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Cine
Jaione Camborda: “A veces, en el asfalto, olvidamos que somos animales”
O Corno es un film sobre huir, huir muy rápido, pero contado sin aceleración, con una narrativa que no teme ralentizar cuando resulta necesario. El cine como manera de observar y señalar. Un tipo de road movie donde sentir la animalidad, donde el paisaje narra y los cuerpos se nos abren, hablan, nos alcanzan y nos guían con el simbolismo de la respiración y de la sangre. O Corno es 1971 en la Illa de Arousa y escapar a Portugal. Es hoy mismo en muchas geografías. Indaga en los límites y en las fronteras. Nos difumina. La huida como instinto de protección que origina nuevos caminos, como senda y lugar.
Pero, principalmente, O Corno es un film sobre todo el contrario, sobre permanecer, sostener y hacerse cargo, que siempre implica detenerse y actuar, ceder tiempo y esfuerzo, pues en eso consisten las redes de solidaridad, sin las que no existiría Historia. O Corno habla de todas. No hay islas y sí un hilo que se une para trazar un círculo, un espejo que refleja.
O Corno es la última película de Jaione Camborda, directora donostiarra compostelana, vinculada al barrio de Sar, una cinta en gallego que acaba de ganar la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Cine de autora que está en salas desde el día 10 de octubre. Tiene como productoras a la propia Jaione, a Andrea Vázquez, de Miramemira, y a María Zamora, de Elastica Films. Con Rui Poças cómo director de fotografía, Camilo Sanabria en la música original, y un reparto que incluye a Janet Novás, Siobhan Fernándes, Daniela Hernán Marchán, Nuria Lestegás, María Lado y Diego Anido.
Estamos ante una película sobre redes hecha con redes. La cinta evidencia que sin los trabajos de reproducción es inviable la vida y cualquier actividad productiva. Acontece mientras usted y otras personas del equipo tienen que cuidar niños y niñas pequeñas durante el proceso de rodaje y para eso se deben tejer unas redes. Es como una suerte de metadiscurso o metaficción que nos acaba tocando a todas muy dentro.
De hecho, para mí fue bastante inspirador todo ese proceso. Y también para algunas escenas haber vivido la maternidad y haber experimentado algunas cosas en el propio cuerpo. Te ayuda a entenderlo de manera más profunda, tanto para escribirla como para dirigirla. Como el parto.
¿Por qué quiso arrancar con esa escena del parto, bastante inédita en el cine y tan contundente?
El parto en la historia del cine pocas veces ha sido retratado de una manera justa con la realidad, en parte porque case siempre ha sido retratado por el hombre, había una mirada más externa del proceso y creo que se caía en la psicologización del parto, incluso sólo ver lo expulsivo y lo sitúas cómo ajeno al cuerpo de la mujer, enagenada de la realidad. Deseaba mostrar un parto acorde con la realidad, más mamífero, conectado con el cuerpo y trascendiéndolo. Mostrar la parte de las contracciones, un tiempo que se suspende, donde sucede algo muy especial. Quería proponer un tiempo de observación.
¿Hay un compromiso con una narración más pausada?
Sí, se posiciona en la idea de ralentizar el latido del espectador, entrar en ese respirar, un concepto que transita el film. Observar con detenimiento. Ese parto es la piedra angular, el germen del film, una declaración de intenciones.
“O Corno quiere eliminar la otredad, esa distancia entre nosotras y que seamos una”
La cinta no esquiva ningún detalle, parece que hay un trabajo profundo de indagación y reflexión sobre lo que somos, desde una posición epistemológica a favor del reconocimiento en las otras. Nada se presenta de manera aislada. El aborto, la maternidad, las redes... todo indica que forman parte del incluso.
Formula esa holística. Todo está interconectado. El film intenta hacer ecos formales y estilísticos para unirlo, incluso unir los personajes. Hay un trabajo de mujeres espejo en el que la protagonista puede verse reflejada en el resto de los personajes, con la idea de eliminar esa otredad, esa distancia entre nosotros y que seamos una. Esa idea de que el parto y el aborto y el sexo forma parte de lo mismo, emociones profundas animales.
¿Cómo fue el proceso de investigación del aborto en Galicia en el años 70?
Por una parte, a través de mucho material de archivo. Por ejemplo, me detuve en un libro de Sargadelos editorial de esa época sobre los partos, que también tocaba el tema del aborto. Pero sobre todo, lo hice a través de testimonios, de conversaciones con mujeres reales que vivieron en la época y lo experimentaron.
