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Campo de cuidados
Sus labores
I. Índice
Cose mientras espera en la sala para poder entrar a ver a su hermana. Ha llegado pronto y se ha llevado las labores, que allí se está más fresco que en casa. Le gusta que la psiquiatra le pregunte por sus labores cuando sale con su hermana a la sala de visitas. La doctora habla, la hermana calla pero observa. Ese acerico es una plaza en la que se teje el espacio entre ellas tres.
Cuando se quedan solas las dos hermanas, el acerico empieza a desprender calor, que se transforma, en la mente de cada una, en imágenes, recuerdos, palabras, canciones, fantasmas… de los que a veces pueden hablar y otras no quieren. Cuando vuelven a mirar al acerico siempre aparece diferente. Como si una mano lo hubiera seguido cosiendo mientras ellas miraban a la pared de enfrente.
II. Anular
Quiere empezar a coser esta mañana. No quiere más corrientes eléctricas. Quiere recuperar la memoria, la de hace poco y la de hace mucho. Se ha puesto a escribir trozos de su vida; según le vienen, sin tratar de ordenarlos, los escribe. Esta mañana se ha despertado muy temprano con una imagen muy clara en la mente: unos picos que le hizo al ganchillo su abuela, y que guardó con el resto del ajuar. No los había sacado nunca, pero le han venido en el sueño de esta noche. Los ha ido a buscar, y allí estaban. Se ha emocionado al volverlos a ver y comprobar que eran como los recordaba; palpándolos y recorriendo cada agujero con la yema de sus dedos, ha sentido a su abuela, ha recordado cuánto la quería, incluso cómo olía. Ha decidido coser esos picos a las mejores sábanas que tiene. A las sábanas con las que duerme más a gusto, ahora que por fin vuelve a dormir sola.
Campo de cuidados
Opinión El apoyo mutuo y el canto de los pájaros
III. Meñique
Desde que habla de lo que cose, habla más. Desde que regala o vende algunas de sus labores, cose más. Desde que cose más, viene más a contárnoslo y a contar. Desde que cuenta más cosas, se ha empezado a vestir de más colores. Empezó a coser para arreglar ropa vieja y reparándola iba reparando su cerebro, que cada día sufría una ausencia. Ahora no repara, ahora borda sobre tela nueva. Y ha vuelto a estudiar.
IV. Pulgar
Habla de lo que cosía porque ahora no puede coser. Le tiembla demasiado la mano, cada día más. Pero pinta. Ella no lo quiere llamar dibujar, sino pintar. Pinta cuando no puede hacer ninguna otra cosa más que no sea pintar. Cuando apenas puede ni respirar. Y pintando recupera el aliento, el habla y tono. Y allá donde se para o se sienta, teje el espacio que haya entre las personas, animales o cosas que allí se encuentren. Dice que en alguna vida ella ha sido gallina; le gusta que la gente, a su alrededor, siempre encuentre un lugar en el que se sienta a gusto.
V. Corazón
La recuerdo, sobre todo, cosiendo. Cosiendo y escuchando, cosiendo y hablando, cosiendo y llorando, cosiendo y riendo, cosiendo y suspirando, cosiendo y recordando, cosiendo y viendo la tv, cosiendo y cantando, cosiendo y pensando, cosiendo y callando. Cosiendo y enseñándome a coser. Ha cosido lo esperado, lo debido, lo deseado, lo posible y lo imposible. Y todo lo que ha cosido, y lo que hacía mientras cosía, me sigue arropando cada día.
Cuando yo pueda sentarme ratos largos a coser, una tarde me quedaré dormida cosiendo y me gustaría soñar cómo se unen en una colcha infinita las labores de todas las mujeres cuyas manos tejen en el vacío para que siga habiendo mundo.