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Coronavirus
Fin de la pandemia en Correos
Vuelta a la entrega a domicilio. Sin datáfono, ni pantalla mediante, los repartidores y repartidoras de Correos llevan ya una semana entregando paquetes contra reembolso. Una vuelta a la “normalidad” que se da mientras el termómetro del covid-19 escala en contagios, y ya se superan los 200 casos por cada 100.000 habitantes en todo el Estado. Unos trabajadores que han sido considerados esenciales desde el minuto uno de la pandemia y, tal y como denuncian los sindicatos, tras los sanitarios, han sido el colectivo más afectado, con casi un 10% de contagios. La excusa para volver a transportar envíos no urgentes: la entrada en vigor de un nuevo umbral del IVA para los pedidos llegados desde fuera de la UE que las y los trabajadores de esta empresa pública deberán recaudar de puerta en puerta.
Según informan desde la Agencia Tributaria, este 1 de julio se ha eliminado la exención del IVA para la importación de bienes de fuera de la UE cuyo valor no supere los 22 euros y, si las empresas no añaden esta tasa al precio final, los operadores postales tendrán que hacerlo efectivo en el momento de la entrega. Además, estos pueden cobrar al cliente una tasa de despacho adicional por recaudar este IVA, opción a la que también se ha acogido Correos. Los sindicatos denuncian que, además de incumplirse las mediadas de seguridad en plena pandemia, detrás de esto solo hay intereses económicos, “que anteponen el negocio a la salud”.
“Este impuesto está pensado para las compras en AliExpress. Correos tiene que gestionar el IVA transfronterizo y ha decidido de manera unilateral que la gestión la va a pagar el usuario, no las empresas. Ha decidido unilateralmente beneficiar a las grandes empresas y con ello demuestra su falta de espíritu público”, explica Daniel Garrido, portavoz de CCOO Correos Madrid.
“Se pidió que a los repartidores les habilitaran un datáfono y afirman que están en ello pero tecnológicamente aún no lo tienen. En el marco de una oficina hay más seguridad, mampara, lavado de manos, gel… es más fácil controlar todo”
“La empresa asegura que van a entrar 60.000 envíos diarios que iban a colapsar las oficinas. Se pidió que a los repartidores les habilitaran un datáfono y afirman que están en ello, pero tecnológicamente aún no lo tienen. En el marco de una oficina hay más seguridad, mampara, lavado de manos, gel… es más fácil controlar todo”, explica Fran Pérez Romero, responsable de Salud Laboral de CGT Correos Federal, para quien la vuelta al reparto en puerta era algo que la empresa ya tenía previsto, más allá de nuevas normativas. “Lo tenían en la bandeja de salida y lo han retomado en cuanto han encontrado la primera excusa”, añade.
Antes de esto, el 30 de mayo, Correos enviaba de nuevo a los trabajadores a los domicilios para la entrega firmada de burofaxes. Tanto CGT, como CCOO y UGT han presionado, durante la última Comisión Estatal de Salud Laboral celebrada el 22 de junio, para que estas entregas no comenzaran todavía. “Es exponer a los trabajadores a una situación que no es necesaria. Entendemos que esto podría empezar cuando llevemos el 70% de la población vacunada pero nos han hecho caso omiso, a nosotros y al resto de sindicatos”, relata Pérez. A día de hoy, según datos del Ministerio de Sanidad, solo un 40% de la población tiene la pauta completa, porcentaje que los sindicatos consideran insuficiente para volver al reparto domiciliario. Y, otro dato, la plantilla de Correos no ha sido vacunada en el turno de los trabajadores esenciales.
Según los datos de contagios en Correos, un total de 4.432 empleados han atravesado el coronavirus, lo que supone casi el 10% de una plantilla de 50.000 trabajadores
Trabajadores esenciales y contagiados
Según los datos de contagios en Correos, a los que ha tenido acceso El Salto, un total de 4.432 empleados han atravesado el coronavirus (3.140 con prueba diagnóstica, 1.292 con síntomas asociados), lo que supone casi el 10% de una plantilla de 50.000 trabajadores. Además, a lo largo de estos 14 meses en los que no han suspendido sus funciones ni durante el confinamiento, ha habido 10.602 contactos aislados. Por otro lado, ha aumentado un 35% la siniestralidad. “Ha habido 15.000 trabajadores en mayor o menor medida afectados y de una plantilla de 50.000 son bastantes”, explica el representante de CGT, al tiempo que denuncia opacidad en la información.
Servicios públicos
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La empresa, sociedad anónima de capital 100% público, es uno de los colectivos laborales con mayor número de contagios por el covid19.
“Antes nos daban los casos por unidades, especificando el origen y centro de trabajo. Ahora nos los dan por provincias”, explica Pérez, para quien las medidas de protección siempre han sido laxas incluso en la desescalada “donde nos mandaron de vuelta al trabajo a todos de golpe y en las oficinas más pequeñas era imposible guardar las distancias de seguridad”, relata este portavoz sindical que forma parte de la plantilla de Sevilla.