O Corno también está en esa complejidad de matices que comporta la revisión interseccional de la realidad social. Con un personaje importante, racializado, introduce ese factor de la doble marginación que se ignora desde posiciones liberales ajenas la lecturas de clase y, hasta hace poco, también de cuestiones como la maternidad. ¿Quería reflexionar sobre esto?
Exacto, por una parte, el film tiene personajes de diferentes estados de clase social con sus realidades que me interesaba presentar, con sus marginaciones. Y en ese unir, en ese perder la distancia, en ese verse reflejada, quería reflexionar sobre esa parte de que todas somos una y debemos apoyarnos. Hay un momento en que la protagonista y este personaje agarran las manos, juntas. Vemos que se ayudan.
Cine
Estreno de ‘Orlando’ Paul B. Preciado: “El relato de la transición de género se quiere despolitizar haciéndolo individual”
El cuerpo de la mujer, territorio de luchas de poder y dominación y, por tanto, también de liberación, consigue mucha presencia. Suponemos que, en parte, por eso la elección de la bailarina y creadora Janet Novás como protagonista, que hace un trabajo actoral enorme en el que el peso del corporal es grande. ¿Qué buscaba con una narración tan física?
Buscaba un estar de nuevo en el cuerpo, en mujeres muy apegadas a la tierra, recuperar la idea del mamífero. A veces en el asfalto rechazamos que somos animales, los parecen insultante, y creo que es importante recuperar que entendamos que lo somos, un animal con unas particularidades inmensas, pero animales al fin.
El tema de la lengua se formula, primero, con todas las características de cada diasistema, y después, con un diálogo fluido entre gallego y portugués. No es una sensibilidad tan frecuente.
Para mí hay dos aspectos que confluyen. Por una parte, es toda la trama de las fronteras. La geográfica es narrativamente a más explícita, pero también están las fronteras políticas impuestas, que no son culturales. Esas fronteras también generan muertes y peligro. Quería incidir en que esta frontera es ficticia y que nos entendemos, que podrían ser el mismo territorio. Volvemos a la idea de eliminar la distancia con el otro.
Usted misma acoge todas estas cuestiones.
Sí. Mi padre es peruano, mi madre catalana, nací en Euskadi y vivo aquí (Galicia) desde hace muchos años. Cuando eres adolescente tienes que entenderlo y a nivel de identidad es complejo, pero acabas entiendo que el único que hace es enriquecer.
“El lenguaje de lo físico es más universal, más intuitivo”
La Concha de Oro es un reconocimiento gigante, pero usted tiene una trayectoria consolidada y muy bien valorada ya desde cortos como Rapa das bestas o con el primer largometraje, Arima, premio a la mejor dirección de las Nuevas Olas del Festival de Sevilla 2019. ¿Cuál diría que fue el camino desde Arima en la manera de narrar, hay una voluntad consciente de llegar a un público muy amplio en O Corno?
Creo que hay muchas cosas de Arima en este filme. Con Arima comienzo siendo más jovencita y tenía una necesidad de explorar lo espectral, lo más fantasmagórico, la psique. Cuando remato el film, quince años más tarde, estoy en la necesidad de explorar la capacidad de la mujer de dar vida y también esa parte física. El lenguaje de lo físico es más universal, más intuitivo. Decido, pese a que aquí hay mucho trabajo y capas a nivel narrativo, esconderlas, invisibilizarlas más que en Arima y quizás por eso resulta más accesible. Tenía ganas de esto.
¿Existen perjuicios sobre el cine de autor?
Sí. Hay una serie de perjuicios, de que es críptico y no accesible. También sobre el cine experimental. Yo pienso que no es así. Si los eliminas y te dejas llevar, acostumbran a ser propuestas muy accesibles.
¿O Corno se hizo al fuego lento, como Arima?
Desde que comienzo hasta que estreno pasan cuatro años. No me parece un período largo, es lo que necesitamos para financiar y fuimos ambiciosas. A nivel creativo también me parece un tiempo muy idóneo, preciso ahondar a fuego lento y desfruté mucho de los tiempos de este filme, me acompañó y creció conmigo. Con Arima fue más duro. En O Corno, con la financiación estuvimos los cuatro años luchando de manera intensa en red.
¿El Novo Cinema Galego existe y son en parte esas redes?
Pienso que hay una comunidad con mucho amor y compromiso con el cine. No sé donde están las fronteras de quien entra y de quien no. Tenemos por suerte miradas muy variadas, aunque hay cosas en común, como el paisaje, que todos observamos, aunque desde miradas distintas. La comunidad del cine gallego colabora en los proyectos de los otros. La etiqueta ayudó mucho a poner en el panorama un cine que estaba siendo en fresco y que era comprometido, pero no me corresponde a mí ponerlas.
