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Queer
Comunismo para mariconas
Lanzamos este texto como adelanto de la antología Las degeneradas trans acaban con la familia, coordinada por Ira Hybris desde la editorial transfeminista Imperdible, que se publicará próximamente. Dicho libro pretende ofrecer una respuesta militante a los discursos transfóbicos que se han asentado en algunos sectores de la izquierda revolucionaria del Estado español.
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Mientras el proyecto apocalíptico de la acumulación capitalista se tambalea, los últimos cuarenta años de crisis han visto el colapso del viejo movimiento obrero, la supresión de la solidaridad internacional y las guerras por la libertad contra el imperio, el pírrico ascenso del liberalismo gay y la continua miseria y alienación mutuas. Vemos cómo se desarrolla esta crisis en torno a la amenaza ecológica global, el resurgimiento del fascismo y la reacción desesperada y violenta contra la decadencia de cierta ilusión en la que una familia estable sustenta el orden social.
Al igual que el mundo al que sirvió para atar, la heterosexualidad está en crisis. No es la primera vez, pero puede ser la última. Esta crisis no es un “pánico sexual” pasajero, sino que representa una ruptura más fundamental. Ya nadie puede ponerse de acuerdo en para qué sirve este mundo. Todo el mundo puede sentirlo. Sus placeres son ahora incómodos, sus odios inseguros. En la lóbrega sombra del colapso de la biosfera y del fascismo climático, ¿quién puede creer en las promesas de eternidad de la heterosexualidad? Todo el mundo puede ver venir la tormenta; algunos ya se han visto obligados a ser los diques.
En el escenario político estadounidense, un momento de la mayor crisis: las noticias son una interminable película snuff de la desaparición pública de la heterosexualidad. El presidente, literalmente un capitalista patriarcal, no puede ocultar su repugnancia ante la idea misma de cualquier mujer. Su único logro de gobierno, la instalación de una mayoría judicial dispuesta a derogar la autodeterminación de las mujeres, provocó una huelga sexual masiva. Según todos los indicios, las audiencias (judiciales) televisadas de Kavanaugh provocaron que más hombres se cuestionaran su inocencia que cualquier otro episodio del #metoo. Por primera vez, la heterosexualidad parecía vivirse como una crisis personal colectiva, también para los heterosexuales.
En cierto sentido, esto es un síntoma del fracaso del movimiento por la liberación sexual. La heterosexualidad, por supuesto, no es un problema personal, sino una institución política. Todes les queers hemos tenido que pasar por el crisol de este problema en nuestras vidas privadas y resolverlo mediante la reconciliación con una identidad política colectiva. Tal vez, inexcusablemente, hemos dejado intacta la institución agresora.
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No obstante, se están abriendo paso nuevos deseos, nuevos modos de género y nuevas luchas. Como partisanos de la libertad queer, vemos en los actuales esbozos de rebelión una vinculación de la libertad sexual y el potencial queer con el movimiento real que abolirá el estado presente de todas las cosas. El lenguaje heredado del movimiento de liberación sexual, que buscaba liberarse de un régimen productivo que ya no existe, no nos es de ayuda aquí. Necesitamos nuevas palabras para hablar tanto de los límites, como del potencial de nuestro tiempo. En las luchas actuales por las condiciones de género y trabajo, vemos los auspicios de un nuevo horizonte comunista queer.
La autodeterminación colectiva del género será un logro revolucionario de primer orden. El género es actualmente el lugar donde se naturaliza el trabajo de la reproducción de las clases sociales. Aunque se experimenta como algo profundamente personal ―como la esencia de la persona, incluso― es una de las más centrales experiencias políticas vividas por las masas en la sociedad capitalista. El género se impone, se estabiliza y se reproduce a través de una infraestructura material distribuida en lo social, en lugares privados como la familia o la intimidad sexual y en lugares públicos como la calle, en momentos como el acceso al mercado laboral y en relación con la violencia sexual. Ser libres de vivir el género como queramos significa ser libres del miedo a la violencia que protege estos lugares y momentos, ser libres de la necesidad de trabajar para alguien más para reproducir nuestras vidas ―ser libres de la sociedad de clases.
