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Derecho a la vivienda
Alquilar. Tres habitaciones. Ordenar por: más barato
¿Dónde y cómo vivimos la gente joven? Hay cada vez más voces hablando de la vivienda. Algunas para mal, ahí tenemos a la derecha y la prensa basura criminalizando y creando alarma social a base de fake news sobre la okupación. Otras para bien, gracias al movimiento de vivienda se habla cada vez más del precio del alquiler, de gentrificación. El problema no es la okupación (puede ser una solución) sino que el mercado nos niegue el derecho a la vivienda. ¿Qué opciones tenemos para vivir de forma independiente?
Alquilar. Tetuán. Bellas Vistas. 3 habitaciones. Ordenar por: más baratos.
Alquiler de Piso: 1.150 €/mes. 80 m². Comentario del anunciante: “Piso reformado… calefacción central, aire acondicionado…. Piso exterior sin amueblar… No se admiten animales…. Alquiler protegido, alquilamos su inmueble en menos de 15 días. Alquilamos su inmueble con todas las garantías.”
Es una búsqueda real. La primera entrada, o sea, la más barata. Además de ver el precio, sirve para darse cuenta de la cantidad de empresas carroñeras que hay alrededor de la vivienda. Ya no son solo las constructoras, los propietarios y los bancos con las hipotecas. Portales de búsqueda, seguros, inmobiliarias, mudanzas… Cada vez hay más manos que se quieren repartir el pastel… mientras miramos y nos ruge el estómago.
El “nosotras” tras ese “nos” será, esta vez, la gente joven, aunque la impotencia de no poder pagar un alquiler o el agobio para conseguirlo tenga mil caras: la de la madre soltera, la de cualquier familia trabajadora, la del parado… La precariedad no es algo marginal sino algo cada vez más normal. Paro juvenil, trabajos basura, temporales, con horarios y sueldos de mierda, y alquileres cada vez más por las nubes (y esto tiene sus por qués y sus responsables), el resultado de la suma está claro: tienes que elegir entre seguir en casa de tus padres hasta que te salgan canas o ver cómo la mayoría del dinero que tienes al mes va directamente al bolsillo del casero.
Tienes que elegir entre seguir en casa de tus padres hasta que te salgan canas o ver cómo la mayoría del dinero que tienes al mes va directamente al bolsillo del casero
Y si quieres estudiar y eres de fuera, si la matrícula de la uni te parecía poco, agárrate y multiplica. Sabiendo además que currar y trabajar, más allá de servir copas los findes o dar clases a algún chaval, es casi imposible desde que metieron el Plan Bolonia. A mendigar a tus padres (si es que se puede) y a competir por ver quién es más pobre o saca la mejor nota para que te den una beca. Añade el estrés que supone buscar piso cuando si tardas un día en contestar, posiblemente lo habrán alquilado ya, lo que empuja a quedarse con el primer zulo que seas capaz de pagar, sabiendo que posiblemente al año siguiente toque repetir la búsqueda.
Añade el estrés que supone buscar piso cuando, si tardas un día en contestar, posiblemente lo habrán alquilado ya
Pero el precio no es lo único que se nota. A veces pienso que es porque por ser jóvenes, se creen que tenemos poca experiencia, o que somos idiotas. A veces pienso que simplemente son unos vampiros y lo hacen con todo el mundo. El caso es que es difícil encontrar gente que viva de alquiler que no haya tenido algún conflicto con los propietarios o la inmobiliaria. Más allá, claro, de lo violento que es ya tener que pagar un alquiler, como explicó Layla Martinez en twitter y casi la linchan.
Que se intenten quedar con la fianza por su cara de cemento, entrar en la casa sin pedir permiso ni avisar o tenerte un mes sin nevera porque la fabricaron en Yugoslavia, ha dejado de funcionar y a ellos no les corría prisa cambiártela, que no hagan los arreglos que corresponden para mantener la casa habitable o pretendan cargaros con el muerto y los gastos… En la web del Sindicato de Inquilinas le dan un repaso a qué derechos tenemos reconocidos legalmente. Pese a que la ley esté de parte de los propietarios para prácticamente todo, tenemos que conocer nuestros derechos. Y algunas estrategias colectivas, al estilo de la peli de La estrategia del caracol.
