calidad, comunitario y gratuito supone un intento de concreción de las revueltas de los cuidados que hoy encuentran un nuevo desafío.

Precariedad y mercado en expansión

Para Nagore Iturrioz , portavoz del sindicato Steilas, “únicamente un servicio público puede garantizar el cuidado de todas”, sin embargo, señala, estamos asistiendo su desmantelamiento: “Prueba de ello son las subcontrataciones privadas, las malas condiciones de las trabajadoras y el trabajo no remunerado”. La grave precariedad a la que están sujetas las tareas de cuidado y la falta de interés político en crear soluciones reales evidencia la desvalorización de ciertos trabajos de la mano de su división sexista.

Paralelamente, el negocio de los cuidados no ha parado de crecer. En el informe “El negocio de las residencias en Bizkaia”, las investigadoras feministas Júlia Martí y Flora Pozzobon realizan una precisa radiografía de la cada vez mayor mercantilización de las residencias de mayores. Este informe destaca “la creciente demanda producida por el envejecimiento demográfico y la crisis del tradicional modelo familiarista”. Y que esto, unido a las políticas de recortes y el fomento de alianzas público-privadas, ha permitido “abrir un nuevo nicho de negocio muy atractivo para el capital privado, que identifica aquí un ámbito de inversión seguro y con muchas posibilidades de crecimiento”. Hoy por hoy la gestión privada en Euskadi es muy mayoritaria y la gran rentabilidad del sector ha impulsado un agresivo proceso de compras y fusiones, lo que ha propiciado la entrada de gigantes como DomusVi o Colisée, que controlan por toda Europa 36.000 y 24.986 camas de residencias, respectivamente.

“La creciente demanda producida por el envejecimiento demográfico ha abierto un nuevo nicho de negocio muy atractivo para el capital privado”, señala el informe 'El negocio de las residencias en Bizkaia' 

La imposición de esta lógica ha provocado que en lugar de garantizarse un buen servicio, con condiciones dignas tanto para usuarias como para el personal, se haya ido degradando, “llegando a producirse graves vulneraciones de derechos, especialmente durante la pandemia”, concluye el informe. Entre las principales consecuencias que la privatización ha causado en las residencias destacan los bajos ratios de trabajadoras, la falta de tiempo para unos cuidados humanizados y la vulneración sistemática de los derechos de las trabajadoras. 

“Se aprovechan de nuestra situación de necesidad, de nuestro tiempo y condición”, denuncia Ochoa. A los bajos salarios, a las exigencias y compromisos abusivos, así como a los horarios e itinerarios insostenibles, se les suma una Ley de Extranjería que “no garantiza los derechos fundamentales y que condena a total vulnerabilidad y exclusión a las mujeres migrantes”, según señalan las conclusiones de Bilgune Feminista. Al fin y al cabo, estas son las personas que trabajan en los servicios domésticos, “totalmente feminizados y racializados”. 

Es un trabajo de entrega y compromiso, “un trabajo emocional que nos exige mucha energía y empeño”. Ochoa recalca que “pese a las dificultades a las que nos enfrentamos a la hora de obtener igualdad de oportunidades en el mercado laboral, tiene que quedar claro que no nos están haciendo un favor ofreciéndonos ese trabajo, y que tampoco nosotras estamos haciendo un favor cumpliendo con las tareas de cuidados. Nosotras estamos prestando un servicio”. Un servicio que necesita unas condiciones y un salario de calidad lejos de la jerarquía laboral a la que actualmente estamos sometidas para poder ofrecerlo con calidad. Además, Ochoa recuerda que “son trabajos de riesgo para los que tenemos que estar preparadas incluso con conocimientos de primeros auxilios para poder socorrer a las personas que cuidamos en momentos de necesidad”. 

Aislamiento en el espacio privado y desarrollo político

En vísperas de la huelga general, Iturrioz afirma que los procesos participativos son muy enriquecedores, pero también añade que el derecho a participar no está al alcance de todas. “Muchas mujeres no pueden hacer pausas laborales (porque su trabajo es ininterrumpido), porque no es ‘trabajo’ (no tiene retribución) o porque no tienen oportunidades (porque no hay una organización política mínima en el trabajo)”, escribía en Hordago la columnista Nerea Fillat.

Los trabajos de cuidado “exigen un trato directo y personalizado con las personas usuarias, y se desarrollan en el ámbito de la vida íntima y personal. En numerosas ocasiones, el centro de trabajo suele ser el propio domicilio, ámbito considerado privado”, explica Nahia Fernández, del Área de Políticas de Género del sindicato ELA en un artículo reciente. Esta situación relega a las mujeres a una condición de aislamiento que obstaculiza la posibilidad de construir redes, organizarse y desarrollarse políticamente.

