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Coronavirus
Yo no soy soldado, me niego a serlo
En muchos casos, estas situaciones de crisis a gran escala son aprovechadas para impulsar normas, políticas económicas que profundizan la desigualdad, enriquecen a las élites y hunden aún más a las personas más precarias. Y esto puede ser muy difícil cambiarlo una vez pasada dicha situación.
Cuando una ya está empezando a tener urticaria por el lenguaje bélico, de los medios de comunicación y del gobierno, de los últimos días, de repente escucha: “Hoy es viernes en el calendario, pero en estos tiempos de guerra o crisis, todos los días son lunes”, ”En esta guerra irregular y rara que nos ha tocado vivir o luchar, todos somos soldados" y otras lindezas que prefiero no volver a escuchar ni reproducir…
Y creo que es momento de decir, de recalcar, que: no, esto no es una guerra.
La guerra está orientada a provocar daños materiales y a otras personas. Significa crueldad, asesinatos, violaciones, impunidad, polarización social, tortura, deshumanización de quien se considera enemigo, utilización del cuerpo femenino como territorio de batalla, huida, desplazamientos tanto internos como externos, los cuales, por cierto, ahora ni aparecen en los medios de comunicación. Las guerras significan muertes, pero no por una enfermedad que no tenemos la capacidad de controlar, significan muertes porque los gobiernos lo han planificado y ejecutado.
Yo no soy soldado, me niego a serlo y solicito que no tratéis a la población civil como militar.
Como ya es sabido, lenguaje y pensamiento van unidos, las metáforas son más que figuras retóricas, nos revelan actitudes y posicionamientos ideológicos que merece la pena examinar desde un punto de vista crítico. El lenguaje que escuchamos y que utilizamos ayuda a reforzar nuestra visión del mundo.
La utilización del simbolismo de la guerra no hace sino afianzar la guerra
Estamos ante una “emergencia de salud pública internacional” según la Organización Mundial de la Salud, inmersa en una crisis sistémica ecosocial más amplia. En este contexto, la utilización del simbolismo de la guerra no hace sino afianzar la guerra como institución. A pesar de que la manifestación explícita de la guerra se da solo, afortunadamente, cada cierto tiempo y en lugares diferentes, los elementos centrales que justifican la institución como tal, están vivos y se transmiten de generación en generación. Es muy probable que no sepamos qué hacer ante un incendio o una inundación, pero en el momento en que nuestro grupo entra en guerra, todo encuentra rápidamente su acomodo, todo está preparado en su manifestación física, social, emocional y psíquica. A través de cuentos, juegos infantiles, cine, series, videojuegos, creemos saber qué es la guerra.
La crisis del Covid-19 es tremenda, 257.000 casos confirmados como positivos a la hora de escribir el artículo y 10.000 personas muertas a nivel mundial. En España 20.410 positivos y 1.041 personas fallecidas. Pero conviene recordar las cifras de Siria, que en nueve años de guerra, según el recuento del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos acumula ya 384.000 personas muertas, de ellas 116.000 civiles, y da cuenta del desarraigo de la mitad de la población: 5,7 millones de personas refugiadas en el exilio y más de seis millones de desplazadas internas por los combates. Y las de un país como Colombia, que después del acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP hasta el 20 de febrero de 2020 suma 817 personas, líderes sociales y defensoras de Derechos Humanos asesinadas, según informes de Indepaz. Personas muertas, asesinadas por otras personas organizadas políticamente. Igualmente parece razonable resaltar que el gobierno español dedica aproximadamente el doble de presupuesto al Ministerio de Defensa (8.500 millones de euros en 2019) que al Ministerio de Sanidad (4.292 millones de euros en 2019).