Que los caseros se intenten quedar con la fianza por su cara de cemento, entrar en la casa sin pedir permiso ni avisar, o tenerte un mes sin nevera porque la fabricaron en Yugoslavia, ha dejado de funcionar y a ellos no les corría prisa cambiártela
Compartir celda o hacer comunidad
Un artículo de El País hablaba de que ahora con menos de 30 años se dedica de media el 90% de los ingresos a pagar el alquiler. Una de las consecuencias evidentes es que te lo montes como te lo montes, te va a tocar compartir piso. Algo que está genial si se cumplen dos requisitos: que sea algo elegido y que tengas con quién. El primero ya lo hemos descartado, y el segundo si hay suerte se cumple, y si no, no.
Y cuando no eliges con quién, es bastante común que haya sorpresas desagradables. Nadie se presenta diciendo que le encanta acumular platos sucios en el fregadero, generar conflictos por ahorrarse cantidades ridículas de dinero o montar fiestas en casa aunque tú madrugues al día siguiente. O, aunque esto no ocurra, no es raro que haya gente que prefiera cenar encerrada en su cuarto viendo una serie de Netflix en lugar de en la cocina charlando.
Pero aunque vivamos en una sociedad individualista que educa a las personas en el ombliguismo y nos empuja a aislarnos unos de otros, mucha gente apostamos por poner en común. Preferimos compartir un piso que tener un chalet
También puede darse la sorpresa contraria, cuando empiezas a vivir con gente ya conocida, porque más que amigos eran colegas, porque no es lo mismo compartir unas cervezas que convivir, porque no es lo mismo irse de viaje que la rutina o porque se puede ser muy buen colega y un cerdo a la vez. Y lo que se supone que era un espacio de seguridad se convierte en fuente de conflictos, ya no solo con el casero sino con la gente con la que te toca verte la cara día a día, con el desgaste psicológico que eso supone.
Pero aunque vivamos en una sociedad individualista que educa a las personas en el ombliguismo y nos empuja a aislarnos los unos de los otros, mucha gente apostamos por poner en común. Preferimos compartir un piso que tener un chalet. ¿No os parece deprimente tener que elegir entre cocinar en cantidades ridículamente pequeñas cada día o almacenar tupers en la nevera y comer lo mismo 3 días seguidos? Tenemos la posibilidad de poner en común los gastos, tareas como cocinar o hacer la compra, de meternos juntos a un huerto urbano o compartir una bicicleta, ya que en el zulo más no caben.
Y más importante aún, de estrechar lazos, crear un espacio para hablar, cuidarnos, apoyarnos… y montar fiestas cuando haga falta. En resumen, que nuestra casa sea más casa y menos la madriguera en la que enterramos la cabeza entre jornada y jornada de curro o estudios. Que la alternativa a la familia no sea el aislamiento, que sea comunidad, que seamos un poco familia sin que haga falta matrimonio, hijos, coche e hipoteca.
¿No os parece deprimente tener que elegir entre cocinar en cantidades ridículamente pequeñas cada día o almacenar tupers en la nevera y comer lo mismo 3 días seguidos?
Regalos envenenados: ¿Ayudas al alquiler? No, gracias
Ante este panorama, una pseudo solución que pretenden vendernos es la de dar ayudas económicas a los jóvenes, como la que prometió Almeida hace unos meses, de 150€ al mes, u otras similares. De primeras, puede sorprender que la derecha tome una medida así (si la hubiesen tomado otros, serían ellos los que lo tacharían de populista). Pero si la analizas, encaja perfectamente con su posición neoliberal. Esto ya lo señaló la Federación Estudiantil Libertaria en su día, y como lo explican bastante claro, vamos a decir prácticamente lo mismo.
La medida de Almeida, de 150€ de ayuda al alquiler para jóvenes puede sorprender, pero encaja perfectamente con su enfoque ideológico (y urbanístico):
— FEL Madrid (@FEL_Madrid) July 13, 2019
Primero, porque como toda buena medida pensada políticamente, tiene la virtud de dividir a las personas afectadas, entre quienes podrán acceder a la ayuda y quienes no: casualmente, quienes más lo necesitan, ya que uno de los requisitos es llevar 5 años empadronado. Por tanto quedan excluidas quienes lleguen nuevos a la ciudadpara estudiar, con un curro precario o buscando uno. Así se evita la conflictividad social y se generan batallas entre pobres en lugar de solucionar el problema.
