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Teoría crip
La teoría tullida llega a España
Estas semanas, gracias a la iniciativa de Kaótica Libros, llega a nuestras estanterías la traducción de Crip Theory: Cultural Signs of Queerness and Disability, de Robert McRuer. El título en sí mismo ya merece una aclaración, pues se ha traducido como Teoría Crip, en vez de optar por una traducción literal, como sería “Teoría tullida” o “Teoría lisiada”. Como muchas imaginarán, la elección de un término peyorativo no tiene la intención de estigmatizar, sino de apropiarse del insulto para promover la reivindicación política. En este sentido, ¿por qué mantener este término anglo cuando, supuestamente, la utilización de la injuria debe incomodar? ¿Qué interés tiene la traducción de esta obra? ¿Es crip simplemente un término comercial sin resonancia en nuestro contexto?
En el Estado español, las miradas críticas a la dis/capacidad desde las Ciencias Sociales y las Humanidades son escasas. Mientras el género, la raza o la orientación sexual son consideradas categorías sociales que intentan ampararse en la biología para justificar la desigualdad social, la discapacidad continúa concibiéndose como un problema individual: un cuerpo o mente defectuosos, carne de quirófano, rehabilitación o encierro. Los esfuerzos del Foro de Vida Independiente y Divertad por politizar esta condición planteando que el problema no es que funcionemos de manera diferente, sino la discriminación que sufren determinados funcionamientos, no ha tenido la resonancia de otras reivindicaciones. Su apuesta por el término “diversidad funcional” muchas veces se tacha de ambigua o naíf, cuando no directamente de invisibilizadora. En este contexto, en que “minusválido” sigue siendo la denominación que acompaña aparcamientos reservados y baños accesibles, ¿es posible o inteligible reivindicar lo tullido? ¿Es el momento de la teoría tullida?
Descrito el contexto académico actual, puede parecer paradójico que algunas llevemos años referenciando la obra de McRuer, así como la de otros teóricos de referencia de los Estudios Críticos de la Discapacidad anglosajones. No obstante, resultan clave para comprender la producción activista y artística de personas con diversidad funcional que, sobre todo en la última década, muy por delante de la academia, desafían los marcos de la inclusión y la accesibilidad. Iniciativas artísticas como Liant la Troca o las performances de Patricia Carmona o Xavi Dua plantean la diversidad corporal y funcional como un valor en sí mismo. Proyectos como el documental “Yes, We Fuck!”, o los videos postporno Nexos o Habitación, ponen el placer y la experimentación sexual en el centro de la reivindicación política; y los textos, incontenidos e incontinentes, de Elena Prous reivindican una “escatología coja”. Estas “anomalías recalcitrantes”, seductoras e incómodas, son, sin duda, lo que en el contexto anglo denominan crip.
En este sentido, la obra de McRuer no constituye la revelación epistemológica que deba orientar la teoría y práctica del Sur, sino una caja de herramientas que puede ayudar a la reflexión y a la movilización. La principal aportación del libro es exponer que existen dos sistemas íntimamente ligados: el sistema de la heterosexualidad obligatoria (que ya teorizó Adrienne Rich en 1980) y el sistema de la capacidad corporal obligatoria; y que no podemos entender, ni cuestionar, el uno sin el otro. Esta tesis, más allá de lo criptica que pueda resultar en un primer momento, puede ayudarnos a leer algunas cuestiones de nuestra actualidad política.
Si no puedo bailar, esta también es mi revolución
Pensemos en algunas de las expresiones, inadvertidamente capacitistas, habituales en nuestros discursos como “el neoliberalismo incapacita la disidencia”, “la opresión nos merma”, “hay una ceguera ante la injusticia” o, la tan conocida, “si no puedo bailar, esta no es mi revolución”. Teoría Crip nos advierte sobre los peligros de utilizar la discapacidad como una prótesis narrativa que representa aquello que debería desaparecer en un futuro utópico. Esta advertencia es especialmente relevante en un momento en el que la izquierda, en pro de derechos indiscutibles como la muerte digna, ha demarcado qué es una vida indigna, designando como indeseables, o incluso insoportables, determinadas condiciones y diagnósticos. De la misma forma, en la gestión de la Covid-19, se ha hecho aún más visible qué vidas se consideran valiosas y cuáles desechables.
