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Pensamiento
Lo siento te extrañamos
Una película para ver, disfrutar, hacernos sentir, y soñar que debajo de tanta maldad e inmundicia, hay un mundo de ternura, futuro, solidaridad y hermosos cuidados
Miembro de la Asociación de Hombres Por la Igualdad de Género (AHIGE) de Andalucía.
El para mi genial cine de Ken Loach que siempre nos sorprende por su visión cotidiana de la vida de la gente, mostrándonos las injusticias y efectos que en las personas tiene la aplicación bárbara de las políticas neocapitalistas, la explotación, deshumanización, pobreza, inseguridad, y el miedo a ser expulsados y abandonados por el sistema, es también una mirada muy crítica al universo patriarcal, al escaso valor dado a los cuidados, y a la preeminencia de un hombre que ha de soportar sobre sus hombros la angustiosa carga de tener que responder en todo momento a las expectativas que de él se esperan.
Sorry We Missed You, que traducida al castellano significa, “Lo siento te extrañamos”, y es el mensaje que los mensajeros y repartidores dejan en el buzón cuando en el domicilio no se encuentra la persona destinataria, es una hermosa y dolorosa película del director británico, que además de reflejar todas las miserias y mezquindades del capitalismo, su veneno aspiracional, la idea del esfuerzo y la recompensa, el emprendimiento, nos habla de mucho más.
La película es una demostración de los efectos nocivos que los roles patriarcales causan en las personas y en especial en nosotros los hombres. Ricky, quien ha pasado de un empleo a otro, sin lograr estabilidad, a pesar de trabajar a tiempo completo, es consciente de que nunca obtendrá la ansiada seguridad económica o una casa en propiedad. Surge entonces una oportunidad que cambiará sus vidas, y la pareja bajo la presión de él, decide vender el coche de Abby, su mujer, para que Ricky compre una furgoneta y se convierta en repartidor por cuenta propia, el fraude que hoy conocemos como “falso autónomo”, “por fin será su propio jefe”.
El mundo moderno se cuela entonces en la vida familiar ofreciéndoles un futuro diferente. Y ese es precisamente el engaño, hacernos creer que ese mundo es posible para todos y todas. Pero la vida de Ricky está llena de contradicciones, el deseo de dar a su familia un futuro mejor, la obligación de cumplir con un trabajo que lo esclaviza, humilla e impide cuidar de los suyos, y la necesidad de tener que responder al rol que la sociedad le ha asignado como hombre, mientras a cambio de esa promesa de futuro bienestar, ve como el tiempo transcurre, la economía empeora, y su relación con Abby, su hijo e hija se deteriora.
El menosprecio por las tareas de cuidados, y el rol secundario del empleo de Abby, que trabaja a domicilio por horas, cuidando a personas mayores, nos hace visible la realidad de olvido y precariedad, que viven los cientos de miles de mujeres que trabajan en los servicios públicos indecentemente subcontratados, de ayuda a domicilio, o de las migrantes que por sueldos de vergüenza cuidan de nuestros mayores.
La belleza de los cuidados, su importancia para la vida, la humanidad del deterioro físico y cognitivo que la edad nos produce, el empoderamiento de lo íntimo e importante, sobre lo aparente y superficial, lo físico, y la puesta en valor de la ternura, la fortaleza, la empatía, y vocación por las personas, son representadas de forma magistral en el personaje de Abby. El poder de la feminidad y el coraje en la defensa de la dignidad, cuando es ella la única que planta cara al explotador de su marido y su familia, y le dice todo lo Ricky nunca se hubiera atrevido a decir, mientras emociona y duele a la vez, la sensación de derrota, y alivio, asombro, orgullo y admiración, con la que Ricky la mira.
Es Ricky un hombre corriente de esos muchos, de esa mayoría que quizás nunca lleguemos a ser nadie, ni a traspasar la fina línea de la violencia hacia las mujeres, pero a los que la masculinidad nos ha destrozado por dentro, obligándonos al equilibrio de vivir como sentimos, y seguir cumpliendo los mandatos que como hombres creemos nos pertenecen.
En definitiva, una película para ver, disfrutar, hacernos sentir, y soñar que debajo de tanta maldad e inmundicia, hay un mundo de ternura, futuro, solidaridad y hermosos cuidados.
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Desgraciadamente el daño que la masculinidad tóxica hace a los hombres, no se percibe ni se nombra como tal. Son necesarios y urgentes nuevos modelos de masculinidad con los que reinventarnos como hombres. Nuevas masculinidades alejadas de la violencia y la agresividad.
Excelente artículo, gracias por ofrecernos esa visión tan necesaria y oculta.