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Elecciones autonómicas
Juan Bordera (Compromís): “Estamos más cerca de asumir que no es posible crecer infinitamente”
Juan Bordera (Alcoi, 1984) es un activista de larga trayectoria en movimientos sociales y cooperativos como la Red de Transición, asamblearios y masivos como el 15M, y de acción directa como Rebelión o Extinción y Rebelión Científica. Ha ejercido como periodista, guionista o actor.
En agosto de 2021 fue el periodista que filtró el primer borrador del informe climático del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, filtración que publicada en más de 30 países. Es coautor del ensayo El otoño de la civilización, junto con Antonio Turiel, físico del Centro Superior de Investigaciones Científícas (CSIC). Actualmente está inmerso en la elaboración de un proyecto de cine documental, “un trabajo de hormiguita”, dice, que tiene la esperanza que “resulte útil para el objetivo de contribuir a la divulgación de algo tan complejo como la necesidad de caminar hacia un cambio de modelo socioeconómico”.
¿Cómo ha sido el proceso para acabar como candidato a Les Corts?
Pues ha sido todo un poco inesperado, no entraba en mis planes en absoluto. Gente en quien confío me ofreció formar parte de Verds-Equo como independiente, entrando en las listas de Compromís como número 4 por Alicante. Era la tercera vez que me ofrecían algo relacionado con la política institucional y hasta ahora había dicho que no tajantemente. Pero creo que en tiempos de cosechas que fallan y de sequías generalizadas, para alguien como yo, con 38 años ya, ha llegado el momento de mojarse. No quería quedarme preguntándome qué habría podido intentar cambiar. Y Compromís me parece, con diferencia, el mejor proyecto posible para el País Valencià. Necesitamos proyectos de izquierdas que asuman la diversidad que esas izquierdas inevitablemente tienen, por estar compuestas por personas más críticas y que se suelen cuestionar todo. La izquierda se divide por ideas, mientras la derecha se une por intereses. Eso hay que asumirlo para que no nos juegue tan a la contra, encima en un panorama mediático que deja muchísimo que desear.
Necesitamos proyectos que asuman la diversidad que las izquierdas inevitablemente tienen, la izquierda se divide por ideas, mientras la derecha se une por intereses
¿Cómo resumirías tu trayectoria activista y cuáles han sido las principales luchas en las que has participado?
Llevo más de 15 años militando en movimientos relacionados con los que considero los dos grandes retos del siglo XXI: caos climático, del cual ya hemos desatado una parte (como cualquiera que no se quiera poner una venda en los ojos puede comprobar), y la crisis energética, relacionada con el choque contra los límites de muchos recursos clave. He dedicado una buena parte de mi vida a comunicar estos grandes retos que tenemos en el siglo XXI –que me gusta llamar el siglo de los límites- mediante trabajos en medios (radio, prensa y televisión) y algún que otro libro. Solo el año pasado participé en más de 70 charlas o mesas de debate. He participado en movimientos cooperativos, asamblearios y de acción directa. Sin duda todas esas vías son complementarias, lo que importa es aportar. Y ojalá revivamos pronto otro momento de cohesión de luchas que haga posible acelerar los cambios urgentes que necesitamos cada día más.
¿Cuáles son los principales problemas y retos que, en tu opinión, tiene el modelo económico del País Valencià?
Sin duda destacaría el energético, que en el fondo es un reto compartido con la mayor parte del resto de territorios, aunque unos más que otros. También el reto de la turismo dependencia: caminar hacia un modelo que no dependa tanto del turismo es clave por mil razones, pero la más obvia es que no es un sector ni mucho menos asegurado a medio plazo, por las dos grandes problemáticas climática y energética. Eso significa que hay que cuidarlo para poder reconvertirlo bien. El tema del agua sería otro gran reto urgente. En el fondo están todos relacionados con la adaptación y con el cambio de modelo socioeconómico hacia uno más respetuoso con un medio ambiente que más nos vale proteger entero.
¿Cuáles crees que van a ser las consecuencias más significativas para el País Valencià de las crisis climática y energética?
Es obvio que vamos a un mundo con menor disponibilidad de recursos energéticos en un plazo relativamente corto. Hay que prepararse con políticas atrevidas como una empresa propia y pública de energía. Mucha participación ciudadana, para solucionar conflictos, especialmente en el interior de Alicante y Castellón. De lo contrario este tema puede ser el más inmediato de los problemas graves. Las consecuencias que la crisis climática puede tener en un territorio que literalmente es frontera con la aridez semidesértica son obvias, además con el Mediterráneo calentándose mucho más que el resto de mares y océanos. Vamos, obviamente, a sufrir muchos más fenómenos extremos, incendios, inundaciones, ya hemos tenido hasta algún pequeño huracán en nuestro mar, y cada vez serán más probables y potentes. Estamos jugando con fuego, y toca apagarlo, no echarle más gasolina.
Hay que gestionar todo lo posible al margen de los intereses económicos, de todo tipo, que sólo piensan en su propio interés a corto plazo
¿Qué transformaciones necesitaríamos afrontar de forma urgente en el País Valencià?
Hay varias cuestiones que son importantes. El tema de la transición energética es clave. Se tiene que gestionar con mucha más participación y respeto. Con menos intereses de grandes multinacionales y fondos de inversión. La gestión del agua, más de lo mismo: con las sequías que ya sufrimos y las que van a venir, es otro tema que no puede ser más crucial. Hay que gestionar todo lo posible al margen de los intereses económicos, de todo tipo, que sólo piensan en su propio interés a corto plazo. Tenemos que garantizar el suministro en previsión de un mundo más seco.
