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Antimilitarismo
Lo que está pasando no es lo que está pasando
Me acuerdo a veces de un insumiso que conocí hace mil años, cuando era insumiso yo también. Este tipo condujo un coche hasta Bosnia en medio de la guerra. Estamos hablando de principios de los 90, con los europeos horrorizados o quietos como pasmarotes con la primera guerra y el primer genocidio en territorio europeo desde que los nazis alemanes perdieron la guerra en 1945 pero ganaron la paz tres cuatros de hora después. 27 horas conduciendo, cuatro insumisos en el coche.
Para el viaje de vuelta tres se quedaron en Bosnia para ayudar y el conductor se trajo de vuelta un desertor de cada ejército (un serbio, un bosnio y un croata) con los pasaportes de los insumisos en el bolsillo y llegaron a Barna sin mayores contratiempos.
Guerra en Ucrania
Ya no hay guerras justas
Mi memoria es la que es (fragmentada y con los índices hechos mistos) pero juraría que el que me contó esta historia me contó muchas cosas más. Me contó por ejemplo una sobre un caso muy sonado que le costó la vida a un miembro del ejército español. Un teniente, dijeron. En las historias los soldados pasan a ser sargentos y de repente son tenientes y lo mismo llevan fajín rosa y el pecho lleno de medallas. Lo que nos llegó es que estaba descargando cajas de medicamentos de un camión y un francotirador serbio le atravesó el cuello con una bala. El que estaba al otro lado de esa última caja era un insumiso, pero eso no nos lo contaron en las noticias. Por lo que fuera.
Son historias que hay que mantener vivas porque si no solo va a quedar el relato que hayan creado en la última media hora, como vemos ahora lo que están haciendo con la legítima defensa, el ejército ético, las bombas inteligentes y van a seguir pasando de puntillas sobre la enorme eficacia para matar que hemos alcanzado y la proporción de víctimas civiles vs víctimas militares de los conflictos, más disparatada y más desequilibrada que nunca.
Por circunstancias de la vida tengo amigos que han sido militares y que han visto mucha guerra. La vida a veces… Solo a los idiotas y a los que hacen dinero con la guerra les gustan las soluciones militares. Quien ha visto la guerra sabe que hay muchas cosas peores que morir y en la guerra las encuentras todas.
¿Nos da miedo a estas alturas quedarnos solos y no poder subir al tren de las guerras justas? ¿De todas las guerras justas posibles tenemos que elegir precisamente las que nos están señalando?
Los ejércitos no son bomberos ni rescatadores, su función no es mantener el orden público ni sacar a gente de los escombros. Pueden hacer todo eso porque tienen dos manos y dos pies, pero no es su función.
Siempre es más fácil saber lo que no es que lo que es. Y para qué voy a intentarlo si Joseph Fasano lo cuenta tan bien en su poema “The Healers”:
Puedes escucharlos
Moviéndose entre las ruinas,
Los escucharás por su silencio en medio de la ruidosa multitud.
Puedes verlos, abriendo
sus bolsitas, abriendo
los corazones destrozados por la metralla de completos desconocidos,
agachándose ante el cuerpo de un niño
inclinándose y susurrándole una historia,
una historia en la que lo que está pasando
no es lo que está pasando.
Ellos reparan; cosen; llevan en brazos.
Trabajan; lloran; pierden.
Y cuando no se puede hacer nada
entre los escombros,
allí se arrodillan mientras todo arde a su alrededor.
y acunan la cara
de los moribundos,
la vida que esta intentando
hablarles,
la vida que les susurra “escucha”
y eso hacen.
El siempre certero Ruper Ordorika cantaba en 1998, en medio de aquellos inacabables años de plomo, que no había manera de saber cuál era el camino correcto (“Lerro zuzena non”):
No quiero vivir como un ciervo herido.
Quién sabe dónde está el camino derecho.
Mira por dónde,
parece que no existe el camino derecho.
