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El Hotel Reconquista era, hasta hace muy poco, conocido por su ambiente exclusivo, su fachada barroca del siglo XVII —que le convierte en Monumento Nacional—, sus cinco estrellas y su trayectoria como hospedaje de ilustres visitantes a Oviedo, principalmente los galardonados por los Premios Princesa de Asturias. La lista de celebritys que ha pasado por sus lujosas habitaciones es muy larga. Desde Woody Allen a Paul Auster, pasando por Elizabeth Taylor, Nelson Mandela, Martin Scorsese o Rigoberta Menchú. Cuenta la leyenda que, en los 90, en una de sus suites se corrió una histórica juerga que incluyó sexo, drogas y a Mickey Rourke, así como a algunos destacados miembros del PP local, que no quisieron faltar a la fiesta privada con el actor y púgil norteamericano, que había acudido a la capital asturiana para protagonizar una multitudinaria velada de boxeo. Las malas lenguas también dicen que, en sus elegantes salones, el duque de Palma, Iñaki Urdangarín, cerraba entre copas y apretones de manos importantes negocios con destacados políticos españoles en las noches posteriores a la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias.
Sin embargo, la magia y el glamour que rodeaban hasta hace poco al hotel se ha viso empañado por un largo conflicto laboral en el que han salido a relucir las malas condiciones de trabajo y el hostigamiento por parte de la dirección a los representantes sindicales. En 2014, la cadena hotelera Hotusa gana el concurso para gestionar el establecimiento, propiedad del Principado de Asturias, y comienzan un expediente de regulación de empleo (ERE) y una serie de despidos, sobre todo a trabajadores veteranos con antigüedad y derechos laborales, que sacan a relucir la peor cara de la nueva gerencia. La resistencia de una parte de la plantilla, encabezada por la presidenta del comité de empresa, Raquel Agüeros, de CC OO, acaba con una serie de denuncias cruzadas y una condena al hotel por acoso moral a la líder sindical. La imputación a los llamados ‘11 solidarios del Reconquista’, entre los que están militantes de la Corriente Sindical de Izquierdas, las Asambleas de Trabajadores en Lucha, IU, PODEMOS y las Juventudes Comunistas, se inscribe en este dilatado conflicto que ha rebasado las paredes del hotel, implicando a muchas más personas y entidades, como se puso de manifiesto esta mañana en la nutrida concentración de apoyo celebrada a las puertas del juzgado, a la que asistieron, entre otros cargos públicos, el secretario general de Podemos Asturies, Daniel Ripa, y la portavoz de Somos Oviedo, Ana Taboada.
Los imputados estaban acusados de desordenes públicos, amenazas y coacciones, tras una denuncia de la exdirectora del hotel y del nuevo presidente del comité de empresa, miembro de la UGT, y con una actitud hacia la empresa muy diferente a la de su predecesora. Los hechos denunciados tuvieron lugar en enero de 2018, en el transcurso de una acción directa de denuncia, cuando los activistas se colaron en el hotel interrupiendo con su protesta la rueda de prensa de presentación de FITUR. Esta mañana, tras seis horas de juicio y el visionado de los vídeos de la acción, el representante del Ministerio Fiscal retiraba las acusaciones, interpuestas por la anterior fiscal, algo “sin precedentes y que tira por los suelos la imagen de matones violentos que se ha querido construir de nosotros”, en palabras de Marco Antuña, militante de la Corriente Sindical de Izquierdas y portavoz de las Asambleas de Trabajadores en Lucha. Para Antuña, “aunque aún está pendiente la sentencia, se confirma que hemos asistido a un intento de criminalizar la lucha obrera, con montajes y denuncias falsas”.
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CSI es de lo poquito que se salva en el sindicalismo asturiano, con excepciones puntuales (y personales) en CCOO, y dejando por supuesto aparte a CNT, que tristemente no tiene la representación que merecería. La época de los grandes comités de empresa, o de los comités de grandes empresas (véase Ensidesa o Hunosa) hizo lo que la partidicracia hizo en política, lo que el sindicalismo como hijo bastardo. De los Braga, Villa, y otros menos "celebrados" vienen estos lodos. El SOMA era aquello que proporcionaban al personal en "¿Un mundo feliz?" para mantener contento al ciudadano. Y en esas estructuras sindicales las responsabilidades están en sus líderes, pero también en quienes les votan y ponen en los puestos. Y que me caigan de todos los colores. En la pequeña empresa los sindicales que he conocido, siempre de UGT o Comisiones, han sido los listos del barrio, dispuestos a sonreír al jefe más que a escuchar al compañero. Y cuando he estado afiliado en cualquiera de los dos la estrategia política y la táctica cuidadosa ante el poder, fuera este político o empresarial, ha pesado siempre más que los problemillas puntuales del currela.
Fuerza y lucha pa los currantes del Reconquista. Entre bambalinas del estrellato de los premios principescos unos y otros se tiran cuescos. Qué Huelan!