La guerra, como bien explican Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes en el libro de La Espiral de la energía, “es un conflicto armado llevado a cabo de forma colectiva por dos unidades políticas distintas tras una preparación previa”. En ella, un elemento fundamental es el principio de “sustitución social”; es decir, el mal hecho a un individuo del grupo afecta al conjunto del grupo y puede repararse legítimamente mediante un acto de violencia contra cualquier individuo del otro grupo. Como se puede observar en la situación actual no existen dos unidades políticas distintas ni el principio de sustitución social, existe un virus, al que no deberíamos humanizar para hablar de él, porque evidentemente su funcionamiento no es semejante.
Se exige a la sociedad que está en guerra que se posicione y que se adapte a la maquinaria social, económica y militar de la guerra
En la guerra, el uso de la violencia está legitimado y alentado socialmente. Estamos hablando de un uso de la violencia contra el “enemigo”, aunque también existe un control social interno fuerte. Se exige a la sociedad que está en guerra que se posicione y que se adapte a la maquinaria social, económica y militar de la guerra. Y quienes no siguen este mandato social, sufren persecución, marginación… nos convertimos en héroes, víctimas y también en traidores. En nuestra situación actual, vemos muchos vídeos, textos, noticias, que critican, en muchos casos con acritud y falta de respeto, a quienes no obedecen a ciegas las medidas impuestas. Los medios nos enseñan imágenes de “personas irracionales” que lo hacen sin motivo alguno, aparentemente sin importarles poner en riesgo nuestra vida, botellones, bares clandestinos, encuentros furtivos…
No se nos presentan a personas con razones con las que podríamos empatizar: familias que van al campo y sin encontrarse a nadie pasean porque ven cómo les está afectando psicológicamente o porque sus casas son muy pequeñas; personas que adquieren comida, combustible de forma no monetarizada (recoger leña o ir a la huerta a recoger verduras o plantarlas no está contemplado en el decreto); a quienes van en bici al trabajo porque les parece más sano que ir en transporte público o privado individualmente, porque tienen menos contactos y contaminan menos; amigas que van a apoyar a otras porque han perdido a un ser querido y no son población de riesgo; familias que se salen de lo normativo (familia nuclear monógama) y necesitan apoyo o quieren estar juntas; personas que salen de sus hogares porque no son seguros, porque tienen adicciones…
Dejarnos llevar por la institución de la guerra, puede conllevar justificar el uso de tecnologías invasivas de vigilancia y control social
Dejarnos llevar por el imaginario de la guerra en un momento como el actual puede desembocar en una polarización social en la que solo concebimos personas buenas y malas, sin ver ni hacer un esfuerzo por comprender las diversas necesidades en un paquete de medidas en el que hay muchas que no se tienen en cuenta. Pareciera que todas las personas estamos sanas, tenemos casas amplias con espacios abiertos, familias seguras, acceso a la cultura… Dejarnos llevar por la institución de la guerra, puede conllevar justificar el uso de tecnologías invasivas de vigilancia y control social como las implantadas por el gobierno israelí y ceder nuestra privacidad al estado. Ya nos mostraba Noami Klein en La doctrina del shock (2007) que, en momentos de crisis, la gente tiende a centrarse en las emergencias diarias de sobrevivir a esa crisis, sea cual sea, y tiende a confiar demasiado en quienes están en el poder. En muchos casos, estas situaciones de crisis a gran escala son aprovechadas para impulsar normas, políticas económicas que profundizan la desigualdad, enriquecen a las élites y hunden aún más a las personas más precarias. Y esto puede ser muy difícil cambiarlo una vez pasada dicha situación.
Por eso no nos cansemos de repetirlo: no, no estamos en guerra. Ninguna guerra defiende la paz.
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Para ayudar a llevar la compra a una señora, mo hacen faltan los militares, ni tampoco para anunciar solemnemente q han detenido a unas personas q hanian robado 100 kg. De naranjas, ni tampoco para apagar fuegos ni en en situaciones de catastrofe, para eso estan las policias locales, bomberos, agentes forestales, proteccion civil, etc..nos resultan mas economicos. Los militares en sus casernas hasta q desaparezcan
El pie de foto no tiene desperdicio, menudo disparate. Espero ver la foto de militares desinfectando y retirando cadaveres con el rótulo "militares ocupando una residencia de ancianos".
