Argentina
La crueldad como política de Estado

Aunque la crueldad está en el origen del Estado-nación argentino y aunque la administración pública siempre tiene “zonas de crueldad”, con la llegada de Javier Milei al poder ha adquirido otro cariz. Lejos de recurrir a la política para limitar o postergar la violencia, el gobierno la reivindica y fomenta.
Protesta Milei Buenos Aires - 12
Protesta en Buenos Aires contra la Ley de Bases Sara M. Ledesma
25 jun 2024 08:30

La crueldad se convirtió en la palabra crítica para señalizar que la violencia del gobierno ha traspasado un límite, un umbral. Indica que estamos ante un nuevo tipo de violencia, en sus formas, su intensidad y sus efectos. ¿En qué se diferencian violencia y crueldad? ¿Qué agrega, concretamente, la noción de crueldad a una fenomenología de la violencia?

En principio, la crueldad señalaría el disfrute, un modo del placer asociado a la ejecución de la violencia. Una palabra cara al psicoanálisis -el goce, el placer- está en el centro del enigma de la crueldad. Ahora, ¿qué implica su devenir en política de Estado? Y al mismo tiempo, ¿hay algo de la soberanía del Estado que no sea ajena al ejercicio de la crueldad? ¿Es posible un Estado sin crueldad? Y entonces, ¿qué es lo nuevo en la utilización de la crueldad por parte del gobierno de Javier Milei?

Argentina
Argentina Milei, “el falacias”
La campaña de Milei ha llevado el postulado de “Es la economía, estúpido” a niveles insospechadamente reduccionistas, banales y circenses

Orígenes

En el libro Historia de la crueldad argentina. Julio A. Roca y el genocidio de los Pueblos Originarios (Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, 2010), compilado por Osvaldo Bayer y editado por Diana Lenton, Bayer define el racismo haciendo uso del término crueldad para narrar las torturas a la población indígena en el siglo XIX. Pero también la asocia a un modo social: “La crueldad salía a la superficie en una sociedad criolla europeizada, profundamente racista. El pensador Juan Bautista Alberdi, uno de los padres de la Constitución Nacional y una de las referencias de Milei, escribió: ‘No conozco personas  distinguidas  de nuestras sociedades que lleven apellido pehuenche o araucano. ¿O acaso alguien conoce a algún caballero que se enorgullezca de ser indio? ¿Quién de nosotros acaso casaría a su hermana o a su hija con un indio de la Araucanía? Preferiría mil veces a un zapatero inglés’”.

Hay aquí una “genealogía” de la crueldad que es clave: ligada directamente al racismo fundacional del Estado-nación y a las descripciones del exterminio que Bayer historiza. Pero también -lo dice Alberdi en la cita- a un modo de los linajes de sangre: lo que se extermina siempre es a favor de unos apellidos y unas familias en las que se concentra la tierra y el orgullo racista.

La política de la crueldad apuesta a la violencia directa, espectacularizada, como un mecanismo que produce 'insensibilización'

Que en la Argentina de hoy se reivindique desde el gobierno la Campaña del Desierto no es simplemente un anacronismo. Es la reivindicación del saqueo como lógica política que retorna como relato de origen. Y que hoy se expresa a través de proyectos como el Régimen de Promoción de las Grandes Inversiones que se debate en el Congreso, que otorga grandes concesiones en materia impositiva y cambiaria a las empresas extranjeras y anula cualquier posibilidad de regulación ambiental. La reivindicación de la Campaña del Desierto produce un pliegue entre el siglo XIX y el XXI. La historia de la crueldad del libro de Bayer, pensado para discutir en las escuelas, va hacia “atrás” para entender cómo se llegó a la desaparición sistemática de personas durante la última dictadura. Esos métodos, parece indicarnos la hipótesis del texto, no salieron de la nada ni empezaron hace pocas décadas.

Será por eso, por esa asociación fundacional entre Estado-nación y crueldad, que el filósofo francés Jaques Derrida dedica uno de sus discursos sobre los “Estados Generales del Psicoanálisis” a la cuestión de la crueldad y su vínculo con la soberanía: “Si la pulsión de poder o la pulsión de crueldad es irreductible, más vieja, más antigua, que los principios (de placer o de realidad, que son en el fondo el mismo, como preferiría decir: el mismo en diferancia), entonces ninguna política podrá erradicarla. Sólo podrá domesticarla, diferirla, aprender a negociar, a transigir, indirectamente pero sin ilusión, con ella, y es esta indirección, esta vuelta diferante, este sistema de relevo y de plazo diferenciales, la que dictará la política optimista y a la vez pesimista, valientemente desengañada, resueltamente desilusionada de Freud -tanto con respecto a la soberanía como con respecto a la crueldad-”.