'Teoría Crip' nos dice que si queremos cuestionar la hegemonía heterosexista debemos cuestionar la hegemonía capacitista y viceversa, y que no podemos hacerlo sin denunciar las lógicas neoliberales que las sustentan
Ante el pánico a la vulnerabilidad o la dependencia, no resulta extraño que hoy en día “resulte más difícil salir del armario como enfermo que maricón”, tal y como afirma Bob Pop, o tiempo atrás ya explicase Beatriz Gimeno. Teoría Crip nos dice que, si queremos cuestionar la hegemonía heterosexista, debemos cuestionar la hegemonía capacitista, y viceversa, y que no podemos hacerlo sin denunciar las lógicas neoliberales que las sustentan. De esta forma, la obra nos alerta sobre ciertas demandas queer (del Gay Bueno, como lo llama McRuer) que, buscando reivindicar derechos (como el matrimonio igualitario) se vuelven “estigmafóbicas”, renegando de todo lo que tiene que ver con la enfermedad. Javier Sáez, traductor de la obra, aludía a esta tensión en la presentación en Madrid, cuando explicaba que, en las luchas por la despatologización, primero de la homosexualidad y actualmente de lo trans, tenemos que ser cuidadosas con qué imagen proyectamos de los problemas de salud mental y de todo lo que tiene que ver con lo “patológico”.
Cuerpos verificados, cuerpos Para/Olímpicos
En meses anteriores, la máxima representación de la capacidad física, los atletas, poblaban nuestras pantallas. Pocos días después, lo hacían los paraolímpicos, ejemplo viviente de lo que Stella Young denomina el “porno inspiracional”: el retrato trágico-heroico de la diversidad funcional dispuesto para la mirada morbosa capacitada.
Pero vayamos un poco más allá del análisis de la representación mediática. La perspectiva crip nos permite pensar los Juegos Olímpicos y Paralímpicos como espacios donde el capacitismo y el heterosexismo se alían para vigilar las fronteras corporales. De esta forma, ambos juegos crean y, al mismo tiempo, validan las categorías corporales masculino-femenino y capacidad-discapacidad. Sin embargo, sabemos que estas dicotomías, planteadas como naturales e incuestionables son, en realidad, porosas. Así lo muestran las tensiones en torno a los atletas trans y escándalos como el de la corredora Castor Semenya, a quien se solicitó que, a pesar de ser una biomujer, redujera artificialmente sus niveles de testosterona para encajar dentro de la categoría “femenina”. De la misma forma, el caso del atleta paralímpico Oscar Pistorius, al que no se permitió participar en los Juegos Olímpicos de 2008 debido a que sus prótesis biónicas amenazaban con superar a los atletas “capacitados”, cuestiona la propia diferenciación entre ambas olimpiadas.
Si alguna utilidad puede tener la traducción de 'Teoría Crip', o el comenzar a teorizar lo tullido en nuestro contexto, es la de corporeizar no solo la discapacidad, sino precisamente la capacidad: esa supuesta condición natural, habitual y que creemos duradera
Como explica Teoría Crip, la capacidad y la heterosexualidad son consideradas, simultáneamente, como estados “naturales” (“por defecto”) y como “logros” que requieren de la demostración constante. El hecho de que ambos sistemas, el de sexo-género y el capacitista, deban ser continuamente validados y vigilados, pone de manifiesto su falibilidad.
Hacia un futuro crip
Por último, queríamos reseñar que el libro abre una posibilidad tan sugerente como inquietante: ¿deberían identificarse como crip las personas “sin discapacidad” en momentos puntuales? ¿Es esa la forma de desnaturalizar la dis/capacidad y vapulear el estigma? El autor narra cuando, en plena crisis del VIH y ante la brutal estigmatización de los hombres gays, en un momento dado, en un contexto presumiblemente heterosexual, él se enunció como seropositivo, sin serlo (en principio, pues tal y como él explica, en aquel momento era difícil estar totalmente seguro de no ser portador del virus). Esta enunciación desde el estigma buscaba renunciar al privilegio de Gay Bueno.
Teoría Crip propone este tipo de ejercicio en un momento de tensión política, en que pareciera que ensanchar los frentes de la lucha común solo conduce al borrado de las identidades. Desde nuestro punto de vista, si alguna utilidad puede tener la traducción de Teoría Crip, o el comenzar a teorizar lo tullido en nuestro contexto, es la de corporeizar no solo la discapacidad, sino precisamente la capacidad: esa supuesta condición natural, habitual y que creemos duradera. Y empezar a desenmascarar el andamiaje teórico y performativo sobre el que se sostiene. El eje capacidad/discapacidad hace bambolear algunas de las asunciones de los feminismos, y sin duda de la izquierda, en relación con los cuidados, la sexualidad y los derechos. Dejemos que lo tullido entre en nuestros debates y aceche nuestros futuros.