We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Pensamiento
Ritos iniciáticos
La homogeneización de las edades y la estandarización a que ha sido sometido intensivamente nuestro mundo ha arrasado hace tiempo con los ritos de iniciación, particularmente los viajes, que marcaron durante siglos el abandono de la infancia y el ingreso público en la edad adulta
Una de las principales preocupaciones de los alumnos del último curso de Bachillerato en estos días es la ausencia -o dificultad o postergación- de alguna ceremonia -entrega de diplomas, discursos, cena y fiesta- que escenifique de alguna forma el final de una larga y difícil etapa de estudios. En realidad, pues hay una coincidencia con su mayoría de edad, se trata de la celebración de su puesta de largo como adultos, el abandono de la infancia y adolescencia: un ritual iniciático, roto por el estado de alarma y la devastación de la pandemia.
En general, prescindiendo de los efectos del virus y la enfermedad, la homogeneización de las edades y la estandarización a que ha sido sometido intensivamente nuestro mundo ha arrasado hace tiempo con los ritos de iniciación, particularmente los viajes, que marcaron durante siglos el abandono de la infancia y el ingreso público en la edad adulta. Esa estandarización tiene causas bien conocidas que se pueden resumir en el afán de constituir una sociedad de consumidores lo más extensa y longeva posible: desde los niños falsos adultos hasta los adultos indefinidamente infantilizados.
Aunque sobreviven remedos de aquellos ritos, lo hacen en la forma trivializada y floja propias de estos tiempos bobos. Me refiero a cosas como las que mencionábamos al principio: las fiestas de graduación, los viajes de fin de carrera o las estancias internacionales proporcionadas por las becas Erasmus u otras parecidas. Antiguos rituales de la burguesía, como el servicio militar obligatorio para los hombres (cualquier día vuelve) o las fiestas de puesta de largo (no sé si aún se celebran entre las clases ociosas) para las mujeres no son ya sino vagos recuerdos o reproducciones intrascendentes, como las turistificadas peregrinaciones actuales del Camino de Santiago o las múltiples romerías de las primaveras, tan usuales y masivas en países de tradición católica.
Los viajes iniciáticos llevaban implícitas pruebas y dificultades cuya superación suponía un proceso de autoformación con un alto valor pedagógico y su destino eran lugares paradisíacos o espacios alejados, peligrosos y desérticos. Como los viajes de exploración o las colonizaciones ya acabaron, sus sustitutos contemporáneos, las masificadas rutas turísticas, también han perdido ese valor «educativo», de transición al mundo de los mayores, de adquisición de un sentido. La excepción, forzada por circunstancias terribles, son las huidas y migraciones motivadas por la necesidad o las guerras. Y, quizá, la circunstancia más terrible de todas: los niños abandonados. Pero ese es otro cuento, que seguiremos contando en otra oportunidad.