El análisis de Derrida es exquisito. Vale la pena subrayar dos cuestiones: que la crueldad no es nueva y que no se puede erradicar, aunque sí hay formas de negociación que la difieren o aplazan, transacciones que la domestican. También, que todo Estado tiene sus “zonas” de crueldad, incluso en tiempos que no se consideran crueles. No por casualidad se titula “El sistema de la crueldad” el informe de la Comisión Provincial por la Memoria, un organismo público que denuncia desde hace diez años las violaciones a los derechos humanos en cárceles, comisarías, centros de menores y neuropsiquiátricos de la provincia de Buenos Aires. La crueldad de Estado no nace con Milei, está siempre presente, aunque ahora esté adquiriendo nuevas formas y otra intensidad.

La crueldad según Milei

Cuando hablamos de política de la crueldad para caracterizar al gobierno de Milei, nos estamos refiriendo al modo en que la política institucional abandona deliberadamente, con disfrute, todo mecanismo de negociación y aplazamiento con respecto a la violencia. Ahí, entonces, aparece -o, mejor, reaparece- la crueldad.

Se dibuja una paradoja: la política de la crueldad marcaría el fin de las mediaciones políticas destinadas a mantenerla a distancia, produciendo, sin embargo, una política. La política de la crueldad apuesta a gobernar sin gobernar (si entendemos gobernar como el arte de las mediaciones que disimulan y metabolizan la violencia). La política de la crueldad apuesta a la violencia directa, espectacularizada, como un mecanismo que produce insensibilización.

Digamos, otra vez, que esto no es nuevo. Se repite, sucede, en ciertos momentos: la cuestión es entender la lógica de esa repetición. ¿Cuándo emerge la crueldad desnuda? En los momentos en que la política es pura conquista. Por eso la historia de la crueldad de Bayer y Lenton anuda la Campaña al Desierto, las matanzas en la Patagonia y la dictadura militar.

Es en esta secuencia donde se inscribe el carácter colonial de la política de Milei, que busca convertir al país en una “zona de sacrificio” para la extracción de ganancias, sin considerar los límites ambientales ni sociales al crecimiento y sin imponer, desde el Estado, condiciones mínimas de regulación. Mientras el mercado de ropa o de cosméticos ofrece cada vez más productos “cruelty free” -lo que significa que no han sido testeados en animales-, la crueldad se convierte en régimen político. No es casual que el gobierno cite a Alberdi, reivindique la Campaña del Desierto y la figura de Roca e incluso ensaye una revisión de la historia democrática reciente defendiendo a los responsables de la última dictadura.

La crueldad social

La crueldad hecha política exhibe un goce asociado al ejercicio de una violencia directa; practica una reiteración espectacular que busca insensibilizar y despliega una filiación histórica. Estos tres elementos –goce, insensibilización, historia- deben ser pensados a nivel de gobierno pero también en sus activaciones e implicancias a nivel social.

Derrida habla “de una irreductible pulsión de muerte” para explicar la crueldad. Propone seguir la aparición de la palabra “crueldad” en los textos de Freud para entender qué sería un “más allá” de esa pulsión de crueldad. Hay, dice Derrida, una pulsión de dominio, que no es otra cosa que un ejercicio del poder, de la posesión, un movimiento de apropiación. Es apasionante seguirle el paso a Derrida para entender  que esa pulsión de poder es un “yo puedo” que articula un orden psíquico, pero también político.

Esto es fundamental para entender el “poder de hacer” que exhibe Milei. Contra quienes lo votaron pensando que no haría o no podría hacer todo lo que prometía, Milei exhibe un poder y una velocidad que es lo que le permite, en el fondo, mantener la duplicidad de ser a la vez un muñeco a cuerda de las corporaciones y un outsider del sistema político, capaz de gobernar sin partido, sin mayoría parlamentaria y señalando permanentemente lo que la política no pudo. Es este “yo puedo” de Milei el que cincela personajes-héroes en los que el presidente argentino quiere verse reflejado: Elon Musk y su conquista de Marte, Marcos Galperín y su conquista de mercados y recursos del Estado, Benjamín Netanyahu y su conquista de Gaza.

Milei exhibe un 'poder' y una 'velocidad' que le permite (...) ser a la vez muñeco a cuerda de las corporaciones y outsider del sistema político

En el comunicado de prensa de la octava revisión del acuerdo con Argentina, el FMI señaló que el gobierno ha “sobrecumplido” las metas. ¿Qué es ese sobrecumplimiento sino un ataque a las posibilidades de sobrevivencia de la población? Es ahí donde la violencia deja el paso a las finanzas. Consultado por un periodista, Milei dijo que “si la gente no llegara a fin de mes estaría muerta”. Además de que hay gente muriendo efectivamente por la falta de medicamentos y por la crueldad lesbofóbica habilitada por el discurso del gobierno, esta es la escena donde el endeudamiento ofrece “soluciones” para evitar morir de hambre, a través de plataformas como Mercado Pago, que especulan con los recursos escasos de los programas sociales mientras obliga a sus beneficiarias a endeudarse e intentar pequeñas “especulaciones” cotidianas para pagar comida dolarizada.

