Brasil
Carlos Minc, exministro de Lula: “Bolsonaro se lava las manos con las cenizas amazónicas”

Carlos Minc fue ministro de Medio Ambiente de Brasil entre 2008 y 2010, durante el segundo mandato de Lula. El actual diputado por Río de Janeiro denuncia la responsabilidad del presidente Jair Bolsonaro en la destrucción del Amazonía, en la proliferación de los agrotóxicos y una política “entreguista” con los Estados Unidos de Donald Trump.

Carlos Minc
Carlos Minc, exministro de Medio Ambiente durante el segundo mandato de Lula da Silva.
Río de Janeiro
2 nov 2019 06:00

Carlos Minc es un político de larga trayectoria institucional y pionero en los ámbitos de la ecología y el medioambiente en Brasil. A la luz de los actuales incendios y la polémica por la creciente deforestación de la Amazonia, entrevistamos a quien fuera ministro de Medioambiente en el Gobierno de Lula.

En 1986, Minc fundó el Partido Verde, junto a Fernando Gabeira y Alfredo Sirkis. Ese mismo año fue elegido diputado por una coligación entre el Partido Verde y el Partido de los Trabajadores, en el que se integró y bajo cuya sigla fue reelecto en 1994, 1998 y 2002.

En 2006, Sérgio Cabral Filho —gobernador del Estado de Río de Janeiro— lo designó secretario de Medio Ambiente y en 2008 se convirtió en ministro de Medio Ambiente durante el segundo mandato de Lula en sustitución de la renunciante Marina Silva. Durante su gestión se registró una notable reducción en la deforestación de la Amazonía y el Estado nacional empezó a destinar recursos para la reducción de las emisiones de efecto invernadero.

De 2011 a 2014 volvió a ocupar el cargo de secretario de Medio Ambiente del Estado de Río de Janeiro. En esa función, consiguió la aprobación de la ley que crea el Instituto Estatal de Medio Ambiente y la que establece el cobro de un “impuesto verde” para obtener más recursos para los ayuntamientos que promuevan políticas de preservación y tratamiento de residuos urbanos.

Actualmente cumple su noveno mandato como diputado por Río de Janeiro y es líder de la bancada del Partido Socialista Brasileño al cual se integró después de abandonar el PT en 2016, por discrepancias con la conducción nacional. Carlos Minc ostenta el récord en la aprobación de leyes en la Asamblea Legislativa de ese Estado: 172 hasta el momento.

Bolsonaro no cree en el cambio climático, puso al frente del ministerio de Medio Ambiente a una persona que odia el medioambiente
¿Tiene el Gobierno de Bolsonaro una estrategia definida con relación a la Amazonia y el medioambiente? 
Bolsonaro no cree en el cambio climático. Quiso acabar con el Ministerio de Medio Ambiente. No lo consiguió, pero puso al frente a Ricardo Salles, una persona que está contra el medioambiente, que odia el medioambiente, que no condena la deforestación y afirma que el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables exagera y que esa entidad es una “industria de multas”. Yo no podría afirmar que Bolsonaro tiene una estrategia, pero las consecuencias de la política que está implementando llevan a un incremento de la deforestación como de los incendios y a una disminución de la protección de la Amazonía.