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Jaione Camborda: “Ás veces, no asfalto, esquecemos que somos animais”
O Corno é un filme sobre fuxir, fuxir moi rápido, pero contado sen aceleración, cunha narrativa que non teme ralentizar cando resulta preciso. O cine como xeito de observar e sinalar. Un tipo de road movie onde sentir a animalidade, onde a paisaxe narra e os corpos ábrensenos, falan, atínxennos e guíannos co simbolismo da respiración e do sangue. O Corno é 1971 na Illa de Arousa e escapar a Portugal. É hoxe mesmo en moitas xeografías. Indaga nos límites e nas fronteiras. Difumínaos. A fuxida como instinto de protección que orixina novos camiños, como senda e lugar.
Mais, principalmente, O Corno é un filme sobre todo o contrario, sobre permanecer, soster e facerse cargo, que sempre implica deterse e actuar, ceder tempo e esforzo, pois niso consisten as redes de solidariedade, sen as que non existiría Historia. O Corno fala de todas. Non hai illas e si un fío que se une para trazar un círculo, un espello que reflicte.
É a última película de Jaione Camborda, directora donostiarra compostelá, vencellada ao barrio de Sar, unha cinta en galego que vén de gañar a Cuncha de Ouro. Cine de autora que está en salas desde o día 10 de outubro. Ten como produtoras á propia Jaione, a Andrea Vázquez, de Miramemira, e a María Zamora, de Elastica Films. Con Rui Poças como director de fotografía, Camilo Sanabria na músca orixinal, e un reparto que inclúe a Janet Novás, Siobhan Fernándes, Daniela Hernán Marchán, Nuria Lestegás, María Lado e Diego Anido.
Estamos ante unha película sobre redes feita con redes. A cinta evidencia que sen os traballos de reprodución é inviábel a vida e calquera actividade produtiva. Acontece mentres vostede e outras persoas da equipa teñen que coidar crianzas pequeniñas durante o proceso de rodaxe e para iso débense tecer unhas redes. É como unha sorte de metadiscurso ou metaficción que nos acaba tocando a todas moi dentro.
De feito, para min foi bastante inspirador todo ese proceso. E tamén para algunhas escenas ter vivido a maternidade e ter experimentado algunhas cousas no propio corpo. Axúdache a entendelo de xeito máis profundo, tanto para escribila como para dirixila. Como o parto.
Por que quixo arrincar con esa escena do parto, bastante inédita no cinema e tan contundente?
O parto na historia do cinema poucas veces foi retratado dunha maneira xusta coa realidade, en parte porque case sempre foi retratada polo home, había unha mirada máis externa do proceso e creo que se caía na psicoloxización do parto, incluso só ver o expulsivo e sitúalo como alleo ao corpo da muller, enaxenada da realidade. Desexaba mostrar un parto acorde coa realidade, máis mamífero, conectado co corpo e trascendéndoo. Amosar a parte das contraccións, un tempo que se suspende, onde sucede algo moi especial. Quería propoñer un tempo de observación.
Hai un compromiso cunha narración máis pausada?
Si, posiciónase na idea de ralentizar o latexo do espectador, entrar nese respirar, un concepto que transita o filme. Observar con detemento. Ese parto é a pedra angular, o xermolo do filme, unha declaración de intencións.
“O Corno quere eliminar a alteridade, esa distancia entre nós e sermos unha”
A cinta non esquiva ningún detalle, semella que hai un traballo profundo de indagación e reflexión sobre o que somos, desde o unha posición epistemolóxica a favor do recoñecemento nas outras. Nada se presenta de maneira illada. O aborto, a maternidade, as redes… todo indica que forman parte do mesmo.
Formula esa holística. Todo está interconectado. O filme intenta facer ecos formais e estilísticos para unilo, incluso unir as personaxes. Hai un traballo de mulleres espello no que a protagonista pode verse reflexada no resto das personaxes, coa idea de eliminar esa alterirade, esa distancia entre nós e sermos unha. Esa idea de que o parto e o aborto e o sexo forma parte do mesmo, emocións profundas animais.
Como foi o proceso de investigación do aborto en Galiza no anos 70?
Por unha banda, a través de moito material arquivo. Por exemplo, detívenme nun libro de Sargadelos editorial desa época sobre os partos, que tamén tocaba o tema do aborto. Pero sobre todo, fíxeno a través de testemuñas, de conversas con mulleres reais que viviron na época e o experimentaron.