“Muchas mujeres no pueden hacer pausas laborales, porque no es ‘trabajo’ (no tiene retribución) o porque no tienen oportunidades (porque no hay una organización política mínima en el trabajo)”, explica Nerea Fillat

Es más, la condición de aislamiento no es solo espacial, ya que la falta de tiempo también limita a las cuidadoras. Las trabajadoras internas dedican el 100% de su tiempo al trabajo, las externas lidian con itinerarios asfixiantes y muchas continúan trabajando cuando su jornada ha terminado y tienen que dedicar el tiempo restante al cuidado de hijos y familia. Esta condición de aislamiento priva a las mujeres de la posibilidad de encuentro, de debate y de su actividad política. En definitiva, no solo las priva del derecho a huelga o del mismo conocimiento de tal huelga, sino también y sobre todo de su derecho a la lucha para alterar de alguna manera la estructura de poder arraigada en esta sociedad.  

Opinión
Greba feminista Zein da zure greba?

2003ko greba orokorraren deialdiaren aurrean hainbat kidek galdera hau jarri genuen mahai gainean. Prekarietatea eta feminismoa lantzen zituen kolektibo batean aritzen ginen gure jardun politikoan Madrilen.

Entre discursos y soluciones

A lo largo del mes de noviembre han sido muchos los agentes que se han posicionado a favor de “un modelo público y comunitario de cuidados”. Ejemplo de ello es el Congreso organizado por el Gobierno Vasco que se celebró a mediados de noviembre en Tabakalera (Donostia) por “un pacto vasco por los cuidados”. Como escribía Alba García Martín de feminisTalde! en Hordago, los gobiernos se han adueñado del lenguaje y “colocan el término ‘cuidado’ y el concepto ‘vidas en el centro’ en cada jornada, discurso o programa electoral”.

Ahora bien, a pocos meses de las elecciones autonómicas de Euskadi los partidos políticos remarcan su adhesión a las reivindicaciones de la huelga general. El PNV aboga por un sistema “público, transformador, feminista y comunitario” y EH Bildu por un “sistema de cuidados público y comunitario”. Estos términos resultan un tanto difusos, según explica una militante de Itaia. “Por un lado, pretenden que el sector público asuma los cuidados cuando el clamor por lo público fomenta la subcontratación: al no ser rentable, cae en manos privadas”. Explica que estos servicios dependen de un Estado sujeto a intereses capitalistas, arraigado a las decisiones de empresas privadas y sus intereses económicos, por lo que “este planteamiento que presenta al Estado como agente neutral está lejos de ser acertado”. Por otro lado, desde Itaia explican que en cuanto respecta al “cuidado comunitario”, trata de una condición que no se puede garantizar en una sociedad cada vez más individualizada como la nuestra; una sociedad enraizada en intereses capitalistas, un mercado en constante expansión, y una jerarquía laboral significativa imposibilitan la creación de condiciones adecuadas para un modelo comunitario.

“Pretenden que el sector público asuma los cuidados cuando el clamor por lo público fomenta la subcontratación: al no ser rentable, cae en manos privadas”, afirman desde Itaia

García Martín argumenta desde feminisTalde! que “cuando hablamos de lo comunitario hacemos referencia a acabar con el sistema de macro residencias en el extrarradio y apostar por pisos o viviendas compartidas en los centros de las ciudades o pueblos, vinculados al tejido barrial, con mecanismos para el cuidado compartido”. Afirma que “creemos que es factible, al menos, caminar en esa dirección”. Sin embargo, Fillat añade que el asunto de los cuidados no se cierra en absoluto con la respuesta de los sistemas público-comunitarios “porque los cuidados no son solo eso y la reproducción por ejemplo no se ha tocado para nada en las discusiones de la huelga”. Si de alguna manera quisiéramos crear un sistema público-comunitario de cuidados, concluye, “hay que darle la vuelta a todo”: “no se consigue por medio de un convenio, no se consigue con que unas trabajadoras concretas tengan mejores condiciones. Un modelo público-comunitario es la consecuencia de un proceso, de la creación de una verdadera revolución”.

En la primera Huelga General Feminista de Euskal Herria, el movimiento feminista, los sindicatos de clase y otras organizaciones políticas que secundan esta jornada de lucha se enfrentan al enorme reto de erosionar una realidad capitalista cuyos mecanismos de explotación y opresión no parecen dar tregua. Ya lo decían las autoras Selma James y Mariarosa Dalla Costa: “el reto que enfrenta el movimiento de las mujeres es el de encontrar formas de lucha que, a la vez que liberan a las mujeres del hogar, (...) impidan otro nuevo grado de control y regulación capitalista". Ahora, cabría preguntarse también –y sobre todo– qué pasará con el sector de los cuidados una vez terminada la jornada. ¿Qué cambios se materializarán para que la huelga no se quede solo en una puesta en escena?