En relación a esto, ¿es cierto que el Gobierno de Bolsonaro está desmontando el sistema de fiscalización y control de la deforestación en la Amazonía?
Sí. Porque está descalificando al Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) y despidió a su director. Afirma que va a hacer acuerdos con otros países y, sin embargo, no hay institución más cualificada que el INPE para llevarlos a cabo. Y lo digo con conocimiento de causa: fui ministro durante dos años, entre abril de 2008 y de 2010 y esa institución fue fundamental para que, en ese período, pudiésemos reducir en un 50% la deforestación en la Amazonía. Y también fue decisivo para la fiscalización de los acuerdos que hicimos desde el Ministerio de Medio Ambiente con el sector privado como, por ejemplo, la moratoria de la soja, para que este cultivo dejase de ser un factor de deforestación, el pacto de la madera legal, la zonificación económico-ecológica que hicimos junto a ocho universidades federales. Todo eso está siendo desmontado. También el Fondo Amazonía, que nosotros creamos en 2008 con abundantes recursos y control absoluto de nuestra parte, sin interferencias de los donantes. Como también, el Comité Orientador del Fondo Amazonia (COFA). En ese período de diez años fueron ejecutados 190 proyectos y creados 80.000 empleos sustentables, sin ninguna denuncia de desvíos de fondos. Todo esto está siendo desmontado. El caso del COFA es trágico, porque Ricardo Salles [el director del INPE nombrado por Bolsonaro] tenía pautados los diez puntos en que podrían ser utilizados los recursos de los que disponía la entidad: repoblación forestal, fiscalización, planes operativos, apoyo al ecoturismo, apoyo al extractivismo sustentable, etc. Sin embargo, él dijo “no quiero que el dinero sea usado para eso, sino para indemnizar a propietarios, hacendados que tenían propiedades en parques nacionales”. Y claro, dado que eso no reduce el cambio climático, los donantes retiran su apoyo económico, como es lógico.

“Yo no sé si [los incendios provocados] son parte, pero sí que son consecuencia de sus políticas”

¿Los incendios provocados —que aumentaron exponencialmente en este último año podrían formar parte del proyecto de Bolsonaro de incorporar vastas tierras amazónicas a la esfera del agronegocio?
Yo no sé si son parte, pero sí que son consecuencia de sus políticas. Los aliados de Bolsonaro, como por ejemplo el gobernador de Tocantins, autorizó durante este año 570 proyectos de deforestación para hacer desarrollos agroflorestales, pecuarios, etc. Entonces, para implementar cualquiera de estos proyectos, ellos necesitan ampliar y limpiar el área y para ello le prenden fuego. Entonces, no digo que él quiera que se produzcan los incendios, pero si él ata las manos de quienes fiscalizan, afirma que quemar la selva no trae consecuencias climáticas, que la selva no tiene ninguna función y que el “desarrollo” es bueno, entonces eso acaba estimulando voluntades para poner a andar las motosierras, para encender la llama de “los molotov” y mientras tanto él se lava las manos con las cenizas amazónicas.

En un período de 150 días, este Gobierno autorizó el uso de 199 pesticidas. ¿Cómo se explica esta medida?
El tema de los agrotóxicos es terrible. El número de pesticidas que fueron liberados ya es mucho mayor que ese: en ocho meses han sido ‘liberados’ 260 pesticidas, muchos de los cuales están prohibidos en Europa por causar cáncer y mutaciones genéticas. Obviamente, esto ya está generando boicot en Suecia y Dinamarca y, sin duda, va a tener rechazos también en otros países porque estos agrotóxicos están prohibidos allá. Es una locura, máxime teniendo en cuenta que la Empresa Brasileña de Pesquisas tiene el know how para llevar adelante un control biológico para varias de las plagas existentes como, por ejemplo, la avispa que come las plagas de la soja y unas cuantas más. La liberación de agrotóxicos es un completo sinsentido.

En ocho meses han sido ‘liberados’ 260 pesticidas, muchos de los cuales están prohibidos en Europa por causar cáncer y mutaciones genéticas

¿No considera que hay ambivalencia o cierta hipocresía en las políticas europeas al exigir a Brasil y países periféricos medidas conservacionistas y, al mismo tiempo, comprarles “derechos de emisiones contaminantes”?
No, no me parece que haya hipocresía, porque los países que emiten y son pobres —y esto está en los Acuerdos de París— es natural que reciban incentivos para mejorar. El Fondo Amazonía es un incentivo para poder mantener la selva en pie. Holanda y otros países financian aterros [vertederos o rellenos] sanitarios que captan metano —que es un gas que proviene de la basura— y que produce efecto estufa, hay aterros sanitarios como el de Nova Iguaçu y Adrianóplis, que reciben recursos de Holanda para captar el metano. Y eso está bien porque, por ejemplo, Holanda va a ser uno de los primeros países que va a quedar sumergido cuando suba el nivel del mar. Que Holanda apoye a países para inhibir la emisión y, en consecuencia, neutralizar la elevación del nivel del mar yo creo que es razonable. Y, a diferencia de lo que afirma Bolsonaro, varios de esos países —por ejemplo, Alemania— han tomado medidas para reducir las emisiones, promoviendo, por ejemplo, energías alternativas.

