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Cine
El cine después de los estrenos en el salón de casa
Cuando llegue el momento de la reapertura de las salas de cine, todo parece indicar que nada será igual. Se tardará semanas en lograr un estado de normalidad. Y las salas, productores y distribuidoras aparecen como las potenciales víctimas.
Con los cines cerrados como consecuencia del coronavirus, el consumo en streaming se ha convertido en la principal vía para poder seguir viendo películas. La paralización del sector también ha provocado que los calendarios de las distribuidoras queden congelados, frenando el estreno de cintas que estaban preparadas para lanzarse durante estas semanas.
La incertidumbre que genera no saber cuándo se podrá acudir con normalidad a las salas de cine ha tenido como consecuencia que algunas compañías españolas decidan estrenar películas directamente en plataformas audiovisuales. Es el caso de una película como Matthias & Maxime, la última cinta del director Xavier Dolan, que se pudo alquilar durante un fin de semana en Filmin, sin haber pasado por las salas españolas.
“En la situación actual, al tener cerrada nuestra fuente de ingresos más importante —que son las salas de cine— y un número de películas paradas, cada distribuidor busca fórmulas de generar ingresos”, explica Enrique Costa, distribuidor de Avalon, compañía que posee los derechos de la obra de Dolan. “Por el miedo a la piratería y el deseo de darle una oportunidad a la película [estrenada en su país hace meses] creamos un evento, un preestreno”, añade Costa.
En Estados Unidos, inmersos en la misma situación sanitaria, grandes compañías como Universal, Sony, Warner o Disney han decidido optar por la misma solución: han puesto en alquiler películas como Aves de presa o Bloodshot, que acababan de llegar a los cines y eran algunas de sus grandes apuestas para este año. Poco después, estas mismas empresas decidieron permitir también su compra desde casa en España.
Dentro de este escenario excepcional, podría surgir el debate en torno a si todavía es necesario que las películas deban cumplir un periplo por las diferentes ventanas de explotación o si deberían lanzarse al mismo tiempo en cada formato. Es decir, tanto en salas como en plataformas audiovisuales y en sistemas de DVD o Blue Ray de forma simultánea.
Esta idea, que podría parecer lógica dentro del actual modelo de consumo, es rechazada por todos los eslabones de la cadena del mercado audiovisual en España. Algunos de los agentes implicados coinciden en que las películas podrían llegar antes a las plataformas, mientras que otros se oponen a cualquier cambio. A pesar de esas fricciones, la mayoría coincide en afirmar que, en el caso del mercado español, existe bastante flexibilidad y que las películas pueden pasar de una ventana a otra en menos tiempo. Además, aseguran que las salas de cine son la ventana de la que mayor rentabilidad se obtiene, por lo que no sería lógico querer renunciar a ella para acudir directamente al streaming.
Ninguno de los agentes del sector cinematográfico —ya sean productores, exhibidores o distribuidores— se opone a que, debido al cierre de las salas por la situación sanitaria, las cintas se estrenen directamente en plataformas audiovisuales. “Yo propongo que se modifique la norma para darle facilidad y que estas películas vayan directamente a las plataformas, para que no haya un mal mayor. En eso estamos de acuerdo, de forma provisional y mientras esto esté como está. El tema de la ventana de exhibición es un debate que tenemos pendiente”, opina Julio Abengozar, vicepresidente de NAECE, asociación que congrega a más de 200 salas de cine independientes españolas. Esta agrupación pide que, cuando pase la pandemia, se inicien conversaciones sobre este último asunto para reconfigurar el sector.
En España, las películas deben esperar en torno a cuatro meses desde que se estrenan en salas hasta que llegan a las plataformas digitales
“Entendemos que hay películas por las que debemos esperar cuatro meses, que es necesario que estén ahí. Pero hay otras películas que al cabo de un mes han desaparecido de las salas de cine y no tiene ningún sentido que permanezcan tres meses sin poder verse. Hay algunos distribuidores que lo entienden y otros que no”, explica Jaume Ripoll, director editorial de Filmin.
En España, las películas deben esperar en torno a cuatro meses desde que se estrenan en salas hasta que llegan a las plataformas digitales. Pero con matices. “Yo creo que el mercado nacional ha sido muy abierto a diferentes cambios en las ventanas de explotación. Siempre ha existido una especie de consenso entre el exhibidor, que es nuestro mejor compañero de viaje, y nosotros mismos como distribuidores”, afirma Costa.
