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Barcelona
Barcelona prohibirá las cocinas y supermercados fantasma en toda el área urbana
Ni más cocinas ni un solo supermercado fantasma en Barcelona. El Gobierno municipal llevará al próximo plenario, previsto para el 27 de enero, la aprobación definitiva de una normativa que restringe al máximo esta nueva tipología de actividades surgidas a raíz de la pandemia. El objetivo de la norma es “evitar las molestias y preservar la vida cotidiana de los barrios”, asegura el Ayuntamiento.
Los supermercados fantasma estarán prohibidos en toda Barcelona. Mientras que los barrios y los tejidos urbanos quedarán blindados de cocinas fantasma, que solo estarán permitidas, con “condiciones muy restrictivas”, en el polígono industrial de la Zona Franca, donde se ubican 175 empresas, al lado estám el puerto y la estación ferroviaria de mercancías y, a 7 km, el aeropuerto.
Hasta ahora, los 21 supermercados fantasma ubicados en Barcelona han operado de “forma alegal”, advierte el Consistorio, por lo que una vez entre en vigor la norma, deberán reconvertirse en actividades existentes permitidas. “Los supermercados fantasma deben escoger: o dejan de hacer repartos [y vender solo al por mayor] o se convierten en supermercados normales” abiertos al público, ha explicado la teniente de alcalde en Urbanismo, Janet Sanz. El departamento controlará las conversiones.
Los bares y restaurantes que hacen reparto a domicilio deberán demostrar que el 40% de su local está destinado a uso público y los repartidores siempre podrán entrar, también a sus baños
Economía
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La normativa permitirá la apertura de cocinas fantasma en la Zona Franca “siempre y cuando haya un máximo de un establecimiento en un radio de 400 metros —equivalente a tres islas del Eixample—“, especifica. Esto es una novedad respecto a la normativa inicial aprobad en marzo de 2022, que permitía la apertura de cocinas fantasma en los polígonos del Besòs y de la Marina del Prat Vermell. Finalmente se han prohibido las cocinas fantasma en esos barrios por su proximidad con entornos residenciales.
Por último, los bares y restaurantes de la ciudad tendrán que pedir un permiso para repartir a domicilio. Un trámite “sencillo” para el que dispondrán de 24 meses. Para obtener el permiso deberán demostrar que al menos el 40% de su local está destinado al público, que cualquier puede entrar, pedir un plato y comérselo sentado. De esta manera, el Ayuntamiento espera “evitar las cocinas fantasma encubiertas”.
Asimismo, la norma fija una serie de obligaciones mínimas para con los repartidores: podrán usar los baños, podrán acceder al interior del local. Ya no tendrán que estar esperando en la calle o buscar otros sitios para hacer un pis. Además, los locales de entre 200 y 200 metros cuadrados que hacen reparto al domicilio les deberán reservar un mínimo de 10m2. Y los mayores de 300m2, 5m2 por cada 100.