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Elecciones generales del 28 de abril
Pedro Sánchez Katehon
No es necesario poseer un diploma en Ciencias Políticas para adivinar que la estrategia del PSOE será presentar a Pedro Sánchez como el katehon, el salvador, el único capaz de contener el ascenso de la extrema derecha
Se acabó la XII legislatura. El 15 de febrero, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, anunció la convocatoria de elecciones al Congreso y el Senado para el próximo 28 de abril. Según las informaciones aparecidas en los medios generalistas, el ejecutivo había manejado tres fechas para los comicios: el llamado “superdomingo” del 26 de mayo —coincidiendo con las municipales, europeas y algunas autonómicas—, una fecha a concretar en otoño, y la finalmente escogida del 28 de abril. Ésta era para el PSOE la opción más segura: mejor intentarlo ahora que correr el riesgo dentro de unos meses. La mayoría de las encuestas dan por el momento a los socialistas como primera fuerza.
Pablo Casado no se ha convertido en el Sebastian Kurz español. El discurso más agresivo de los populares no ha servido para taponar la fuga de votos hacia Vox, del que se esperaba que se sometiese a un PP convertido en fuerza hegemónica de la derecha, como ha sabido hacer el Partido Popular Austríaco (ÖVP) con el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). Peor aún: Casado se encuentra actualmente aprisionado en un espacio político entre Ciudadanos y Vox, y los contornos políticos de su partido se han desdibujado.
El pinchazo de asistencia a la concentración del 10 de febrero en la plaza de Colón facilita a Sánchez la consecución de sus objetivos: Casado puso la cara y se la rompió al caerse de bruces sobre el asfalto madrileño. Demostrando nuevamente más astucia que los asesores de Génova, Vox se sumó a la iniciativa como polizón (free-rider): si la cosa salía bien podía cosechar los beneficios sin incurrir en los costes, y si salía mal, como fue el caso, podía tranquilamente hacer mutis por el foro mientras el PP cargaba con las responsabilidades del fracaso, e incluso hundir el puñal en la herida que ya le ha abierto en su costado derecho.
Sánchez aspira a recoger una parte de los votos de la lenta implosión que hay actualmente en marcha en Unidos Podemos
Por el flanco izquierdo, Sánchez aspira a recoger una parte de los votos de la lenta implosión que hay actualmente en marcha en Unidos Podemos (UP). Cabe suponer que el secretario general del PSOE se cobrará la táctica que Podemos buscó aplicarle a él en las elecciones de 2015, cuando los socialistas no estaban cohesionados y el tándem Iglesias-Errejón los amenazaba con el sorpasso. Si los socialistas obtienen buenos resultados en las elecciones de abril, esperarán un efecto arrastre en las europeas, autonómicas y municipales de mayo. En efecto, el PSOE no sólo ocupa aquella “centralidad del tablero” que los errejonistas anhelaban, sino que además Sánchez ha logrado “macronizar" a su partido en torno a su figura.
“Parar a la extrema derecha”
Históricamente, en la escatología cristiana ha jugado un papel central el katehon (el que ahora lo impide), un oscuro término que aparece en la Epístola II a los Tesalonicenses (2: 6-7). Lo que “impide” aquello que “ahora lo impide” es la llegada del Anticristo (“hijo de perdición”) y, con su manifestación, el Apocalipsis.Debido a la existencia del katehon, se pide a los cristianos que no se comporten ni en “sentimiento”, ni en “espíritu ni por palabra” como si el día del fin del mundo estuviese próximo. No es necesario poseer un diploma en Ciencias Políticas para adivinar que la estrategia del PSOE será presentar a Pedro Sánchez como el katehon capaz de contener el ascenso de la extrema derecha. La idea comenzó a difundirse en las redes sociales prácticamente de inmediato tras el anuncio de la convocatoria de nuevas elecciones, y le siguió con presteza la tradicional caza del abstencionista.
¿Y por qué no habría de recurrir al PSOE a este ardid? La efectividad de este tipo de campañas electorales negativas ya le ha funcionado con anterioridad, al punto que parece haberse extendido tanto en este país que las elecciones se ganan desde hace décadas en base a los deméritos del contrincante. Baste recordar los esfuerzos del publicitario Juan Campmany por convertir a Zapatero en el “Anti-Aznar”, o el “Si tu no hi vas, ells tornen”, la campaña del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) para las elecciones generales de 2008, repetida en las europeas de 2009.