Las condiciones del período en las salas se fijan entre distribuidores y exhibidores. En ocasiones, cuando consideran que una película no va a aguantar mucho en cines, el tiempo de esa ventana puede ser menor de cuatro meses. El caso español es similar al establecido en Estados Unidos. Allí deben pasar 90 días desde el estreno. Sin embargo, hay otros países, como Francia, en donde deben pasar tres años antes de poder comercializarse online.
“La norma que hay respecto a las ventanas de exhibición es de los años 80 y ya ha llovido mucho. Entonces una película podía durar en cartel cuatro meses. Hoy más de seis semanas no te dura nada”, explica Abengozar, consciente, como muchos otros implicados, de que cada película tiene su vida propia y debe buscar un recorrido particular entre el público. Películas como la de Xavier Dolan, que podrían colocarse dentro de la casilla de cine de autor o independiente, son más proclives a pasar antes de una ventana a otra. Esto también se debe a que, en ocasiones, los cines de algunas regiones no disponen de una copia.
“Las salas con versión original representan menos del 14% de las que hay en este país. Por eso, a veces, estrenábamos una película en versión original y en una plataforma al mismo tiempo”, dicen desde Avalon.
Las distribuidoras independientes están sacando ventaja a esta situación, conscientes de que, cuando se abran las salas, sus obras podían quedar sepultadas ante una avalancha de novedades taquilleras
Las distribuidoras independientes están sacando ventaja a esta situación, conscientes de que, cuando se abran las salas, sus obras podían quedar sepultadas ante una avalancha de novedades taquilleras. Es el caso de A Contracorriente Films, que ha creado una sala virtual online para lanzar películas como La pasión del arte o Vivarium. “Hay cierto tipo de cine independiente que tiene la complicidad de los exhibidores y la capacidad de riesgo de los distribuidores, pero lo que tenemos que plantear más allá de una ventana u otra es conseguir más público para el mismo”, dice Ripoll.
El futuro del cine
El ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, aseguró recientemente que no habría medidas específicas para el sector de la cultura. “Cuando llegue ese momento, este ministro hará toda la campaña para que volvamos al cine y al teatro lo antes posible”, afirmó Rodríguez Uribes, unas palabras que provocaron el enfado de los trabajadores culturales, que consideran insuficientes sus esfuerzos.
Según el recuento realizado por Spain Film Commission, desde el pasado 11 de marzo más de 300 rodajes se han suspendido en España, siendo el 52% de ellos españoles y el 48% restante producciones internacionales. Lo que supone que 34 largometrajes (ya sean de ficción, documental o animación) y 28 cortometrajes estarán parados hasta que la situación sanitaria permita reanudarlos.
La primera iniciativa para paliar la crisis del sector cinematográfico llega de parte de Netflix, que ha anunciado que donará un millón de euros al audiovisual español. “Las ayudas estarán dirigidas a los trabajadores del apartado artístico y/o técnico que estén atravesando una situación económica precaria y no puedan trabajar debido al cese de la producción audiovisual”, afirma el comunicado de prensa. En él se anuncia un acuerdo entre la compañía de streaming, Acción Cultural Española, la Academia de Cine y el Ministerio de Cultura y Deporte, destinado a desarrollar esta línea asistencial. La cifra es parte de los 100 millones de dólares que Netflix destinará a nivel global para apoyar a trabajadores de cine y televisión. Aun así, es una cantidad visiblemente inferior a la aportación fiscal de la compañía en España, donde, en 2018, pagó 3.146 euros en impuestos. Esto se debe, según el diario Cinco Días, a que factura a sus clientes españoles en Holanda. De momento, no se conocen más detalles sobre el proyecto, que se elaborará entre los distintos agentes sociales del sector.En reuniones telemáticas con el ministro de Cultura, los representantes del sector han desgranado varias propuestas para paliar las consecuencias del coronavirus. Los productores piden al Gobierno que, junto a las iniciativas jurídicas que eviten sanciones por el incumplimiento de plazos, se aprueben medidas de seguridad financiera y empresarial.
“Un sector que produce productos tan caros y tan arriesgados tiene gran dificultad para atraer inversión. Un cambio en la mecánica de los incentivos, aplicada de forma excepcional a este año, es imprescindible. No suponen ningún gasto adicional, sino que garantiza la seguridad a los inversores”, afirma Jose Nevado, director general de la Asociación Estatal de Cine, principal agrupación de productores cinematográficos en España. “Esta crisis, como pasa en otros muchos sectores, va acompañada de una serie de perjuicios económicos. Es el ejemplo de inversiones que se han perdido y que, en algunos casos, se van a tener que realizar por ley. Algunos de estos perjuicios no están cubiertos aún por los seguros. Vamos a necesitar que nos ayuden a cubrirlos en cualquiera de las formas que determine el Gobierno: ayudas directas o a través del Consorcio de Compensación de Seguros”, apunta Nevado.