La libertad sexual o de género que poseemos no es más que la libertad de reproducir el orden social vigente
A este contexto de lucha popular en torno al género le falta una perspectiva comunista. Las relaciones de género no son naturales, sino históricas, ligadas a los ciclos de acumulación y crisis, así como a la lucha política contra ellos. El régimen de género actual es el indicio de una configuración particular del poder de clase. Podemos describirlo provisionalmente como parcialmente liberado, es decir, caracterizado por la libertad formal o nominal para relacionarse con la reproducción de la sociedad de clases de forma voluntaria, mientras que, sin embargo, se mantiene toda la infraestructura social coercitiva necesaria para garantizar que la misma se produzca pase lo que pase. La libertad sexual o de género que poseemos no es más que la libertad de reproducir el orden social vigente.
Creemos que las luchas contra el orden actual son simultáneamente luchas contra el género. Asimismo, las luchas en torno al género son, en sus propios límites, luchas para derrocar la sociedad existente. Tomamos como punto de partida la naturaleza revolucionaria de los movimientos pasados por la liberación de género y sexual, mas sin abordarlos de forma acrítica. Los movimientos que constituyen nuestra herencia fueron luchas contra una configuración particular del poder de clase que ya no existe. La familia y el lugar de trabajo han sufrido una profunda transformación en los últimos 50 años. Los horizontes que perseguían los liberacionistas sexuales son ahora, en cierto modo, nuestra base. Aunque muchas de las batallas que estamos librando ahora tienen análogos en el pasado, lo que más necesitamos ahora no es sólo la defensa de los antiguos horizontes de la libertad de género, sino el valor de imaginar otros nuevos.
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Estas libertades habrán de ser descubiertas en el transcurso de la lucha. No pretendemos dictarlas de antemano. Pero parte del trabajo de esa lucha será la creación de un nuevo lenguaje y nuevos conceptos con los que comprender las relaciones sexuales y de género capitalistas. Una revista es una herramienta crucial en este sentido. Al proporcionar una plataforma pública para el compromiso teórico, sostenido con los problemas planteados por las luchas en torno al género que apuntan al capitalismo, podemos reunir una audiencia y dotarla de recursos para dichas luchas. Podemos someter tales luchas a la crítica de les camaradas, realizar investigaciones obreras y enriquecer el conocimiento de la comunidad sobre nuestra posición material en la sociedad capitalista. Asimismo, podemos resucitar textos de antiguas tradiciones militantes que creemos que hoy pueden aportar a nuestra liberación.
Existe una gran cantidad de formas de pensar, organizar y vivir que tienden a la libertad de género ―es decir, a la sociedad sin clases― dispersas por todo el campo social. Proponemos una publicación con el objetivo de canalizarlas en forma de lucha
No emprendemos este proyecto por una preocupación por la representación, o para afirmar simplemente la esencia radical de las formas políticas queer. Precisamente lo contrario: creemos que los elementos más autocomplacientes del deseo de absolución queer comparten una visión con los fascistas en la que lo queer se presenta como una especie de perturbación innata de la ley natural. Este no es nuestro análisis. El poder que ejercemos se deriva de nuestra capacidad para organizar la experiencia colectiva. Es en esta capacidad en la que confiamos, no en nuestra suerte de haber encontrado esta forma particular de relacionarnos con el placer. Pero toda lucha contra el capital debe tomar una forma particular, y sólo descubriremos cuál es esta forma llevando la lucha hasta su límite. Por el momento, existe una gran cantidad de formas de pensar, organizar, sobrevivir y vivir que tienden a la libertad de género ―es decir, a la sociedad sin clases― dispersas por todo el campo social. Proponemos humildemente una publicación con el objetivo de canalizarlas en forma de lucha.
¡Comunismo para mariconas!
Transexualidad
El ¿corto? invierno del transfeminismo: una reseña atrapada en una genealogía