A Bolsonaro, por supuesto, le interesa siempre blandir la bandera del nacionalismo. ¡Gran nacionalista es este que quiere entregar el oro de las naciones indígenas a empresas norteamericanas!

¿Cuáles son las estrategias e intereses en juego en los debates sobre la gobernanza multilateral y la internacionalización de la Amazonía?
A Bolsonaro, por supuesto, le interesa siempre blandir la bandera del nacionalismo —en plan “quieren ocupar la Amazonía”— y erigirse él como alguien decidido a defenderla. Eso es una falacia. Acaba de decir que quiere nombrar a su hijo embajador en los EE UU para que traiga empresas estadounidenses para extraer oro en las naciones indígenas. ¡Gran nacionalista es este que quiere entregar el oro de las naciones indígenas a empresas norteamericanas! Además, pensando en los colores de la bandera brasileña, fijémonos: el verde él lo está eliminando al promover la deforestación de la Amazonia; el azul —del cielo— también lo está retirando al liberar los agrotóxicos que contaminan el aire; el amarillo que —entre otras cosas— es nuestro oro, él pretende entregárselo a los norteamericanos… ¿Qué clase de nacionalismo es ese? Lo que hace es desfigurar y desnaturalizar los sentidos de esa bandera.

Durante los gobiernos del PT hubo una fuerte resistencia a la firma  del acuerdo de libre comercio con los EE UU. Ahora, como integrante del Mercosur, Brasil acaba de firmar un acuerdo con la UE. Algunas voces críticas sostienen que, en el fondo, esto condena a Brasil y a los países periféricos a resignarse a un modelo extractivista, exportadores de productos de escaso valor agregado. ¿No constituye esto una prolongación de la división internacional del trabajo instaurada por el modelo colonial?
No lo veo de ese modo. Primero, esos acuerdos con la UE fueron discutidos y programados a lo largo de varios gobiernos. Bolsonaro siempre estuvo en contra, impulsando una línea aislacionista, él solo quiere mantener relaciones con los EE UU de Trump, a quien él se somete.

Este acuerdo con la UE en sí mismo no es dañino, pero no va a salir adelante porque contiene cláusulas ambientales que está visto que Brasil no va a cumplir. Y Bolsonaro, que durante la campaña afirmó que iría a aproximar al Brasil con Occidente, consiguió enemistarse con Francia, Alemania, Dinamarca... ahora Austria está afirmando que no permitirá que Brasil entre en el acuerdo, y el problema es que todos estos países tienen que estar de acuerdo. Si se consumara ese acuerdo sería bueno para Brasil, para poder exportar nuestros productos. Salvo en algunos ítems, las exportaciones son pequeñas comparadas con el potencial productivo de la economía brasileña. Lo que hay es una reacción en contra de los agricultores agrícolas franceses porque los productos brasileños llegarían allá a un precio más bajo. Entonces Macron, que simpatiza con la ecología pero también con los agricultores, que son su base social, navega entre ambas variables. Con razón, él levanta la bandera ecológica, pero también acaba haciendo un guiño a los agricultores que temen la competencia de los productos brasileños, que son más baratos. Entonces, yo no veo que este acuerdo sea perjudicial. Simplemente creo que no va a prosperar porque tiene cláusulas ambientales que Brasil está transgrediendo en su totalidad.