Muy loable puede ser hacer bandera del antimilitarismo; otra cosa, muy distinta, es caer en un doctrinarismo pueril con esa misma bandera.
Las utopías son eso, sueños. A todos los niveles la realidad es que si eres débil te pisan.
https://www.elespanol.com/espana/politica/20200331/marruecos-oficial-ampliacion-aguas-territoriales-espana-alarma/478952943_0.html
https://www.elespanol.com/espana/politica/20200331/marruecos-oficial-ampliacion-aguas-territoriales-espana-alarma/478952943_0.html
Una guerra es de las cosas mas espantosas. Pero esto es una metáfora inocua. La misma OMS ha apelado a ese lenguaje. Uno lucha por su vida, los médicos libran una batalla diaria contra la enfermedad y la escasez de medios. El mundo está en pie de guerra contra una pandemia. No hay más.
La hegemonía de la violencia no la tienen los militares. Es peor y más sutil la imposición del pensamiento único y la censura de las ideas y personas que discrepan del mismo.
Parece que han desaparecido algunos comentarios que no se ajustan a la línea del pensamiento de la revista
De acuerdo en la conclusión pero totalmente imprecisas las cifras presupuestarias. Sanidad, a diferencia de defensa, está descentralizada y el gasto total se detalla anualmente. 72.000 M€ de gasto público en 2016:
https://www.mscbs.gob.es/estadEstudios/estadisticas/sisInfSanSNS/tablasEstadisticas/InfAnualSNS2018/Cap.6_GastoSanitario.pdf
En La Argentina un día como hoy, hace 44 años se desató una peste que fue una de las peores de nuestra historia: un golpe de Estado y la entronización de las fuerzas armadas rigiendo los destinos de nuestra patria. Suscribo todos y cada uno de los puntos que detalla la autora de este buen artículo que pone el acento en la utilización de ciertos términos que a veces usamos inconscientemente naturalizando la palabra guerra como una más para definir situaciones que nada tienen que ver con ella. Las guerras, salvo las de liberación de un pueblo, son una verdadera peste, la peor de todas. Tampoco debemos confundir cuando las fuerzas armadas están en las calles colaborando ante una crisis humanitaria. Ahora, ante la tragedia del Covid-19 bienvenidas sean. Pero usemos el lenguaje correctamente y llamemos la cosas por su nombre.
Para escribir estas tonterías mejor no escribir nada. Flaco favor hace a la sociedad la gente que hoy en día se queja por todo nsolo porque se tiene que quedar cada día por algo. En situaciones como está únicamente es necesaria gente que sume, el resto q se quede en su casa, sin estorbar.
La gente no debe salir de sus casas, punto, y si, va bien en estos momentos la disciplina, la imposición y el castigo severo. Y no es malo tener una visión de guerra yanq nos enfrentamos a a algo muy bestia. Solo un tonto lo asimila con tanques y bombas, o alguien q no quiere entender.
Y si hay castigo e imposición es porque como sociedad no somos capaces más q mirar a nuestros ombligos y en hacernos nla víctima de todo, en quejarnos constantemente en lugar de asilar que ahora nos tocan sacrificios para recuperar los privilegios q hemos perdido momentáneamente y que antes tanto criticabamos y obviambamos
Un gusto leerte compañera. Cuando los días son grises y se nublan con metralla, pensamos que no podremos alcanzar el arcoíris de la colectividad, la solidaridad, el empoderamiento y las luchas personales y sociales no bélicas, como el feminismo y la justicia social.
Hay muchos intereses en que seamos personas cobardes, sumisas y que vivamos con odio y con miedo, pero no pasaran!! Gracias por alzar la voz y por publicar tan exquisito artículo.