O Corno tamén está nesa complexidade de matices que comporta a revisión interseccional da realidade social. Cunha personaxe importante, racializada, introduce ese factor da dobre marxinación que se ignora desde posicións liberais alleas a lecturas de clase e, até hai pouco, tamén de cuestións como a maternidade. Quería reflexionar sobre isto?
Exacto, por unha banda, o filme ten personaxes de diferentes estados de clase social coas súas realidades que me interesaba presentar, coas súas marxinacións. E nese unir, nese perder a distancia, nese verse reflexada, quería reflexionar sobre esa parte de que todas somos unha e debemos apoiarnos. Hai un momento en que a protagonista e esta personaxe agarran as mans, xuntas. Vemos que se axudan.
Cine
Estreno de ‘Orlando’ Paul B. Preciado: “El relato de la transición de género se quiere despolitizar haciéndolo individual”
O corpo da muller, territorio de loitas de poder e dominación e, por tanto, tamén de liberación, acada moita presenza. Supoñemos que, en parte, por iso a elección da bailarina e creadora Janet Novás como protagonista, que fai un traballo actoral enorme no que o peso do corporal é grande. Que buscaba cunha narración tan física?
Buscaba un estar de novo no corpo, en mulleres moi apegadas á terra, recuperar a idea do mamífero. Ás veces no asfalto rexeitamos que somos animais, parécenos insultante, e creo que é importante recuperar que entendamos que o somos, un animal cunhas particularidades inmensas, pero animais ao fin.
O tema da lingua formúlase, primeiro, con todas as características de cada diasistema, e despois, cun diálogo fluído entre galego e portugués. Non é unha sensibilidade tan frecuente.
Para min hai dous aspectos que conflúen. Por unha parte, é toda a trama das fronteiras. A xeográfica é narrativamente a máis explícita, pero tamén están as fronteiras políticas impostas, que non son culturais. Esas fronteiras tamén xeran mortes e perigo. Quería incidir en que esta fronteira é ficticia e que nos entendemos, que poderían ser o mesmo territorio. Volvemos á idea de eliminar a distancia co outro.
Vostede mesma acolle todas estas cuestións.
Si. O meu pai é peruano, a miña nai catalá, nacín en Euskadi e vivo aquí (Galiza) desde hai moitos anos. Cando es adolescente tes que entendelo e a nivel de identidade é complexo, pero acabas entendo que o único que fai é enriquecer.
“A linguaxe do físico é máis universal, máis intuitiva”
A Cuncha de Ouro é un recoñecemento xigante, mais vostede ten unha traxectoria consolidada e moi ben valorada xa desde curtas como Rapa das bestas ou coa primeira longametraxe, Arima, premio á mellor dirección das Novas Olas do Festival de Sevilla 2019. Cal diría que foi o camiño desde Arima no xeito de narrar, hai unha vontade consciente de chegar a un público moi amplo no Corno?
Creo que hai moitas cousas de Arima neste filme. Con Arima comezo sendo máis noviña e tiña unha necesidade de explorar o espectral, o máis fantasmagórico, a psique. Cando remato o filme, quince anos máis tarde, estou na necesidade de explorar a capacidade da muller de dar vida e tamén esa parte física. A linguaxe do físico é máis universal, máis intuitiva. Decido, pese a que aquí hai moito traballo e capas a nivel narrativo, agochalas, invisibilizalas máis que en Arima e quizais por iso resulta máis accesíbel. Tiña ganas disto.
Existen prexuízos sobre o cinema de autor?
Si. Hai unha serie de prexuízos, de que é críptico e non accesíbel. Tamén sobre o cinema experimental. Eu penso que non é así. Se os eliminas e te deixas levar, acostuman ser propostas moi accesíbeis.
O Corno fíxose a lume lento, como Arima?
Desde que comezo até que estreo pasan catro anos. Non me parece un período longo, é o que precisamos para financiar e fomos ambiciosas. A nivel creativo tamén me parece un tempo moi axeitado, preciso afondar a lume lento e desfrutei moito dos tempos deste filme, acompañoume e creceu comigo. Con Arima foi máis duro. No Corno, co financiamento estivemos os catro anos loitando de xeito intenso en rede.
O Novo Cinema Galego existe e son en parte esas redes?
Penso que hai unha comunidade con moito amor e compromiso co cine. Non sei onde están as fronteiras de quen entra e de quen non. Temos por sorte miradas moi variadas, aínda que hai cousas común, como a paisaxe, que todos observamos, aínda que desde olladas distintas. A comunidade do cinema galego colabora nos proxectos dos outros. A etiqueta axudou moito a poñer no panorama un cinema que estaba a ser en fresco e que era comprometido, pero non me corresponde a min poñelas.