“La gestión no ha sido la adecuada. El 14 de marzo, tras la declaración del estado de alarma, se implementaron medidas de prevención sin consultar con los sindicatos. Las mascarillas nos obligaban a comprarlas. Luego han ido cambiando las medidas y todo lo que han hecho en prevención lo han hecho a rastras o instados por organizaciones sindicales, nunca por iniciativa propia”, expresa el portavoz de CGT.
Jose —nombre ficticio—es trabajador en un centro de clasificación y se infectó con covid-19 durante la primera ola de la pandemia. Aunque asegura que no se contagió en su centro de trabajo “por una cuestión de suerte, porque cuando ibas a trabajar allí no cogerlo o cogerlo era suerte”, cuando llamó para informar de su positivo, no se tomaron medidas de seguridad como una desinfección del lugar de trabajo, que por entonces se suponía obligatoria. “Es trabajo donde se coge peso, es un trabajo que se realiza en equipo, la propia naturaleza del empleo te obliga a que las normas de protección del trabajador fueran más exhaustivas, cosa que nunca ocurrió”, expresa a El Salto.
“A los trabajadores de los centros de clasificación sólo nos daban dos pares de guantes de látex para todo el fin de semana, uno para el sábado y otro para el domingo, en equipos que trabajan con las manos cogiendo y clasificando paquetes. A la media hora de la jornada se te habían roto. Además, al principio, nunca hubo mascarillas”, cuenta.
“Cuando comenzó el estado de alarma, Correos solo podía repartir lo esencial. Pero se seguía repartiendo publicidad y paquetes que no eran urgentes. En el centro de clasificación llegamos a ver un paquete que se rompió y era un bote de champú con gusanitos”
“Cuando comenzó el estado de alarma— prosigue el trabajador— Correos solo podía repartir lo esencial. Pero se seguía repartiendo publicidad y paquetes que no eran urgentes. En el centro de clasificación llegamos a ver un paquete que se rompió y era un bote de champú con gusanitos. Nos estábamos jugando la salud por eso”, sentencia.
AENOR premia su labor
Mientras tanto, y en otro plano de la realidad, en enero de 2021 Correos recibía la certificación de AENOR por “las medidas preventivas, procedimientos y protocolos de actuación implantados que se ajustan a las instrucciones de las autoridades sanitarias”. “Desde el inicio de la pandemia todas las actividades de Correos se han desarrollado siguiendo las instrucciones emanadas del Ministerio de Sanidad para preservar la salud de los trabajadores y clientes durante esta pandemia”, aseguraban desde AENOR en un comunicado donde añadían que la entidad, presidida por Juan Manuel Serrano, había superado hasta 50 inspecciones laborales.
El 27 de marzo de 2020 moría la primera trabajadora de esta empresa a causa del coronavirus. Tenía 51 años y trabajaba con contrato eventual. La empresa no reconoció su muerte por accidente laboral
Nada se decía en ese comunicado sobre las víctimas mortales de covid-19 entre la plantilla. El 27 de marzo de 2020 moría la primera trabajadora de esta empresa a causa del coronavirus. Tenía 51 años y trabajaba, con contrato eventual, en tareas de atención al cliente y reparto en La Pobla de Claramunt (Barcelona). La empresa no reconoció su muerte por accidente laboral. El 3 de abril moría el segundo trabajador de Correos tras sufrir un ictus después de atravesar el coronavirus. Un repartidor de Madrid que no contó con protección para realizar sus repartos. En este caso la empresa sí reconoció su fallecimiento.
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“Cuando ya se hablaba de confinamiento domiciliario se estaba mandando a los carteros, a los oficinistas y a la gente de los puntos de clasificación sin ninguna medida de protección”, expresa Daniel Garrido, de CCOO. “Durante las primeras semanas del confinamiento no se transmitían de manera clara los protocolos, no se ponían por escritos… pero había que seguir repartiendo”, prosigue Garrido, para quien el confinamiento ha supuesto “una oportunidad de negocio para Correos, que ha pasado de ser una empresa de cartas a una de logística”. Así, el representante de CCOO señala que la compañía ha desplazado su negocio hacia la matriz Correos Express “en la que los trabajadores tienen condiciones peores, son autónomos sin horarios como los riders”.
Y, mientras creía el negocio, los sindicatos denuncian que la seguridad de los trabajadores ha quedado en entredicho. “La gestión que ha realizado Correos durante la pandemia ha sido personalista por parte del presidente. Llevamos más de un año de decisiones tomadas de manera unilateral, sin consultar, y tomando las recomendaciones sanitarias según le viniese o no. Desde el principio de la pandemia ha antepuesto el negocio antes de la seguridad”, sentencia Garrido.