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Crisis climática
El deber de decir la verdad
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
Declaración de la Campaña Mundial para Exigir Justicia Climática
Las organizaciones pueden firmar y respaldar la siguiente declaración aquí.
Como movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil, existimos para defender la centralidad de la vida, las personas y el planeta, y luchar hasta conseguir una existencia mejor para todos. Es nuestro deber decir la verdad sobre el mundo que todos compartimos y las crisis que nos envuelven. Esta es la verdad de la última COP, la COP26.
Incluso antes de empezar, la COP26 se presentó como un éxito rotundo. Aquellos de nosotros que pudimos encontrar una manera de evitar el apartheid de las vacunas, el “ambiente hostil”, las normas de cuarentena en constante cambio, los desafíos de la tramitación de visados y los precios exorbitantes que hicieron de la “cumbre más inclusiva de la historia” la más excluyente de todos los tiempos, nos vimos bloqueados en las negociaciones. Mientras tanto, la industria de los combustibles fósiles y otros mercaderes de la miseria fueron recibidos con alfombra roja, y constituyeron la delegación más numerosa de la COP26. Llegamos a Glasgow y nos encontramos en Davos, fuertemente vigilados mientras los criminales eran agasajados.
Durante días nos alimentaron con largos pronunciamientos, discursos y declaraciones de los llamados líderes mundiales del gobierno y los negocios, que descendieron en sus aviones privados y rompieron las reglas que el resto de nosotros debíamos cumplir para decirnos que les aplaudiéramos. Pero, siendo honestos, debemos decir que estas declaraciones son delirios, una distracción de la verdad, y una distracción peligrosa. Para los países más ricos, la relación entre afirmación y acción no existe. La fea realidad es que los países desarrollados están todos a favor de la acción climática, siempre y cuando no tengan que hacer gran parte del trabajo ellos mismos.
La fea realidad es que los países desarrollados están todos a favor de la acción climática, siempre y cuando no tengan que hacer gran parte del trabajo ellos mismos.
Año tras año hemos intentado intervenir mientras estas negociaciones se alejan de su propósito. El proceso, apilado como está a favor de los poderosos, no ha conducido a compromisos vinculantes para mantener las temperaturas por debajo de 1,5 grados centígrados y a la redistribución de recursos para garantizar una transición justa, sino a “contribuciones” flexibles y voluntarias desalineadas con la ciencia y divorciadas de la justicia. A lo largo de tres décadas en este proceso hemos sido testigos de la gran huida de los contaminadores, un cambio histórico de la carga de los ricos a los pobres, de los que crearon estas injusticias a aquellos sobre los que estas injusticias son forzadas. Puede que en algunos textos haya un lenguaje que suponga la más pequeña de las victorias, pero 26 COPs consecutivas han ignorado en la práctica la necesidad de pagar la escandalosa deuda histórica contraída con el sur global por el norte global.
En su lugar, hay un desfile interminable de falsas soluciones, promesas vacías y anuncios falsos y oportunistas, vacíos en su contenido y peligrosos en sus implicaciones. Marcadas por la captura corporativa, las mismas conversaciones que deberían fomentar la colaboración global para abordar el cambio climático se han convertido ahora en el principal vehículo para el “lavado verde” de empresas y gobiernos.
La COP26 marca el cenit de una nueva era en la lamentable saga de la política climática internacional, marcada por el cinismo, la captura corporativa y la complicidad estatal en la expansión de la maquinaria de la muerte de los combustibles fósiles que es una sentencia de muerte para millones de Pueblos Indígenas y comunidades locales en todo el sur global que ya están viviendo los peores impactos del cambio climático. La era de la negación del clima ha terminado; la era del colonialismo climático está sobre nosotros.
Los países desarrollados hablan con una lengua bífida sobre la urgencia y la ambición. La única urgencia y ambición que sienten es la de mantener su dominio sobre el resto del mundo, su gente y sus recursos. Aparecen en los titulares prometiendo hacer algo en algún momento en el futuro, pero se escabullen de cualquier sistema que les haga rendir cuentas.
