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Opinión
Por un Madrid que no apueste todo al negro
Entre la calle de Atocha y la calle de Toledo hay más de diez casas de apuestas, en la mitad de los cerca de 500 bares que tiene el barrio de Embajadores-Lavapiés hay una máquina tragaperras. En la ciudad de Madrid hay 371 locales legales; la exposición de la capital al juego no puede ser más problemática, especialmente cuando algunos puntos emblemáticos, como la antaño churrería de la Plaza de Lavapiés lleva ya 15 años siendo un Codere, pero lo podemos extrapolar a otras calles como la calle de Alcalá a la altura de Ciudad Lineal.
En una ciudad en la que existen 400 locales de juego legal censados, el Distrito Centro se suma a los ejes de Aluche-Vista Alegre, Moscardó-Almendrales, San Diego-Numancia y Alcalá-Quintana como las mecas del azar de Madrid. Verdaderos focos de problemas para la Salud Pública que tienen que comenzar a ser tratados de esta manera y no como otra forma de ocio. La ludopatía es una preocupación creciente de la sociedad que se enmarca, tras su última revisión en 2013, dentro de los trastornos adictivos del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales.
Sector del juego
Juego Ayuso quiere favorecer a las casas de apuestas permitiendo nuevas formas de pago
Grabado en mi memoria, siempre quedará el momento en que, acompañando a mi abuelo a Casa Juli en el pueblo, se me ocurrió darle a una máquina que estaba ‘caliente’. Cuando digo ‘caliente’ es que estaba siendo usada por otro paisano. Todavía recuerdo la bronca monumental del abuelo Pablo, hombre no dado a la irascibilidad, porque el juego no es algo que debiera estar al alcance de los niños. Desde entonces he sentido cierta aprehensión a los juegos de azar.
Sin embargo, esta no es la realidad del 25% de los jóvenes —¿sigo entrando con 31 años en ese grupo?, quiero pensar que sí— que han consumido azar, más cuando uno de cada cuatro acaba desarrollando una ludopatía. Y es que reitero que las consecuencias terribles del juego —depresión, aislamiento social, deudas— deberían ser tratadas como un problema de Salud Pública.
El juego es una adicción. Si bien la ciudad de Madrid y el Distrito Centro ya sufrieron las consecuencias destructivas de la droga, el juego tiene resultados igual de lesivos. Desde familias que acaban apostando su futuro al último anuncio de crédito rápido que proclama el famoso de turno a los y las jóvenes que sucumben a la “cristoestafa” piramidal del momento, aunque esto bien merece un capítulo aparte.
Pero ¿cómo atajamos la drogodependencia cuando los CAID corren el riesgo de desaparecer? ¿Qué hacemos si han proliferado las casas de apuestas desde que en 2006 Esperanza Aguirre liberó el juego? ¿Qué sucede cuando nuestros representantes públicos tienen vínculos estrechos con la industria del azar? Me refiero a los exministros del Partido Popular Rafael Catalá y Pío Cabanillas y al consejero de Justicia de la Comunidad de Madrid, Enrique López, que, sin ir más lejos, clausuró el VIII Congreso del Juego.
Hace falta voluntad política, tanto del partido en los gobiernos municipales y autonómicos, aunque no vamos a pedir peras al olmo, que son los mismos que este verano intentaron permitir el pago con tarjeta de crédito en locales de apuestas
Casas de apuestas
“El Partido Popular está financiado y contaminado por parte de las casas de apuestas”
Luis y Daniel Díez (padre e hijo) publican el libro ¡Jugad, jugad, malditos! (AKAL, 2020), el primer trabajo periodístico que desnuda por completo a la industria de las apuestas en el Estado español.
¿Cuál debería de ser el papel de las instituciones coincidiendo con el Día Nacional sin Juego de Azar que se celebró el 29 de octubre? Para empezar, los representantes municipales y autonómicos deberían estar más cerca de las asociaciones y colectivos para que las realidades de a pie de calle y en contacto con los expertos que han elaborado estudios como el estudio ‘Que no jueguen contigo’ que presentó este mismo año Podemos en colaboración con entidades como la FRAVM y expertos de todo el país. Considero que todavía se puede conseguir poner coto a las casas de apuestas en la ciudad y en la comunidad autónoma mediante la creación de espacios protegidos.
Para ello hace falta voluntad política, tanto del partido en los gobiernos municipales y autonómicos, aunque no vamos a pedir peras al olmo, que son los mismos que este verano intentaron permitir el pago con tarjeta de crédito en locales de apuestas o que afirman que no se puede discriminar a los locales de juego porque “fomentan el empleo”, como de la oposición. Y es que la oposición, al menos en la ciudad de Madrid, que es la parte que me toca, deja mucho que desear en ámbitos en los que debería plantar cara, incluso aunque las cuentas no den, por ejemplo, reclamando –a ser posible, con vehemencia–, que establezcan ordenanzas municipales que prohíban los locales de apuestas a menos de 500 metros de un centro de enseñanza o que promuevan penalizaciones fiscales a estas actividades económicas. Lo que está claro es que desde las instituciones se pueden hacer más cosas que desde fuera.
La solución, de momento, pasa por cambiar Madrid. Porque podemos evitar que la ciudad de Madrid deje de apostar todo al negro y que, inequívocamente, salga rojo. La banca siempre gana.