Con no abrir mucho la boca y dejar a PP y Vox ahorcarse con su propia cuerda, Sánchez lo podría tener hecho. Un ejemplo son las recientes declaraciones de Casado a favor de derogar la actual ley del aborto
“Nos conviene que haya tensión”, reconoció el entonces secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, a Iñaki Gabilondo sin percatarse que se había dejado el micro puesto. Lo resumió también el escritor Rafael Chirbes en una entrevista para Sin Permiso en 2011: “Zapatero pilló una estrategia muy buena. Excitar a la izquierda de boquilla. Matrimonio gay, paridad, aborto sin permiso paterno, pacifismo, anticlericalismo, republicanismo, memoria de la Guerra Civil, apertura de fosas. Izquierda excitada y extrema derecha removida. Perfecto. Mitterrand lo hizo así, encantado de que subiera puntos Le Pen. Que se vea bien la extrema derecha. Que se vea que la hay. Teníamos a los curas y a los de Falange olvidados. Pues no, los hay, los hay. Que vienen, qué miedo. Votos al cajón. Lo que nos deja las manos libres para hacer la política económica que realmente queremos hace. […] El discurso, después de gobernar veintitantos años de los treinta o treinta y cinco que dura esta Transición, es que todo es culpa de la derecha. ¿Y ustedes? ¿Por qué no movieron lo de la memoria y las fosas cuando aún estaban vivos los perdedores?”.
En resumen, con no abrir mucho la boca y dejar a PP y Vox ahorcarse con su propia cuerda, Sánchez lo podría tener prácticamente hecho. Un ejemplo son las recientes declaraciones de Casado a favor de derogar la actual ley del aborto para regresar a la de supuestos de 1985, unas afirmaciones que han generado divisiones incluso entre las filas de su propio partido y arrojan posiblemente a un segmento de su potencial electorado en brazos de Ciudadanos.
Descargado la culpa de la no aprobación de “los presupuestos más sociales de la historia” sobre el independentismo, los socialistas pueden maniobrar para aproximarse a Ciudadanos
Una campaña sobre estas bases es la que más conviene al PSOE: no le compromete a hacer nada a cambio de nada. Y, habiendo descargado la culpa de la no aprobación de “los presupuestos más sociales de la historia” sobre el independentismo, los socialistas pueden maniobrar para aproximarse a Ciudadanos, una coalición que, se rumorea, es la deseada por Bruselas para alcanzar la “estabilidad” en España.
Aunque Rivera ha declarado que no piensa pactar con Sánchez y aspira a superar al PP, lo cierto es que la doblez y el oportunismo del presidente de Ciudadanos, y la presión de sus propios votantes, por una parte, y de la Alianza de los Liberales y Demócratas de Europa (ALDE), descontenta con su cercanía a Vox, por la otra, podría llevarle a cambiar de parecer. Si Ciudadanos sigue escorándose a la derecha puede verse en la misma tesitura que el PP y empezar a perder votos hacia Vox.
El problema con la estrategia del PSOE es que, como el proverbial cántaro, de tanto ir a la fuente se rompe. “Tienen que enseñar el muñequito cuando vienen las elecciones y esconderlo cuando pasan las elecciones, pero es que es tan aburrido que siempre es lo mismo”, se lamentaba Chirbes en la entrevista antes citada. Lo que viene ocurriendo en Europa estos últimos años es una llamada de advertencia. Muy bien podría ocurrir que toda la derecha, desde Ciudadanos hasta Vox, se galvanizase como consecuencia de la convocatoria y acelerase sus esfuerzos de coordinación antes del próximo 28 de abril para tomar La Moncloa. Quién sabe. Lo único cierto, como recordaba hace unos días Gregorio Morán, es que en estas elecciones “perderán todos, menos los abstencionistas, que ya salen derrotados”.
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No es país para elecciones
Lo que ocurre es que la estrategia tiene ahora un fondo y una forma real, no hay mas que ver el contexto mundial. ¿Que hay apetencia abstencionista? sin duda, pero si Pedro grita que viene el lobo...y éste asoma por la loma ¡es que viene de verdad !. Además, el fascismo necesita gobernar ante el colapso de la economía mundial (Trump, Bolsonaro & CIA). La preocupación del capitalismo ante la crisis climática y energética es real y no quiere impuestos socialdemócratas que le obliguen a rediseñar el "sistema". El fascismo tiene carta blanca para tomar el poder y los pueblos solo las urnas para evitarlo. Y los pueblos necesitan ganar, blanco y en botella.
A Susana Díaz no le sirvió de mucho azuzar el miedo contra la ultraderecha. Ellos sabrán.