Suscribo palabra por palabra. Qué importante cuidar el lenguaje para poder pensar y vivir de la manera. Muchas gracias por el artículo.
Es importante, estar alerta con el lenguaje que utilizan los medios y es cierto que la palabra, crea.
De momento nos podemos pemitir vivir en el limbo. Pero la vida, el mundo, es una selva en la que si no te defiendes otros te comen.
Otros dominan los recursos y la economía. ¿Podemos permitirnos vivir siempre comprando lo que otros países producen con los recursos que ellos sí consiguen?
Me parece que esta señora no comprende ni el mundo ni la vida.
Por desgracia hay gente que vive en la utopía. Los pragmáticos son los que salen adelante.
Chomsky dice que pensamos como hablamos, pero pues aprendemos a pensar a través de la palabra oral o escrita.,
Me encantó el artículo, se nota que la autora tiene una visión antropológica y social, el análisis lingüístico , pensamos como hablamos y hablamos como pensamos , Chomsky; Shapir,Wolf , mas nos queda el arte , la invención , la cooperación ... fijemos nuestra mirada en la apreciación del cambio que supone lo acontecido y sentir el mundo globalmente, vamos !!!! A ello. Mis modesta felicitaciones a la autora , comparto.
La guerra tb implica negocio muy lucrativo a los señores de la guerra del durante y después de la misma
öle ahi, claro como el día. Estamos todas pensando y sintiendo lo mismo, si la sociedad nos autoorganizamos mucho mejor, para que está el discurso bélico y que si ellos van a matar al virus y etc.. muy buen artículo!! Me ha encantado leerte. El control excesivo y cosas de primera necesidad como son llas bombillas o los libros..¿por qué están cerradas esas tiendas? y el mercadona abierto? Mucho que decir ... ya lo diremos, pero ésto se está pasando de rosca.
No es momento !!!
De cuestionarse estas cosas ....
Es el momento de ayudar
tal vez cuando llegue el momento de cuestionarse esto ya no se pueda hacerlo...
Las sinrazones del militarismo se ocultan detrás de una pretendida necesidad social de los militares. Desinfectado calles, montando hospitales de campaña, llevando comida a ancianos....¿Es necesario estar militarizado para esas acciones? ¿Para que las armas y los vehículos militares?.
Quizá necesitamos justificar los gastos en militarismo después de la emergencia. Claro, gracias a los militares pudimos superarla. ¿Y las inversiones en servicios públicos: sanidad, educación, investigación?
Ahora que se nos hace evidente la merma del estado social en los últimos años, quieren justificar que todo siga igual después de esta crisis. ¿Aprenderemos?
Porque los militares están para servir... cosa que tú (ni yo) sabemos lo que es eso. Servir donde se les mande sin rechistar y sin cuestionar... tenéis un concepto muy caduco de lo que es el ejército... y deberíais estar más agradecidos porque son los primeros que se parten el lomo cuando las cosas se ponen chungas. No hay nada más que ver con qué celeridad, con qué ingenio y con qué arrojo están solucionando cosas que los civiles aún estaríamos planteando sobre el papel.
Que poco valoramos a nuestros soldados,cuando hay una catástrofe allí los tenemos son los primeros en arrimar el hombro, y como no. se comen todos los marrones sin rechistar .
yo particularmente estoy orgulloso de ser español y de mi ejercito.
Mas vale que juzgáramos a otros que no hacen absolutamente nada y cobran sueldos astronómicos.
De referencia los políticos que tenemos, dejen ustedes de criticar.
Un artículo muy enriquecedor, realizado, por persona muy bien preparada y a quien no te cansa seguir leyendo lo que escribe. GRacias
Una delicia de artículo. Tanto por lo que dices, como por la calma y sosiego con que se te lee. Das paz. Muchas gracias