No puedo seguir en un mundo
en el que todo está enrevesado.
No nací héroe.
No nací víctima.
¿Cuántas pérdidas son aceptables? ¿cuántas?
¿Poder luchar da la razón?
No puedo decirlo.
No puedo quedarme en silencio.
No quiero vivir como un ciervo herido.
No nací héroe.
No nací víctima.
Esta apatía y este aturdimiento en el que estamos no es nuevo. ¿Son las pantallas y la inmediatez peor aun para este entontecimiento en el que chapoteamos cual gorrinos en la charca? ¿Nos da miedo a estas alturas quedarnos solos y no poder subir al tren de las guerras justas? ¿De todas las guerras justas posibles tenemos que elegir precisamente las que nos están señalando? ¿Quién está señalando y con qué? ¿Quién está sentado detrás sonriendo? ¿Pero es que no sabemos de sobra que esos que sonríen no pueden ser trigo limpio?
He hecho lo que he podido para traducir a Joseph y a Ruper. Es posible que haya retorcido las palabras para adaptarlas a lo que yo quiero que digan. O quizás ese era el sentido original. Tampoco va a ser la primera vez que nos pongan delante palabras retorcidas y nos hayan contado que lo que está pasando no es lo que está pasando.
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Para las que participamos en la lucha contra el ingreso en la Organización Terrorista del Atlántico Norte y en la insumisión al servicio militar, el actual clima prebélico es emocionalmente desgarrador, desesperante. Es incomprensible la pasividad y aquiescencia con que los pueblos europeos se están dejando arrastrar al matadero por unas élites y dirigentes siervos de la potencia hegemónica declinante y el entramado militar-industrial-financiero. Nuestros dirigentes son verdaderos criminales, incluidos los "progresistas", incluso buena parte de lo que queda de la "izquierda" ha sucumbido a estos "realismos belicistas" y cooperan de hecho en la locura. Ayer mismo un conspicuo representante de la izquierda caviar peninsular publicaba en otro diario "Guerra y Paz", ya en su primer párrafo nos acusaba a los pacifistas de pro-rusos, que es como se demoniza ahora al sentido común. De un ex-marxista autoritario tampoco se podía esperar que dejase de atacar desde su altanería intelectualoide a los libertarios..., como tampoco podemos esperar casi nada decente de toda esa izquierda que no se levantaba del Consejo de Ministros cuando se enviaban Leopards y se disparaban el monto de los presupuestos militares. Es de agradecer que este artículo ponga poesía a la tragedia que nos administran y a la resistencia que hasta en Ucrania y Rusia siguen poniendo desertores y objetores de conciencia. La misma soledad ideológica que vivimos en "nuestra alegre juventud" es la que experimentamos ahora los que, contra todo, apostamos por la paz, por el desarme nuclear, por el alto el fuego y negociaciones. Eskerrik, gracias, Cole!!!
Para las que participamos en la lucha contra el ingreso en la Organización Terrorista del Atlántico Norte y en la de la insumisión al servicio militar obligatorio no es nada fácil vivir este contexto actual de desmovilización y apatía con el que las poblaciones europeas se están dejando arrastrar al matadero. Por no hablar de la complicidad de nuestras élites y gobernantes, incluso "progresistas", ayer mismo un conspicuo representante de la izquierda caviar peninsular publicaba un artículo titulado Guerra y Paz en el que ya en el primer párrafo nos acusaba a los pacifistas de pro-rusos (tiene bemoles que un ex-marxista autoritario nos acuse a los libertarios de complicidad con lo que él sí defendió en el pasado). En estos momentos de soledad y orfandad tan paralelos a los que tuvimos que atravesar en "nuestra alegre juventud" se agradece mucho que alguien trate de poner poesía a la tragedia colectiva que nos administran desde arriba, está vez con el concurso de mucha izquierda traidora de esa que no se levantaba del Consejo de Ministros cuando mandaban Leopards. Gracias, Eskerrik, Cole!!