Bolsonaro se somete a todas las directrices de Trump. Él tiene un discurso supuestamente nacionalista, pero una práctica completamente entreguista

Llegados a este punto, podría deducirse que el Gobierno de Bolsonaro tiene un proyecto a medio y largo plazo que implica subordinar Brasil a un redimensionamiento impuesto por el llamado “primer mundo”?
Pienso que con relación a los EE UU esto, efectivamente, es así porque Bolsonaro se somete a todas las directrices de Trump. Él tiene un discurso supuestamente nacionalista, pero una práctica completamente entreguista. En lo referente al petróleo es entreguista, lo mismo referido a los agrotóxicos y las multinacionales; al querer vender Electrobrás [la mayor compañía eléctrica del país] también lo es. Estamos ante un Gobierno totalmente entreguista. En el caso de los EE UU eso es explícito. Pero cuando Bolsonaro levanta su discurso supuestamente nacionalista es cuando Europa acentúa el aspecto ambiental. Entonces, para descalificar las exigencias ambientales él acentúa el discurso nacionalista que él no sustente frente a Trump y deja claro que va a hacer todo lo que éste diga.

¿Cree que el llamado Green New Deal o el capitalismo verde podría ofrecer una salida a la crisis ecológica y social que padecen la humanidad y el planeta?
Desde el punto de vista estrictamente capitalista, el llamado capitalismo verde constituye un avance relativo. Intenta introducir algo de sostenibilidad; hoy en día diversas empresas intentan mostrar a sus accionistas que son sustentables. Eso agrada a muchos, sobre todo en Europa. ¿Eso ofrece una salida a la humanidad? No, eso es solo un aspecto. Hay que cambiar los padrones de consumo y de producción. Se trataría de un cambio mucho más profundo. Ahora, el hecho de que algunas economías y empresas capitalistas importantes estén adoptando algunos parámetros ambientales no está mal, eso es bueno, significa que utilizarán menos agrotóxicos, consumirán menos energía, emitir menos contaminantes y hará un mayor reaprovechamiento de recursos, utilizarán más productos de origen vegetal, de origen renovable… Esto no está mal, pero ¿resuelve los problemas ambientales del planeta? No. De ninguna manera. Pero no sería de recibo batirnos de frente contra el capitalismo verde, debemos superarlo de otros diversos modos. El capitalismo verde no incorpora a los excluidos, no garantiza la educación de los pobres, tampoco resuelve los problemas de las migraciones. Es positivo que algunas empresas adopten esa sustentabilidad, pero eso ni de lejos resuelve todos los problemas del planeta.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Deforestación
Informe 'Fashion crimes' Una investigación vincula a Zara y H&M con la deforestación ilegal y la violencia en Brasil
La ONG Earthsight rastreó durante una década 816.000 toneladas de algodón ligadas al arrase de El Cerrado brasileño y a la violación de derechos humanos que acabaron en forma de prendas en las tiendas de Inditex y H&M en España.
América Latina
Andressa Caldas “Lo que vivimos en Brasil es una alerta respecto de lo que sucede ahora en Argentina”
Directora del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos (IPPDH) del Mercosur, Andressa Caldas analiza los desafíos a los derechos humanos y a la democracia de una nueva generación de gobiernos de extrema derecha.
Análisis
Análisis El apoyo de Lula da Silva a Palestina tiene un alto precio
Al igual que el ejecutivo sionista de Netanyahu, la clase dirigente brasileña que vocifera contra Lula da Silva por denunciar el genocidio cometido por Israel, también cree en el fondo que los palestinos son realmente “animales humanos”.
Derecho a la vivienda
Elecciones catalanas El futuro de la regulación de los alquileres en Catalunya se juega el 12M
El decreto que regula los alquileres de temporada que lanzó el Govern era la pieza que faltaba para que funcionen los topes de los precios. Pero la norma debe ser revalidada con los votos socialistas y convergentes, que se han opuesto a la medida
1 de mayo
1 de mayo “Nuestro mundo, en el que cabemos todas, es la única alternativa”, reivindican desde el 1M Interseccional
Por cuarto año consecutivo marchan, de manera festiva y sin incidentes, colectivos del sindicalismo social de toda la región madrileña en el Día Internacional de las y los trabajadores.
1 de mayo
1 de mayo La transición ecosocial y frenar el genocidio de Palestina, ejes de la clase trabajadora de Bilbao
En una ciudad acostumbrada a buscar consensos y apartar las siglas abrazando un eslogan común y caminar detrás de una sola pancarta, hoy es el día de sacar pulso, ondear bandera propia y tomar la Gran Vía, el Arenal y la plaza Santiago.
En el margen
Francisco Godoy Vega “El ojo del blanco es como el ojo de Dios: es abstracto, es superior y puede verlo todo”
Doctor en Historia del Arte, Francisco Godoy Vega forma parte del colectivo de arte colaborativo Ayllu. Este activista antirracista aborda las consecuencias del supremacismo blanco. En 2023 publicó el libro ‘Usos y costumbres de los blancos’.
Reducción de jornada
Laboral Los convenios colectivos del País Vasco tienen la jornada anual más baja y los de Canarias, la más alta
La jornada anual varía muy lentamente desde que el Ministerio de Trabajo tiene una serie histórica, apenas 22 horas desde 2001. El País Vasco aventaja en 49 horas a esa media estatal en los convenios colectivos firmados.
Laboral
Laboral Xavier Minguez: “Ni la rabia contra la empresa ni el orgullo de éxito de una huelga son solo tuyos”
Xavier Minguez es profesor de psicología social y análisis de resolución de conflictos en la UPV/EHU y ha realizado para el sindicato ELA la investigación ‘Un acercamiento psicosocial a la huelga’.
Tribuna
Tribuna Se trata de recuperar nuestra vida
Pese haberse demostrado que la productividad aumenta con la disminución de la jornada, seguimos teniendo la misma jornada laboral.