Segundo, porque medidas como esta no significan otra cosa que entregar dinero público a manos privadas, además en un mercado dominado por grandes propietarios (y gigantes, como Blackstone), que precisamente son los responsables de la burbuja del alquiler, manteniendo viviendas vacías o dedicándolas a alquiler turístico o de lujo. En lugar de regular el precio del alquiler o de expropiarles para convertir las casas en vivienda pública, se les da dinero. Así no solo se normaliza la subida de precios, sino que además se alimenta, ya que permite a los caseros subir aún más el precio. Como sistema de redistribución de la riqueza es, por lo menos, un poco raro. “Es la misma estrategia neoliberal por la que dan ayudas estatales para que le compres un coche a la industria automovílistica (plan renove) en vez de obligarles a bajar los precios. Es como darles el dinero (nuestro dinero) directamente a ellos pero sin que resulte escandaloso”.
Y por último, porque una ayuda económica, igual que se pone se quita (y dudamos que dure mucho). Pero para entonces, los precios ya habrán subido, sin incómodas protestas por el camino y evitando que se popularice la alternativa que de verdad les preocupa y bien se encargan de criminalizar: la okupación. Por eso hay que pensar que, pese a que ayudas como esta no sean lo que parecen, posiblemente ni siquiera la hubiesen tomado si el problema de la vivienda no estuviese en el punto de mira gracias a organizaciones como la PAH y el Sindicato de Inquilinas. Necesitaban una operación cosmética antes de que la cosa se pusiera fea de verdad y lo sabían.
Una ayuda económica, igual que se pone se quita (y dudamos que dure mucho). Pero para entonces, los precios ya habrán subido, sin incómodas protestas por el camino y evitando que se popularice la alternativa que de verdad les preocupa y bien se encargan de criminalizar: la okupación.
¿Dónde me meto?
Decir que si la vivienda tiene un precio imposible de pagar para cada vez más gente y si sigue habiendo millones de casas vacías aumentará la okupación, es como decir que 2+2 son 4. Y si les asusta y se empeñan tanto en criminalizar la okupación es porque es un palo en la rueda de sus beneficios. Y no solo por las casas que son okupadas, sino porque hace disminuir la demanda y por tanto les empuja a bajar los precios. Aun así, es en general un “sálvese quien pueda”. Cada quien con su familia o colegas se busca lo suyo, y entre la gente joven que okupa con menos desesperación y más intención política no existe una verdadera red de apoyo mutuo a nivel de barrio o superior, más allá de las relaciones personales, como sí ocurre en la PAH.
La REA -Residencia de Estudiantes Autogestionada- fue un edificio entero okupado, que funcionó en el barrio del Raval en Barcelona durante unos años-
La excepción son proyectos como GES -Red de Emancipación Juvenil en euskera, de Vitoria-, el Grup d’Habitatge de Sants –recién creado en Barcelona-, la REA -Residencia de Estudiantes Autogestionada, un edificio entero okupado, que funcionó en el barrio del Raval en Barcelona durante unos años hasta 2017-, Errekaleor -barrio okupado que comenzó como un proyecto de vivienda para estudiantes-, o las oficinas de okupación -asesorías sobre cuestiones prácticas y legales relacionadas con la okupación-, en Madrid existen al menos dos: en la Enredadera de Tetuán y el EKO de Carabanchel-. O, yéndonos un poco más lejos, Cut the Rent, una campaña de estudiantes británicos enfocada a la vivienda que incluyó varias huelgas de alquileres en residencias universitarias, con bastante éxito. Huelgas de alquileres como las que ocurrieron en Barcelona en 1931.
Quizá es el momento de generalizar este tipo de prácticas y espacios, de aprender de organizaciones como el Sindicato de Inquilinas al plantar cara a fondos buitre y presionar para que se limite el precio del alquiler, y de la PAH y sus Obras Sociales (okupaciones de bloques enteros), incluso de que los estudiantes nos mezclemos con ellas, por todo lo que tenemos por ganar juntas.
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A ver dónde están esos neoliberales cuando se les pone en la cara lo corruptos que son, en esta noticia no les leo.
Decían que alquilar era lo inteligente, lo que se estilaba en europa...menos mal que compre mi piso