¿Cuál es el objetivo, como activista, que te has marcado al formar parte de una candidatura electoral?
Tengo unos cuantos objetivos. Resumiendo mucho: me interesa especialmente potenciar la participación ciudadana. En un momento donde hacen falta políticas enraizadas en el territorio y las decisiones muchas veces se toman desde muy lejos, creo que esto es muy, muy clave. Asambleas ciudadanas temáticas, regionales, de diferentes temas, como energía, gestión del agua o soberanía alimentaria, podrían venirnos muy bien a la gente, y muy mal a los pocos que se benefician de que nada cambie. Son procesos que han demostrado ya que funcionan.
Asambleas ciudadanas temáticas, regionales, de diferentes temas, como energía, gestión del agua o soberanía alimentaria, podrían venirnos muy bien a la gente, y muy mal a los pocos que se benefician de que nada cambie
¿Cómo se articularía esa asamblea ciudadana por la energía en el ámbito del País Valencià y cuál sería su forma de funcionar?
Es clave que se entienda por qué funcionan. Se elige a 100-150 personas por sorteo estratificado, esto es, que representen lo más fielmente posible a la población real del país o región por criterios de edad, sexo, urbano-rural, etc. Después esas personas son formadas por expertos independientes del máximo nivel sobre la cuestión a tratar. En la del clima española que hemos comentado estuvo, por ejemplo, el doctor en Biología Fernando Valladares, referencia internacional en cuestiones de ecosistemas y biodiversidad. Durante la formación se abre un foro y el proceso de deliberación comienza en distintos grupos de trabajo de los que salen propuestas (que en el caso de Baleares, por ejemplo, han acordado que si llegan al 90% de consenso son de obligatorio cumplimiento por parte de la administración). Estas propuestas suelen ser más acertadas y más atrevidas que las que ningún partido político se atreve a proponer por razones obvias. Ni hay lobbies presionando, ni están sujetas al cortoplacismo. Este tipo de modelo es un avance tremendo para la democracia, al implicar a la gente del territorio y al conocimiento científico en la política, un campo que habitualmente está demasiado influenciado por el poder económico. Más democracia y más valentía para hacer frente a una serie de retos urgentes que demandan justo esas dos cosas.
En el libro del que eres Coautor, El otoño de la civilización, habláis de los límites del modelo actual, basado en una lógica de crecimiento ilimitado. ¿cómo se podría aterrizar esa reflexión, ese “que hacer” desde el ámbito de la institución?
En parte está ya ocurriendo gracias al esfuerzo de muchísima gente; cada vez más personas rompen ese tabú y normalizan un debate que no puede ser más urgente. De hecho, del 15 al 17 de mayo se va a producir un hito histórico: algunos de los mejores investigadores sobre la cuestión de los límites del crecimiento y políticos del máximo nivel se reúnen en una conferencia en el Parlamento Europeo para tratar, por fin, estos temas que históricamente han estado escondidos. Yo quiero seguir remando en esa dirección que busca evitar el naufragio. Que ese debate se plantee en cuantos más lugares mejor, y con la mejor información posible.
Tenemos que poder ponerles límites a los que nunca se los van poner a sí mismos.
¿Cómo crees que se puede intervenir desde la institución para combatir la lógica del crecimiento ilimitado?
Para intervenir hay que provocar primero un cambio cultural que ayude a que el cambio político tenga lugar. Y estamos cada vez más cerca de conseguir que se asuma que crecer infinitamente en un planeta finito no es posible y que hay que redefinir el modelo socioeconómico, o lo hará forzado por las circunstancias. Obviamente de la peor manera posible si no hemos planificado cómo. Estoy seguro de que con políticas de adaptación al caos climático, de soberanía energética, pero poniendo en valor el territorio, no como se hace desde el actual modelo neoliberal y de redistribución de la riqueza, podemos gestionar este momento histórico muchísimo mejor de lo que se está haciendo.
¿Qué problemáticas tiene la transición ecológica? ¿Existe una cierta burbuja de instalaciones de las renovables?
Este es un tema clave y complejo. Sí, está formándose una burbuja con la instalación de renovables. En España las constructoras y las energéticas tienen muchos más lazos que en otros países por la concentración de poder y riqueza que se produjo por culpa del franquismo, eso explica muchas cosas, y ninguna buena. Además, se está desperdiciando mucha energía porque no hay capacidad de almacenamiento. El pico de consumo eléctrico se produjo en 2008 y ni el hidrógeno ni el coche eléctrico parecen llegar a tiempo, las previsiones tecnológicas tienen la mala costumbre de pecar de optimismo. Hay muchas razones para que los conflictos que se están dando en según qué lugares, estén justificados, aunque obviamente, hay de todo. Lo que hay que entender es que la transición hacia energías más limpias es inevitable. Lo que hay que entender a la vez es que si no cambia el modelo, si se sigue usando cada vez más carbón en otros lugares para sostener el ”crecimiento”, pues poco importa cuánto se instale aquí. Hay muchas contradicciones en el modelo, por eso este es el tema en el que veo más necesaria esa asamblea que ponga a trabajar a la inteligencia colectiva al servicio de la ciudadanía.