La deuda es otra dimensión de la crueldad. Relatando el disfrute del acreedor hacia el deudor, Nietzsche dice que se difunde una lógica de maltrato y desprecio entre quienes no son “señores”. Parece que el derecho de los señores de maltratar se traslada a quienes pueden tratar a otros como deudores. ¿Qué tipo de satisfacción produce el hacer sufrir? Hay una compensación, dice Nietzsche, que es una “licencia y un derecho a la crueldad”, lo que remite a  su análisis del cuerpo crucificado de Jesús como ritual de crueldad que garantiza la salvación, pero endeuda y culpabiliza a los cristianos para siempre.

Sacrificio

Vuelvo a Derrida, quien, en la línea de Nietzsche y de Freud, sostiene que la crueldad no tiene oposición, que no se puede oponer a la voluntad de poder una “antropología romántica de lo humano”. Pero también dice que hay que procurar “que esas pulsiones crueles sean desviadas, diferidas y que no encuentren su expresión en la guerra”. Volvemos a un problema clásico: la política como “lo otro” de la guerra, su continuación bajo otros medios. Pero, considerando el escenario global actual de guerra, ¿por qué habría espacio para una política que desviara la crueldad o que la contuviera? ¿Sería posible pensar una política que redirija la agresividad del odio hacia otras expresiones (un odio de las clases desposeídas contra los apropiadores, por ejemplo)?

La ultraderecha, ya se viene diciendo en varios análisis, capitaliza y fomenta una introyección de esta pulsión de crueldad; que es, también, un afecto de autosalvación frente a la precariedad e inseguridad generalizadas. ¿Cómo se entiende la propagación del “no hay plata” como lema de campaña al “sacrificio” de la espera que ha sostenido estos meses? Esa temporalidad de espera combina austeridad y endeudamiento personal, creando una burbuja especulativa a nivel subjetivo: hay que seguir aguantando, ajustando y endeudándose hasta que las cosas mejoren.

La ultraderecha (...) fomenta una introyección de esta pulsión de crueldad que es, también, un afecto de autosalvación frente a la precariedad e inseguridad

Esta creencia en lo sacrificial -etapa superior de la meritocracia- no sería posible si no se hubiera logrado instalar antes la idea y la experiencia de que los derechos son “privilegios” de ciertos sectores, beneficios que van contra el “igualitarismo” de la competencia. La recesión y la inflación son un acelerador de la crisis, bajo un darwinismo económico que puede volatilizar también las esperanzas de quienes le dieron crédito a la motosierra. Por eso, lo que le queda a la política de la crueldad es empujar la violencia horizontal entre los afectados. Por ejemplo, señalando a las mujeres a cargo de la atención y cuidado comunitario en los comedores barriales como la figura opuesta al “capital humano”, una vía para hacer crecer el anti-feminismo como vector de politización reaccionaria. Volver a cargar contra la economía popular para lograr una moralización reactiva de quienes “viven del Estado”.

El movimiento empieza por la economía cotidiana. La batalla ideológico-cultural recién hace pie luego para canalizar el odio por las condiciones de precariedad crecientes. Como señala Silvia Federici, “la fascistización es una estrategia y una política que da más y más poder al capital. Reduce la inversión en la reproducción y los espacios de poder de la clase obrera, y crea nuevas y más profundas divisiones entre las personas alrededor de las líneas de clase y raza”.

No son cuestiones abstractas. Esta afirmación se verifica, por ejemplo, en el modo en que se está negociando la reforma laboral en el Congreso. El gobierno pone como prenda de cambio dos temas clave: las jubilaciones para las amas de casa, que al eliminar la moratoria se cancelan y pasan a formar parte de una “prestación única” más baja, y la desregulación total de los pocos reaseguros de las economías informalizadas, como el monotributo social, que también se elimina, y las maneras de demostrar relación de dependencia, que quedan muy limitadas al anular las multas a los empleadores por trabajo mal registrado. De este modo se reducen o directamente sacrifican muchos derechos vinculados a la reproducción social de sectores feminizados e informalizados, a cambio de mantener vigentes las fronteras del “trabajo asalariado”.

En suma, se trata de otro vector de politización reaccionaria que busca que los asalariados reivindiquen su jerarquía respecto a los trabajadores no asalariados, fomentando las tensiones y conflictos al interior de las clases populares. La política de la crueldad necesita que su lógica sea replicada por arriba y por abajo. Para frenarla, sin coartadas pero con decisión, sólo se puede confiar en mecanismos que puedan ponerle límites y desviarla desde abajo.