Por su parte, los exhibidores piden medidas en el apartado laboral para cuando regrese la normalidad. “Estamos pidiendo que amplíen los ERTE y, además, que nos dejen quitarlos de forma gradual. Imagínate un cine que tenga 20 empleados. El día que abra estará asumiendo los gastos completos y solo van a acudir un 15% de los espectadores que normalmente tenía. Si yo tengo 20 empleados a lo mejor tengo que empezar con diez y luego irlos recuperando poco a poco, porque si no estamos abocados al cierre”, asegura el vicepresidente de NAECE.
“Cuando abran las salas tenemos que hacer una campaña de incentivación para ir al cine, una campaña entre todos, auspiciada por el propio Ministerio. También pedimos que se haga una rebaja del IVA al superreducido del 4%, durante todo ese período de transición”, pide Abengozar. Además, solicita a las distribuidoras que, en el momento en el que se vuelva a la normalidad, hagan un esfuerzo para que haya títulos que llamen la atención del público.
Puede que las salas sean el sector de la industria del cine que más fuerte sufra el impacto del coronavirus. Estas ya venían de una situación complicada
Puede que las salas sean el sector de la industria del cine que más fuerte sufra el impacto del coronavirus. Estas ya venían de una situación complicada. En el período entre 2008 y 2018 — último año del que el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) ofrece cifras— se pasó de 868 cines a 734. Además, se perdieron más de 500 salas durante la década, puesto que bajaron de 4.140, en 2008, a las 3.589 registradas en el último informe. De la misma forma, las ganancias de los cines cayeron de 619 millones de euros, en 2008, a 585 millones en 2018. Según NAECE, más de 300 de esos cines españoles son independientes y puede que el coronavirus ponga en una encrucijada a muchas de estas empresas. “Si las salas independientes desaparecen, la mitad o más de la mitad del cine español desaparece. Porque somos los que lo exhibimos. En su gran mayoría, la producción independiente se pone en cines independientes. Las grandes cadenas van al cine comercial”, explica Abengozar.
Desde 2015, con la llegada de Netflix a España se ha consolidado el modelo de consumo en streaming. Es habitual disponer de una o varias plataformas de pago en cada familia. Estas están ya presentes en un 37% de los hogares nacionales, según los datos del Panel de Hogares realizado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
Cuando llegue el momento de la reapertura de las salas —el largo día después—, todo parece indicar que nada será igual. Se tardará semanas en lograr un estado de normalidad. Y las salas, productores y distribuidoras aparecen como las potenciales víctimas.
“En un escenario de normalidad, lo que habría que hacer es proteger a las salas. Entiendo que los cines quieran tener algo exclusivo que no esté en casa para llevar a la gente a verlo. Ahí sí que entenderé que sean ellos los que decidan que esté solo en salas y, de hecho, ahí sí que tiene más sentido que nunca”, afirma el director editorial de Filmin, que ha visto cómo los datos de consumo de su plataforma aumentaban con el confinamiento.
El coronavirus parece destinado a suprimir el hecho de acudir al cine durante mucho tiempo. Sin embargo, ninguno de los implicados en la industria cinematográfica parece estar a favor de tocar la legislación sin realizar antes un estudio minucioso en un escenario de normalidad. Incluso la UNIC, asociación que representa al conjunto de salas europeas, se ha posicionado en contra de un cambio en las leyes de las ventanas de exhibición. “Creemos que la magia del cine se vive de una forma única en una sala rodeado de extraños que disfrutan, lloran, ríen o tienen miedo juntos. No vamos a renunciar a eso. Ni desde el punto de vista artístico, en el que los creadores pueden sentir de primera mano cómo el público acoge su obra; ni desde el punto de vista empresarial, dado que es la única oportunidad de ganar dinero, más allá del corto beneficio industrial que genera hacer ficción en este país”, dice José Nevado, de la Asociación Estatal de Cine.
En 2020, cuando se cumplen 125 años desde que los hermanos Lumière realizaron la primera proyección de la historia, el séptimo arte deberá encontrar de nuevo su camino.