En lugar de normas y compromisos claros basados en la ciencia y la equidad, se dedican a crear lagunas y mercados de carbono para “compensar” en lugar de reducir las emisiones, mercantilizando la naturaleza y trasladando las cargas al Sur a través del comercio de carbono, cargas que se impondrán de forma desproporcionada y violarán los derechos de las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas y las comunidades de primera línea. Bajo la cobertura de “soluciones basadas en la naturaleza”, promueven la quema de biomasa a gran escala, las tecnologías de almacenamiento de carbono, la mercantilización de los océanos y las prácticas que desplazarán la producción de alimentos y forzarán la deforestación continua.
Hablan de la importancia de la financiación del clima y de que no pueden dejar que los vulnerables sufran. La promesa repetidamente incumplida de 100.000 millones de dólares al año, que es una mera fracción de la cantidad que están obligados a aportar, es una burla. En lugar de comprometerse claramente a aportar una nueva financiación para el clima acorde con la insondable necesidad de los países en desarrollo, extienden la alfombra para que la industria financiera se beneficie aún más del colapso climático.
En lugar de comprometerse claramente a aportar una nueva financiación para el clima acorde con la insondable necesidad de los países en desarrollo, extienden la alfombra para que la industria financiera se beneficie aún más del colapso climático.
Los países desarrollados siguen hablando de que la adaptación y la reparación de pérdidas y daños son cruciales, pero siguen evitando cualquier responsabilidad y bloqueando la financiación para las comunidades que están en primera línea de los impactos perjudiciales. Así, en lugar de un acuerdo multilateral que proponga un camino claro para abordar la crisis climática, nos quedamos con un documento que nos lleva por el camino de la injusticia climática.
Por lo tanto, nosotros, las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos sociales mundiales abajo firmantes, exigimos
-No más mentiras y promesas vacías de “cero neto”. Exigimos vías que desplieguen de forma urgente y justa soluciones reales, centradas en las personas, para llevarnos a un Cero Real para 2030 en los países desarrollados y para 2050 en los países en desarrollo.
-No más soluciones falsas como los mercados de carbono y la geoingeniería, que hacen perder tiempo, desplazan a las comunidades y destruyen los ecosistemas en beneficio de los contaminadores y permiten a los países ricos eludir su responsabilidad.
-Las verdaderas soluciones para abordar realmente la crisis climática deben ser en base y en beneficio de las comunidades locales e indígenas y de las organizaciones de base, evitando los proyectos extractivistas y de control corporativo a gran escala.
-Los gobiernos y las empresas contaminantes deben pagar por los daños que causan. Las industrias que han alimentado la crisis climática, financiado la negación del clima y bloqueado la acción durante décadas deben ser consideradas responsables. Esto significa garantizar que se les responsabilice penal y económicamente, y que se les obligue a poner fin a sus prácticas abusivas.
-Una eliminación rápida y equitativa de la producción y el consumo de combustibles fósiles a través de una transición justa, en la que cada país se comprometa y cumpla con su parte justa de acción climática basada en responsabilidades históricas y continuas para beneficiar a las comunidades de base locales e históricamente desplazadas. Objetivos y calendarios claros, incluso para el periodo inmediato y a corto plazo, para alcanzar el cero global real en 2050.
-Entrega urgente de financiación climática -más allá del objetivo incumplido de 100.000 millones de dólares al año- que sea suficiente y responda a las necesidades climáticas reales de las personas y las comunidades locales del Sur Global. La financiación climática debe ser pública, no crear deuda, y su entrega debe seguir un proceso inclusivo que garantice que las contribuciones se basan en la equidad y el reparto justo, y sin condiciones. La financiación climática debe incluir la cobertura de pérdidas y daños. Debe crearse un mecanismo de financiación específico para cumplir con esta obligación.
-Abordar el cambio climático requiere cumplir con estas exigencias y una profunda transformación social en todos los países y a todos los niveles: local, nacional y mundial. Esto no sucederá sin una movilización masiva de la gente en todas partes, en el sur y en el norte. Únete a nosotros mientras intensificamos nuestros esfuerzos para construir y ejercer el poder de la acción colectiva, en diferentes formas, en varios frentes y escenarios, en diferentes niveles - local, nacional y global - a una escala nunca antes vista.
Lo anterior es una declaración realizada por la Campaña Mundial para Exigir Justicia Climática y se puede encontrar en su sitio web aquí.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.