Últimas

El Salto n.74
Revista 74 Cuando los algoritmos te explotan: no te pierdas el número de primavera de la revista de El Salto
De cómo los algoritmos y la IA gestionan el trabajo de cientos de millones de personas con ritmos y condiciones del siglo XIX, y de mucho más, hablamos en nuestro número de primavera. Ya disponible para socias y en los puntos de venta habituales.
Eventos
Evento Un Salto al periodismo del futuro: súmate a nuestro primer evento para estudiantes y jóvenes profesionales
El viernes 10 de mayo, El Salto organiza una jornada de periodismo joven para profundizar en temas clave, nuevos lenguajes y formatos, desde un enfoque eminentemente práctico.
Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: Una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
1 de mayo
1 de mayo Un centenar de sindicalistas de CGT ocupan el edificio de la patronal catalana en Barcelona
“Ahora que la tecnología, la digitalización y los medios de producción han avanzado, es el momento de poner encima de la mesa la reducción de la jornada laboral sin recorte salarial en todos los centros de trabajo”, han reclamado.
Opinión
OPINIÓN Snt from my ihpone
Sobre la serie de Richard Gadd se han dicho muchas cosas desde que se estrenó hace apenas tres semanas, ya ha recibido elogios, pero sobre todo críticas. Muchas con ánimo de cancelación.
Más noticias
Crisis climática
Crisis climática ¿Cómo abordar transiciones ecosindicales?
Con aun mucho que recorrer en este camino, queremos compartir algunas de las reflexiones que extraemos de este proceso de construcción ecosindical.
El Salto Radio
El Salto Radio Barrios e identidad
Salimos a pasear por los barrios onubenses y palpamos en este recorrido local una verdad universal: que los barrios son siempre escuelas de cooperación y solidaridad.
Cuidados
Cuidados Lavar el cuerpo de una anciana
Ir contra el pudor impuesto es sin duda una acción feminista, como también lo es defender el derecho al mismo en distintos contextos o situaciones.
Reducción de jornada
Resultado consulta a socias A nuestras socias les parece bien que trabajemos 32 horas a la semana, nosotras dudamos
Una encuesta lanzada a las socias de El Salto refleja una alta simpatía hacia la reducción de jornada laboral a 32 horas a la semana, tanto como apuesta política en general como medida a aplicar en nuestro medio.
Lucha obrera
Memoria de lucha Olvidos que hablan: la huelga general del 94 y las Marchas de la Dignidad
Un ejercicio de memoria de Manuel Cañada para acompañar un 1º de Mayo que todavía puede ser nuestro. Dos hitos de la clase obrera de nuestro país cuyo olvido es una declaración de intenciones.