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Huelga feminista
Represión Siete participantes de la huelga feminista del 2018 son condenadas a un año y medio
La sentencia exige a las activistas catalanas más de 26.000 euros de indemnización a la empresa ferroviaria, así como hacer frente a las costas judiciales.
8 de marzo
8 de marzo Los feminismos andaluces llenan las calles un 8M marcado por el apoyo al pueblo palestino
Decenas de miles de mujeres se movilizan en las convocatorias del 8M de los feminismos diversos centrados en denunciar el genocidio en Palestina y la defensa de los derechos de las mujeres trans
Represión
Euskal Herria Denon Bizitzak Erdigunean Donostia celebra un guateque para pagar las multas de la huelga feminista general
El goteo de multas ha empezado esta semana. La primera asciende a 800 euros, 400 con pronto pago. El 30 de noviembre hubo 24 identificadas y 5 detenidas solo en la capital guipuzcoana.
Crisis climática
Balance climático El Mediterráneo se consolida como zona especialmente vulnerable al cambio climático
Las víctimas de la dana suponen dos tercios de las muertes por fenómenos extremos en Europa en 2024, según un informe conjunto de Copernicus y la Organización Meteorológica Mundial que hace un balance climático del continente el pasado año.
València
València CGT denuncia graves incumplimientos del plan de inundaciones en la dana de València
Un informe incorporado a la causa judicial señala la falta de seguimiento de los propios protocolos autonómicos en el día de la tragedia y la víspera.
Barcelona
Barcelona Activistas de los derechos humanos piden la retención de un barco dispuesto para armar a Israel
La naviera Maersk está transportando estos días componentes para los cazas F-35. El Estatuto de Roma sobre genocidio contempla acciones legales contra las empresas que favorecen las masacres.
El Salto n.78
El Salto 78 Nueva revista, viejas injusticias: hablemos de Violencia Institucional
En el último número de la revista de El Salto dedicamos la portada y nuestro “Panorama” a una de las violencias que sufren las mujeres solo por el hecho de serlo, la que aún a día de hoy emana de un sistema irracional y patriarcal.

Últimas

Eventos
Taller de podcast El Salto invita a estudiantes a explorar las posibilidades del formato audiovisual
Proponemos un taller de guion y producción de programas para estudiantes de comunicación y periodismo los días 24 de abril y 8 de mayo.
Comunidad de Madrid
Educación El Gobierno de Ayuso deberá pagar 1.000 euros a una profesora por el exceso de horas lectivas
Según CCOO, hasta 6.500 profesoras y profesoras se podrán acoger a esta sentencia que supone una penalización a la Comunidad de Madrid por el exceso de horas extras que realiza el profesorado.
Laboral
Laboral El sindicato ELA alerta sobre la salud mental de las trabajadoras en intervención social
“Somos un instrumento de contención porque tratamos con población muy dañada, estamos en mitad del sándwich”, explica la educadora social Vanesa Núñez Moran.
Ayuntamiento de Madrid
Huelga de basuras Huelga indefinida de basuras en Madrid desde el 21 de abril tras romperse las negociaciones
Los representantes sindicales fuerzan el paro para obligar a las empresas subcontratadas por el Ayuntamiento a escuchar sus propuestas. El Ayuntamiento fija servicios mínimos del 50 %.
República del Sudán
Sudán Cara a. Un Sudán en guerra
Se cumplen dos años de una guerra que ya deja más de 13 millones de personas desplazadas y más de ocho millones de sudaneses al borde de la inanición.
Palestina
Palestina La UE apoya a Palestina con 1.600 millones de euros más pero sin entrar en la situación de Gaza
Los ministros de Exteriores europeos, que se han reunido en la mañana del 14 de abril con la Autoridad Nacional Palestina en Luxemburgo, no aumentan las sanciones contra Israel.

Recomendadas

Poesía
Culturas Joan Brossa, el mago que jugó con la poesía para reinventar el poder de la palabra
Casi inabarcable, la producción creativa de Joan Brossa se expandió a lo largo —durante medio siglo XX— y a lo ancho —de sonetos a piezas teatrales, pasando por carteles o poemas objeto— para tender puentes entre el arte, la política y el humor.
Andalucía
Memoria histórica La inanición de la memoria andaluza
Las políticas públicas de memoria en Andalucía se encuentran en un estado de paralización que pone en duda la voluntad de la Junta por la reparación efectiva.
Galicia
Galicia La TVG se gasta 839.772 euros en un programa de Miguel Lago y lo saca de parrilla tras hundirse en audiencia
El programa ‘O novo rei da comedia’ apenas llegó a los 36.000 espectadores de media en su estreno y cayó en picado en su hasta ahora última emisión al 3,4% de cuota de pantalla en una cadena que tuvo de cuota media en marzo un 8,1%.
Globalización
Crisis del multilateralismo El terremoto Trump sacude las instituciones del orden mundial y la “globalización feliz”
Muchas de las instituciones que marcaron la vida internacional desde la caída del Muro han entrado en crisis. ¿Todas? No, especialmente aquellas que intentan regular los derechos humanos, de los pueblos y de la naturaleza.