Este artículo fue originalmente publicado en la edición de junio de 2024 de Le Monde Diplomatique

Feminismos
Traducir 'El manifiesto comunista' en tiempos de revuelta feminista (I)
Tratamos de leer y analizar algunas de las cuestiones que plantea 'El manifiesto comunista' –y, en particular, su llamada final: «¡Proletarios de todos los países, únanse!»– desde la perspectiva de un manifiesto feminista.
Sobre este blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Represión
Represión La vulneración de derechos relacionada con la protesta política crece un 30% en 2024
El informe Diagnóstico del derecho a la protesta cifra en 1.140 los excesos represivos dirigidos contra la disidencia política en el Estado Español.
Movimiento vecinal
Movimientos sociales Lucha vecinal en defensa de un parque público: cuando organizarse ya es un triunfo
La articulación de la lucha vecinal, domingo tras domingo y miércoles tras miércoles, ha demostrado que la organización ciudadana es, además de necesaria, urgente y prioritaria en tiempos de desesperanza colectiva
Granada
Derecho a la ciudad Granada aprovecha los Goya para reivindicar sus luchas sociales
Los colectivos sociales han expuesto sus reivindicaciones en los bustos de Goya que se encuentran en la ciudad para promocionar la gala más importante del cine español.
Sobre este blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver todas las entradas
Madrid
La burbuja del alquiler Sumar, Podemos y sindicatos de inquilinos presionan para convertir en indefinidos los contratos de alquiler
Sumar lanza una propuesta legislativa para transformar en indefinidos los contratos de alquiler, una de las principales demandas de la manifestación por la vivienda del 5 de abril. Una moción de Podemos, rechazada en el Congreso, pedía lo mismo.
Líbano
Ocupación israelí Israel incumple el acuerdo de paz y mantiene tropas en el sur de Líbano para “vigilar” a Hezbollah
El Ejército sostiene la ocupación de cinco colinas a lo largo de la frontera tras evacuar sus soldados de decenas de municipios. Miles de civiles regresan a sus casas para descubrir que lo han perdido todo.
Galicia
Galicia La Xunta de Feijóo, condenada por negar visitas a una mujer que murió de cáncer por tener covid-19
La jueza dice que la situación exigía “flexibilizar” las medidas de prevención. Falleció a inicios de 2022 en el Hospital Álvaro Cunqueiro durante los últimos meses de la administración del jefe del PP con Julio García Comesaña de conselleiro.
Egipto
Egipto Ashraf Omar continúa en prisión provisional por dibujar
Ashraf Omar, caricaturista político del medio digital AlManassa, sigue en prisión preventiva indefinida tras ser arrestado violentamente en su domicilio el 22 de julio de 2024.

Últimas

Justicia
Justicia Rubiales, condenado por agresión sexual y absuelto del delito de coacciones
18 meses de multa con cuota de 20 euros al día por un delito de agresión sexual. Es la condena al expresidente de la RFEF Luis Rubiales por los hechos ocurrido en la ceremonia de entrega e medallas del pasado mundial celebrado en agosto en Sidney.
Tribuna
Tribuna Verde de ecosocial, verde de educación pública
En nuestras aulas se ha colado una prisa ansiosa, que juzga al alumnado como un gasto, que lo dirige, poco a poco, a un mundo laboral tecnoptimista y completamente atomizador.
El Salto Radio
El Salto Radio Humedales necesarios
Damos un paseo radiofónico por algunos de los humedales de Andalucía, espacios fronterizos entre el mar y la tierra, tan necesarios para nuestra supervivencia. Lo hacemos con Juan Martín Bermúdez, de SALARTE y algunos oyentes.
Más noticias
Fascismo
Memoria antifascista Allí donde hay humo, hay fuego
A unos días de las elecciones alemanas, donde la ultraderecha acude fortalecida, un repaso sobre el proceso de desnazificación posterior a la Segunda Guerra Mundial y sus medias verdades.

Recomendadas

Feminismos
Ana Bueriberi “El activismo tiene que ser colectivo: para contribuir al cambio es imprescindible despersonalizar la causa”
La periodista madrileña Ana Bueriberi reconoce que no sintió la discriminación hasta que llegó a la Universidad. Hoy, desde el proyecto Afrocolectiva reivindica una comunicación antirracista, afrofeminista y panafricanista.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.
América Latina
Extrema derecha Los soldados de Donald Trump en América Latina
Mientras algunos presidentes latinoamericanos, con mayor o menor ímpetu, intentan ponerle freno, otros tantos se arrodillan y le rinden pleitesía sin recibir nada a cambio. ¿Quiénes son los súbditos latinoamericanos de Trump?