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Elecciones
Solo la abstención puede impedir un triunfo del bloque progresista en Asturias
Seis de la mañana en ArcelorMittal, el corazón industrial asturiano. La principal empresa de la comunidad. La industria siderúrgica que sigue dando de comer a más de 5.000 familias asturianas. Covadonga Tomé y Xune Elipe, candidatos de Podemos Asturies, reparten a la entrada propaganda electoral. No es normal encontrarse a los candidatos a esas horas a la entrada de una fábrica. Los trabajadores acogen con sorpresa unos panfletos que hablan de trabajo y de industria, de blindar los sectores estratégicos de la economía asturiana, y de crear un fondo público para que el Principado de Asturias invierta en empresas clave y se siente en los consejos de administración. Lo que ha hecho Euskadi. Lo que hacen algunos estados alemanes.
En el equipo de campaña de Podemos Asturies buscan movilizar al electorado de izquierdas de cara a un 28M que puede estar marcado sobre todo por la abstención del electorado progresista. Por eso han decidido lanzarse al cuerpo a cuerpo con una gira laborista por centros de trabajo. Repartos de propaganda en las fábricas y los trenes, mítines a las puertas de las empresas y hospitales.
La posible formación de un tripartito de izquierdas es uno de los temas que flotan en el éter de una de las campañas más planas y anodinas que se recuerda en años
Si Vox estuviera haciendo algo así seguro que la izquierda tuitera estaría comentando la jugada y reprochando a la izquierda “haberse olvidado de la clase trabajadora”. Tomé, pediatra en un hospital del Oriente asturiano, no es una candidata del gusto de la dirección autonómica. Tampoco del agrado de la dirección nacional. En ausencia de grandes mítines y actos de campaña, a Tomé y los suyos sólo les queda activar una campaña de vieja escuela: panfletos en mano, contacto físico, y pelear voto a voto tratando de instalar el mensaje de que sólo cambiará algo en Asturies si Podemos está en el próximo gobierno del Principado.
Podemos
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La posible formación de un tripartito de izquierdas es uno de los temas que flotan en el éter de una de las campañas más planas y anodinas que se recuerda en años. El PP, beneficiado por los vientos de cola nacionales, agita el miedo a un gobierno de la izquierda radical en busca del empujón final. No es una alucinación de Diego Canga, el candidato de la derecha asturiana. Todas las encuestas apuntan a que Barbón y el PSOE tendrán que entenderse con IU y Podemos tras las elecciones del 28M. La desaparición de Ciudadanos, partido en el que el PSOE se ha apoyado con sumo agrado durante toda la legislatura, dibuja un escenario interesante para las izquierdas asturianas, que podrían bajar en votos, pero ganar en influencia política.
Yolanda Díaz abrió campaña en Mieres, bastión minero donde gobiernan con mayoría absoluta, e Iñigo Errejón estuvo el sábado pasado en Xixón bendiciendo el acuerdo
IU ha centrado su discurso en su voluntad de gobierno. Quieren volver a la sala de mandos, aunque sea con una correlación de fuerzas más desfavorable que la de los gobiernos de la izquierda plural con Tini Areces. Han interiorizado la máxima de Giulio Andreotti: “el poder desgasta, pero más desgasta la oposición”. IU es una organización que reivindica el posibilismo: “mejor un mal acuerdo que un no acuerdo”. Hacen bandera de su pragmatismo tras la resaca del ciclo 15M-Podemos, y llegan a las elecciones con los deberes hechos. La casa pacificada y un mini frente amplio, Convocatoria por Asturies, que suma desde un recuperado Gaspar Llamazares a la pequeña Más Asturies, que les aporta cierta frescura, aunque sin pasarse.
Yolanda Díaz abrió campaña en Mieres, bastión minero donde gobiernan con mayoría absoluta, e Iñigo Errejón estuvo el sábado pasado en Xixón bendiciendo el acuerdo. Los objetivos son mantener los ayuntamientos (IU es la segunda fuerza municipal asturiana) y crecer en el voto urbano para sorpassar a Podemos y tratar de pilotar una confluencia que tarde o temprano tiene que llegar entre las dos almas de la izquierda alternativa asturiana. Lo primero se da por hecho. Lo segundo está más reñido. Podemos acusa desgaste, pero no está tan claro que IU pueda ser la beneficiada.
Por ahora las encuestas oscilan entre los tres escaños para Podemos, dos para Convocatoria, o tres para Convocatoria, dos para Podemos. Todo se decidirá en la recta final de una campaña en la que las izquierdas luchan contra el peligro de que su gente se olvide de ir a votar o no encuentre suficientes motivos para hacerlo.
A la desmovilización también la teme el PSOE. Este miércoles Pedro Sánchez inyectó energía en la campaña de Adrián Barbón, también preocupado por la pasividad de los suyos. El presidente asturiano construyó un personaje afable y cercano durante la pandemia, y su personalidad pública sigue siendo su principal activo. Presume de sanidad pública frente a Ayuso, aunque el elevado gasto por habitante de Asturias en salud no ha impedido un creciente malestar con las listas de espera y el deterioro de la atención primaria.
Por lo demás, Barbón ha hecho del inmovilismo una de las bellas artes. El fracaso de la reforma del Estatuto de Autonomía tuvo bastante que ver con sus cálculos: mejor no tocar algo que tampoco tanta gente pide. En cuatro años no se ha cumplido casi ninguna de sus promesas, pero tampoco ha irritado en exceso a nadie. Eso y una leve recuperación económica son sus bazas para ganar el 28M, aunque estableciendo pactos que le apetecen muy poco con IU y muy nada con Podemos. Pasa de su candidato en Oviedo/Uviéu, donde mantiene buenas relaciones con un alcalde a la derecha de la derecha, y su talón de Aquiles se llama Xixón.
El bloque de izquierdas podría perder en la ciudad más poblada de la comunidad frente a una alianza conservadora capitaneada por Foro, el centro regionalista postcasquista. Con todo, para bien o para mal, en el multitudinario mitin gijonés de Pedro Sánchez, los socialistas volvieron a demostrar una idea en la que Barbón lleva tiempo insistiendo: para bien o para mal, la Federación Socialista Asturiana, fundada en 1901, es “el partido de Asturias”. Todo apunta a que lo seguirá siendo en los cuatro años que vienen.